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Los dinosaurios del heavy metal británico Iron Maiden vuelven a dejarse caer por nuestro país para ofrecernos una segunda vuelta de su gira “Maiden England” (la primera, enmarcada dentro del Sonisphere 2.013, puedes recordarla en el siguiente enlace), gira que ya comenzaron el año pasado para celebrar los 15 años de aquel mítico concierto que se celebró en Birmingham los días 27 y 28 de noviembre de 1.988 durante la gira “Seventh Tour of a Seventh Tour”, y que repiten esta vez con la promesa de ofrecer un show único y con algunas sorpresas.
Esta vez, igual que sucedió en la gira de su siguiente álbum por aquellos tiempos (el «No prayer for the dying»), han sido acompañados por los pesos pesados del thrash metal Anthrax, gira que también pasó por Barcelona y a la que un servidor tuvo la suerte de poder asistir en el ya desaparecido Palacio de los Deportes. Esta vez sería el Palau Sant Jordi el que acogería la cita con la Doncella de Hierro.
Muchos podrían pensar en la razón por la cual vuelven a repetir prácticamente el mismo show que el año pasado, y es que esas sorpresas que el grupo prometía al final no fueron tantas y las críticas por repetir casi el mismo set-list y un espectáculo idéntico no se han hecho esperar. Sin embargo, un show de Maiden por muy repetido que se haga siempre es disfrutable y más con la advertencia por parte de la banda de que probablemente esta sería la última vez que interpretaran todos sus hits de los 80. Claro, la gira hay que venderla de alguna forma y aunque el futuro es incierto es fácil pensar que en algún momento puedan volver a ofrecernos otra gira “revival” para celebrar los 25 años de alguna mítica gira.
Las dos pantallas gigantes que se podían ver a ambos lados del escenario hacían prever que se iba a presenciar algo grande y así fue. El show comenzó con sólo algunos minutos de retraso con unos Anthrax muy entregados pero con un escenario demasiado sobrio, únicamente con su clásico logo detrás, un par de estrellas de cinco puntas invertidas a cada lado de la batería y un juego de luces que iba cambiando el color del ambiente desde el violeta pasando por un azul hasta el rojo. Al grupo lo vi bastante bien, especialmente a Joey Belladonna al que vi en una muy buena forma vocal (hay que recordar que es el vocalista original y que tras muchos años fuera de la banda ha vuelto hace poco para rememorar de alguna forma la etapa más exitosa de la banda en la década de los 80).
Con una entrada de aproximadamente medio Palau Sant Jordi la banda liderada por el guitarrista Scott Ian empezó descargando su clásico “Caugh in a mosh” seguido por “Efilnikufesin (N.F.L.)” de su celebérrimo disco «Among the living», disco al que volverían más tarde con temas como “Indians”, esta vez sin el típico tocado de plumas indio que Belladonna suele lucir, o “I am the law”. También es destacable el hecho de que interpretaran hasta tres versiones, al menos sorprendente teniendo en cuenta la amplia carrera musical de la banda y que tampoco tenían el tiempo para tocar de un concierto normal. “Got the time” de Joe Jackson, “T.N.T.” de los AC/DC, y para terminar la genial “Antisocial” de la banda Trust, fueron las tres versiones tocadas.
Bastante corto se quedó el repertorio que podría haber sido ampliado perfectamente con dos o tres temas más pero que fue suficiente para abrir boca antes de la descarga de los británicos.
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En cuanto al sonido, desde la grada de prensa que era donde yo me encontraba se escuchó bastante bien, algo lejano eso sí, por la enorme amplitud del Palau, pero por lo que tengo entendido el sonido no fue bueno en pista, seguramente debido a la ausencia de amplis sobre el escenario y a la altura de los monitores que posiblemente no llenaban a nivel sonoro las primeras filas.
Tras los correspondientes cambios en el decorado del escenario y ya con tres cuartos de entrada, sonó una intro con el tema “Doctor, Doctor” de UFO y salieron a escena Iron Maiden para abrir con aquel “Moonchild” con el que empezaba el que para mí fue el último gran disco de los Maiden, el «Seventh son of a seventh son», apoteósico comienzo para una noche mágica llena de nostalgia ochentera.
El escenario recordaba aquel paisaje helado de la portada de dicho disco pero creo recordar que ni tan grande ni tan bien decorado como lo llevaron en la gira del 88. Faltaban motivos de decoración o al menos eso me pareció a mí, ya que por desgracia no pude ver el fondo del escenario entero desde donde yo me encontraba.
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Por otro lado, tenía mis dudas sobre Bruce Dickinson; su voz no es la que era para mal, eso es obvio ya que los últimos trabajos grabados con la banda así lo demuestran, sin embargo me sorprendió gratamente como sigue entonando de forma muy digna los viejos clásicos de los 80 en vivo. Respecto al resto de la banda, vi a un Dave Murray y a un Adrian Smith muy estáticos pero eso es algo que siempre ha sido así y a estas alturas ya no vamos a cambiarles, y a unos Janick Gers y Steve Harris como siempre de un lado al otro animando al público y siendo el auténtico motor de la banda. A Nico McBrain, no le puede ver mucho pero como siempre supo estar a la altura.
A continuación sería “Can I play with madness”, el single de ese mismo disco el que sonase, coreadísima por todos los asistentes y aplaudida como se merece. Bueno, la noche siguió con toda una serie de himnos «maidenianos» a cual mejor del que difícilmente se puede destacar alguno: “The Prisoner”, “2 minutes to midnight”, la que ya no tocaban desde hacía tiempo “Revelations”, “The Trooper” con un Dickinson ondeando la bandera del Reino Unido y vestido como soldado de la época, “The number of the Beast” con las llamas del infierno saliendo por los laterales, la aclamadísima y barroca “Phantom of the Opera” y “Run to the hills”, el tema en el que salió la mascota de la banda Eddie, vestido de soldado de caballería con sable y todo moviéndose por el escenario para recordar como dice la letra del tema, la matanza de los indios de Norteamérica por el ejército de EEUU a finales del S.XIX.
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Después sonaron un fantástico “Wasted years” recordando el mundo futurista de la portada de su disco «Somewhere in time», y uno de los temas más progresivos y complejos de la banda, el tema que da nombre al disco de donde viene todo, “Seventh son of a seventh son”, profético y apocalíptico como ninguno fue degustado por el público a modo de delicatesen.
Después sonó otra de las sorpresas de la noche, “Wrathchild”, el temazo que abría aquel álbum llamado “Killers” después de la intro “Ides of march”.
Y llegó la hora de “Fear of the dark”, quizás vaya a ser algo polémico con lo escrito pero a mi entender este tema no debería haber entrado en el set-list; sin ser un mal tema dista mucho en cuanto a calidad del resto de joyas interpretadas por la Doncella y podría haber sido sustituido por ejemplo por “Hallowed be thy name”, el tema ausente de la noche que seguro que muchos lo esperaban y nunca llegó, además siendo un tema de los 90 creo que no encaja dentro del ochentismo del show.
Y como no podían terminar sin hacer referencia a su primer disco, tocaron para “finalizar” el clásico “Iron Maiden” del disco homónimo. Todo un lujazo.
El grupo abandona el escenario pero no pasa mucho tiempo hasta que empiezan los bises: escuchamos nada menos que el discurso de Churchill durante la segunda guerra mundial. ¿Qué es esto? ¿Empieza un nuevo concierto? Déjà vu tremendo en el Palau para acordarnos todos de aquel mítico show grabado en VHS a mediados de los 80, el gran «Live After Death» y empieza “Aces high” para deleite de todo el pabellón, posiblemente el tema más ovacionado del concierto con un Bruce Dickinson enfundado en un gorro de aviador y la proyección de imágenes de aviones por las pantallas gigantes.
El éxtasis absoluto con el público ya rendido ante la actuación estelar del grupo llega cuando atacan un nuevo tema de traca, aquel “The evil that men do” con el que empezaba la segunda cara de la cinta, aquella tan gastada por las innumerables reproducciones del magistral y único «Seventh son of a seventh on». Hay que romperse las cuerdas vocales, si hace falta, para cantar el estribillo porque estamos en la recta final, se huele. Efectivamente, la pregunta es ¿con qué tema cerrarán? Y ese honor fue para “Sanctuary”, un buen tema típico para acabar los conciertos de Iron Maiden ya soltando un poco el pie del acelerador.
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Un gran espectáculo tanto musical como visual, aunque hay que decir que hoy en día se pueden ver conciertos con más pirotecnia y mejores decorados como los de AC/DC por ejemplo.
No acabaré sin quejarme un poco de los pupitres de prensa. El estar en una zona reservada con espacio para poner tu portátil y tal está muy bien, pero tiene la desventaja de que al estar en un lateral te pierdes todos los decorados situados en el fondo del escenario, y en este caso así fue, me perdí los muchos Eddies estáticos que iban apareciendo por el fondo, cerca de la batería de Nico.
¡Ah! y un último apunte, Bruce Dickinson debería considerar volver a dejarse el pelo largo, su imagen moviendo su lacia melena al aire como bien hacía en sus buenos tiempos es algo difícil de olvidar.
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Lo mejor: Volver atrás en el tiempo para disfrutar de Iron Maiden con un set-list inmejorable (salvo un tema).
Lo peor: Que según dicen ya no volverán a tocar todos estos temazos juntos. ¡Aunque eso no hay quien se lo trague!
UP THE IRONS!!!!!
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Set-list Anthrax
- Caught in a mosh
- Efilnikufesin (N.F.L.)
- Got the time
- Indians
- T.N.T.
- Fight ‘em ‘til you can’t
- I am the law
- Antisocial
Set-list Iron Maiden
- Moonchild
- Can I play with madness
- The prisoner
- 2 minutes to midnight
- Revelations
- The trooper
- The number of the Beast
- Phantom of the Opera
- Run to the hills
- Wasted years
- Seventh son of a seventh son
- Wrathchild
- Fear of the sark
- Iron Maiden
Bises
- Churchill’s speech
- Aces high
- The evil that men do
- Sanctuary
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TEXTO Y FOTOS: Iván Macías
the Guitar Xperience radio show 
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