Noche de heavy metal y power metal con Iron Savior, DragonhammeR y Aquelarre.
Los germanos se mostraron sólidos como una roca con un sonido y una actitud que gustó mucho a los fans del metal ochentero más clásico.
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Hace poco más de una semana que los alemanes Iron Savior nos dieron una buena dosis de power/heavy metal puro en la Ciudad Condal, siendo ésta la última de las cuatro ciudades elegidas para presentar su nuevo compacto, «Kill or get killed», el cual ha tenido muy buena acogida desde su lanzamiento el pasado mes de marzo.
En esta ocasión venían acompañados de dos bandas de power metal más pero distintas entre sí al mismo tiempo. Por un lado, DragonhammeR desde Italia, en una onda más prog conservando la pomposidad del power metal italiano y por otro, los vigueses Aquelarre, que combinan power tradicional con pinceladas de folk, entre otros subgéneros, enriqueciendo así su sonido.
Escaso era el volumen de gente esperando en la entrada de sala Bóveda pocos minutos antes de la apertura de puertas en torno a las 19:30 horas, lo cual me hizo suponer que iba a ser un concierto de asistencia muy moderada, pero eso no pareció importarles a los gallegos, los primeros en salir a escena y lo hacen a ritmo de «Jacobsland» (perteneciente a su nuevo trabajo «Suevia», un álbum muy bien confeccionado y que muestra una clara linea ascendente en cuanto a su evolución como banda), en la que ya desde un buen principio podemos vislumbrar ese ritmo power metalero desde antes del estribillo y esa buena actitud que llevan consigo sobre el escenario. Sin embargo, su bajista Ramón Rodríguez no les ha podido acompañar esta vez pero decidieron tocar igualmente, y por lo tanto, la base rítmica perdió parte de su fuerza.
Continúan con «16:51 P.M. Arcilla y Mármol», incluída en «Tempo» de 2.016 —al igual que «El mismo pecado», que también interpretaron—. Se caracteriza por una intro en la que la guitarra es la protagonista que va dejando paso a una sección más atmosférica y que mantiene la contundencia a lo largo de toda la canción. «Aunque duela recordar», en cambio, no solamente resulta atmosférica al principio sino que el teclado a cargo de Christian Marco toma relevancia a medida que avanza el corte, especialmente al final de la misma.
«Guardián» es la única que rescatan de su álbum debut, «Requiescat in peace» — 2.014—. Ahí podemos ver como todos los instrumentos se entremezclan para desembocar en un tema muy épico y potente, con claras influencias de bandas del estilo, tales como Avalanch, Warcry, etc. Tras esta, «Heroína», la cual gana en intensidad a medida que avanza.
Además, en «Romasanta» la atmósfera es algo más oscura e Icko Viqueira se atreve con los guturales, hecho que evidencia un gran crecimiento vocal por su capacidad de emplear diferentes registros en un mismo tema. Demuestran a su vez su habilidad de fusionar otros estilos a su base manteniendo su esencia.
Nos dejan con la canción homónima de este nuevo álbum, «Suevia». Icko ondea una bandera con el logotipo de la portada del mismo mientras canta. Buen trabajo por parte de David Castro a la batería (siendo en algunos puntos bastante notable el doble bombo), sin olvidar la labor de Ramón Viqueira y Cristóbal Otero a la guitarra en general.
En resumen, es una banda que a lo largo de su actuación puede convencer, puesto que tienen buenos temas y sobretodo muy buena actitud —de hecho, tras finalizar su concierto, permanecieron más tiempo saludando a los allí presentes antes de recoger su backline del escenario—, pero quizás con menos elementos pregrabados luciría mucho más.
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Sobre las 20:45 —unos cinco minutos más tarde de lo previsto—, DragonhammeR toma el control del escenario con el tema «The eye of the storm» de su última entrega «Obscurity» —2.017—, pieza del todo powermetalera y que inmediatamente nos transporta al sonido típicamente noventero de bandas del género como Stratovarius, Edguy y especialmente, sus compatriotas Rhapsody of Fire. No obstante, sorprende que en una banda de este estilo no lleven un teclista para sus directos, sobretodo en la intro en este caso, algo imprescindible ya que el teclado juega un rol muy importante teniendo en cuenta que muchos temas están llenos de solos, dándoles ese punto épico tan presente en este tipo de canciones.
«Seek in the ice» se convierte en la única representación de aquél no tan lejano «The X experiment» —2.013—, un disco con una onda claramente progresiva, algo que en lo personal me agrada mucho escuchar, ya que contribuye a hacer más rica y diversa la discografía de la banda, en un estilo cuyas estructuras pueden ser un tanto encorsetadas. Y digo no tan lejano comparado con sus anteriores discos, «Time for expiation» y «The blood of the dragon», lanzados en 2.004 y 2.001 respectivamente.
A partir de aquí, empezarían a intercalar clásicos de su primer trabajo, «The blood of the dragon», como son «Legend», «Blood in the sky» o «Dragon hammer», con otros temas de «Obscurity», como por ejemplo, «Fighting the beast» (con un estilo que recuerda mucho a Gloryhammer, incluso en la interpretación vocal de Luca Micioni), «Under the Vatican’s grounds», «Children of the sun» y la propia «Obscurity».
Una lástima lo de los coros pregrabados, especialmente al inicio de «Legend», ya que es un corte que invita a cantar a todo pulmón y a alzar el puño bien alto; es decir que, por su naturaleza se presta mucho a la interacción con el público. Pese a ello, fue bastante bien recibida por el mismo.
Algo similar puede decirse de «Under the Vatican’s ground», la cual posee algún cambio de tempo interesante —muy perceptible hacia el final— y un estribillo especialmente coreable, pero una vez más, echo en falta un teclista, sobretodo en las partes solistas.
«Obscurity» por su parte, es épica, vibrante y dinámica, con alguna concesión al bajo a cargo de Gae Amodio —actualmente el único miembro fundador que queda en la formación italiana—.
Se puede decir que el combo Flavio Cicconi y Alessandro Mancini a la guitarra son quienes salvan los muebles tanto en puesta en escena como a nivel instrumental, mostrándose más expresivos en todo momento. Se despiden con «Dragon hammer», tema que da nombre a la banda, en la que el doble bombo es una constante.
Resumiendo, estamos ante una banda con muy buenos músicos a pesar de los diversos cambios en su line-up a lo largo de su historia —el más reciente el de Marco Berrettoni a la batería en el puesto de Andrea Gianangeli este mismo año—, con grandes canciones en su haber pero que a la hora de llevar su material al directo, carecen de esa chispa sobre el escenario, lo cual les haría ganar mucho más adeptos, además de lo ya comentado en lo referente a coros y teclados pregrabados.
No obstante, es muy de agradecer la existencia de este tipo de bandas que se esfuerzan en mantener vivo un estilo que no goza de la popularidad de antaño.
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Y de Italia nos vamos a Hamburgo de la mano de Iron Savior. Desprendían simpatía a raudales desde antes del inicio de su concierto, ya que se dispusieron a ultimar los detalles de la prueba de sonido delante de los asistentes e incluso interactuando con ellos. Tal cual terminaron de probar, se equipan las guitarras y sin más dilación, alrededor de las 21:55 horas empieza a sonar «Way of the blade» de su «Titancraft» —2.016—, el primero de una consecución de trallazos de buen power/heavy metal; nada de vueltas de tuerca de ningún tipo, directamente al grano como así lo avala su discografía, evolucionando cada vez más hacia un heavy metal más crudo y sin florituras.
Siguieron con la veloz «Starlight», recogida en «The landing» —2.011— para rápidamente continuar con «Roaring thunder» y la propia «Kill or get killed», pura intensidad como pudimos comprobar. Buena ejecución de guitarra en general a cargo del propio Piet Sielck y Joachim «Piesel» Küstner, este último centrado totalmente en lo instrumental y no tanto en la interaccion.
En la divertida y bien recibida «Gunsmoke», el sonido ya había mejorado en gran medida y en la cual Piet bromeaba acerca ponerse un sombrero de cowboy. Desafortunadamente, poco antes de finalizar «The savior», tema que siempre funciona muy bien en directo, Piet debe cambiar de guitarra y Jan S.Eckert entra en una espiral de cachondeo con el público mientras Piet se seca la calva con la toalla, mostrándose ambos muy cercanos.
Retoman el vuelo con «Beyond the horizon», tercera y última pieza que nos tenían preparada de aquel «Titancraft» y en la que Jan Eckert se luce a base de bien con los coros. En lo personal, es de esos cortes cuyo estribillo me hace mirar hacia arriba y cerrar los ojos cantando al compás, sensación que se agudiza más todavía en la majestuosa «Hall of heroes», una canción grande en sí misma, muy muy épica y sentida. Poderosa por igual y manteniendo el nivel de contundencia resulta «Stand up and fight», demostración de que han vuelto a firmar un buen álbum.
Eso sí, hay canciones y luego lo que casi se pueden considerar himnos en la discografía de una banda: esos temas icónicos que no pueden faltar jamás en un concierto. Es el caso de «Heavy metal never dies», con buenos riffs, batería potente, estribillo efectivo y perfectamente coreable toda la canción e incluso un bajo que da gusto escuchar. Tiene una fuerza y un poder descomunales, no se puede explicar con palabras.
Entramos en la recta final del recital con «Legends of glory», «Revenge of the bride» y un guiño a los discos «Battering ram» —2.004— y «Iron Savior» —1.997—, con «Break the curse» y «Atlantis falling».
Aún tenían un as bajo la manga… la atemporal «Breaking the law» de los legendarios Judas Priest, que puso la sala patas arriba definitivamente.
De esta manera finalizó una velada llena de emociones. A decir verdad, se nos hizo a todos bastante corto, demasiado. Piet Sielck y los suyos no pretenden inventar nada pero con los años han conseguido un sonido muy auténtico y una personalidad enorme dentro de un estilo tan definido como el que practican, y todo ello sin llegar a aburrir, algo no al alcance de cualquiera. Si a eso le sumamos la simpatía y la cercanía incontestables que les caracteriza, tenemos Iron Savior para mucho tiempo. ¡23 años de carrera y los que quedan!
Por último, es obligatorio agradecer a la gente de Kivents y Octopuss Prods. la gentileza a la hora de acreditar a este medio y a servidora y poder disfrutar de tan metalera velada.
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TEXTO Y FOTOS: Mati «Caricias» Sebastià
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