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FICHA
- Artista: Extreme
- Sello: earMUSIC
- Año: 2.023
- Estilo: Hard rock, heavy metal, funk, shred
CALIFICACIÓN
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CALIFICACIÓN TÉCNICA
- Nivel de técnica: 8/10
- Velocidad: 7/10
- Variedad de fraseo, recursos y técnicas: 8/10
- Nivel de coñazo virtuosístico: 0/-10
- Calidad producción (equilibrio en la mezcla, masterización, etc.): 6,5/10
- Calidad presentación (carátula, libreto, etc…): 6,5/10
PUNTUACIÓN: 7,6/10
CALIFICACIÓN MUSICAL
- Calidad musical: 8,5/10
- Nivel de feeling: 8/10
- Posibilidad de escucharlo de un tirón: 8/10
- Ganas de hacer “headbanging”: 9/10
PUNTUACIÓN: 8,4/10
PUNTUACIÓN TOTAL: 8/10
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INTRODUCCIÓN
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Qué duda cabe de que el estreno discográfico del año en materia rockera —y guitarrística—, ha sido el retorno de Extreme y además, con un single de lo más impactante que ha vuelto a colocar en el Olimpo de los Guitar Heroes a Nuno Bettencourt. Un Bettencourt que realmente nunca había dejado de estar en ese Olimpo, pero sí que al menos de cara a los aficionados más jóvenes a la guitarra, su nombre estaba muy diluido en el recuerdo o, directamente, desaparecido.
Y es que Extreme tampoco parecen haber querido hacer mucho para no desvanecerse del imaginario colectivo rockero/metalero, desapareciendo del mapa largas temporadas. Así que para el que no conozca a Extreme, aquí va un repaso de urgencia.
Formados en Massachusetts a mediados de los 80 por el vocalista Gary Cherone, el baterista Paul Geary, el guitarrista Nuno Bettencourt y el bajista Pat Badger, tras la fusión de dos bandas locales, se curtieron en la activa escena de Boston, consiguiendo ganar adeptos y premios. Su música era lo que podríamos denominar como un hard rock técnico, no carente de melodía, y al que añadían unas buenas dosis de groove funky y de contundencia metalera. Además, todos ellos estaban dotados de un elevado nivel técnico, inclusive un Paul Geary que, contrario a la moda de la época, no usaba doble bombo y su set de batería era de lo más sencillo y minimalista. Cherone, por su parte, era un tipo carismático, con buena presencia escénica, cantando casi siempre en un registro melódico agudo aunque no por ello le faltaba potencia o chulería cuando era necesario, siendo una especie de cruce entre D.L. Roth y Sammy Hagar, cualidades todas ellas que harían que años después recalara en Van Halen. Bettencourt de siempre fue el que más llamó la atención, con solos que eran una mezcla de explosiones de shred de la época mezclados con un sentido de la dinámica y el tempo poco habitual y una creatividad desbordante, creando solos que eran canciones en sí mismos y que aún perduran en la mente de los guitarristas o aficionados a la guitarra más veteranos. Y para colmo, también se terminaría revelando como un excelente cantante y corista. Y Badger, otro animal que sabía crear la base rítmica necesaria pero que no le temblaba el pulso —o la púa— si tenía que doblar a Bettencourt en alguna intricada línea. Y tampoco se defendía nada mal como corista.
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En el 88 editan «Extreme», álbum con unas ventas discretas en su momento pero en el que el grupo estaba desatado y divertido, y que contenía la canción «Play with me», en la que Nuno Bettencourt coqueteaba con el metal neoclásico y cuyo solo de guitarra fue considerado como uno de los más rápidos en aquel año.
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Mucho mejor le irían las cosas en el 90. Michael Wagener, ex productor de Dokken y White Lion comienza a trabajar con la banda y consigue que rebajen esa pasión juvenil y se centren en composiciones más trabajadas. El resultado es «Extreme II: Pornograffitti», su álbum más famoso, que aun sigue sonando fresco como el primer día, con canciones ya míticas como la funkera «Get the funk out» (que incluiría sección de viento, lo cual no era habitual en el hard rock de la época) o la mítica balada «More than words», y que ambas no pueden faltar en ninguna recopilación rockera de la época, especialmente la segunda, que les permitió salir del ámbito del rock y llegar a un público y unos medios de comunicación más poperos y mainstream.
Resumiendo: de la noche a la mañana comenzaron a vender millones de discos, agotar aforos enormes y girar por todo el mundo… y a ser comparados con Mr. Big, su gran rival en aquel momento. Por su parte, Bettencourt ya era considerado el guitarrista del momento, en especial porque el disco contaba con su «Eruption» particular: «Flight of the wounded bumble bee». Y no sólo eso, sino que canciones como «Get the funk out» o «He-man woman hater» mostraban no sólo a un solista creativo y ultratécnico, sino a todo un prodigio rítmico, por lo cual para muchos —entre los que me encuentro—, es considerado como el hijo y discípulo más aventajado de Eddie Van Halen.
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Tras tal monumental éxito, tocaba exprimirse al máximo ya que la responsabilidad era muy grande. Y llegó «III sides to every story», un álbum enorme, excesivo, conceptual y bastante progresivo, que aunaba comercialidad con complejidad y también, porqué no decirlo, una buena dosis de egocentrismo, que no acabó de ser bien aceptado por parte del público; parte que no terminaba de entender cómo los creadores de un himno hipercomercial y baboso como «More than words» podían hacer ahora canciones que duraban casi media hora.
No obstante, digan lo que digan, me sigue pareciendo otra obra de arte y que tiene algunos de los mejores momentos musicales tanto de la banda en conjunto como de los cuatro músicos sueltos.
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Pese a todo, al grupo no le iba mal en cuanto a los directos, en especial al ser invitados al exitoso homenaje a Freddy Mercury del 91. Aún así, estando en un momento tan alto, se tomarían una pausa de cuatro años antes de entrar de nuevo al estudio. Para entonces, en pleno 1.995, el grunge ya era el amo y señor de la escena musical y sólo los históricos del rock o el metal se podían permitir seguir siendo fieles a su estilo, por lo que Extreme decidieron darle la vuelta a la tortilla y zambullirse de pleno en este fenómeno del grunge y el rock alternativo con «Waiting for the punchline».
Si bien a día de hoy es un álbum de culto y se suele reivindicar, en aquel momento dividió del todo a los fans al punto de que pocos se atrevieron a defenderlo. Las ventas tampoco acompañaron y ni el factor virtuoso con la genial instrumental acústica «Midnight express» (otro cañonazo de Bettencourt), lograron levantar un álbum fallido.
Y tampoco las cosas debían de ir bien en el seno de la banda, ya que el puesto de baterista fue compartido por Paul Geary y el futuro integrante de Dream Theater, Mike Mangini.
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Después del descalabro comercial y de crítica, 1.996 supuso la primera de las separaciones del grupo. Gary Cherone ficha nada más y nada menos que por Van Halen —aventura que no terminó de funcionar—, para en 2.002 grabar un disco con su grupo Tribe of Judah y un E.P. en solitario en 2.005.
Nuno Bettencourt ha sido el que ha mantenido más actividad por su cuenta, grabando álbumes con bandas como Mourning Widows, Population 1 y Dramagods, y también en solitario, en los que seguía la senda sonora del último álbum de Extreme (señal de quien fue el «culpable» del cambio de estilo en aquel disco). Es obligatorio destacar, cómo no, su inclusión en 2.017 en la gira Generation Axe, junto a talentos del calibre de Tosin Abasi, Zakk Wylde, Yngwie Malmsteen, Steve Vai y Derek Sherinian.
Badger, por su parte, se reconvirtió en músico de sesión colaborando con, entre otros, Sammy Hagar, y no fue hasta 2.014 que sacó su primer álbum solista.
Y Paul Geary se reconvirtió en manager, creando dos empresas dedicadas a estos menesteres, Global Artist y AGP. Teniendo en cuenta que ha representado a Smashing Pumpkins, Alter Bridge, The Scorpions, Billy Ray Cyrus, Hollywood Vampires, Johnny Depp e incluso a sus ex compañeros Extreme, parece que no fue una decisión desacertada.
Entre 2.000 y 2.002 la discográfica tantea la posibilidad de una reunión y el interés del público con la edición de dos recopilatorios. La reunión del grupo original ocurriría en 2.004 y entre ese año y 2.006 actúan esporádicamente, a modo de diversión, contando con Geary de nuevo a las baquetas. Pero no fue hasta finales de 2.007 cuando Extreme vuelven de pleno; eso sí, con Geary reconvertido en su manager y Kevin Figueiredo —Population 1, Dramagods, The Satellite Party, etc.—ya fijo en la batería hasta al día de hoy, pese a las continuas idas y venidas de la banda.
En 2.008 ve la luz «Saudades de rock», un trabajo digno pero irregular, con destellos de aquella genial banda pero también momentos poco inspirados. No me parece un mal disco, contiene varios temazos y se escucha con agrado del tirón, pero da la sensación de haber sido hecho con descartes de los otros.
Curiosamente y aunque sus singles más clásicos no dejaban de sonar en las radios y los die hard fans pedían su vuelta, el disco pasó sin pena ni gloria convirtiéndose en su mayor batacazo comercial, hasta el punto de que raramente incluyen canciones suyas en los set-lists.
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Nuevo parón, con ocasionales actuaciones en festivales, hasta que ocurrió algo que bien mirado, es incluso triste: en 2.014, Extreme vuelven a primera división, la crítica habla de ellos, los medios de comunicación volcados con la banda, nuevos fans aparecen de debajo de las piedras y llenan aforos enormes otra vez. ¿El motivo? No sería material nuevo, no, sino el 25 aniversario de su «Extreme II: Pornografitti» y que les llevó a hacer gira mundial —España incluida— tocando el álbum al completo. Que a ver, no es que no fuese una gran noticia y una buena oportunidad para reencontrarse con un artista añorado, pero que resulte menos interesante el retorno con esfuerzo creativo y presentación de algo nuevo como fue el «Saudades de rock» (independientemente de su calidad final) que el tirar de nostalgia y escuchar otra vez algo que nos sabemos de memoria…; pues eso, que es un poco lamentable.
Supuestamente, esta fue la última de las reuniones de la banda ya que no han vuelto a separarse. Bueno, eso es lo que dicen, pero lo cierto es que en la última década, Nuno Bettencourt nos sorprendía convirtiéndose en guitarrista a tiempo completo de la diva del pop Rihanna, impidiéndole, por tanto, trabajar con Extreme. Eso y a la vez comenzaba un extraño cambio facial consistente en tener los párpados caídos y expresión de perpetua somnolencia; problema (o no) del cual he sido incapaz de encontrar explicación.
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Y contra todo pronóstico, cuando ya habíamos tirado la toalla con esta banda y asumido que sólo nos quedaba disfrutar una y otra vez de sus discos pasados (¡tampoco es mal plan, la verdad!) y los más osados podrían intentar replicar esos contagiosos riffs, y también que «More than words» siempre iba a estar incluida en la perpetua e inamovible selección musical de Rock FM, va y reaparecen este pasado junio con tres pedazo de singles de un nuevo álbum, uno de ellos además en el cual Nuno Bettencourt se saca la chorra como nunca crea un solo de guitarra al nivel de sus clásicos y de tal complejidad y creatividad, que comienza a ser replicado y analizado por los youtubers guitarreros más grandes. Y además, deciden aprovechar el potencial de las redes sociales ya que de repente, inundan todas con todo tipo de material audiovisual.
Extreme han vuelto a lo grande, de forma inesperada y muy sorprendente.
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«Six» y ese mono con cara de estar muy enfadado consta de doce canciones, todas ellas producidas y mezcladas por Bettencourt y compuestas a medias entre él y Cherone. Del mastering se ha encargado Patricia Sullivan —Barry White, Sting, James Horner, Monster Magnet, etc.— en los prestigiosos Bernie Grundman Mastering.
Y como curiosidad antes de pasar al análisis de las canciones, el gorila de la portada tiene nombre, Pakenuga, el cual es la mezcla de las primeras dos letras de cada miembro del grupo —Pat, Kevin, Nuno y Gary—. Así que todo parece que tienen mascota, como Iron Maiden con su Eddie.
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ANÁLISIS DE LAS CANCIONES
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1.- Rise. Comenzamos con la canción que ha puesto patas arriba el panorama rockero en este año. Afinación baja y un aire entre stone rock y hard rock muy pesado es lo que nos vamos a encontrar a los largo de toda su duración, y lo cierto es que esto nos remite más a los Extreme de «Waiting for the punchline» (pasado por un filtro moderno) que no a lo que se considera los Extreme clásicos de su primera trilogía de álbumes.
No obstante, si por algo no encontramos con una canción ya clásica en la historia del rock es por el tremendo solo de guitarra del amigo Nuno, una canción en sí mismo que ha sido analizado por decenas de youtubers. Toda una maravilla de solo que haría llorar lágrimas de orgullo al mismísimo Eddie Van Halen.
Lo único que empaña a la canción es una cierta oscuridad en la mezcla general y una batería poco definida, aunque nada de esto importa tras su escucha.
2.- #Rebel. Difícil continuar tras haber escuchado semejante obra de arte, pero el segundo single del álbum se las arregla para resultar casi igual de atractivo. De hecho, el rollo de stone rock sigue presente y con un groove «muevegreñas» de lo más acusado. Vamos, que será difícil que lo escuches quieto.
A Cherone lo tenemos algo más grave y rasgado que de costumbre (que me recuerda en ciertos momentos a David Lee Roth) mientras que Bettencourt nos entrega otro solo juguetón e impredecible que también merece una atenta escucha.
Por su parte, el dúo Figueiredo–Badger mantienen un ritmo repetitivo, pesado y monolítico, perfecto para este tipo de composición. Aunque de nuevo, una mezcla un poco rara de batería (caja y bombo muy presentes pero platos lejanos y difusos) hace que me comiencen a saltar las alarmas, pero intento sepultarlas disfrutando del buen hacer de estos cuatro monstruos.
3.-Banshee. Vamos al tercer single y seguimos con la misma fórmula de los dos anteriores, aunque aquí también contamos con ciertos elementos de hard rock angelino ochentero, que serán del agrado de los fans de sonidos añejos.
Una composición que sin duda gustará en los directos con un estribillo coreable y que permite a Cherone ponerse en modo macarra y vacilón.
4.- Other side of the rainbow. Primera semi balada del álbum (digo lo de semi, ya que el tempo es bastante rápido, pero la ambientación, por otra parte, es bonita y relajada), con unos arpegios de guitarra acústica muy brillantes y alegres que dan inicio al álbum. Aquí nos retrotraemos al «III Sides to every story», en una composicion que perfectamente podría haber aparecido allí.
Estribillo pegadizo y algo melancólico, con una perfecta conjunción entre Nuno y Pat a los coros y un solo de guitarra que sin ser espectacular, muestra la clase del portugués.
5.- Small town beautiful. Ahora sí que llegamos a la primera balada del álbum, con un comienzo casi idéntico a la anterior. Nuno y Gary alternan las voces a lo largo de toda la canción, recordando a aquella perfecta conjunción que tuvieron en el clásico «More than words».
La canción tiene un punto de country pop muy americano que sin duda gustará a fans de bandas como Bon Jovi.
6.- The mask. Volvemos a un hard rock oscuro con una voz de inicio bastante fea y exageradamente grave, que creo pertenece a Nuno Bettencourt, y que luego da paso a su voz mas dulce. Posteriormente en los créditos se van alternando ambos vocalistas pero en los estribillos Nuno vuelve a ese rollo macarra tan extraño.
De nuevo, vuelvo a encontrarme con otra batería mezclada de forma extraña, ésta vez muy oscura y sin ningún tipo de matices.
Nuno salva la papeleta con unas rítmicas potentes aunque algo simplonas y un solo de guitarra vacilón, pero en cualquier caso, si bien es un tema que puede sonar potente en directo, no me convence en su versión disco.
7.- Thicker than blood. Cambio radical de estilo, no sólo en el disco, sino en toda la carrera de Extreme. Y es que nos encontramos con una especie de hard rock y nu metal con toques electrónicos. Es cierto que no es lo que uno espera de una banda así, pero el resultado, que podrían haber firmado en los 90 perfectamente Jane’s Addiction o White Zombie, es inesperadamente bueno y sorprendente (y el solo de guitarra… ¡qué solo!).
Eso sí, el sonido de la batería…
8.- Save me. Con un engañoso comienzo, que podría un balada, pasamos a otro medio tempo stoniano y con sonido duro. Como en otras ocasiones a lo largo del disco, tenemos un bajo y una batería sencillas pero que marcan a la perfección el camino por el que discurrirán voces y guitarras. El estribillo también será del agrado de fans de bandas como Pearl Jam o los Jane’s Addiction mencionados en el corte anterior.
Como curiosidad también hay que decir que el solo de guitarra no termina de encajar con la tónica de la canción, aunque el que busque shred y excursiones rápidas por el mástil, va a quedar saciado.
Otro corte de estética muy noventera que siendo algo flojo en comparación con otros del disco, sin duda sonará muy bien en los directos.
9.- Hurricane. La guitarra acústica y la voz de Nuno más la de Gary, ambos alternándose y en un modo muy dulce y relajado, dan comienzo a la que debería ser la última balada del disco.
Las diferentes capas de instrumentos respiran folk y country y me hacen recordar mucho al disco «III sides to every story», en especial cuando entran las cuerdas sintetizadas en el segmento final.
10.- X out. Encaramos la recta final del álbum y al igual que en «Thicker than blood», tenemos abundancia de teclados y una cadencia más bien numetalera y noventera. Aún así, el grupo se las arregla para introducir unos breakdowns relajados y hermosos, lo cual a priori no encajaría con este tipo de composición. Pero claro, no hablamos de músicos normales, por lo que el resultado termina siendo bastante atractivo.
Respecto al siempre esperado solo de guitarra, tenemos una especie de 2×1: una primera parte con sonoridad oriental muy a lo Vai y una segunda más rítmica y alegre, típica del portugués.
11.- Beautiful girls. Y ahora llegamos al que para mí es el momento más polémico del álbum. Y es que contra todo pronóstico, me encuentro no sólo con la peor canción de todo el disco, sino con LA PEOR CANCIÓN DE TODA LA DISCOGRAFÍA DE EXTREME. Es toda tan vomitiva y nauseabunda que pienso que tiene que ser una broma. No puede ser que esto vaya en serio.
Lo primero, decir que es una canción de indie pop dominada por una guitarra acústica brillante y que va ejecutando una clásica rueda de acordes en staccato positiva y alegre. A ello contribuye también una sencilla aunque efectiva línea de bajo y unas melodías vocales igual de alegres y positivas. Vamos, que su escucha te provocará salir a la calle, respirar profundo, agradecer al sol su calidez, ayudar a ancianitas a cruzar pasos de cebra y querer abrazar a todo el mundo con el que te encuentres. El puto infierno para el rockero/metalero que escuche este trabajo.
Pero no sólo ese es el problema, sino la letra; y es que ya de entrada, ese «Beautiful girls» da que sospechar. Y si realizamos un análisis superficial de algunos párrafos, entonces nos encontramos con una especie de horror lovecraftiano disimulado con una pátina de buenrollismo pícaro adolescente que no cuela.
All around the world / En todo el mundoThere are so many beautiful girls / Hay tantas chicas hermosasAll around the world / En todo el mundoThere are so many beautiful, / Hay tantas chicas hermosas,
beautiful girls / hermosas
Packed my bags and hit the road / Hice mis maletas y salí a la carretera
Gonna search the world / Voy a buscar por el mundo
On a mission I gotta find / En una misión para encontrar
the perfect girl / a la la chica perfecta
Might end up in Rome / Podría terminar en Roma
or she could be in Tokyo / o ella estar en Tokio
Beautiful girls rock my world / Chicas hermosas sacuden mi mundo
Shapes, sizes, drop dead curves / Formas, tamaños, curvas muertas
Brunettes, red heads, / Morenas, pelirrojas,
strawberry blondes / rubias fresas
Know what I’d do if I had / ¿Sabes lo que haría si tuviera
a magic wand? / una varita mágica?
I’d wave it, have a wish come true / La agitaría, haría realidad un deseo
Wake up every day, me next to you / Despertar todos los días, yo a tu lado
You and I soaking up the sunshine / Tú y yo tomando el sol
Baby, in no time, maybe you / Baby, en poco tiempo, tal vez
can be mine / puedas ser mía
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En fin, ¿qué decir ante semejante prosa? Pues que por más que molen Extreme, no podemos olvidar que su media de edad es de 55 años y medio. Y eso contando que la media baja porque Figueiredo es el más joven y no llega al medio siglo. Pero si nos centramos concretamente en la pareja de vocalistas que entonan estas melodías, vemos que Cherone tiene 62 años y Bettencourt 58, con lo cual, ciertas partes de la letra —como las que he seleccionado— no sólo no son simpáticas, pícaras y divertidas, sino que adquieren un tinte bastante turbio.
Que esto lo hubieran escrito en su momento unos Jonas Brothers o un Justin Bieber pues habría sido achacable a la pasión juvenil y la alteración hormonal propia de la adolescencia; pero claro, en boca de unos señores que andan cerca de incorporarse a la tercera edad, sin duda suena de lo más turbio y raro, por no decir otra palabra que no escribiré no sea que WordPress me cape este artículo.
Resumiendo, «Beautiful girls» tiene que ser una broma, extraña y sin gracia pero una broma, la cual tiene el horrible poder de hacerte sonreír, obligarte a tararear el estribillo a todas horas y convertirte en mejor persona. Para colmo, como los cabrones son tan buenos, está perfectamente interpretada e incluye un breve pero magistral solo de guitarra.
Sólo le falta la inclusión de un ukelele para reventarnos los oídos y lograr que el universo implosione sobre sí mismo.
12.- Here’s to the losers. Tras el inesperado y terrorífico trauma que supone la escucha de la anterior canción, llegamos al desenlace del disco. Y de nuevo, lo hacemos con balada acústica. Aunque esta es de las buenas, no os preocupéis.
Quizás alguien debería de haberles dicho que terminar con una balada no es la opción más ideal para un álbum de rock cañero, pero como les ha salido tan bien, no seré yo el que me queje.
Buenas melodías y juegos vocales a tres bandas, muy a lo Beatles, dominan una composición que oscila entre el pop, el rock y algo de blues y que logra cerrar el álbum de una forma interesante a la par que positiva.
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CONCLUSIÓN
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Qué duda cabe de que estamos ante un retorno espectacular de la mano de un álbum que aun mirando al pasado en bastantes momentos, suena moderno. Sin embargo, tenemos ese gran pero que es «Beautiful girls». Es curioso como Gary Cherone ha sido capaz de protagonizar las dos mayores bazofias de dos bandas míticas. O sea, que «Beautiful girls» de Extreme está a la altura (o bajura, más bien) de «How many say I» de Van Halen. De todas formas, ambas tiene notorias diferencias. En la canción de Van Halen, Cherone sólo hacía coros, no compuso nada y te incitaba a suicidarte cortándote las venas, mientras que la de Extreme te incita a salir al bosque y gozar del piar de los pajarillos.
Así que, dejando de lado semejante boñiga y dado que quiero pensar que es una broma, por primera vez en una de mis críticas, la puntuación y las conclusiones finales no serán respecto al álbum completo, sino que excluiré a la citada «Beautiful girls». Era eso o dar una nota muy baja, algo injusto respecto a lo bueno que es el resto del mismo.
Así que volviendo a cómo comencé este apartado, el muy fan de la banda encontrará muchos guiños y autoinfluencias de los trabajos previos, en especial de «III sides to every story» y «Waiting for the punchline»; pero también, tal y como hicieron en su momento en éste último álbum citado, zambulléndose en las corrientes del grunge y del rock alternativo, tampoco le han hecho ascos a ritmos, sonidos y afinaciones de corte moderno, realizando un trabajo que está más cerca del stone rock actual que del funk hard rock de su primera etapa.
Este acercamiento a sonidos modernos, es evidente que también ha afectado a la mezcla y la producción, y en esto me quiero detener, ya que me he topado con varios momentos que me han hecho arquear la ceja de asombro, y no para bien. Y es en referencia al sonido de la batería en bastantes momentos del disco. Porque me sorprende lo bien mezclado que está todo y luego encontrarme con canciones en las que parte de la batería, como el charles, suena sucio y difuso, mientras que luego bombo y caja están bien presentes. O en otras canciones pasa al revés. Quizás se deba a una intención artística, dado que normalmente, cuando un instrumento se oye mal en la mezcla general, toda ella también lo hace (los últimos discos de Malmsteen son un gran ejemplo de ello). Quizás, porque, por ejemplo, tampoco me ha gustado el sonido con wah-wah tan oscuro que muestra la guitarra solista de Nuno en muchos momentos, aunque reconozco que ahí ya entra mi gusto personal, no lo consideraría como una mala mezcla. Pero como digo, el tema de la batería me descoloca bastante.
En cualquier caso, yo he hecho mi análisis en base al CD, sin embargo, en diversos foros de audiófilos, las quejas respecto a la mezcla para la versión vinilo son constantes y unánimes, haciendo referencia a la falta de matices, planicie sonora y una continua sensación de «loudness war». Personalmente, esto es un tema que me afecta bastante y lo cierto es que en la versión CD no he apreciado signos de «loudness war», y eso que echando un vistazo a la onda de cualquiera de las canciones, ya vemos que la cosa está bien comprimida, pero aún así, la mezcla respira y tiene dinámica, incluso contando con esas baterías que no me convencen.
Por otra parte, habría que considerar a las plataformas de streaming como otro método de difusión igual de válido y criticable, dado que el grupo y su discográfica han colgado el álbum completo. En este caso, la mezcla para YouTube sí pierde bastante respecto a la de CD. Tampoco hay sensación de «loudness war» (¡menos mal!) pero hay una notable bajada de volumen y de sensación de pegada. Respecto a otras plataformas como Tidal o Spotify, disculpadme, pero no he comprobado qué tal está el tema por allí.
Así que todo parece el señor Bettencourt no ha hecho los deberes de forma satisfactoria en este campo, por lo que el fichaje de otro productor y/o ingeniero de mezcla para el siguiente trabajo no sería una mala idea.
Y ya por último, en cuanto a niveles instrumentales, es evidente que todos rallan a gran altura. Cherone sigue siendo un frontman con un gran atractivo escénico y una gran voz; Nuno, ahí está demostrando que el que tuvo retuvo y que ha vuelto para demostrar a los chavalillos adictos al neo soul y el math metal, cómo ha de sonar una guitarra eléctrica, y que sigue siendo también un enorme cantante y corista; Badger, quizás algo más comedido que en discos anteriores, pero soltando destellos de genialidad en varios momentos; y por último, Figueiredo… ay Figueiredo… entre lo de su sonido y lo monolítico de su interpretación, me ha hecho añorar en bastantes momentos a Paul Geary. Que a ver, no toca nada mal, su integración en el grupo es total y tiene una puesta en escena atractiva (no es el típico baterista escondido tras su equipo), y reconozco que en la mayoría de canciones, esas sencillas y contundentes líneas es lo que la composición demandaba, que esto no es Dream Theater o King Crimson, pero en otros momentos se habría agradecido un poco más de creatividad. Con esto no digo que lo quiera fuera del grupo, para nada, ya que miro la foto de más abajo y estoy viendo a todo un «Extreme guy«, aunque para un próximo álbum, y de nuevo, si la composición lo permite, se agradecería un poquito más de esfuerzo creativo.
Resumiendo y para terminar: grandísimo trabajo que alterna pasado y actualidad de forma magistral, con algunas grandes canciones que querrás oír una y otra vez y un Nuno Bettencourt entrando de nuevo en el Olimpo de los Guitar Heroes por la puerta grande, pero que también contiene algunos grandes problemas que no deberían volver a suceder en un próximo disco.
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El futuro de Extreme parece de lo más interesante y tal y como está el panorama musical mainstream actual, su retorno ha sido una bendición para nuestros oídos.
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TEXTO: Albert Sanz










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