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FICHA
- Artista: KK’s Priest
- Sello: Hellfire Thunderbolt Records / Napalm Records
- Año: 2.023
- Estilo: Heavy metal, heavy metal progresivo
CALIFICACIÓN
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CALIFICACIÓN TÉCNICA
- Nivel de técnica: 7/10
- Velocidad: 7,5/10
- Variedad de fraseo, recursos y técnicas: 6,5/10
- Nivel de coñazo virtuosístico: 2/-10
- Calidad producción (equilibrio en la mezcla, masterización, etc.): 9/10
- Calidad presentación (carátula, libreto, etc…): 7/10
PUNTUACIÓN: 7,5/10
CALIFICACIÓN MUSICAL
- Calidad musical: 8,5/10
- Nivel de feeling: 8/10
- Posibilidad de escucharlo de un tirón: 8/10
- Ganas de hacer “headbanging”: 10/10
PUNTUACIÓN: 8,6/10
PUNTUACIÓN TOTAL: 8,1
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INTRODUCCIÓN
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Tras el repaso que hicimos la pasada semana al álbum debut de KK’s Priest, «Sermons of the Sinner», hoy hacemos lo propio con su más reciente entrega, aparecida este 29 de septiembre bajo el nombre de «The Sinner rides again».
Según declaraciones de algunos miembros de la banda, este nuevo álbum ha sido realizado en buena parte con descartes del anterior, aunque destacando el hecho de que no fueron canciones descartadas por malas sino porque conceptualmente no encajaban con la tónica del primer disco. Así que, en cualquier caso, entre tener composiciones que podrían haber estado en el anterior álbum y el título de este nuevo trabajo, todo apunta a que estamos ante una obra muy continuista.
Antes de empezar, comentar que la banda de momento permanece estable y con los mismos músicos: K.K. Downing y A.J. Mills a las guitarras rítmicas y solistas, Tim «Ripper» Owens a la voz, Tony Newton al bajo y Sean Elg a la batería. Por desgracia, al baterista original y ex Priest, Les Binks, ni está ni se le espera, debido a problemas de salud por covid persistente.
En cuanto a asuntos de composición y técnicos, hay novedades, al A.J. Mills haber compuesto dos de las canciones junto a Downing, y en cuanto a mezcla y mastering, Downing y Newton han cedido el puesto a Jacob Hansen, veterano técnico y productor danés que ha trabajado con artistas de la talla de Torben Enevoldsen, Rob Rock, Pestilence o Volbeat. En cuanto a producción, en esta ocasión se ha encargado Downing él solo.
Por su parte, el disco ha salido bajo el amparo de Hellfire Thunderbolt Records, productora creada por el rubio guitarrista y distribuida a nivel mundial por Napalm Records. Y es que ya se hacía raro que con los nombres involucrados, ninguna major se interesara por este proyecto.
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ANÁLISIS DE LAS CANCIONES
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1.- Sons of the Sentinel. Ya mencioné en la pasada crítica del «Sermons of the Sinner», que fue muy llamativo cómo éste finalizaba, rescatando al personaje The Sentinel, aparecido en el corte del mismo título del «Defenders of faith» de Judas Priest, con una canción llamada «Return of the Sentinel», la cual de algún modo complementaba a la original, con momentos similares y otros nuevos. Un gran final para el disco.
Pues Downing vuelve a traer a este personaje otra vez para dar comienzo a esta nueva obra, aunque esta vez el personaje no viene solo, por lo visto en el título.
El comienzo ya te engancha desde el primer momento, con unas guitarras dobladas, toneladas de reverberación y un coro de voces de fondo, para dar paso a un riff marca de la casa tremendo. Owens en esta ocasión me gusta ya que si bien está en «modo Halford«, muestra personalidad propia, algo que en ciertos momentos del primer disco me faltó. Aquí va por todas desde la primera estrofa.
Otros detalles interesantes son un duelo de solos en esta ocasión bastante inspirados y de lo más shred, una batería rápida y agresiva tocada a la perfección más un bajo igual de contundente.
Perfecto comienzo de fiesta, sin duda alguna. Una canción que está llamada a ser un clásico dentro del repertorio de esta banda.
2.- Strike of the viper. El segundo corte —y el primero coescrito entre Downing y Mills— es bastante similar en concepto al anterior, incluso con una intro parecida, aunque con algo menos de velocidad (que no de contundencia).
El Ripper Owens que nos encontramos es de los mejores del álbum, pasando con total naturalidad de voces agudas a rockeras e incluso incluyendo guturales en ciertos momentos, algo raro tanto en su propio estilo como en el heavy clásico.
La única pega que le encuentro es su corta duración, apenas tres minutos, que te deja con ganas de volverla a escuchar una y otra vez.
3.-Reap the whirlwind. Aceleramos la velocidad de nuevo y vamos a una composición sencilla y directa, de las de disfrutarse en directo.
Personalmente no me resulta tan inspirada como las dos anteriores, y eso que ha sido uno de los singles de presentación del disco y contiene una buena sección de solos y guitarras dobladas.
4.- One more shot at the glory. Seguimos con los guiños a la banda madre, más concretamente al clásico «One shot at the glory» de «Painkiller». Como en el resto del disco, nos encontramos con muchas voces dobladas en diferentes tesituras, demostrando el poderío de Owens, pero que en directo será muy complicado trasladarlo igual.
El dúo Downing–Mills se muestra muy melódico en la sección instrumental así como igual de inspirado está Elg, con una batería llena de cambios y matices.
Vamos, que nos encontramos ante otro himno.
5.- Hymn 66. Otro cañonazo tremendo y punto para Ripper Owens, quien queda claro a estas alturas que es el que más beneficiado del disco, sin restar mérito a sus compañeros.
Medio tempo oscuro y de influencia blackssabathiana, con varios cambios de atmósfera y una canción que no puedes escuchar sin acompañarla de su videoclip.
6.- The Sinner rides again. Vamos ahora con el corte que da título al álbum y que empieza como balada, aunque es un comienzo engañoso, puesto que no tardará el grupo en ponerse contundente. Eso sí, aquí tenemos un sonido algo más americano y menos parecido a la banda madre, lo cual se agradece.
Otro tema muy potente, con diversos cambios de ritmo que hacen que tengas que estar pendiente y un largo intercambio de solos de guitarra entre Downing y Mills.
7.- Keeper of the graves. Nuevo comienzo en plan balada, con guitarras acústicas y coro de voces envolviendo a un Ripper Owens muy teatral.
No obstante, dado precedentes anteriores, ya sabemos que el grupo tarde o temprano sacará la artillería pesada, porque en KK’s Priest no hay tiempo para sensiblerías, que esto es más heavy que una lluvia de hachas.
Composición dura y potente, con buenas intervenciones guitarrísticas y una cierta influencia a Manowar bastante palpable.
8.- Pledge your souls. Medio tempo épico y con estribillo coreable, sin duda será una de las preferidas de la afición en los conciertos.
Personalmente me ha parecido no muy inspirada, aunque hay que reconocer que el trabajo de Owens a las (múltiples) voces es extraordinario.
9.- Wash away your sins. Se repite una vez más la fórmula de guitarra ambiental para dar paso a un sentido Owens. Y de nuevo, me he creído que estábamos ante una balada, ya que la marcha no comienza hasta el minuto dos.
De todas, formas, lo que sí es novedad es que nos encontramos ante la primera canción del grupo que podríamos considerar como progresiva, debido a la complejidad de todas las capas que aparecen y los continuos cambios de ritmo.
10.- Return of the Sentinel. Y así como The Sentinel abría el álbum, también lo finaliza en esta composición a medias entre Downing y Mills. Muy épica, con casi diez minutos de duración y largos pasajes muy lentos en los que Owens prácticamente recita más que cantar. Requiere de un poquito más de paciencia que el resto del álbum, pero aún así sigue siendo toda una experiencia.
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CONCLUSIÓN
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Siendo una obra muy continuista respecto al anterior, se repiten muchos de esos elementos que aparecían en el álbum debut: poco riesgo, poca innovación, continua aparición de clichés del heavy metal más rancio (tanto en la música como en la estética de los videoclips) y demasiado apego al legado de Judas Priest y la NWOBHM; un álbum también orientado a un sector del público metalero inmovilista y anclado en la «old school». Lo cual tampoco ha de ser malo si precisamente lo que te va es este heavy metal ochentero y no la actual deriva del género.
Sin embargo, dentro de esta continuación de esquemas no significa que todo haya sido igual ya que creo que casi todo ha ido a mejor: mejores canciones, grupo más compacto, un Ripper Owens menos Halford y más él, un mayor presupuesto para los videoclips (que los fondos infográficos siguen siendo de serie B, pero al menos no te dan ganas de arrancarte los ojos) y una mejor producción, ya que la decisión de Downing y Newton de dejar los asuntos de mezcla y mastering a Jacob Hansen se ha traducido en un sonido algo más moderno y con más pegada, sobretodo en las frecuencias graves.
En cuanto a las partes negativas, como ya expresé en la anterior crítica, sigue sin convencerme la dupla K.K. Downing y A.J. Mills, al escuchar a dos guitarristas clónicos entre sí y que no sabes quien es quien en los múltiples duelos de solos que hay repartidos por todo el disco. Solos que además, no han sido demasiado inspirados. Por su parte, Ripper Owens me sigue pareciendo el músico más destacado del disco, sobresaliente en todos los aspectos, incluso incluyendo screams graves o directamente guturales en varios momentos… es más, me atrevería a decir que este es el mejor o uno de sus mejores trabajos en su ya larga discografía; sin embargo, no sé si ha sido por decisión artística o de producción el encontrarnos con múltiples capas vocales simultáneas por todo el disco, algo imposible de replicar en directo a no ser que lleven a cuatro cantantes de apoyo o pistas pregrabadas.
Tampoco me ha convencido del todo el desempeño de Tony Newton al bajo, ya que sin hacerlo mal, ni mucho menos, no he visto esos toques de creatividad del anterior trabajo; aunque también es cierto que estas composiciones no se han hecho para que el bajo pueda tener algún momento de protagonismo, por desgracia.
Y por último, sigo sin entender cómo todavía no han escrito una balada. Teniendo en cuenta la aparición de intros atmosféricas y momentos de pausa más relajados, tienen los mimbres para crear una balada épica como han hecho tantas bandas con anterioridad.
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En conclusión, lo bueno del disco opaca a lo malo y nos encontramos ante un grupo unido y bien engrasado y no el proyecto de la estrella de turno; un grupo que sin desprenderse de la enorme influencia de Judas Priest, comienza a sonar con un estilo propio y a labrarse su propio camino dentro de un género cuyas vacas sagradas se resisten a retirarse y que cuentan con el beneplácito de una gran parte del público.
Si siguen así, creo que con un tercer título de la calidad de estos dos conseguirán establecerse del todo en el género y hacer olvidar que nacieron con vocación de banda tributo.
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TEXTO: Albert Sanz









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