
Ayer lunes a la edad de 66 años, falleció el ex cantante y miembro cofundador de Iron Maiden en su hogar de Salisbury, sin que se hayan dado a conocer más detalles.
Aunque su deteriorado estado de salud era más que evidente, mantuvo una constante actividad musical tanto en directo como en estudio.
Por su parte, también ha fallecido Joshua Perahia, quien con su banda Joshua se convirtió en pionero del metal cristiano así como de la guitarra shred.
Perahia falleció este pasado 14 de octubre a los 71 años, sin embargo, la noticia no ha trascendido hasta ayer mismo, cuando su ex compañero de banda, Rob Rock, publicó un comunicado mandando condolencias a la familia.
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A veces el destino es de lo más cruel, y por más que digamos que morirse es normal y que es habitual que las estrellas del rock vayan dejando este mundo de tanto en tanto, no es muy normal ni habitual que dos de ellas lo hagan prácticamente a la vez y encima viniendo como venimos de la lamentable noticia del intento de asesinato por parte de un loco hacía Jake E. Lee.
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Sobre Paul Di’Anno no hay mucho que decir que no se sepa ya de esta figura clave del metal anglosajón. «Iron Maiden» y «Killers», los dos primeros álbumes de Iron Maiden, encumbrarían a los británicos a lo más alto y demasiado deprisa. Di’Anno no fue ajeno a los encantos y vicios del show business y comenzó una espiral de drogadicción y depresión que le llevó a alejarse más y más de su banda. El propio Steve Harris habló en varias ocasiones al respecto:
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«De de ser una banda de amigos que sólo queríamos divertirnos sin más, pasamos de la noche a la mañana a convertirnos en tremendamente famosos, a que la prensa nos titulara de colíderes del movimiento NWOBHM junto a los chicos de Judas Priest y Saxon y a que afirmaran que íbamos a arrasar con las bandas norteamericanas más importantes en aquel momento.
Todo ello de repente se convirtió en una presión continua con la que no siempre supimos lidiar, en especial Paul: se drogaba a todas horas, había días en los que le daba por llorar o por dormir y su carácter iba desde triste y muy agobiado hasta explotar de cólera; eso hizo que nos viéramos obligados a cancelar varios conciertos.Nunca negaré que a él no le importaba trabajar duro en el estudio lo que hiciera falta, creando y divirtiéndose, pero ya no quería salir al escenario porque le abrumaba estar ante miles de personas cuando en nuestros primeros días sólo nos veían familiares, amigos y los cuatro borrachos habituales de la sala.
No podíamos seguir más con Paul. De no haberle sustituido probablemente la banda se habría disuelto.»
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No obstante, el propio Paul Di’Anno, quien nunca negó sus problemas de adicción, en 2.013 dio varias entrevistas en las que matizaba esto y aportaba más detalles.
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«Es cierto: habían drogas, muchas drogas… y no sólo para mí, que conste. También mucha velocidad y la continua sensación de que éramos un castillo de naipes encumbrado por la prensa y que nos íbamos a derrumbar en cualquier momento, puesto que, en esencia, aún éramos un grupo de chavales inexpertos que habían tenido suerte en sus dos primeros discos.
Pero también hubo otro detalle y fue que Steve Harris tras «Iron Maiden», decidió asumir el rol de líder y empezar a tomar decisiones importantes sin consultar a nadie, lo cual el resto aceptó sin rechistar menos yo. Entre esas decisiones estuvo orientar musicalmente a la banda hacia un heavy metal rápido con toques progresivos. No es algo que me desagradara del todo, pero si escuchas «Iron Maiden»… aquello fue una locura underground, anárquica y divertida. Había punk, rock & roll, hard rock, heavy metal, rock progresivo… Íbamos desde los Sex Pistols hasta Black Sabbath pasando por cualquier banda anterior que tuviera guitarras cañeras.
¡¡A día de hoy ese jodido disco te podrá gustar o no, pero nadie podrá decir que es aburrido!!Steve Harris quería abanderar el nuevo heavy metal británico mientras que yo soy un cantante punk, aunque puedo hacer heavy metal mejor que la mayoría, y eso hizo que con «Killers» y el tiempo posterior a éste en que aún formaba parte del grupo no me sintiera cómodo en esa evolución musical.»
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La carrera posterior de Di’Anno no se parecería en nada a la de Iron Maiden, pasando a tocar éstos en estadios y él en salas de pequeño aforo; sin embargo, su fama de currante más el currículum de esos dos primeros discos hizo que nunca le faltara trabajo, manteniendo un ratio de actuaciones por año altísimo en todo el mundo. Por dónde pasaba Paul Di’Anno dejaba siempre satisfecho a sus asistentes, aunque éstos no fueran más de un par de centenares por sala.
Tras Iron Maiden formaría bandas como Battlezone, Killers y Paul Di’Anno Band y si bien siempre incluía en los conciertos varios clásicos de su etapa con Maiden, no se le puede criticar de vivir de las rentas, como otros músicos que nunca consiguieron superar el ser famosos con una banda grande y luego despedidos (sí, nos referimos a Steven Adler).
Pese a que en los últimos años su estado de salud era grave y evidente, al punto de tener que salir al escenario en silla de ruedas, en esta última etapa tuvo bastante actividad en estudio, editando en solitario «Tales from The Beast» en 2.019, «Hell over Waltrop – Live in Germany» en 2.020 y más recientemente «The Book of The Beast«, amplio recopilatorio de toda su carera post Maiden.
Además de eso, en 2.022 formó con músicos croatas la banda Warhorse, de la cual este verano salió su primer álbum debut y con la que preparaba una gira europea de presentación para este invierno.
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Fue precisamente en Croacia dónde pasó una larga temporada, tratándose médicamente de sus diferentes males, que incluían cirugía de rodilla. En aquel momento fue muy crítico con el sistema sanitario británico, contrastando con los excelentes cuidados recibidos en Croacia.
Di’Anno falleció ayer lunes a la edad de 66 años en su casa de Salisbury —Reino Unido— y lo hemos podido saber a través de un comunicado de prensa que la familia ha publicado vía las redes sociales de Conquest Music, discográfica a la que pertenecía el músico.
No se conocen más detalles.
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Muchos han especulado sobre qué habría pasado con Iron Maiden de haberse arreglado la situación con Di’Anno y que nunca hubiese entrado el carismático Bruce Dickinson, pero eso es algo que nunca sabremos. Lo que está claro es que Maiden creó un sonido que a día de hoy sigue conquistando audiencias y que Paul Di’Anno tuvo su punto de responsabilidad en crear esas bases. Y por otra parte, los fans del vocalista, aunque tristes, pueden sentirse contentos porque han tenido a un currante que por encima de su salud y sus problemas, antepuso la música y ha estado saliendo a la carretera hasta el último momento.
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Por su parte, Joshua Perahia, no es un músico tan conocido como lo fue Di’Anno, pero como todo el que triunfó aunque fuera de forma efímera en los 80, sigue manteniendo un club de fans que lo adoran y reclaman su nombre a la menor ocasión.
Nacido en California en el 52, Perahia fue contagiado rápidamente por el rock & roll, el punk, el rock progresivo, el hard rock y el incipiente heavy metal que nacía en los 80. Básicamente, al joven Perahia se le movía algo por dentro cuando escuchaba una guitarra eléctrica haciendo ruido, por lo que estaba claro que tarde o temprano terminaría con una de ellas colgada del cuello.
Joshua Perahia formó en 1.980 el que sería su principal proyecto musical: Joshua. A lo largo de los años iría cambiando de nombre, siendo también conocido como M Pire, Jaguar, Joshua Perahia o Joshua Perahia’s Project, pero tres serían elementos claves en su música: estar todo focalizado en la figura del guitarrista y cantante, ser muy ecléctico (pudiendo pasar en un mismo disco de un adrenalítico speed metal a lo Manowar al clasicismo del heavy de Riot, pasando por melodías A.O.R. con mucho sintetizador a lo Journey) y que la gran parte de las letras tienen un marcado acento cristiano. De hecho, Joshua siempre está en los primeros puestos de bandas norteamericanas de heavy metal cristiano, junto a los omnipresentes Stryper, y el músico siempre ha reclamado su puesto de pionero y de haber formado la primera banda del género antes que aquellos.
En lo guitarrístico, era a todo un prodigio, capaz de conjugar melodías evocadoras junto a destellos de shred a hipervelocidad, con un sonido de púa que nos recuerda a Chris Impelliteri. ¡Y además no cantaba nada mal! Vamos, que lo tenía todo.
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Joshua Perahia deja un legado de un E.P. más siete L.P’s, grabados entre 1.982 y 2.012, por los que pasaron toda una generación de grandísimos músicos como Mark Boals, Scott Warren, Steve Fontaine, Ken Tamplin, Larry Cox, Erik Norlander o Rob Rock.
Precisamente, este último se pronunció ayer mismo nada más conocer la noticia de su muerte.
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«Un estudiante de medicina griego/americano llamado a ser guitarrista profesional. Dios, la música y la familia son mi vida.» Así es cómo se definía el propio Joshua Perahia.
D.E.P. Joshua Perahia. ¡Disfruta de la eternidad con Jesús! Mis condolencias y oraciones para tu familia. Pasé algunos años juntos en tu banda ensayando y grabando el álbum «Intense defense». Joshua era un fantástico compositor y guitarrista y amaba al Señor con una gran pasión.
Fue un tiempo especial de compañerismo y siempre atesoraré los recuerdos que compartimos juntos y los grandes momentos que pasamos en el local de ensayo de L.A. y en los estudios Dierks en Alemania.
Gloria a Dios en las alturas, ¡bien hecho, buen y fiel servidor!»
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Si bien la muerte de Perahia sucedió el pasado 14 de octubre a los 71 años, la familia y entorno han mantenido silencio total al respecto, habiendo trascendido «por culpa» de Rob Rock, quien se enteró a través de una web de obituarios en las que los familiares dejan sus condolencias vía online y publicó en sus redes el comunicado que precede a este párrafo.
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Y no hay mucho más que decir. Desde esta casa, os damos las gracias a ambos músicos por tantos años de buena música y por el legado que habéis dejado en los corazones de vuestros fans.
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TEXTO: Equipo de redacción










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