
Tras su triunfal paso por España con Winger en este mismo año, su guitarrista volvió y en esta ocasión por primera vez como solista.
El morbo estaba asegurado, dado que pocas semanas antes nos visitó Adrian Vanderberg, ex compañero en Whitesnake, y parte del repertorio iba a ser igual en ambos conciertos.
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El destino tiene cosas curiosas, como permitir disfrutar en un breve lapso de tiempo de la primera visita a España de dos músicos de estilos similares, currículums similares y que además, tocan un set list igualmente similar.
Y es que este segundo semestre de 2.024 hemos tenido la oportunidad de ver a Adrian Vandenberg y Reb Beach con apenas unas semanas de diferencia. En la crítica del concierto del holandés —que podéis leer en este enlace— ya os expliqué que no salí muy convencido del todo: el set list era propio de una banda tributo y no de alguien que tiene una carrera en solitario larga y convincente, a su protagonista lo vi desganado, en piloto automático y dejando todo el protagonismo a su compañero cantante y para colmo, la experiencia fue muy breve, apenas una hora y cuarto.
Pues todo apuntaba a que la primera visita de Reb Beach a España en solitario —destaco en solitario puesto que en junio ya estuvo por aquí formando parte de Winger— iba a ser un calco del de Vandenberg. Y en bastante parte fue así y sin embargo, salí mucho más contento que cuando vi al holandés.
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Este 15 de octubre me dirigí hacia la sala La Nau, a la cual hacía tiempo que no iba. Y es una lástima, porque con su diseño, su capacidad para unas 400 personas y la calidad de sonido media que puede escucharse allí, siempre es un placer poder disfrutar de un buen concierto en ese local. Pero cosas de agenda, resulta que al menos hacía un par de años que no me pasaba por La Nau. Dicho esto, había bastante morbo por ver este concierto y realizar una comparativa con el de Adrian Vandenberg, que como ya he comentado a modo de spoiler, Beach ganó para mí aunque tampoco con demasiada diferencia. Por otra parte, también estaba el morbo de comparar a quien le sale mejor las versiones de Whitesnake ya que sin lugar a dudas, y pese a los grandes referentes de las seis cuerdas que han pasado por la formación de David Coverdale, Vandenberg y Beach son los guitarristas sin excepción de la célebre banda.
Por cierto, permitidme un inciso: incluso entre ambos, se sigue aceptando a Adrian Vandenberg como el músico que más tiempo ha pasado en la banda de Coverdale y, por tanto, implícitamente, se tiende a pensar en que uno es «mejor» que el otro. Bueno, las matemáticas no engañan y lo cierto es que Beach, aparte de formar parte todavía de Whitesnake, ha realizado hasta la fecha unos 600 conciertos frente a los 400 de Vandenberg… así que cada cual saque sus conclusiones.
Antes de comenzar, agradecer cómo no a Madness Live! Productions por arriesgar trayendo a otro de los guitar heroes que nos quedaban por ver. No es una propuesta muy comercial, pero se agradece que prevalezca el gusto por la música antes que las ganas de hacer caja.
Reb Beach and The Bad Boys estaban allí para transportarnos a un pasado de glorioso hard rock y la pena es que se encontraron ante una entrada de público muy pobre. Siendo generosos, allí debimos congregarnos unas 150 personas. Teniendo en cuenta que Adrian Vandenberg debió tocar para unas 800 personas, resulta raro que siendo dos propuestas tan similares, el holandés ganara por goleada. Y no echemos la culpa a que uno fue en sábado y otro entre semana, que en Barcelona eso hace mucho que dejó de ser relevante para el éxito de un concierto o no.
El caso es que en ese glorioso pasado de hard rock que mencionaba, no se encontraba acudir a la discografía propia de Beach, que pese a ser muy breve en comparación con la de Vandenberg, es de notable calidad, sino tirar de Whitesnake y Winger y de algún otro clásico rockero atemporal.
Los chicos malos de Reb Beach eran Michele Luppi al bajo y voz —Whitesnake, Mr. Big, Vision Devine, Secret Sphere, etc.—, Khaled Abbas —Degrees of Truth, Alchemy of Life, etc.— a la guitarra y Paolo Caridi —Killing Touch, Flames of Heaven, Ellefson Soto, etc.— a la batería y Enrico Varisco —Night Pole, Giovanni Nute, etc.—, y el set list que iban a interpetar constaría de mucho Whitesnake, tres canciones de Winger y una de Beach en solitario.
Y por cierto, si crees que me he olvidado de Fabio Dessi, que sepas que no es así. Es que aún apareciendo en el cartel, nadie lo vio por la sala y Michele Luppi tuvo que hacer doblete tanto al bajo como a la voz.
Así que ante un público escaso pero muy entregado, el grupo subió al escenario y descargó dos buenas ostias rockeras ya de inicio, como fueron «Bad boys» y «Fool for your loving» y ahí ya vimos que así como el técnico se había esmerado en que la guitarra de Beach sonara cristalina (a lo que ayuda el virtuosismo y su técnica tan limpia y depurada), no se lo curró tanto con la guitarra de Abbas, a quien apenas se le pudo escuchar bien a lo largo del concierto.
Por cierto, aquí ya comenzó el morbo y la comparativa con el reciente concierto de Vandenberg, y es que en ambos, «Fool for your loving» fue la segunda canción interpretada. En este caso, en lo musical me quedo con la versión de Beach, sin embargo y a nivel vocal y sin desmerecer el gran trabajo que realizaría Luppi a lo largo de la noche, Mats Levén siempre estaría un paso por delante a la hora de imitar o parecerse a David Coverdale.
Tras este comienzo, tocaría escuchar algo de Winger de la mano de la maravillosa balada «Headed for a heartbreak». Es obvio que Michele Luppi no es Kip Winger cantando, pero no puede negarse el mérito que tiene el italiano al defender tan bien temas vocalmente complejos como los de Winger y Whitesnake a la vez que toca el bajo, y todo ello, siempre sonriente y mostrándose comunicativo con el público.
Enrico Varisco, quien por su posición más retrasada en el escenario con los teclados podría parecer más estático o sobrio, también realizó un buen trabajo en esta versión con su aporte de sintes tan ochenteros; y Reb Beach… por favor… ahí es cuando conquistó a todos los que asistimos al concierto de Adrian Vandenberg y nos quedamos con ganas de más guitarra. ¡Qué solo, qué tappings, qué sensibilidad!
El concierto subiría de revoluciones con la única concesión a la discografía de Dokken de la mano de «In my dreams», en la cual Beach haría un buen trabajo como corista acompañando a Luppi, quien a esas alturas se había hecho con el público a base de simpatía y transmitir buen rollo (también ayudaba el tamaño de la sala y la cercanía del grupo al público). Sobre Beach, decir que también hizo un gran trabajo llevando a su terreno el largo y complejo solo original de George Lynch.
A continuación tocaría sección dedicada a la serpiente blanca, con el trio de ases formado por «Love ain’t no stranger», «Cryin’ in the rain« e «Is this love» que no decepcionaron. Es más, fue bastante sorprendente cómo en ésta última, el mitiquísimo solo de guitarra de John Sykes lo tocaría Khaled Abbas en vez de su «jefe», y si bien mantuvo la estructura conocida, realizó algunos cambios personales que no quedaron nada mal.
Tras este momento de impacto con la que es una de las mejores baladas de la historia del rock, pasamos al solo de batería de Paolo Caridi, que sin ser espectacular gustó a los fans de ese instrumento y a también, la única concesión a la carrera en solitario del propio Beach con «Black magic» del maravilloso álbum de 2.020 «A view from the inside».
Esta canción tendría un momento bastante lamentable y que nos cortó el rollo tan bueno que llevábamos hasta ese momento. Y fue que el técnico de luces para el solo de batería de Caridi bajó en gran parte la iluminación del escenario para centrarse sólo en el músico. Tras el solo de éste, Beach subiría para marcarse un intenso solo de guitarra de unos cuatro minutos, durante el cual también faltó luz de ambiente, y al terminar y volver el resto del grupo esto siguió igual. Desde un comienzo con «Black magic» ya se hizo patente la molestia del guitarrista, realizando gestos para que iluminaran más el escenario haciéndole caso omiso, hasta que poco antes del solo, obligó con brusquedad a sus compañeros a parar para dirigirse muy enfadado al técnico diciéndole que no podía ver nada y que por favor iluminaran más la sala o no podría seguir tocando. Tras hacerle caso ahora sí, gritó «¡¡from the solo!!» y todos comenzaron a tocar con precisión milimétrica desde ese punto.
Como digo, momento malrollero ya que muchos íbamos a ver al Beach más shredder y esa era la única concesión a su breve pero interesante carrera en solitario, y creo que lo justo habría sido comenzar la canción de nuevo y disfrutarla de forma íntegra.
«Slide in it» y «Slow ‘n easy» llegaron para contentar a los seguidores de la étapa más clásica de Whitesnake y entre ambas, Beach comentó algo importante, con simpática imitación vocal de Coverdale, y es que tanto Luppi como él mismo TÉCNICAMENTE —esta palabra la repitió varias veces— aún forman parte de Whitesnake y que la banda TÉCNICAMENTE sigue en activo. Adjunto a continuación una mezcla entre lo explicado durante ese speech y declaraciones que he podido ver por YouTube en las últimas semanas:
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«TÉCNICAMENTE hablando, mi amigo Michele Luppi y yo seguimos siendo parte de Whitesnake y Whitesnake TÉCNICAMENTE hablando, sigue en activo. La prueba está en además de mi palabra, en que todos los miembros del grupo tenemos por petición expresa de Coverdale, instalado la mayor y más valiosa parte del material usado con Whitesnake en el estudio ubicado en su propia casa. Siempre acostumbra a decirnos: «¡Ey chicos, me gusta ver vuestros instrumentos por aquí y así me siento más cerca de vosotros!».
Cuando David decide despedir a malas o separarse amistosamente de uno de sus músicos, lo primero que hace es pedirle que se lleve todo su material. En este caso, gran parte de mis cosas, las de Tanya, Tommy o Dino siguen allí. ¡Incluso ropa o maquillaje! Y casi que mejor, porque David no sólo tiene unas enormes medidas de seguridad, sino que paga de su bolsillo un seguro carísimo, por lo que no podríamos tener todo ese material en sitio más seguro.
Así que cuando veáis que yo anuncio una gira propia o con los chicos de Winger, o que a Tanya O’Callaghan la ficha Bruce Dickinson para una gira mundial, o que Accept se lleva de festivales a Joel Hoekstra (¡¡fuck, eso sí que no lo vi venir!!), no os preocupéis: nuestros intrumentos están en casa de David Coverdale y eso significa que seguimos formando parte de Whitesnake y por tanto que Whitesnake está en activo… pero tomándose un descanso.
Lo que ocurre es que somos rockeros y no podemos estarnos quietos, además de que tenemos que pagar facturas, pero para todos los chicos —¡y chica!—, nuestro proyecto principal a día de hoy sigue siendo Whitesnake.»
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A partir de aquí se inició la recta final del concierto, con nuevo homenaje a Winger de la mano de «Miles Away» y «Madalaine» y aquí, Beach, que se nota que disfruta contando batallitas del pasado, recordó una conversación con un amigo que se dio cuenta de la facilidad que tenía el guitarrista para crear memorables riffs, pero a la vez, la dificultad para construir a su alrededor una canción. Y entonces decidió presentarle a otro amigo cantante que carecía de buenas ideas originales pero a cambio sabía hacer arreglos espectaculares si le presentaban un buen riff o una buena melodía: ese cantante era Kip Winger y el resto ya es historia del rock.
Y una vez que se vieron ambos en un videoclip a través de la MTV, supieron que su destino era la música.
En fin, que entre citas nostálgicas y canciones que en muchos casos tiene más de treinta años y siguen sonando increíbles, el final llegó con “Burn” de Deep Purple y con Khaled Abbas que parecía iba a romperse la mano tocando algunos de los sweeps más extremos que he visto en directo en mucho tiempo; aunque todos sabíamos que tendrían que haber bises, por lo que apenas pasaron un par de minutos, la banda volvió al escenario para descargar un tremendo final de fiesta consistente en «Give me all your love», «Here I go again» y «Still of the night». Casualmente (o no), estás dos últimas también fueron las últimas dos canciones con que Adrian Vandenberg cerró su concierto.
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Musicalmente, al margen de Reb Beach que revalidó su status de leyenda de las seis cuerdas y guitar hero, quiero hablar del resto de músicos.
Michele Luppi demostró porqué Mr. Big lo han llevado este año de gira como segundo vocalista ante los problemas vocales de Eric Martin. Tiene buena técnica, buena adaptabilidad a diferentes repertorios, es simpático y muy comunicativo. Un gran frontman sin duda al que quiero volver a ver en directo. Sigo quedándome, sobretodo en la parte de versiones de Whitesnake, con el trabajo de Mats Levén para Adrian Vandenberg, pero como digo, ninguna queja y sí muchas ganas de ver a Luppi en solitario. Paolo Caridi y Enrico Variso pues cumpliendo y poco más. No hay objeciones a su trabajo pero tampoco estarían en un dream team de músicos que me gustaría ver formando un supergrupo.
Y dejo para el final a Khaled Abbas. Debo admitir que su pose escénica me dio un cierto rechazo al comienzo. Mascando chicle de forma chulesca y con actitud de «soy el puto amo, ¡admiradme!», tampoco ayudaba el hecho de que el técnico de sonido le hubiera bajado su pista casi al mínimo. Sin embargo, poco a poco y con bastantes más momentos solistas que protagonizó de los que imaginaba que iba a tener, fue ganándome. A eso contribuyó el técnico que le fue dando cada vez más volumen, aunque nunca llegó a escuchársele con claridad. Con una técnica en la que se le notaba que el legato y los sweep pickings eran un juego de niños y con movimientos muy elegantes sobre el mástil… además de una capacidad de apertura de mano bestial a lo Holdsworth o Gilbert, tuvo momentos de virtuosismo de lo más interesantes. Eché en falta, eso sí, un duelo con el jefe.
A nivel de sonido, pues con lo de antes ya está resumido: todo bien a excepción de la segunda guitarra, aunque compensa el hecho de que los teclados estuvieran bien nivelados en la mezcla, que por norma general nunca los puedo escuchar con claridad. Y en cuanto al juego de luces, bastante bueno para lo que una sala de estas características suele mostrar, pero tuvimos ese problema que tanto molestó al protagonista durante unos minutos.
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En resumen, me encuentro también como con el de Adrian Vandenberg ante sentimientos encontrados. Por un lado es magnífico ver estos músicos por primera vez, pero mi idea no era la de asistir a conciertos de bandas tributo de lujo, sino de solistas con un bagaje propio de lo más interesante. Sin embargo, como bandas tributo estamos hablando de lo mejor que puede verse en directo y aunque repitiendo parte del repertorio, ambos conciertos son complementarios.
Por otra parte, guitarrísticamente, he salido muchísimo más satisfecho de ver a Reb Beach and The Bad Boys que de ver a Adrian Vandenberg, así que mi voto va sin duda para el concierto del norteamericano.
Para finalizar, por norma general acostumbro a acompañar las crónicas de varios videotubes ilustrando determinadas canciones del concierto; sin embargo, y pese a haber bastante material audiovisual de esta gira en YouTube, he elegido sólo dos vídeos que a continuación podréis ver. En ellos, sus dos autores han grabado el concierto COMPLETO con bastante buena calidad de audio y vídeo. La diferencia estaría en que uno lo ha hecho en un plano lejano general y el otro más cercano al escenario y al propio Reb Beach, pero en ambos casos igual de disfrutables. Muchas gracias Melomania y Live Music Shows!. Eso sí, el primero de ellos podréis reproducirlo aquí mismo, el segundo sólo en su canal original de YouTube clickando en este enlace.
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TEXTO Y FOTOS: Albert Sanz









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