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Xperience Live!: Power Of Metal (3/03/2011)

 

    El pasado jueves asistimos a una velada que se prometia muy potente, y que al menos, en el apartado musical, fue bastante intensa. Una vez más voy a criticar las decisiones de las promotoras. Estamos en tiempos de crisis. Los precios son caros (aunque la experiencia de un concierto en directo no puede piratearse) y la gente no está para caprichos. Pero no se si es por asegurar el lleno o el miedo a pinchar, lo que hace que veamos casos de músicos que llenan un Razzmatazz siempre, caso de Joe Satriani y acabe en Apolo (siendo un músico cuya estabilidad en las ventas es notoria). Esta vez ha sido más alucinante. Una gira que tiene como cabeza de cartel a Symphony X, cuya proyección dentro del metal progresivo es imparable, hasta el punto de codearse con los reyes Dream Theater. Una banda cuyas ventas se incrementan con cada nuevo disco, y que acabó siendo hace tres años telonera de Dream Theater y llenando un Estadio Olímpico de Badalona ante más de 10.000 personas. Y esa banda acaba tocando en Apolo, en un aforo para menos de 1.000 personas. Y encima acompañado de Nevermore, otra formación que bien podría haber sido el cabeza de cartel, a tenor de la cantidad de gente que estaban más interesados en ellos, y de tres grupos más. En definitiva, una gira de cinco grupos de gran nivel -dos de ellos con una ingente legión de fans-, a un precio más que asequible, y acaban tocando en una sala de estas características.

    A ver, que nadie me malinterprete. No critico a la sala Apolo ni a ninguna sala de conciertos. Es una sala preciosa, con glamour (me encantan las luces rojas del techo) y con ese aire de sala de fiestas tan retro. Para ellos, que los contraten para conciertos de esta magnitud les da prestigio y un lleno total, además del dinero ganado por su porcentaje de las entradas y con las bebidas. Lo que sí que critico es la poca consideración hacias los grupos. Cada formación ha de tocar en un lugar de acuerdo a su fama y prestigio. Otra cosa es que al músico le de por hacer un concierto intimista y pida un local pequeño (como Bon Jovi en Madrid el año pasado). Por esto, me mosquean estas actitudes. ¿Cómo puede tocar Mr. Big en Bikini? ¿Cómo pueden reducir el espacio disponible para el público hasta un 50 % en Razzmatazz II en Paul Gilbert? De esta manera se consigue el lleno total, sí, pero a cambio de que la gente se sienta como sardinas en lata o directamente, se quede mucha gente en la calle por falta de entradas disponibles (Mr. Big en Bikini). Ya digo, no se de quien es la culpa, si de las promotoras, la crisis, las oficinas de management de las bandas o de Zapatero, pero no es normal que la única fecha en españa de la gira Power Of Metal, con mucha gente venida de todas partes de España (como pude comprobar hablando con varios asistentes), acabe recalando en una sala como Apolo.

    Terminada la crítica (ya estaba en plan sindicalista) vamos a lo que nos interesa: la música.

 

THAUROROD

 

  

  Apolo abría las puertas a las 18:00 y cuando me dirigía hacia allí esperaba ver la cola de rigor de acuerdo al evento. En cuanto llegué, pensé que me había equivocado de día y casi tengo que tragarme mis anteriores palabras. ¿Iba a ser un fracaso? Apenas había diez personas en cola que ni siquiera hacian cola, ya que debido a la ligera lluvia que caia, estaban refugiadas en la entrada del restaurante chino que hay unos metros más adelante. Cierto, era un jueves laborable y a las seis de la tarde, pero se me antojó muy raro todo ello. Total, que aproveché para ponerme en primera fila. Pudimos ver a los técnicos haciendo los últimos ajustes y en un cuarto de hora, a las las 18:15 ya estaban los señores de Thaurorod tocando. De un tiempo a esta parte, si voy a un festival o a un concierto con teloneros, intento en la medida de lo posible, no investigar sobre los grupos que desconozco. De esta manera voy sin ideas preconcebidas y puedo llevarme una impresión positiva o negativa (y no en pocas ocasiones me he encontrado con la sorpresa de haber disfrutado más del telonero que del grupo principal). Luego ya tocará hacer labor de investigación para el programa y artículo. Thaurorod es una banda de power metal épico que tiende en muchos temas hacia el metal neoclásico más virtuoso. Y como sabréis, es un género que por norma general detesto. Así que hice bien esta vez en no investigar nada, ya que hubiera ido muy condicionado.

    Ya de entrada me sorprendió la actitud de la banda finlandesa, saliendo a por todas cuando apenas habrian 25 personas en la sala. El nuevo vocalista, el italiano Michele Luppi (que se presentó a sí mismo como «Miguel Huevos») se comportó en todo momento como un perfecto frontman, simpático, bromista y cercano al público, lo cual, debido a que éramos cuatro gatos hizo que disfrutaramos aún más. Además, vocalmente iba muy sobrado. El resto de músicos eran realmente de nivel, destacando la labor del tremendo batería Joonas Pykälä (con una técnica de doble bombo impecable y rapídisima) y sobretodo el guitarra solista Emil Pohjalainen. Creativo no puede decirse que fuera. De hecho, muchos de sus solos parecian más ejercicios didácticos que otra cosa, pero a su favor he de decir que pocas veces en directo he visto a un guitarrista tocar tan limpiamente solos con un nivel de distorsión tan elevado. Y estamos hablando de solos de una complejidad técnica apabullante, con una técnica de sweep picking exagerada.

    Un concierto muy intenso y con todos los músicos al 110 %. Y como no, los 45 minutos de concierto supieron a poco.

 

 

MERCENARY

    Tras acabar su concierto los finlandeses, nos dimos cuenta de la perfecta organización del festival ya que en apenas diez minutos estaban los Mercenary sobre el escenario. Los daneses liderados por el bajista y cantante René Pedersen habían creado mucha expectación, y gran parte del público (ahora más numeroso) coreaba los temas e incluso empezaban a verse unos primerizos pogos.

    La propuesta de Mercenary no era tan elaborada rítmicamente como lo visto en Thaurorod, pero su estilo, mezcla de trash, death metal y una pizca de progresivo era de una contundecia salvaje. A ello ayudaba la voz de René, que oscila entre el gutural al metal más melódico y el atronador sonido de su bajo de cinco cuerdas (muy comprimido y con un punto de distorsión). Destacaria la labor de su solista Martin Buus, muy melódico y progresivo, con tanta técnica como Emil Pohjalainen pero mucho más contenido y melódico.

    Otros 45 minutos y ocho o nueve temas entre los que destacaría «Through the eyes of the Devil» e «In a river of madness», ambos muy coreados por el público.

 

 

PSYCHOTIC WALTZ 

 

     Debido a mis gustos personales, tenia muchas ganas de ver a esta banda. Su propuesta, no obstante, fue la que menos gustó a la audiencia. Se mueven en una tesitura de rock y metal progresivo muy ambiental, en una onda a lo Flower Kings, Porcupine Tree, los Anathema época post-doom e incluso a Camel. Los californianos se reunian después de su separación en el 96 y de hecho creo que era el único emocionado por su regreso. Ciertamente, nunca fue una banda que pasara de la segunda división, y más cuando en esa época empezaba a ponerse de moda el metal progresivo más agresivo y virtuoso, pero su calidad era innegable. El principal problema era que su propuesta es realmente tranquila, atmosférica y ambiental (que no aburrida), y tras las dos descargas escuchadas la gente estaba ya excitada, y aquello supuso para mucha gente un bajón. Quizás debieran haber sido los primeros. Normalmente se agradece una propuesta relajada en un festival de heavy metal, pero teniendo en cuenta los set-lists tan cortos, no teniamos la mente a punto de explotar.

    Volviendo a ellos, fue un placer ver de nuevo al guitarrista Brian McAlpine sobre un escenario, aunque fuera en silla de ruedas y tanto él como el otro guitarra Dan Rock compartian solos y unas estructuras rítmicas muy complejas, tocadas a menudo al unísono en una hermosa compenetración.

    Excelente concierto. Pero la gente no lo disfrutó. Es una banda semidesconocida, que se reunia de nuevo tras muchos años, con un repertorio también semidesconocido y en una onda que no iba con la linea del festival. Pero sin duda es una banda a reivindicar.

 

 

  NEVERMORE

 

    Debo admitir -no sin cierta vergüenza- que jamás habia escuchado a esta banda. Quizás no estén en la primera división del metal, pero su nombre aparece continuamente en medios de todo tipo. Comencé a oir hablar de Nevermore ya que en los últimos tiempos, su líder y guitarrista Jeff Loomis se ha convertido en un guitar hero. Técnico en extremo, Loomis ya tiene sus videos didácticos y su propia guitarra signature. No obstante, lo visto sobre él me parecia un guitarrista soberanamente aburrido. También llegué a Nevermore por Chris Broderick, actual hacha en Megadeth y segundo guitarra en las giras, otro megavirtuoso pero dotado de mucha más musicalidad. En fin, que interés había en verlos, sobretodo para comprobar si Loomis es un tipo más creativo de lo que había visto hasta el momento. No obstante, la gente sí tenia mucho más interés que yo mismo en ver a Nevermore. La sala ya estaba a rebosar. Los apretujones en las primeras filas eran exagerados y mucha gente había venido al festival solo por ellos. Y entre algunos asistentes, corría el imposible rumor de que Chris Broderick había vuelto a la banda, cosa imposible debido a su actual gira con Megadeth.

    Cuando salieron, todo fue sorpresas. No estaba Chris Broderick dispuesto a solear con Loomis pero en su lugar había otro guitarrista (hasta el momento no he conseguido descubir quien era) que lo hizo perfecto. Tampoco estaba Jim Sheppard -operado recientemente de un tumor- y que fue sustituido por Dagna Silesia, bajista del proyecto en solitario de Warrel Dane. Y éste salió con un gorro con orejeras de lana de los que dan calor solo con verlo (que no se quitó en ningún momento), indumentaria hippy, pantalones caídos y un bolsito también hippy en un lado.

    La propuesta de Nevermore, en mi calidad de novato al respecto, me sorprendió. Una mezcla de metal progresivo, trash metal, rock alternativo e incluso death metal. Era como meter en un mismo saco a Porcupine Tree, Faith No More, Tool, A Perfect Circle, Metallica y Alice In Chains. Un cóctel extraño que sin embargo funciona a la perfección.

    Personalmente aluciné. La banda sonó de lujo. Dagna Silesia aportó un toque fresco y alegre, y pese a su aspecto de fragilidad femenina rockeaba con fuerza. Y me encantó Warrel Dane. Le vi un estilo, ¿cómo decirlo? Libre. Como Mike Patton. Es decir, que podía cantar de una manera «heavy standard» y pasar a modular la voz de una manera loca. No obstante, esto es lo que me pareció desde mi posición de desconocedor del grupo, porque en diferentes blogs y webs he podido leer que cantó fatal y en un estado de forma lamentable. Creo que son opiniones exageradas pero dado que nunca lo había escuchado me abstendré de decir que cantó bien.  

    Por su parte, Jeff Loomis demostró creatividad con las rítmicas y saber elaborar complejos solos y de una duración breve para no cansar. Su desconocido compañero también le doblaba algunos solos, pero no pude llegar a hacerme una idea clara de si Loomis es una bestia técnica más como tantos otros o realmente es un músico completo. La culpa de ello la tuvo la duración. Mientras que las tres bandas anteriores habían tocado entre 40 a 45 minutos, la actuación de Nevermore apenas pasó de la media hora, lo que provocó alguna que otra pitada y abucheos por parte de muchos asistentes. No se entiende dado que de no haber estado Symphony X en la lista, perfectamente podrían haber sido ellos los cabezas de cartel. La expectación era enorme, se coreaban las canciones, se hicieron pogos sin parar, y el público enloqueció, sin embargo solo disfrutaron de media hora. Otra vez será.

    Destacar también negativamente el sonido del concierto. Lo que debería haber sido una apoteosis metalera, con las dos guitarras de 7 cuerdas no lo fue tanto, puesto que realmente se oian muy flojas, al contrario de los conciertos anteriores que habian tenido una ecualización excelente.

 

 

SYMPHONY X

     El último de los conciertos tardó más en empezar. Así como el resto de bandas habian compartido batería y amplificadores, Symphony X tenian el privilegio -por ser los cabezas de cartel- de usar su propio equipo. De esa manera, dos enormes tarimas, y que se comian literalmente más de la mitad del escenario, albergarian los espectaculares sets de batería y teclado, para que tanto Jason Rullo como Michael Pinella pudieran estar a sus anchas.

    Todos esperábamos que tocaran al menos hora y media, pero su concierto llegó a la hora justita. Debido a ello, se dejaron en el tintero sus temas épicos y largos, aunque no por ello dejó de ser un concierto intenso. Ya desde el principio salieron a muerte con «Of sins and shadows» lo cual hizo enloquecer al público. Y sin descanso, Michael Lepond daba inicio con su linea de bajo al bestial «Domination». Diez temas en total son los que nos ofrecieron y fueron directamente una recopilación de grandes éxitos como el genial «Inferno (Unleash the fire)» con ese riff a lo Pantera o «The serpent’s kiss» del que es por el momento su último álbum de estudio. Solo hubieron tres concesiones a la relajación: la maravillosa balada «Paradise lost» (cantada casi toda por el público con un Russell Allen visiblemente emocionado) y dos avances del «Iconoclast», su esperado y aún inédito nuevo trabajo.

    A nivel instrumental todos rallaron a un nivel elevadísimo. Me gustó mucho el bajista Lepond. No solo su sonido destacó, sino que quizás debido a las dimensiones de la sala, y la cercania al público lo vi más suelto. Jason Rullo sigue demostrando que podría perfectamente ser el recambio de Portnoy en Dream Theater y Michael Pinella no se amedrenta cuando tiene que doblar a Romeo. A éste último, sin embargo, no lo vi tan espectacular como otras veces. Aunque hay dos motivos para ello. Salvo el par de temas inéditos, el set-list era de sobras conocido por todos y es una banda que ya nos ha visitado en varias ocasiones. Por tanto, y sin restar mérito a este maestro, el efecto sorpresa ya no existe. Por otra parte, apenas se le oyó. El sonido no fue muy brillante que digamos y sí, es cierto que al llegar el solo y verle las manos alucinábamos con sus evoluciones por el mástil, pero era más que nada porque recordábamos el solo en nuestra cabeza, no porque lo estuviéramos oyendo en realidad.

    Y como no, quien se llevó la palma fue el vocalista Russell Allen. Pese a estar entrado en carnes y no presentar el musculado aspecto de antaño, sigue cantando como los ángeles, afinando cada nota y controlando las intensidades y volumenes como pocos cantantes de metal son capaces de hacer hoy en día. Pero además sabe ganarse al público con su simpatía. Un gran frontman para una gran banda.

    Aunque dispusieron tan solo de una hora, demostraron que pueden superar con creces las limitaciones festivaleras y además llevar el peso de ser los cabezas de cartel. Cada gira que les trae a España, les veo una evolución imparable. Y cada vez veo peligrar el cetro del metal progresivo que todavia ostentan Dream Theater.

 

 

CONCLUSIONES

    Pese a la elección de la sala, los problemas de sonido y la escasa duración de cada banda, el festival Power Of Metal ha sido una gran experiencia. Cinco bandas, cada una con su propio estilo y que salieron a darlo todo. Symphony X superaron con creces el ser los cabezas de cartel, pero el resto de grupos estuvieron a su altura, logrando que deseemos que haya más Power Of Metal en nuestro país y cuenten siempre con un cartel de esta calidad. Una gran noche en la cual tuvimos la oportunidad de descubrir a unas cuantas grandes bandas. 

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