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- Artista: Richie Kotzen
- Sello: Headroom Inc.
- Año: 2.011
- Estilo: Hard rock, rock, blues, soul, fusión, funk
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CALIFICACIÓN TÉCNICA
- Nivel de técnica: 8/10
- Velocidad: 7/10
- Variedad de fraseo, recursos y técnicas: 7/10
- Nivel de coñazo virtuosístico: -2/-10
- Nivel resto de músicos: 6/10
- Calidad producción (equilibrio en la mezcla, masterización, etc.): 8/10
- Calidad presentación (carátula, libreto, etc…): 6/10
- PUNTUACIÓN: 7,1/10
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CALIFICACIÓN MUSICAL
- Calidad musical: 7/10
- Nivel de feeling: 9/10
- Posibilidad de escucharlo de un tirón: 6/10
- Ganas de hacer “headbanging”: 7/10
- PUNTUACIÓN: 7,25/10
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PUNTUACIÓN TOTAL: 7,2/10
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Es curioso como el ser humano gusta de etiquetarlo todo, y más curioso y desagradable aún es darse cuenta de que en muchas ocasiones es incapaz de modificar dichas etiquetas, aun cuando el etiquetado evolucionó mucho tiempo atrás. Esto viene a cuento porque el común de los mortales metaleros cuando piensa en la figura de Richie Kotzen, siempre lo hace asociándolo al movimiento del shred neoclásico de los 80. En primer lugar, sí que fue uno de los representantes más técnicos de la escuderia Sharpnel, pero poco contacto tuvo con el mundo neoclásico ya que enseguida dio muestras de ser un fusionero de tomo y lomo. También es cierto que sus primeros discos estuvieron muy orientados al virtuosismo, cuya cumbre fue aquella salvaje orgía junto a Greg Howe llamada «Tilt», pero da rabia que casi con veinticinco discos a sus espaldas y más de veinticinco años de carrera, y que de esa carrera, en las tres cuartas partes se haya dedicado al blues y al hard rock más clásico, se le siga considerando un virtuoso metalero adorador de Satán.
Es muy posible que esa percepción generalizada se base en que las colaboraciones que ha hecho hayan sido en formaciones en las que el virtuosismo estaba bien visto, como Mr. Big o Poison, o que su forma de solear esté muy basada en arpegios y cromatismos de aroma fusionero y jazzístico, pero lo que es más que evidente es que desde hace muchos años, Kotzen es un cantautor cuyas composiciones destilan amor por el blues, el soul y el rock más auténtico, y cuyo chorro de voz destaca sobremanera. Y… bueno vale, también hay solos potentes.
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«24 hours» es una nueva muestra de a lo que me vengo a referir. Editado bajo su propio sello, con producción de él mismo, con las interpretaciones de él mismo a todos los instrumentos y la colaboración de su propia hija, de Jerry Cantrell de los Alice In Chains y de Bret Domrose de Dogstar, tenemos diez cortes de poca duración (poco más de cuarenta minutos en total) en la onda que nos esperábamos: rock, hard rock, blues, un punto de psicodelia progresiva, funk y soul y auténtico espíritu setentero. Todo ello mezclado con la particula manera de solear a lo jazz. Una contradicción sonora que sin embargo sólo él sabe darle forma para que quede bien y que en estos momentos está presentando por Europa (España esta vez queda fuera de la lista).
No obstante, una sorpresa nos depara el álbum: todas las guitarras han sido tocadas a dedos. Ya habiamos visto algunos temas en los que Kotzen no usaba púa, con una técnica de mano derecha similar a la de Mark Knopfler y basando sus solos en arpegios y ligados, pero ahora esa va a ser su nueva forma de tocar de cara a futuras composiciones. Él mismo ha afirmado que ahora puede tocar cosas que antes no podía hacer con púa, y que está consiguiendo sacar un tono y un sonido a sus Telecaster’s que nunca había imaginado conseguir.
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1.- 24 hours. Comenzamos con una escala a ligados a la que acompaña un interesante riff con staccato. Un tema divertido y gamberro y muy setentero. Además juega al scat en algunos momentos. El solo de guitarra… sin palabras.
2.- Help me. Rock con mucho de funky en la que Kotzen canta en un tono más grave de lo habitual, hasta que llega el estribillo y parece que escuchemos al Paul Stanley y los Kiss más comerciales.
3.- OMG (What’s Your Name?). Curioso título para una canción en la que desde el primer momento demuestra también el gran nivel que posee como batería y bajista. El estribillo es de lo mejor que he oído en años. Señores, esto es elegancia en estado puro. Rock, funk y soul y encima nos deleita con un solo de teclado en la más pura tradición de la psicodelia setentera.
4.- Get it on. Kotzen se pone más simple -que no sencillo- y nos entrega un blues-rock de libro. Enérgico, potente, con falsetes vocales que quital el hipo, un bajo monolítico y un solo corto pero excelente.
5.- Love is blind. Pseudo balada que reune lo mejor del rock y el rock sureño. Guitarras con slide, bajo melódico y el espíritu de Lynyrd Skynyrd y The Black Crowes (sobretodo en los estribillos) para complementar una auténtica joya. El nuevo estilo de tocar sin púa se nota especialmente en el solo y el fragmento que le precede, con unas dobles notas muy expresivas. Cantrell y Domrose tienen aquí su presencia pequeña, pero notable.
6.- Stop me. August Kotzen apoya a papá con su piano Wurlitzer y los coros, en otro tema rockero, alegre, desenfadado y comercial, con bastante influencia de Bruce Springsteen. El solo es uno de los más complejos y fusioneros del disco y contiene unas lineas a legatto ejecutadas a gran velocidad.
7.- Bad situation. Comienza tranquila, con órgano Hammond y un bajo con un sonido muy grueso. Kotzen fuerza su voz en una tesitura muy aguda y se sale con la suya. Funky y soul predominan en una canción en la que la guitarra brilla casi por su ausencia. ¿Quien hablaba de shred?
8.- I don’t know why? Tenemos ahora la primera balada. Un tanto previsible sí, pero el precioso estribillo y el colchón que realiza el Hammond la hacen muy atractiva. Kotzen se sale a las voces.
9.- Tell me that it’s easy. Seguimos con otra balada pero muy diferente a la anterior. El piano da entrada a un solo deudor de sus tiempos más metaleros, la linea vocal es bastante más compleja y la batería está muy elaborada para lo que suelen ser las baladas de rock. Planea la sombra de Prince por algunos momentos, quizás debido al regusto soul que Kotzen imprime. Aunque el solo esté tocado sin púa, tenemos un sonido con más cantidad de distorsión de lo habitual.
10.- Twist of fate. Terminamos con voz y guitarra clásica (con cuerdas de nylon). Una especie de gospel bluesero de racíces muy americanas. Pondría como pega el sonido de esa guitarra, pero a mitad de tema entra el resto de instrumentación y la cosa cambia para bien.
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«24 hours» no es ninguna revolución. No hay ni un riff ni ningún elemento que no se haya escuchado antes. Dentro de la amplia discografía de Richie Kotzen tampoco destaca demasiado, pero este joven (joven de aspecto y espíritu, a pesar de que ya pasa de los cuarenta) cuenta con una virtud, y es saber mantener el mismo nivel de calidad haga lo que haga. Es decir, no es de lo mejor de su carrera, pero tampoco es de lo peor. Es un disco que se deja escuchar, es agradable y positivo y nos hace pensar en que si se hubiera grabado en los 70 con toda probabilidad, Richie Kotzen ahora sería un mito de la música. Y si en el mundo de la música existiera la justicia y el sentido común, algunas de sus composiciones estarían en los puestos más altos de las listas de éxitos.
Sólo le pondría una pega al disco, y lo haría con la portada. No es que la foto sea fea, pero la fuente empleada en las letras es cutre a más no poder.
Lo que sí me resulta muy agradable es tener la certeza (no absoluta pero casi) de que Kotzen nunca me va defraudar en próximos trabajos.
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