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Jennifer Batten, probablemente la guitar hero más famosa de la historia entre las mujeres, y adalid del virtuosismo durante los años 80 y 90, visitaba España en solitario por primera vez, tras acudir en diversas ocasiones como guitarrista de figuras de la talla de Michael Jackson o Jeff Beck, o bien realizando clínics para Whashburn.
La guitarrista fue teloneada por los madrileños Perfect Smile, banda de sobra conocida en la capital y que practica un interesante metal progresivo con la originalidad por bandera. El concierto tuvo lugar en la céntrica sala We Rock de Madrid, que tras un largo período de adaptación parece encontrar su sonido, aunque de vez en cuando surjan problemas propios del directo que, por fortuna, no hicieron acto de presencia en este evento. Por desgracia, en esta ocasión la sala siempre estuvo prácticamente vacía, no llegando a 100 asistentes en ningún momento.
Perfect Smile comenzaron con un leve retraso de apenas quince minutos, presentando temas de su último disco «Érase una vez… un cuento al revés» y de su primer LP «Mañana puede ser peor», en el que aún no contaban con David Requejado, cantante y segundo guitarrista.
La banda, con mucha experiencia y tablas, comenzó sin dudas, moviéndose con soltura por el escenario y mostrando a la vez la garra de un metal poderoso, que en ocasiones recuerda a Dream Theater o Symphony X, mezclado con estilos que van desde el latin, al ska o el pop.
Temas como «Pétalos de rosa» o «Murphy» sonaron con una contundencia que supera al sonido del primer LP, mientras que los nuevos, como «Ojos negros», «Érase una vez» o «Cazadores de brujas» mostraron una banda casi perfecta en lo musical, con un gran frontman en la voz con cualidades a la altura de cualquier cantante de metal internacional.
Juan Palacios a la batería mostró toda su pegada y su fuerza, mientras que Eduardo Ortíz, omnipresente a las teclas, alternaba su presencia estática a los teclados con el movimento frente al público con su keytar. Adrián Martín aporta una gran comunión rítmica junto a la batería, y Alejandro Requejado, hermano del cantante, se muestra como un joven y solvente guitarrista cuyas únicas pegas serían un sonido excesivamente uniforme y la falta de movimiento.
Durante aproximadamente 45 minutos nos deleitó la banda con su estilo de progresivo «divertido», optimista y plagado de melodías y armonías mayores que sorprenden dentro del panorama metal.
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A continuación, tras una espera no demasiada larga, salía Jennifer Batten, sin banda, al contrario de lo que habían anunciado otros webzines, y armada únicamente, con un portátil y un proyector que conformaban el anunciado espectáculo multimedia.
Con una estética claramente ochentera, al estilo de los replicantes de Blade Runner, Jennifer comenzó con un tema introductorio que dio paso a material de sus discos en solitario, «Above below and beyond», «Momentum» y «Whatever», muy cercanos en estilo al rock fusionado con el jazz.
La guitarrista comenzó algo dubitativa, y durante todo el concierto dio la impresión de estar fuera de forma si comparamos sus actuales habilidades con las que mostraba durante los años 80 y los 90, si bien supo meterse al escaso público en el bolsillo, con menciones a Michael Jackson y salir airosa de una rotura de cuerda que demoró más de lo previsto, momento que dedicó a contestar preguntas del público con familiaridad, lejos de la imagen de diva que podríamos tener de ella.
El problema, principalmente, viene de la falta de una banda que acompañe y el excesivo precio de la entrada, pues un concierto de una guitarrista sin banda, a mi juicio, no puede valer más que la mayor parte de los festivales en salas de Madrid. Además, si tenemos en cuenta que guitarristas como Andy Timmons han tocado por precios más asequibles, acompañados de una formación completa, podemos decir que el espectáculo ofrecido era algo escaso.
Los temas, por su estilo jazz-rockero, echaron en falta la comunión y el juego en directo de una banda, lo que resultó en un concierto muy diluido, en ocasiones algo pesado, y en el que Batten nunca dio la impresión de estar metida en el papel; más bien parecía estar tocando en su casa con un ordenador y una pedalera.
La actuación se prolongó durante más de una hora, en la que además de temas en solitario pudimos escuchar canciones de Michael Jackson, incluyendo un largo medley en el que la guitarra hacía las veces de voz, o incluso una versión del popular «Smell like teen spirit» de Nirvana.
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A medida que el concierto avanzaba, la técnica de Batten, algo desmejorada, parecía afianzarse y las lineas de tapping y legato sonaron algo más claras y menos emborronadas, aunque la impresión de ser un concierto algo pesado y excesivo flotaba en el aire.
Tampoco contribuyeron las circunstancias ya mencionadas; un público escaso, aunque agradecido, incluyendo a miembros del club de fans de Michael Jackson (la complicidad de la guitarrista con este sector del público fue total), y la mencionada rotura de cuerda, que paró la actuación durante casi media hora, congelando completamente el ambiente.
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El sonido de la guitarra de Batten tampoco fue el mejor posible, utilizando una pedalera digital de gama media y una única guitarra, pues como explicó, no había podido utilizar su equipo habitual en esta gira por no poder transportarlo en los diversos viajes.
En definitiva, un concierto en el que los nuevos valores y, sobre todo, el formato banda, estuvieron por encima de una leyenda que, sin duda, merece más.
Esperamos tener la ocasión de acudir de nuevo a un concierto de esta excelente guitarrista en formato banda, con la calidez de los músicos rodeándola y en el que se encuentre en una mejor forma guitarrísticamente hablando.
De todas formas, no puedo finalizar la crónica sin agradecer a Xavi Estríngana de Etin Produccions la deferencia al haberme acreditado, así como el hecho de haber traído a esta virtuosa que después de tantos años de carrera, se hacía extraño no haberla visto en solitario por España.
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TEXTO Y FOTOS: Belial Báez
Eh, yo tengo un disco firmado por esta moza 😀
¡Genial! ¡Qué suerte!