Los Screaming Headless Torsos, banda de culto de la escena underground de New York de los 90, se han reunido tras casi una década, presentando nuevo disco y cantante.
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Tal y como se explicó en el comunicado del lunes, esta nueva temporada de la web comienza alternando artículos nuevos con otros que tenemos pendientes de publicar, debido a que hemos estado en pausa durante el año pasado. Sin embargo, en todo este tiempo no hemos dejado de asistir a diversos eventos interesantes, y no podíamos pasar por alto el que debíamos publicar estos trabajos aunque fuera con retraso.
De la mano de Etin Productions, los inclasificables Screaming Headless Torsos nos visitaron en marzo. No era la primera vez que lo hacían, pero sí que era la primera tras su reunión —han estado casi una década separados— y en la que presentaban «Code Red», su nuevo disco, y a su nuevo vocalista, Freedom Bremner.
Es obvio que el interés principal para un programa como el nuestro era ver en acción a Dave «Fuze» Fiuczynski, un interesante guitarrista, que lejos de virtuosismos, tiene un estilo único y muy personal. Pero antes de seguir, ¿quienes son los Screaming Headless Torsos? Para los que conozcan a esta semi desconocida banda en España, diremos que, surgidos a principios de los 90 en la escena underground de New York, enseguida captaron a una nutrida legión de fans ávidos de un sonido original. Y es que los SHT mezclan sin ningún pudor funky, jazz, pop, rap y rock progresivo, e incluso algo de heavy metal. En sus canciones se captan influencias de Living Colour, Miles Davis, Talking Heads, Red Hot Chilli Peppers, Spin Doctors, Parlament Funkadelic o Jimi Hendrix, y todo mezclado con un punto de locura y espontaneidad.
En la formación original destacaban aparte de Dave «Fuze» Fiuczynski el baterista JoJo Mayer, una de las mayores bestias que han existido y existirán, y Dean Bowman, un excéntrico y virtuoso cantante, que además poseía la rara habilidad de hacer unas extrañas modulaciones con la voz, similares a un tapping; algo que podréis escuchar en el 1:16 del siguiente video.
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Tras una década de silencio y con algunos cambios en la formación, los SHT han vuelto al ruedo en una exitosa gira. Gira que ha recalado en España y en ocho fechas nada más y nada menos. Pero además de haberlos traido a nuestro país, se agradece la calidad de las bandas teloneras elegidas, como los Atomica del ex O’Funk’Illo Javi Marssiano o los catalanes Big Bang.
Y de Big Bang vamos a hablar primero, puesto que fueron los teloneros en Barcelona y Valencia. Son una banda de Badalona con más de una década de vida a sus espaldas. Su música no es fácil de definir; sería algo así como un crossover entre hard rock, heavy metal, metal alternativo, metal gótico, doom, metal industrial y rock progresivo. Un sonido duro pero melódico, con abundancia de medios tempos y unos ambientes oscuros y melancólicos en los que destaca la personal voz de Manuel Rubiales, que recuerda en la manera de cantar los estribillos e incluso en el tono a Devin Townsend. Ideal para fans de bandas como A Perfect Circle o Tool. Los únicos referentes españoles que conozca y se les parezcan en algo serían Sôber e Inmune, pero la música de Big Bang tiene ese toque más complejo, en parte por el aporte de estructuras de rock progresivo; no es que Big Bang sean tan complejos como King Crimson, pero no desentonarían en un Be Prog! My Friend.
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Como es habitual si te toca ser telonero, Big Bang sólo contaron con media hora para defender una propuesta que ni mucho menos te hace mover las greñas desde el primer instante. Todo lo contrario, su sonido denso y los medios tempos hacen que cueste entrar en su propuesta. Esto no es malo, porque cuando les pillas el tranquillo son mucho más disfrutables que otras bandas de metal más al uso, pero necesita de su tiempo, y media hora es muy justo.
No obstante, Manuel Rubiales —voz—, Francisco Rubiales —guitarra—, Frederic DaVeins —bajo— y Siscu Carrasco —batería— salieron a por todas desde el primer momento, con ganas y con actitud de grupo principal, aunque no lo fueran, y sin importarles el arriesgar con un set-list que pasó por puntillas por el primer disco —«Sin renuncia a la esperanza»— y que comenzó además con un tema inédito perteneciente al tercer trabajo que está en proceso todavía. Así pues, «Donde» abrió el concierto, para seguir con «Soy inmortal», «Descifrar los signos» y «No soy un ángel» de «Diez tragos», «Dime» de «Sin renuncia a la esperanza», «Sufrir» de «Diez tragos», y terminar de nuevo con otro corte inédito llamado «Respirar» .
Muy buena actuación a cargo de una banda a la que es obligado seguir si te gustan los referentes mencionados.
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Y tras el consabido cambio de backline, aparecieron los SHT ante una audiencia muy numerosa que llenó por completo la sala (aunque sin apretujones), dispuestos a descargar el marchoso «Smile in a wave” de su primer disco —«Screaming Headless Torsos»—. Freedom Bremner supo ganarse al público en sólo dos segundos, ya que enseguida se comprobó su valía vocal y la compenetración que tendría con los asistentes desde el primer al último minuto de la noche.
De un tema del primer disco pasaron a zambullirse de pleno en el motivo de la gira mundial, o sea, el álbum «Code Red». De este modo sonaron «Brooce swayne”, “With you”, “Field Of light” y “Sideways”.
Dada la posición en la que me encontraba, parte de mi atención se iba hacía DaveFiuczynski. Y es que no es ningún virtuoso, pero parece como si estuviera reinventando en todo momento el lenguaje guitarrístico jazzero: por momentos escuchabas escalas de jazz clásico y de repente, lo oías evolucionar hacía terrenos atonales o de free jazz, con toda naturalidad, y además integrando perfectamente su sonido en la base interpretada por sus compañeros, dándole igual que fuese funky o soul.
Así que, tras lo dicho, el siguiente tema debería de haber sido el momento épico de la noche. «Angel» de Jimi Hendrix fue un punto y aparte en el concierto al tratarse de la única versión que interpretaron. Freedom la dedicó a su madre fallecida el año pasado, mientras que Fuze hacía lo propio dedicándola a su creador, Jimi Hendrix. El caso es que lo de momento épico vino porque la versión duró más de diez minutos, con un larguísimo y eterno solo de guitarra. Esto no tendría nada de malo, sino fuese porque los SHT y Fuze en especial, se llevaron el original a unos derroteros tan personales, que llegó un momento en que no se sabía qué era lo que estaban tocando.
Una decepción, vaya.
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“Vinnie” de su primer disco nos hizo olvidar el tedioso momento anterior poniéndonos las pilas de nuevo. Se echó de menos los «tappings» vocales de Dean Bowman, pero Freedom Bremner ya llevaba un buen rato demostrando una gran valía técnica y un estilo propio, cosa que agradecimos, ya que en ningún momento intentó copiar a su antecesor.
La jazzera “Word to Herb” y la funkera «Wizard of Woo” fueron las siguientes en sonar.
Y en la recta final seguiría alternándose primer y último disco, con “Blue in Green”, “Code Red”, y la hermosa balada “Wedding in Sarajevo” , en la cual tanto Freedom como Fuze estuvieron de lo más inspirados. Finalmente, falsa despedida y bis con la soulera «Free man».
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Defender una propuesta musical tan ecléctica y exigente requiere la intervención de músicos de gran nivel. Aunque solo queden Dave «Fuze» Fiuczynski y el bajista David Ginyard de la formación original, no hay duda de que James «Biscuit» Rouse a la batería, Nate Werth a la percusión y Freedom Bremner a la voz estuvieron sensacionales. Y eso que incluso los temas más funkys y «normales» son de una enorme complejidad.
La música de los Screaming Headless Torsos no está hecha para todos los gustos. Definiéndolos de forma apresurada, son unos Living Colour tocando jazz y rock progresivo, así que el resultado no es fácil de asimilar, porque cuando te estás moviendo con un pegadizo groove, te salen por donde menos te esperas con cambios de melodías muy abruptos; pero si entras en su rollo, la experiencia es de lo más agradable. El timbre vocal de Bremner ayuda a ello, al moverse en terrenos más de soul, funk y pop. Y encontrarse con una banda capaz de defender en directo de manera tan brillante y repertorio tan complejo es un gustazo.
En cuanto a temas técnicos, el sonido fue bastante correcto, superior a la media. Los teloneros Big Bang sirvieron como últimos ajustes, haciendo que la voz del vocalista estuviera algo baja en la mezcla hasta la mitad de su repertorio. En el concierto de los protagonistas, por momentos la guitarra se confundía en la mezcla, pero también pudo ser debido a los efectos usados por Fuze. De todas formas, como he comentado, un sonido muy correcto, que se escucha cada cosa a veces…
Y respecto a la iluminación, parece que la sala Music Hall se apunta a la moda actual de iluminar con tonos naranjas, rojos y azules, los ideales para que las fotos salgan como una puta mierda desenfocadas.
Por último, quisiera destacar la actitud del público. Se supone que estamos ante una banda bastante desconocida, sin embargo, la sala se llenó y gran parte de los asistentes, además de disfrutar del concierto no paraban de corear sus canciones. ¡Bravo!
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