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Xperience Live!: Maestros de la Guitarra: Manuel Barrueco (8/04/2.016)

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Maestros de la Guitarra


La leyenda de la guitarra clásica ha regresado a España, dando un recital con ciertos momentos de frialdad y falta de pasión, pero que se saldó con un gran éxito de público.

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    Este pasado ocho de abril asistí a una cita obligada. Y es que cualquier amante de la guitarra clásica tiene en alta estima a Manuel Barrueco. Y cualquier amante de las seis cuerdas que quiera aproximarse a este género, debe pasar más tarde o más temprano por él, ya que, haciendo un símil con guitarristas de heavy metal, el cubano juega en la misma liga de Joe Satriani o Steve Vai; es decir, es uno de los nombres más importantes en la actualidad en su género.
No obstante, tampoco es un nombre desconocido para el aficionado rockero, ya que su álbum de 2.000, el indispensable «Nylon & Steel», grabado junto a Andy Summers, Al Di Meola y Steve Morse, le permitió llegar a un público mucho más amplio del habitual.

   También era una cita obligada para un medio como el nuestro especializado en música de guitarras, puesto que era la primera vez que Guitar Xperience asistía a un concierto del ciclo Maestros de la Guitarra. Un ciclo de conciertos non-stop de guitarra clásica —con algunas incursiones en el flamenco—, que se realiza en Barcelona desde hace un buen montón de años y que además, prácticamente no descansa en todo el año, puesto que llega a programar una media de 300 recitales anuales.
Por el ciclo han pasado casi todos los grandes nombres de la guitarra clásica española y mundial, y suele realizarse siempre en tres localizaciones de excepcional belleza arquitectónica y acústica: el Palau de la Música Catalana y las iglesias de Santa María del Pi y de Sant Jaume.

    Así que, tras los datos aportados, no puedo más que sentirme bastante mal porque conocí la existencia de este ciclo apenas hace unos meses, en que por casualidad me topé con un cartel en un kiosko publicitándolo en la Avenida Portal del Ángel. Y se supone que Guitar Xperience lleva emitiéndose 18 años y su web en funcionamiento desde 2.010 y según algunos, somos el medio de referencia en música de guitarra en Catalunya…
Y dicho esto, no puedo más que recomendaros que visitéis la web de Maestros de la Guitarra para estar al tanto de su interesante programación —enlace aquí— y agradecer a Poema S.L.Thomas Saraiva la acreditación para el evento.

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    Y volviendo al concierto en sí, unos minutos antes de las 21:00 ya estaba situado en mi localidad en el Palau de la Música Catalana en la zona habitual de prensa, dispuesto a entrar por la puerta grande del ciclo Maestros de la Guitarra de la mano de este genio. La organización además regalaba el programa del concierto, en papel brillante de gran calidad, algo que puede chocar a los que no están versados en materia clásica, ya que no es habitual ver ese detalle en otros estilos musicales. Desde mi posición podía verse el gran lleno de la sala; algunas butacas del segundo piso estaban vacías, pero en general creo que el lleno debió alcanzar el 90%. Esa situación provocó que el público fuera variopinto: desde los verdaderos entendidos pasando por gente simplemente interesada en esta música hasta hipsters y personajes de distinto pelaje, de los que se dejan llevar por lo que suene a «alta cultura» y van porque el nombre de Manuel Barrueco es de los primeros que aparecen cuando uno hace búsquedas sobre guitarra clásica.

     Es muy posible de que debido a ello, Barrueco optara por un set-list mixto, con composiciones de autores célebres como Sor, Torroba o Albéniz y otros no tan conocidos a nivel popular como Weiss o Turina.

Manuel Barrueco BCN 2016 01

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    A las 21:00 en punto, el maestro apareció sobre el escenario y sin saludar, se sentó en la butaca y con sobriedad absoluta, comenzó a tocar la «Suite VII en Re Menor» del polaco S.L. Weiss —también conocido como Leopold Weiss—. La suite además había sido arreglada para guitarra por el propio Barrueco, ya que la original fue compuesta para laúd. Consta de cuatro partes —«Allemande», «Courante», «Sarabande» y «Gigue»— de gran belleza y dificultad. Cabe decir que tanto en «Courante» como en «Sarabande» hubo algunos errores en su interpretación. Nada grave, tan sólo algunas notas mal pisadas o algún armónico al aire mal ejecutado. Como digo, nada serio y comprensible dentro de la dificultad de la obra, y es lo que tiene la guitarra española tocada a pelo, que no pueden enmascararse ciertos errores con efectos de sonido.

    La siguiente parte fue el tema «Variaciones sobre un tema de Mozart, Op. 9» del gran Fernando Sor. La popular pieza aúna en sí misma una gran belleza y alegría, sumada a una parte final de gran complejidad. Sin embargo, y es una opinión que compartían algunos de los espectadores que había a mi lado, si bien Barrueco la tocó a la perfección, la interpretación no estuvo a la altura, faltando algo de riesgo y pasión. Es una pieza como he comentado muy viva, muy alegre, y el cubano la tocó de una manera fría y mecánica. Demasiado academicista.
En cualquier caso, tras su finalización, fue uno de los temas más aplaudidos por los asistentes.

    A continuación se enfrentó al legado del madrileño Federico Moreno Torroba, uno de los compositores del siglo XX más destacados en materia de zarzuela y guitarra clásica. Así pues, Barrueco nos deleitó con la «Suite Castellana», formada por «Fandanguillo», «Arada» y «Danza». Las dos primeras partes son más relajantes, más intimistas, y le sigue la tercera, más animada y alegre pero sin perder cierto halo de nostalgia.
En esta ocasión la interpretación fue perfecta, y debe de tener algo que ver el que según alguna entrevista que he leído, Torroba es uno de sus compositores favoritos, así que es normal que le pusiera ganas.

    Tras un pequeño parón, el artista volvió entre sonoros aplausos al escenario. Era el momento de tocar tres piezas del sevillano Joaquín Turina, quien junto a Falla y Albéniz crearon en el pasado siglo algunas de las obras más destacadas del impresionismo clásico musical.
Las tres piezas fueron «Fandanguillo Op. 36», «Soleares Op. 69» y «Ráfaga Op. 53». Tres piezas con mucho sabor español, bastante influencia flamenca y algunos elementos percusivos, que sin embargo, tienen cierto toque experimental por momentos (en especial la primera); esto puede descolocar al profano en la materia, pero obliga a mantener la atención y permite la sorpresa que no siempre es posible conseguir con otro tipo de composiciones.
La lástima fue, que tal y como pasó a la hora de enfrentarse a Fernando Sor, el excesivo academicismo en su interpretación y el ceñirse a las partituras al pie de la letra, hizo que sonara muy fría y mecánica. Y cuando nos enfrentamos a unas composiciones que rozan con el flamenco en ciertos momentos, lo último que se puede desear es que suenen de forma mecánica.

Manuel Barrueco BCN 2016 02

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    Tras despedirse de nuevo con un falso final, el maestro volvió para la última parte del recital. Isaac Albéniz fue el siguiente protagonista de la noche, con «Mallorca Op. 202» —en un arreglo del propio Barrueco— y dos composiciones de la célebre «Suite española», «Cataluña Op. 47» y «Sevilla Op. 47», siendo ésta última junto a «Asturias» las dos composiciones más representativas de Albéniz, y por tanto, la más aplaudida de la velada.
Tanto a nivel técnico como interpretativo su toque fue perfecto, añadiendo la alegría y de pasión que habíamos echado de menos en momentos anteriores, pero sin perder el control, puesto que algunos pasajes de esas composiciones requieren de virtuosismo extremo. Es posible encontrar en YouTube algunas grabaciones antiguas con un Barrueco joven en las que las que se atrevía a tocarlas a un tempo más rápido que en la partitura original de Albéniz. En esta ocasión se ciñó a la idea y al tempo original del autor, pero aún así y el hecho de ser composiciones muy mainstream dentro de la música clásica, no le restan una notoria complejidad y que las tocó a la perfección.

Manuel Barrueco BCN 2016 03

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    Y así, tras unos setenta minutos, el concierto finalizó.

    Barrueco se despidió de manera fría, tan sólo algunos gestos con la cabeza a modo de aprobación, algo que como pude comprobar con sólo escuchar a algunos de los asistentes a la salida, no fue muy de su agrado. Pero también hay que tener en cuenta que la sobriedad suele ser algo inherente a la música clásica. No estamos en un concierto de pop o rock, en los que la interactividad es algo continuo y bidireccional. No obstante, si a los profanos en el mundo clásico les pudo chocar ese detalle, luego comprobarían la cercanía y calidez de Barrueco, puesto que en el vestíbulo atendió a todo el mundo con amabilidad, y firmó y se hizo fotos con todo el que quiso, hasta que no quedó nadie.

    Siguiendo la tónica habitual, ahora toca hablar de apartados técnicos.
El asunto de luz fue simple y sobria. Tonos rojizos y anaranjados que no variaron en ningún momento, pero que quedaban muy bien.
Sobre sonido, la acústica del recinto ayuda a que suene todo de forma magnífica, sin embargo, el volumen de una guitarra no es el mismo que pueden entregar otros instrumentos, por lo que enfrente suyo había un micrófono. Imagino que del sonido amplificado de forma artificial se beneficiarían las localidades más lejanas de los pisos superiores. En mi ubicación —cercana al escenario y lateral— sólo se apreciaba el sonido natural de la guitarra. Y aunque por mis gustos eché en falta algo más de volumen, en verdad éste fue más que suficiente y el sonido perfecto; claro que esto no es tan difícil de conseguir en un lugar así.

    En conclusión, habrían algunos detalles negativos. En primer lugar ese excesivo mecanicismo y frialdad a la hora de encarar ciertos temas. En segundo lugar, un programa con no mucho riesgo, ideal para contentar a un amplio espectro de público —ya que como he dicho en el comienzo, el nombre de Barrueco atrae a expertos como a gente que le interesa la música clásica sin profundizar demasiado—. En cualquier caso, cualquiera puede tener un día malo o no estar tan inspirado, y tampoco puede negarse la enorme calidad y complejidad de casi todas las obras que sonaron en el Palau de la Música Catalana. Por lo cual, aún con luces y sombras, nuestra primera visita a un concierto de Maestros de la Guitarra se salda con un aprobado alto.

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TEXTO Y FOTOS: Albert Sanz

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