Los rumores aparecidos en los medios durante los últimos meses respecto a la salud financiera de la mítica compañía ahora son un dura realidad: se declara la bancarrota como única y desesperada solución.
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En los últimos meses se han vertido todo tipo de rumores respecto al futuro de la mítica compañía norteamericana. De sobras eran conocidos sus problemas financieros provocados por una progresiva bajada de ventas a nivel mundial así como por ciertas decisiones que afectaron a la calidad de algunos modelos, pero también éramos muchos los que creíamos que el día en que Gibson echase el cierre no iba a llegar jamás. A cualquiera que le preguntes qué es una guitarra eléctrica, aparecerá al instante en su mente la plantilla de una Fender Stratocaster o de una Gibson Les Paul —o de ambas—. Y por tanto, teniendo en cuenta que el diseño de la Les Paul es un icono que forma parte del inconsciente colectivo de toda la humanidad, pensábamos que Gibson era como un ente inmortal. Pero no.
Este pasado martes, la empresa, con sede en Nashville, presentó una petición para declararse en bancarrota junto a un plan para reflotar la empresa mediante el cual, sus acreedores podrían pasar a convertirse en accionistas. Un plan que según la compañía, cuenta con el respaldo de la mayoría de esos acreedores.
Pese a que Gibson está presente en más de ochenta países con unas ventas anuales de 170.000 instrumentos, el declive parece estar provocado por la crisis económica mundial, una estrategia de recortes en ciertas áreas, el escaso interés provocado por algunas de sus novedades —como el sistema de clavijeros con afinación automática o su entrada en el mundo de los altavoces de gama media y respuesta plana para Home Studio—, la bajada de calidad de algunas líneas de Les Paul que luego no se veía compensada con una bajada de precios o el fracaso de Gibson Innovations, un conglomerado de empresas liderado por Gibson, Philips y Onkyo, con el cual pretendía introducirse en el mercado del audio doméstico.
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Henry Juszkiewicz, actual presidente de la marca, ha afirmado que todo este proceso «será invisible para los clientes» y que no afectará al extenso catálogo de productos, ni tampoco al de Epiphone, su pese a todo, exitosa segunda marca.
Asimismo, también ha afirmado que todas las medidas que ya han empezado a tomarse llevan un año preparándose, por lo que aunque la situación sea mala, el futuro de la empresa está asegurado, y ello «permitirá a Gibson tener capital financiero utilizable con menos deuda material y otorgará a la empresa la liquidez que necesita para mantener sus operaciones en el curso ordinario de su reorganización».
En esta reestructuración, también se ha confirmado el cese de las actividades en el área de audio doméstico —aunque no se ha dicho que pasará con la parte correspondiente a Philips, cuya compra costó en 2.015 cerca de 150 millones de dólares— así como la marcha del propio Juszkiewicz y varios de los principales directivos de la compañía, como parte del acuerdo para que los acreedores accedan a formar parte de la junta directiva.
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Paralelamente a toda esta historia de deudas, números, despachos y abogados, en los últimos meses hemos asistido a toda suerte de debates y comentarios, tanto en redes sociales como foros especializados o vídeos en YouTube, afirmando que la crisis de Gibson iba a matar al rock y al metal. Es cierto que echando un vistazo a las listas de éxitos de Billboard o Spotify, o a la programación musical de las emisoras mainstream, es fácil pensar que el rock y el heavy metal murieron hace mucho, pero a tenor de la cantidad de bandas existentes, la cantidad de novedades discográficas que aparecen cada año y el éxito «llena estadios» de dinosaurios como Springsteen, Metallica o Iron Maiden, no parece que la quiebra de un fabricante de guitarras, por más que sea junto a Fender el mayor icono de la industria, vaya a afectar al mundo de la música rock.
En cualquier caso, seguiremos atentamente este culebrón financiero y por supuesto, deseamos que un referente para todos los guitarristas como es la Gibson Les Paul no desaparezca de las tiendas de instrumentos.
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TEXTO: Equipo de redacción
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