- Artista: Christian Muenzner
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Sello: Relapse Records
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Año: 2.011
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Estilo: Metal progresivo, heavy metal neoclásico, heavy metal, trash metal, jazz fusión, death metal.
CALIFICACIÓN TÉCNICA
- Nivel de técnica: 9/10
- Velocidad: 9/10
- Variedad de fraseo, recursos y técnicas: 10/10
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Nivel de coñazo virtuosístico: 6/-10
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Nivel resto de músicos: 10/10
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Calidad producción (equilibrio en la mezcla, masterización, etc.): 8/10
- Calidad presentación (carátula, libreto, etc…): 7/10
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PUNTUACIÓN: 8,1/10
CALIFICACIÓN MUSICAL
- Calidad musical: 7/10
- Nivel de feeling: 7/10
- Posibilidad de escucharlo de un tirón: 3/10
- Ganas de hacer “headbanging”: 9/10
- PUNTUACIÓN: 6,5/10
PUNTUACIÓN TOTAL: 7,3/10
Os traemos hoy el debut en solitario de una auténtica fiera. Christian Muenzner, ex guitarrista de Necrophagist edita su primer álbum, y a tenor de su currículum, no podemos decir que sea una promesa del metal, sino alguien con una buena carrera a sus espaldas y toda una legión de fans.
El alemán, debutó en 2.002 con una banda de death metal clásico llamada Defeated Sanity, con los que grabó una maqueta y single «split» (single compartido con otro grupo, algo muy típico en la escena punk). Posteriormente ingresó en Necrophagist desde el 2.002 al 2.006, banda en la que deslumbró con su extrema técnica. Con ellos practicó el llamado «technical death metal», es decir, voces guturales, guitarras de siete y bajos de cinco cuerdas con afinaciones ultrabajas y velocidades de infarto, mezclado con la complejidad armónica y los continuos cambios de ritmo del metal progresivo. Tras dejar esa formación se unió a Obscura -otro combo muy similar al anterior- y ha grabado hasta la fecha un álbum con ellos.
2.011 ha sido el año de su debut en solitario. En principio parecía que iba a seguir en la senda del technical death metal, ya que antes de salir el disco a la venta se supo quien eran los colaboradores. A saber: Hannes Grossman a la batería (Obscura, Blotted Science, ex-Necrophagist), Daniel Galmarini a los teclados (Mercury Falling), Steve DiGiorgio al bajo (Death, Sadus, ex-Control Denied, ex-Artension, ex-Iced Earth, ex-Testament) y Jacob Schmidt también al bajo (Defeated Sanity, ex-Cerebric Turmoil, ex-Obscura). Como veis, «gente muy tranquilita y con escasa técnica». Sin embargo no se mencionaba a ningún cantante por lo que cabía la posibilidad de que fuera un álbum de technical death metal instrumental. Por norma general, este tipo de grupos suelen tener un tema instrumental, claro que, escuchar un disco entero así con toda probabilidad sería equivalente a reventarse la cabeza uno mismo a martillazos. Sin embargo, Muenzner ha incluido en «Timewarp» todo su bagaje de gustos en influencias. No llegamos a niveles de death metal, pero el espíritu salvaje de ese estilo permanece en casi todas las canciones, en forma de guitarras rítmicas muy potentes (con guitarras Ibanez y amplis ENGL) y temas rapidísimos. Así, a lo largo de las doce canciones encontramos trash metal de la antigua escuela a lo Megadeth, heavy metal neoclásico deudor de Yngwie Malmsteen y Helloween, metal progresivo virtuoso en una onda Dream Theater e incluso elementos de jazz fusión a lo Frank Gambale y Scott Henderson.
1.- Maybe tomorrow: Un comienzo épico típico del power metal da paso a un riff y un doble bombo aceleradísimo. Cuando entra la melodía principal nos encontramos con un metal neoclásico tan acelerado, que nos recuerda inevitablemente a Dragonslayer. La batería de Hannes Grossman parece casi por momentos una caja de ritmos debido a la frenética velocidad que alcanza. Aunque la parte neoclásica resulta un soberano tostón, a mitad del tema tenemos un interludio tranquilo y muy fusionero, con unos melódicos sweeps de locura. Esto te da un respiro, pero no dejas de preguntarte a santo de qué viene este cambio tan extraño.
2.- Confusion: Pasamos ahora a sonoridades más duras. Todo el tema recuerda a Pantera, con unas rímticas muy potentes y unos ritmos ideales para hacer headbanging. Por medio hay algunos momentos de death metal (por aquello de los teclados siniestros y satánicos que hay a final del minuto cuatro) y de progresivo muy interesantes, con melodias a dúo entre guitarra eléctrica y ¡piano! que no desentonan para nada. Muenzer pone la velocidad punta en un solo al que no le falta de nada. Una vez más, Hannes Grossman está inmenso.
3.- The tell-tale heart: Death metal rapidísmo combinado con melodías de metal neoclásico. La influencia de Malmsteen es más que evidente, pese a la fiereza de las partes rítmicas, sobretodo por los duetos de Muenzner con el teclista Daniel Galmarini, al más puro estilo Malmsteen-Johansson.
4.- Timewarp: Sonidos industriales acompañan a un sintetizador y una guitarra muy atmosférica, en el tema que da título al álbum. Apenas dura dos minutos, pero Muenzner elabora una secuencia de arpegios tremenda.
5.- Victory: Más neoclásico y power metal en un tema alegre y divertido que recuerda a los mejores Helloween. Pese a las reticencias que le tengo a este estilo, hay que admitir que el tema te pone las pilas a tope. El solo de guitarra combina elementos más hardrockeros con otros puramente neoclásicos, para ponerle así la guinda a un tema genial.
6.- Rocket shop: Pasamos ahora a otra canción con una fuerte influencia de Greg Howe. Su espíritu planea por todos los ritmos y solos de una canción que alterna elementos neoclásicos y fusioneros. No es una canción tan inspirada como la anterior, pero a cambio tenemos buenos duelos de guitarra y bajo. Sin duda, esta puede ser la canción más divertida de tocar y de ser escuchada en directo.
7.- Soulmates: La balada del disco, donde además de la melodía destaca también el bajo, instrumento que salvo por la anterior, hasta ahora había pasado desapercibido. El piano da la nota (bien dada) y Muenzner alterna pasajes más rápidos con otros lentos. Un tema heavy metal a secas muy inspirado con un sección central de jazz fusión a lo Frank Gambale. Sin duda una de las mejores canciones de este álbum.
8.- Over the mountains: Más neoclásico y con bastante preponderancia del bajo, lo cual se agradece. La línea melódica es realmente melódica, al contrario de lo habitual en el estilo, claro que hablando de espíritus, está bien claro que quien posee a Muenzner en este tema es el dúo Marty Friedman y Jason Becker, o sea Cacophony. Neoclásico con pequeños apuntes orientales y un bajo tremendo. Buena canción aunque con un regusto de déjà vu exagerado y un Muenzner tocando a muerte hasta reventarse la mano.
9.- Wastelands: Por derecho propio, la canción más compleja del disco. 9 minutos de incontables cambios de ritmo, comenzando por una melodía casi atonal del teclado, y cambiando entre metal progresivo y trash metal moderno a lo Nevermore. El solo fusionero que hay a partir del 2:05 es genial, aunque mejor es el del 3:30, muy jazzero y con un colchón de sintetizador en plan new age precioso y relajante. Al loro de como sin darnos cuenta, la base va cambiando de intensidad gracias al buen hacer de la batería, y como el solo de Muenzner acaba enloqueciendo hasta recordar a Shawn Lane. Si os gusta el progresivo más complejo este tema es simplemente impresionante.
10.- Dawn of the shred: Este título ya deberia dar miedito, sin embargo comenzamos con unas guitarras muy hardrockeras que se van sumando hasta que entra la batería. Pese a haber un solo intenso nada más comenzar, la canción se da un aire a Marty Friedman más reciente, claro que eso es hasta que en el 1:00 aparece por aquí Dave Mustaine y Megadeth, con un cambio de velocidad tremendo. Y si eso no fuera suficiente, en menos de un minuto tenemos a Dragonslayer y a Muenzner haciendo sacar humo de su mástil. Luego retomamos el sonido Friedman y otra vez el sonido Megadeth… y luego Dragonslayer. Y mientras… sí, el alemán sigue reventando su guitarra. Realmente el título ofrece lo que dice, pese al engañoso comienzo. Una buena manera de que te guste de una vez el shred o lo detestes para siempre.
11- The gunslinger: Malmsteen vuelve de nuevo y tanto Christian Muenzner como Daniel Galmarini se retan continuamente. El peor tema de todos: aburrido, previsible y pesado.
12.- Endless caravan: Sonoridades orientales dan paso a un riff pesado y oscuro, que recuerda una vez más al Yngwie Malmsteen más heavy y duro. La melodía es también previsible, pero la velocidad a medio tempo y la dureza del sonido de la guitarra rítmica hacen que el tema se escuche bastante bien. Y por en medio, además, el guitarrista y el teclista se atreven a introducir algunos toques de jazz, que contra todo pronóstico, quedan fantásticos.
En conclusión, todo el álbum es una pura fiesta de desfase shred como pocas veces hemos oído en los últimos años. Muenzner no da tregua ni descanso y sus colaboradores rayan a un nivel altísimo. Las canciones -al menos en su mayoría- estan muy elaboradas rítmicamente, de eso no hay duda, pero a la hora de los solos y melodías, nos deleita tanto con descargas de genialidad melódica como con escalas sin sentido a mil por hora. Además, al haber incluido todas sus influencias de golpe en el álbum, suena más a colección de canciones sueltas que no a una obra compacta.
También es cierto que Muenzner tiene recursos de sobra para hacerse un nombre dentro del shred y convertirse en un guitar hero de culto, ya que puede llegar a ser melódico, muy melódico, sin perder de vista el desmelenamiento técnico. Los momentos que logra esto en el disco son sensacionales. Ojalá de cara a un segundo trabajo consiga equilibrar más la balanza entre melodía y técnica.
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PD: Las fotos que ilustran el artículo han sido extraídas del perfil en FaceBook del artista.
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