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Xperience Live!: Johnny Winter (3/07/2.011)

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    Este verano ha comenzado con mucha energía. Tras apenas ocho mesas de la última visita a nuestro país del Tornado de Texas, una vez más hemos podido disfrutar de su presencia. Esta vez no ha sido Barcelona la afortunada, sino Terrassa (aunque bueno, dada la cercanía es casi lo mismo), Hondarribia (San Sebastián) y Alicante. Personalmente no sabía muy bien como afrontar este concierto. Mi primera toma de contacto con el albino fue en el 92 (al del 74 me era imposible ir habiendo acabado de nacer). Un concierto atómico, increíble. Como increíble también fue del 97 en el Festival de Blues de Cerdanyola, teloneado por una debutante Vargas Blues Band. Después de ello, el Poble Espanyol nos lo volvió a traer en 2.004 y la decepción fue total. Winter tocaba mal, muy mal, se iba de tempo continuamente y ello obligaba a sus músicos a seguirle. Intentaba tocar como siempre, como el shedder más virtuoso que jamás ha pululado por el mundo del blues. La gira de 2.008 ya hacia presagiar lo peor. Las fotos mostraban a un Winter muy cansado y que ya debía tocar sentado. ¡Hasta el tatuaje del dragón de su pecho había envejecido! Sin embargo, contra todo pronostico, aquel concierto sonó muy bien. Winter había asumido que ya era un ancianito al cual la salud, las drogas y su condición albina le estaban pasando factura. Así que decidió bajar el ritmo: sus manos ya no podían tocar con la velocidad y precisión de antaño, por lo que la música bajó de intensidad, potencia y tempo. De esta manera, y con el feeling intacto y acompañado de una banda nos ofreció un concierto en el Espacio Movistar de bandera.

    Por problemas de acreditación no pudimos asistir en octubre pasado a su última visita a Barcelona, pero por sorpresa, en menos de un año ha vuelto. La Sala Rasa de la Faktoria d’Arts de Terrassa, con un aforo para unas 200 personas se llenó hasta los topes para ver al mito del blues.  Si bien, a ciertos músicos da gusto verlos en espacios más de su categoria, teniendo en cuenta sus actuales condiciones físicas, también daba gusto verlo a medio metro de distancia en una sala tan pequeña. Con media hora de retraso, el bajista Scott Spray, el batería Vitto Luizzi y el guitarista Paul Nelson nos ofrecieron un primer corte instrumental, bluesero, feroz y con éste último soleando desde el primer segundo. Después entró Johnny Winter con su eterna Erlewine Lazer, se sentó y dio paso al clásico «Hideaway» de Freddie King. Solo bastó unas pocas notas para ganarse al público -que ya estaba rendido desde antes de entrar-.

 

    A medida que avanzaba el concierto ya nos dimos cuenta de una cosa: el sonido fue muy deficiente. Si bien la sala contaba en la P.A. con un altavoz central -sin duda para reforzar los instrumentos centrales, como voz o bajo-, lo cual es algo raro de ver, eso no sirvió para que apenas pudieramos oir la voz de Winter. Al margen de su estado de salud, y que ya no pueda mantener aquel vozarrón de tintes soul de antaño, ello no es óbice como para que en algunos temas no se les escuchara nada. Tampoco es muy normal que su guitarra, en ciertos momentos estuviera por debajo de la de Paul Nelson. Aunque esto por otra parte, era hasta beneficioso, puesto que pudimos deleitarnos con el virtuosismo de Nelson como guitarrista rítmico. Pero el escándalo vino en los bises. Johnny Winter sacó su Gibson Firebird y se armó con un bottleneck para interpretar los dos únicos temas de la velada en los que usaba la técnica del slide (técnica de la cual siempre se le ha reconocido como uno de los mayores virtuosos de la historia). Dado el carácter más metálico y agudo de esa técnica, algo debió fallar puesto que el sonido se enguarró hasta límites insospechados. De hecho, el mismo Paul Nelson tuvo que retocar varias veces la ecualización del amplificador de su «jefe» sin ningún resultado aparente.

    Respecto al tema musical en sí, todas las canciones fueron versiones, ni una sola propia, aunque es sabido que parte de la carrera de Winter se ha basado en la interpretación de clásicos del blues que no en la composición. Aún así choca que no incluya ni un solo tema propio. No obstante, lo que sí chocó de verdad fue la intensidad y potencia de dichas versiones. La banda sonaba potente, con una pegada tremenda y con un notable aumento de la velocidad en algunos temas. «Good morning little schoolgirl» «Johnny B. Goode», «Boney moroney» o «It’s all over now», entre otras, sonaron aceleradímas, con más tintes de hard rock que de blues propiamente dicho. Contra todo pronóstico, el mismo Winter era capaz de seguir el ritmo infernal impuesto por su banda, mucho más intenso incluso que en los directos grabados durante los 70. ¿Pero cómo se lo hacía? Pues simplificando los solos. Ya no teníamos aquellas escalas polifónicas tan veloces de antaño. Digamos que dejó los licks más reconocibles de los solos para tocar así una versión más simple de ellos. Sin embargo, y dada la potencia de su banda, los temas se hicieron de lo más disfrutables.

    El concierto duró apenas una hora y cuarto, y el set-list fue el siguiente:

  1. Intro
  2. Hideaway
  3. Sugar coated love
  4. She likes to boogie real world
  5. Good morning little schoolgirl
  6. Get my mojo working
  7. Johnny B. Goode
  8. Blackjack
  9. I’m tore down
  10. Lone wolf
  11. Don’t take advantage of me
  12. Boney moroney
  13. It’s all over now
  14. Dust my broom
  15. Highway 61 revisited
 
     

    Tras finalizar el concierto, nos topamos con una grata sorpresa. Toda la banda al completo estuvo firmando autográfos y haciéndose fotos con todo el que quiso. La caravana de la banda (conducida por el mismo Paul Nelson) estaba situada en un pasaje cercano a la sala. Johnny Winter ya descansaba dentro, pero no le importaba para nada que la gente entrara. Teniendo en cuenta que un miembro de la organización velaba para que durante el concierto el que quisiera hiciera fotos pero siempre sin flash, resultaba curioso que el maestro se dejara hacer fotos con los fans, con flash y la cámara  a medio metro de distancia. Todo un gesto que le honra viniendo de una estrella como él.

    La actitud de Winter es loable. Si uno quiere ver un espectáculo que aune fuerza, entrega, técnica y feeling, el Johnny Winter actual ya no puede ofrecerlo (o sí, si vas a ver a su banda y no a él). El Johnny Winter del «Captured Live!», «Guitar Slinger» o «Let me in» ya no existe. El Johnny Winter actual es un anciano que carece de la técnica de antaño, pero su pasión por el blues y la magia que desprenden sus dedos sigue presente. Ya no es aquel shredder criticado por los suyos y que sin embargo deslumbraba a la parroquia metalera por su incansable virtuosismo. Pero lo que no hay duda es que Johnny Winter morirá en un escenario, porque es lo que quiere y es por lo que vive, por tocar una nota más y que esa nota llegue a todos sus espectadores. Esa es la magia de la música, la magia del blues y del rock. La verdad, no imagino a cientos de bandas clónicas de éxito actuales mantener esa actitud con casi setenta años.

    Y como siempre, unos bonustracks en forma de videotube grabados por un asistente.

PD: Las fotos en directo que ilustran el artículo, han sido extraidas de la web La Gazzettta di Rock.

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