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Crítica: Adrenaline Mob «Omertá»




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  • Artista:  Adrenaline Mob
  • Sello:     Century Media Records LTD.
  • Año:       2.012
  • Estilo:    Metal alternativo, nu metal, heavy metal, stone rock

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CALIFICACIÓN TÉCNICA

  • Nivel de técnica: 8/10
  • Velocidad: 7/10
  • Variedad de fraseo, recursos y técnicas: 7/10
  • Nivel de coñazo virtuosístico: 0/-10
  • Calidad producción (equilibrio en la mezcla, masterización, etc.): 8/10
  • Calidad presentación (carátula, libreto, etc…): 6/10
  • PUNTUACIÓN: 7,6/10

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CALIFICACIÓN MUSICAL

  • Calidad musical: 8/10
  • Nivel de feeling: 7/10
  • Posibilidad de escucharlo de un tirón: 10/10
  • Ganas de hacer “headbanging”: 10/10
  • PUNTUACIÓN: 8,75/10

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PUNTUACIÓN TOTAL: 8,2/10

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    Al igual que hicimos con Unisonic, también analizaremos hoy el trabajo en formato larga duración del supergrupo Adrenaline Mob tras haber hecho lo propio con su E.P.. Como pasa con Unisonic, la banda protagonista de esta entrada es uno de los supergrupos de este 2.012 y está formado por Mike Portnoy a la batería y la percusión, Russell Allen de Symphony X a las voces, Mike Orlando a la guitarra solista, Rich Ward a la guitarra rítimica y Paul DiLeo  al bajo. Estos dos últimos, pese a grabar ambos discos, ya no están en la banda, habiendo sido DiLeo sustituido por John Moyer de los Disturbed y Orlando pasando a ser el único guitarrista de la formación. Si queréis más datos biográficos, os remito a esta entrada en la cual analizamos el E.P. y hablamos de la banda. De esta manera vamos ya directamente a ver que nos ofrece este disco compuesto por once canciones y casi cincuenta minutos de duración.

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1.- Undaunted. Comenzamos con un riff de guitarra muy cañero, muy Pantera. El estribillo es algo más melódico y comercial, más a lo Nickelback. No obstante Russell Allen se muestra más duro que de costumbre. El pesado sonido del bajo tiene presencia, compleméntandose bien con las guitarras de WardOrlando, el cual toca un solo con mogollón de whammy y delay, como si fuera una especie de Tom Morello acelerado, acompañado de un Portnoy en estado de gracia. Bestial comienzo.

2.- Psychosane. Otro tema salvaje con Russell Allen en permanente modo heavy. Doble bombo continuo por parte de Mike Portnoy. La pareja de guitarristas tocando unas rítmicas durísimas sin la necesidad de emplear guitarras de siete cuerdas, y con la influencia evidente de Diamond Darrell, en especial por los armónicos pinchados que van sonando entre riff y riff. Habría que destacar el rápido solo de Orlando que termina con una vacilona línea tocada con talk-box.

3.- Indifferent. Llegamos al primer single del álbum y del cual se ha rodado un excelente videoclip que podéis ver a continuación. Si bien comenzamos con un ritmo eminentemente numetalero (que aparecerá en algunos momentos de la canción), enseguida cambiamos a una especie de stone rock moderno en el que se alternan pasajes tranquilos con otros más movidos. Si bien Allen no se muestra tan variado en registros como en otras ocasiones, canta de lo más expresivo. Uno de los temas más comerciales del disco sin perder por ello calidad.

4.- All on the line. Guitarra acústica y voz en plan semi country dan paso a la batería, bajo y teclados, en la que es la primera balada del disco. El cambio de registro quizás es demasiado abrupto respecto a los tres temas anteriores, y lo mejor habría sido haber metido un medio tempo antes de este tema. Al cabo de un rato entra como es habitual el grupo en modo rockero y durante toda la canción se alternarán los pasajes tranquilos con los más potentes. El solo de Mike Orlando es excelente, con mucha más fuerza de la que imaginaríamos para una composición así.

5.- Hit the wall. Comenzamos con un riff de guitarra y una compleja batería que acerca la composición más a terrenos progresivos que lo escuchado hasta ahora. Allen canta en el registro metalero que le conocíamos con muchos más matices que lo escuchado hasta el momento. El solo de Orlando es uno de los más acelerados de todos los del disco.

6.- Feelin’ me. Y seguimos en plan cañero. Guitarras rítmicas con pausas que permiten respirar sobre las que transita una batería con sonido muy brillante debido al uso de los platos y una voz mucho más grave, e incluso casi gutural. Tal vez la canción menos elaborada del disco pero con posibilidades de ser una auténtica mueve greñas en directo.

7.- Come undone. Aquí cambiamos radicalmente de estilo. El riff de guitarra acompañado de teclados y la manera de cantar de Allen nos remiten a ciertos clásicos del tecno pop de los 80, sólo que con guitarras potentes. Y no es para menos, ya que se trata de una sorprendente versión de Duran Duran. El grupo es acompañado a las voces por la siempre intensa Lizzy Hale de la banda Haelstrom. Pese a que pueda parecer un sacrílegio comparándola con la versión realizada de un tema de Black Sabbath en el E.P., es innegable que este «Come undone» ha acabado siendo uno de los mejores temas del disco. Además en algunos momentos Portnoy saca su vena virtuosa con multitud de adornos como solía tenernos acostumbrados.

8.- Believe me. Bajamos un poco de tempo pero no de intensidad. El toque Pantera sigue ahí, sobre todo con la entrada de Allen. No obstante, la canción ofrece una concesión a la comercialidad en los estribillos y en un solo muy melódico, acercándose en cierta manera a los temas más potentes y menos progresivos de los Symphony X. La mezcla y las partes de guitarra más tranquilas permiten que aflore el bajo de John Moyer, con un sonido muy grueso.

 9.- Down to the floor. Unas monótonas y machaconas guitarras y baterías inician una canción bastante diferente ya que se aleja del metal para acercase al stone rock. El estribillo es muy coreable y el solo de Orlando demuestra que no es sólo una bestia técnica sino que sabe conjugar melodía con carreras por el mástil. Otro tema de lo más radiable.

10.- Angel sky. Pasamos a la segunda balada que comienza con guitarras acústicas y un solo armonizado de lo más ochentero. Melodías reconocibles  y estribillo coreable en una composición que permite descansar el oído, pero que desgraciadamente no tiene nada de original. Una canción que pasa sin pena ni gloria y que no salva ni el excepcional solo de guitarra de Mike Orlando.

11.- Freight train. El sonido de una locomotora da paso a esa locomotora humana que es Mike Portnoy tocando una contundente línea con doble bombo a la que se une enseguida bajo y guitarras. La canción lo tiene todo: batería ultraheavy, ritmo pegadizo y machacón, estribillo coreable y uno de los solos de guitarra más rápidos que recordamos en los últimos tiempos. No es un solo muy creativo, pero el resto de la canción tampoco lo es. Sin duda es una de las menos elaboradas del disco pero a la vez (junto con «Feelin’ me») será una auténtica destroza cuellos en directo. No podíamos acabar mejor.

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    El disco ha resultado una sorpresa respecto a lo escuchado en el E.P. (de cinco canciones que contenía éste, cuatro se repiten). Estamos ante una muestra de metal moderno, stone rock y algo de nu metal. Definirlo como un álbum contundente sería una aproximación muy suave. Más bien es como golpearte repetidas veces la cabeza contra una pared y que encima lo acabes disfrutando. Repitiendo una opinión vertida en la crítica del E.P., decir que el que espere un despliegue de técnica y recursos por parte de Portnoy, mejor que escuche cualquiera de sus otros y numerosos proyectos. Sí que se nota su estilo progresivo en algún momento, pero… digamos que meter miles de adornos y cambios de ritmos sobre estas estructuras no habría quedado muy bien.

    Sobre Russell Allen, si bien le dimos un suspenso por lo escuchado en aquellos cinco temas, le damos el aprobado ahora. Cierto es que está heavy, muy heavy, pero su voz ahora presenta muchos más matices aunque sin llegar a los níveles vistos en Symphony X. Pero digamos, que su voz se adecua a la perfección a este contexto tan duro.

    John Moyer se ha visto beneficiado en la mezcla, ya que pese a que sus líneas no son excesivamente complejas, aporta un sonido y una digitación muy duras y ahora sí podemos escucharlo sin ningún esfuerzo. Y desde luego es un gustazo escuchar un bajo en un contexto de metal agresivo que haya sido subido generosamente en la mezcla.

    También en su día otorgamos un sobresaliente a Mike Orlando y volvemos a hacerlo. Deciamos que su estilo rítmico está influenciado por Diamond Darrell, pero eso era en aquellos cinco temas. En los nuevos no se aprecia tanta influencia. En cuanto a los solos, sigo pensando que parece de la escuela de Zakk Wylde, es decir, intensidad constante, da igual que el solo sea rápido o lento, Orlando los toca como si le fuera la vida en ello o si deseara reventar el mástil de su guitarra. Como en aquella ocasión, hemos detectado el gusto que tiene por tocar pentatónicas a velocidad de vértigo empleando generosas dosis de palm muting, pero en esta ocasión también hemos escuchado momentos de gran creatividad en los que hace un uso muy inteligente de whammys o delays. En definitiva, un guitarrista al cual seguir muy de cerca.


    Y hablando del disco, pues pese a referencias inevitables como la contundencia de Pantera o los estribillos rockeros y melódicos de Nickelback, suena a Adrenaline Mob. Esto es realmente meritorio dada la presencia de dos músicos tan carismáticos como son Allen y Portnoy. No hay muchos momentos que recuerden a Symphony X, y a Dream Theater aún menos. Las composiciones no cansan pese a la contundencia de muchos riffs, puesto que hay suficiente variedad entre todas ellas. Incluso algunas de las más bestias incluyen algún toque melódico o algún solo excelente que te deja descolocado. A nivel de sonido la producción ha sido muy buena. Pese a que no sonaban mal del todo los temas del E.P., la nueva remezcla les ha dotado de vida nueva, de mucho más brillo. Como se suele decir, «la potencia sin control no sirve de nada» y es así: los músicos han tocado con toda su fuerza, pero los ingenieros han realizado un trabajo fino dando una sonoridad cristalina al álbum.

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    También es meritoria la sensación de grupo unido y veterano, y eso que ya hemos criticado muchas veces el oportunismo de algunos músicos a la hora de formar un supergrupo y luego «si te he visto no me acuerdo». No tengo muy claro si «Omertá» va a tener continuación, pero no aparenta ser el primer disco del grupo, sino que parece pertenecer a una banda ya establecida.

    En conclusión, todos los posibles reparos transmitidos por el mini L.P. han desaparecido en esta ocasión, y los detalles prometedores que también tenía están presentes en casi todos los temas. Contundencia, agresividad, creatividad, melodías con el punto justo de comercialidad, ganas locas de hacer headbanging y solos de guitarra de infarto será lo que podáis escuchar y… ¿qué más se puede pedir? Sin duda que «Omertá» es el mejor disco de metal moderno del año y probablemente de los próximos años.

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