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Artista: Steve Vai
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Sello: Favored Nations Entertainment
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Año: 2.012
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Estilo: Hard rock, Heavy metal, fusión, rock progresivo, gospel
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CALIFICACIÓN TÉCNICA
- Velocidad: 7/10
- Variedad de fraseo, recursos y técnicas: 9/10
- Nivel de coñazo virtuosístico: -4/-10
- Calidad producción (equilibrio en la mezcla, masterización, etc.): 9/10
- Nivel resto de músicos: 9/10
- Calidad presentación (carátula, libreto, etc…): 9,5/10
- PUNTUACIÓN: 8,25/10
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CALIFICACIÓN MUSICAL
- Calidad musical: 8,5/10
- Nivel de feeling: 8/10
- Posibilidad de escucharlo de un tirón: 8/10
- Ganas de hacer “headbanging”: 7/10
- PUNTUACIÓN: 7,9/10
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PUNTUACIÓN TOTAL: 8,1/10
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Es evidente que esta nueva entrega de las aventuras del excéntrico guitarrista tenía que formar parte de las primeras críticas de esta nueva temporada (al final ha sido la tercera publicada). Steve Vai siempre está presente en la mente y los reproductores de música de gran parte de los aficionados a la guitarra de rock, pero no precisamente con material nuevo. Su última entrega con composiciones nuevas fue la edición en 2.007 del directo con orquesta “Sound theories. Vol. 1-2″, aunque en verdad se trataba de un concierto grabado varios años antes. Antes de ello tuvimos “Real illusions: reflections” en 2.005 y más antes todavía “Alive in an ultra world” en 2.001. Por tanto, al saber que a mediados de agosto saldría su nuevo álbum de estudio con temas nuevos, no pudimos más que emocionarnos ante la noticia. El disco ha sido presentado en una gira mundial que hace muy poquito nos ha visitado y que nos ha permitido comprobar de hasta qué punto han calado los nuevos temas entre la audiencia.
“The story of light”, editado bajo su propio sello Favored Nations, ha sido toda una sorpresa y todo un cúmulo de contradicciones: es de una escucha muy asequible pese a ser su trabajo más zappaniano, y a la vez es su trabajo menos guitarrístico pese a contener toneladas de solos y ritmos complejos tocados con guitarra eléctrica. Sin embargo, todo este cúmulo de contradicciones son los que hacen que tras dos o tres escuchas la cara de estupor se transforme en una sonrisa de satisfacción.
Este disco es la segunda parte de la trilogía conceptual empezada con «Real illusions: Reflections». En una entrevista concedida recientemente a la web Metal Symphony (enlace aquí), Steve Vai explicó que tiene en mente lo siguiente: «El objetivo es hacer un disco más, con el tiempo, que sea similar en perspectiva a “Real Illusions” y “The Story of Light”. Después el objetivo es coger estos tres discos y poner las canciones en el orden correcto, meter voz en muchas de las melodías, añadir otro disco de narrativa y poner música, para crear una cuadrilogía final, que sea más que una ópera, donde puedes seguir la historia desde el comienzo hasta el final de forma lineal.»
La versión que analizamos en la especial, consistente en CD, DVD y un libreto de 32 páginas con multitud de fotos, letras de las canciones y comentarios varios, todo ello en un precioso formato digibook.
A diferencia de otros trabajos en los que él mismo solía encargarse de tocar varios instrumentos y programar baterías, aquí se ha rodeado de un variopinto grupo de músicos, entre los que destacan Beberly McClellan a las voces, Deborah Henson-Conant al arpa, el Dream Theater Mike Mangini a la batería y sus habituales compañeros de aventuras Jeremy Colson a la batería y Dave Weirner a la guitarra rítmica, entre otros. Además vuelve a contar con los servicios de Philip Bynoe al bajo y Mike Keneally a los teclados.
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1.- The story of light. Primer corte del disco. Se inicia con un recitado en ruso a cargo de Julia Rainy May Vai. El tema es complejo y muy progresivo, con toques de new age, pero no duro ni arduo de escuchar. A ello ayuda el excelente piano que suena todo el rato a cargo de Dave Rosenthal. El solo de guitarra de Vai es excelente. Jeremy Colson está inmenso, tocando con sutileza y muchos matices, lejos de su ya conocido poderío heavy.
2.- Velorum. Vai no quiere que olvidemos que el hard rock y el metal corre por sus venas, así la canción comienza con unos toques progresivos muy agresivos cortesía de su guitarra de siete cuerdas. No obstante, la sorpresa no ha hecho más que comenzar, puesto que al poco se transforma en una delicada balada con colchón de guitarras acústicas y orquesta que va creciendo en intensidad, retomando el elemento metalero del principio en los estribillos hasta acabar con un enloquecido festival de escalas rápidas tocadas con sintetizador. Una canción ideal para ser llevada al directo.
3/4.- John the revelator / Book of the seven seals. Si bien estamos ante un mismo tema, la diferencia entre ambas partes ha hecho que por decisión estratégica haya sido dividida en dos pistas, pero nosotros haremos el análisis como si fuera una sola.
Sin duda este es uno de los temas más raros de toda la carrera de Steve Vai, y no por radical o experimental, sino por diferente. La primera parte es gospel, de hecho una versión de un clásico anónimo del género. Cuenta con una intensa interpretación vocal de Beverly McClellan pero lo más curisoso es el agresivo acompañamiento de Vai con su guitarra: una línea pesada, dura, muy metalera y que parece haber sido firmada por el mismísmo Diamond Darrell.
A mitad de canción cambiamos radicalmente de estilo y pasamos del gospel a una especie de alegre musical de Broadway. El trabajo vocal es notable, el mejor realizado por Vai hasta la fecha. Seguimos teniendo a Beverly y a Vai a las voces, pero se hacen acompañar por un coro de nueve cantantes. Vai nos deleita también con un dinámico solo de guitarra.
5.- Creamside sunset. Pasamos a la primera balada del disco. Melodía intimista, un uso creativo de la palanca de vibrato y una batería tranquila que poco a poco va introduciendo diferentes matices, dan forma a un excelente tema. La sensación de rareza que provoca la interpretación guitarrística recuerda a ciertos pasajes del antiguo y experimental «Flex-Able».
6.- Gravity storm. Nos encontramos ahora ante el primer single del disco y que salió como adelanto semanas antes del lanzamiento. Todo el tema respira aroma a Hendrix, con un groove hard rockero crudo y machacón, aunque aderezado con un sonido de teclado pseudo electrónico bastante extraño. Lo más curioso del caso es el engaño al oído al que nos somete el guitarrista durante todo el tema, puesto que el riff principal contiene notas estiradas hasta llegar a una desafinación controlada que incluso para el oído más entrenado parecerían tocadas usando palanca de vibrato. Nada más lejos de la realidad, puesto que como Vai ha demostrado en algunos videos, son todo bendings realizados con la mano izquierda.
Ya sabemos que Vai siempre ha tenido una excelente técnica de vibrato y bendings, pero nunca le habíamos oído llevarla a ese nivel.
7.- Mullach a’ tSí. Segunda balada del disco y adaptación de una tradicional nana irlandesa en la que destaca el arpa de Deborah Henson-Conant. Es imposible no encontrarle similitudes estilísticas con «Whispering of a prayer» (aunque aquella intentaba mostrarnos música china y aquí nos vamos a terrenos de folk celta), pero el juego de tocar con dedos, usar sustainer y pedal de volumen y rozar por momentos el acople es muy similar. Además del arpa, acompañan guitarras acústicas y unas sutiles percusiones. No llega al nivel de la citada canción, pero no por ello deja de ser una balada preciosa.
Por otra parte, se agradece algo de sencillez de vez en cuando.
8.- The moon and I. Este tema ya apareció el año pasado dentro del proyecto VaiTunes (puedes escucharlos picando aquí y aquí), o sea, temas inéditos y nuevos que servirían para calmar las ansias de nuevos trabajos y que sólo podían conseguirse a través de ITunes. Fue grabado en Atenas durante unas pruebas de sonido y cuenta con la batería de Mike Mangini. Es sin duda uno de los temas más místicos y espirituales que nunca haya grabado Vai pese a su sencillez. Consta de una batería minimalista (que de hecho parece caja de ritmos), acompañamientos sutiles de guitarra en plan oriental a cargo de Dave Weirner, sintetizador de Mike Keneally y una repetitiva linea de bajo de Philip Bynoe. Comienza con un solo de guitarra con muy poca distorsión, luego pasa Vai a cantarnos la historia de su psicodélico romance con la Luna y luego pasamos a un largo solo de cinco minutos en el que pone a prueba toda su técnica a las seis cuerdas.
El tema tiene todas las papeletas para aburrir, y sin embargo te envuelve con ese aura mística. Por cierto, recomiendo ver el siguiente video en 720p, a pantalla completa (panorámica si puede ser) y con las luces apagadas.
9.- Weeping china doll. Nuevamente otra balada, o más que balada medio tempo, puesto que la sonoridad heavy y la intensidad no son propias de una balada. La canción va in crescendo tanto en intensidad como en dramatismo, pero no consigue emocionar como otras composiciones del californiano. Pese a todo se agradece el solo de guitarra tan rockero y agresivo que nos entrega, sin recurrir a sus habituales paranoias, recordando por momentos a Zakk Wylde.
10.- Racing the world. Vai retoma esos temas frescos, sencillos, directos y «satrianescos» con que nos ha deleitado en más de una ocasión. Podríamos establecer un símil con las películas «palomiteras» de puro entretenimiento. El tema es sencillo y no contiene más que una melodía agradable y un solo virtuoso pero ajustado en su duración. Pese a que no sea una canción que se recuerde por su elevada elaboración, su escucha no se hace pesada y consigue transmitir un buen rollo tremendo. Quizás por eso Steve Vai ha decidido abrir los conciertos de su gira con ella.
11.- No more Amsterdam. Llegamos a la parte final del disco. Balada acústica en la que Vai canta a dúo con Aimee Mann. Vai demuestra que con los años ha ganado como cantante, puesto que aquí lo hace con bastante sensibilidad, y es que las armonías junto a Aimee son preciosas. A destacar también la batería de Colson y el magistral acompañamiento al bajo de Bynoe. Melancolía, el clásico sonido oriental de las rítmicas acústicas de Vai y excelentes líneas vocales nos hacen recordar de nuevo al Steve Vai de su época «Flex-Able» e incluso al Frank Zappa más relajado.
11.- Sunsine electric raindrops. Y esto se acaba. «The story of light» lo hace con un corte que se parece mucho al «Racing the world« en cuanto a idea. No obstante, la inclusión de teclados más destacados, sección de viento y el sorprendente aire a hard rock y A.O.R. americano ochentero hacen que se vea como una canción más trabajada a nivel de composición. Pese a todo, la sencillez de las líneas melódicas deja también una agradable sensación de buen rollo.
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El digibook se complementa con el DVD mencionado al principio. En él podemos ver casi una hora de entrevistas a Vai, en las que con cierto sentido de humor analiza todos los temas del disco. Además contiene el making off de una sesión de fotos junto a Zakk Wylde, la presentación de su nuevo (e impresionante) estudio de grabación así como tomas falsas.
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El disco cuesta de entrar como todos los grandes discos; y en el caso de quien nos ocupa hoy no podía ser menos. Necesita de varias escuchas para captar todo su potencial. El anterior «Real illusions: Reflections» era un disco más denso y duro de escuchar, pero sin embargo, con la distancia, da la sensación de mayor unidad estilística entre los diferentes temas que lo componen. Es decir, da la sensación de ser el disco conceptual que en verdad es. Este «The story of light», debido a la variedad de temas, ambientes y sonoridades no da esa sensación de disco conceptual. Pero también es cierto que ya que la mayoría de temas son instrumentales, el aficionado medio no captará qué se nos está intentando vender con eso de la trilogía conceptual. Muy probablemente haya que esperar al cuarto álbum con ese añadido de narradores que Vai explica al comienzo de este artículo para poder captarlo.
Como he comentado antes, el disco tiene mucho de Zappa, pero del Zappa más alegre y menos cansino. Las partes de guitarra son virtuosas, pero ha conseguido que tampoco sean cansinas. Es decir, Vai quizás por fin ha conseguido lo que buscaba desde hace tanto tiempo: llegar a un público muy amplio sin necesidad de meterse en la dinámica de una banda («Sex & Religion») o simplificar las composiciones en aras de un heavy metal crudo y directo («Alien love secrets»), y lo ha conseguido mirando al pasado y siendo tan raro y virtuoso como siempre pero de una manera mucho más accesible.
Sólo espero no tener que esperar casi otra década para disfrutar de un nuevo disco de estudio de este maestro.
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TEXTO: Albert Sanz
FOTOS: Albert Sanz y web oficial
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