Xperience Live!: Barcelona Metal Fest (6/07/2.014)

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    Mucho tiempo ha tenido que pasar para que Barcelona vuelva a tener un festival de heavy metal. Tras la exitosa inauguración del Sonisphere en 2.009, la segunda edición fue trasladada a Getafe. En 2.013 volvimos a tener otra, que este año no se ha repetido. Sin embargo, nadie se esperaba que se cumpliera ese refrán español que dice «si quieres caldo, toma dos tazas». En este caso han sido tres, puesto que de una forma seguida hemos tenido el Rock Fest BCN, el Barcelona Metal Fest y el Be Prog! My Friend (que aunque orientado al rock progresivo, también tuvo su dosis de potencia metalera).

    La potente promotora Doctor Music ha creado un festival con voluntad de permanencia. Que lo consigan es otra cosa, ya que hace algo más de una década tuvimos un impresionante Doctor Music Day encabezado por Metallica, junto a Stone Sour y Evanescence, entre otros, que no tuvo continuación. No obstante, pase lo que pase en el futuro, no es menos cierto que en lo musical, ha sido un acierto encarar este festival hacia un lado más moderno, más sinfónico o gótico. Y es que si uno mira la programación de cualquier festival de verano europeo, verá nombres que se repiten año tras año y siempre dentro de una propuesta de heavy muy clásico. El Barcelona Metal Fest parte con otra intención y es algo de agradecer.

    Así que con ganas de pasarlo bien y frescos como una lechuga ya que no habíamos asistido al Rock Fest BCN (podía adivinarse entre el público a los que sí habían asistido y llevaban más de cuarenta y ocho horas en pie), nos personamos en el recinto del Poble Espanyol, lugar entrañable y hermoso y dotado de la mejor acústica en cuanto a recintos al aire libre que tenemos en esta ciudad.
El asunto comenzó mal. Una hora de retraso y aún se podían escuchar las pruebas de sonido. Sin embargo, tras entrar por la puerta de acceso de prensa, con lo cual accedes al recinto al final del todo y toparnos con esta imagen, todo atisbo de cabreo desapareció.

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     A los tarraconenses Ankor les correspondió la normalmente ingrata tarea de abrir un festival. Sin embargo, al tratarse de una localización más pequeña que un Fórum, la hora de retraso que permitió que entrase mucha más gente que si hubiese sido puntual y las ganas que tenía el público de escuchar metal, hizo muchos se agolparan delante del escenario.

 

    También debo reseñar la sorpresa que me supuso ver una gran cantidad de camisetas del grupo con personas dentro.

    Ankor presentaban nuevo álbum —«Last song For Venus»— y nueva cantante, Jessie Williams, la cual no se mostró tímida en ningún momento (o no lo parecía al menos). Aunque esto fue extrapolable al resto del grupo, puesto que salieron todos con ganas de comerse el mundo, pasarlo bien y hacer disfrutar a los asistentes.

 

    Practicando una mezcla de metalcore, nu metal y punk, Ankor dejaron el listón muy alto con temas de calidad como «The dark passenger», «Last song for Venus», «I’ll fight for you» o «Winner horse» (con la aparición de un «hombre caballo» que divirtió al personal presente), interpretados con rabia, fuerza y un sonido perfecto, y que en las comparaciones con las bandas grandes del festival salieron bien parados (hasta el punto de ser casi la segunda mejor banda del festival).

    Destacaría el tema vocal, y es que a la expresividad y sensibilidad de Jessie se unen los guturales del bajista Julio López y la voz rockera del guitarrista David Romeu, lo cual logra unos contrastes vocales muy interesantes. Respecto a Jessie, decir que se engloba dentro de la corriente actual de cantantes de rock con una tesitura dulce que las hace aptas también para el pop, tipo Patricia Tapia, por ejemplo. Lo que quizás sería un rasgo diferenciador, es que ella aporta una dosis de rabia y mala leche en forma de gritos e intentos de cantar guturalmente algunos estribillos, lo cual no es nada habitual.
Dada su juventud, el margen de mejora es muy grande, por lo cual cabe la posibilidad de que estemos ante una Angela Gossow en potencia.

    Y en cuanto a temas negativos, tan solo pondría una pega y además extramusical al look de Jessie. Teniendo en cuenta lo fotogénica que es la chica (tanto en estudio como en las fotos que le hice en el concierto, y disto mucho de ser un fotógrafo profesional, sale preciosa), ese look «grunge tiradilla» no le pega nada. Como la mayoría de sus compañeros de grupo ya cumplen el rol de rudos machotes metaleros, a ella le hubiese quedado mejor un estilismo más sofisticado, más gótico, a lo Sharon den Adel, por ejemplo.

 

    Resumiendo: sorprendente e impactante actuación.

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Jamás habría podido imaginar encontrarme una figura del Super Androide C-13 de Dragon Ball Z en un festival de heavy metal.

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    A toda prisa, los miembros de la organización cambiaron de backline y prepararon el escenario para InMune,  los cuales salieron con un montaje muy austero —comenzando por el dibujo de la pantalla gigante del fondo, ahora reducido a su logo—. Liderados por el carismático Morti, también vocalista de la banda de culto El Fantástico Hombre Bala, nos ofrecieron una ración de metal gótico, medios tempos, letras profundas y unos «speeches» filosóficos entre canción y canción que no siempre eran entendidos por el público.
Y es que las composiciones de InMune juegan con texturas y ambientes, pero están orientadas al 100% a que destaque la voz de Morti. El problema o virtud de este hombre estriba en el personaje que ha creado. Con una voz que recuerda a una mezcla entre Pete Steele y Enrique Bunbury y una manera de moverse, gesticular y dirigirse al público que parece decir en todo momento «joder, qué interesante y profundo soy, ¡admirádme!»,  concentra todo el interés y atención del público, dejando a los otros miembros del grupo como meros acompañantes (a lo cual contribuye la actitud estática de casi todos ellos).
Personalmente diré yo soy unos de los que no les acabó de gustar ese personaje. ¡Ojo!, antes de la trolleada de turno de fans ofendidos, decir que hablo del personaje, no de la persona ni del compositor ni del letrista.

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    De todas formas, como aquella aldea de galos que resistían las embestidas de los romanos tebeo tras tebeo, un elemento diferenciador insistía una y otra vez en querer servir de contrapunto a la sobriedad del grupo: estoy hablando de Micky Vega, amigo de este programa, peazo de músico y guitarrista en formaciones como Four Monkeys o Tao, que no paraba de botar y sonreír tema tras tema e interaccionando con la audiencia a base de actitud rockera… oh yeaah!

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    Y siguiendo con temas pajillero-guitarrísticos, cualquier aficionado a las seis cuerdas con un mínimo de sensibilidad debió de emocionarse al ver el pase de modelos Paul Reed Smith del otro guitarrista, Paulo, entre las que destacaría la roja y la verde (ésta última a mi me puso berraco perdido).

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    Temas como «El tiempo no existe», «Levitar», «Ilumíname» y «Bucle mental» fueron coreados por una parte del público, demostrando que había bastantes fans suyos, y que pudieron disfrutar de un sonido potente y nítido, quizás el mejor de la velada.

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    La organización tomó nota de la hora de retraso, puesto que para la siguiente actuación, con diligencia y velocidad —y sin restar tiempo a ninguna banda—, ya habían conseguido arañar quince minutos a esa hora, por lo que Sôber aparecieron sólo tres cuartos de hora más tarde lo previsto.

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     Era el momento de que el BMF comenzara a sacar la artillería pesada, y también se notaba ya el incremento de espectadores (sí, esa puñetera costumbre que tienen muchos barceloneses de pasar totalmente del telonero). Así pues, salieron Sôber a escena, con una puesta en escena igual de sobria que la de InMune, pero con la potencia y carisma que otorga el ser unas superestrellas del metal, lo cual hacía que no tuviera importancia ese detalle, puesto que cada nota permitía vibrar a todos y cada uno de los asistentes.

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    Sôber tienen una virtud de vital importancia en estos tiempos: son todo un seguro de vida, es difícil que hagan un mal concierto (lo cual para los promotores es apostar a un caballo ganador); pero a la vez, esa fiabilidad se traduce en conciertos un tanto previsibles y sin sorpresas.

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    Comenzando con «Sombras», el público comenzó a saltar y cantar junto al carismático Carlos Escobedo todas las letras. La pareja de guitarristas Jorge Escobedo y Antonio Bernardini también supieron meterse al público en el bolsillo y Manu Reyes, cuarto baterista que entra en la banda en toda su historia, y sustituto del querido y fallecido Alberto Madrid, fue aceptado por los asistentes gracias a su virtuosismo y contundencia (el mejor músico en este apartado de todos los que pasaron por el festival).

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    «Eternidad»,   «Arrepentido»,  «La Araña» o «Loco» volvieron —valga la redundancia— loco a todo el mundo, por lo que ya empezaron a verse los primeros pogos en las primeras filas. Los músicos, muy animados en todo momento, demostraron sentirse frescos y con energías renovadas tras varios años de retiro, y también que han superado, al menos de cara a la galería, la pérdida su anterior baterista.

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    Lo dicho, con Sôber no caben las sorpresas pero tampoco los desengaños, y su concierto fue bestial.

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    Bien entrada la noche, llegaba la hora de las estrellas extranjeras. Paradise Lost, banda de culto sin duda, era uno de los principales reclamos, sin embargo, contra todo pronóstico, fueron la gran decepción del festival. Y un servidor puede tener una opinión equivocada, pero en el grupo de FaceBook del BMF durante los días posteriores pudieron leerse cientos de críticas a su actuación.

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    Yo siempre he sido un defensor de esta banda, desde sus inicios haciendo doom gutural hasta cuando aun manteniéndose en el doom, abrieron su estilo a un sonido más asequible (y encontrándonos con que Nick Holmes al cantar «normal» se parecía muchísimo a James Hetfield). Es más, incluso me siguieron gustando hasta cuando empezaron a investigar con sintetizadores y acabaron pareciéndose más a Depeche Mode que a un grupo de metal.
Y además, no puedo olvidar que uno de los fundadores es ese interesante solista zurdo llamado Greg Mackintosh. Pues con todo eso y con el hecho de que por una u otra razón nunca los había visto en directo, mi «hype» estaba por las nubes. Y si encima tocan un set-list impresionante con joyas de la talla de «Mortals watch the day enchantment», «Tragic idol«, «Gothic», «Faith divides us / Death unites us» o «Never for the damned» nada podía fallar… ¿Nada? Pues falló todo. El sonido fue bastante desastroso, en especial con una voz que iba y venía. Por su parte, Holmes estaba en un estado de forma muy lamentable, puesto que en los momentos en que se escuchaba bien la pista de voz, se le veía muy forzado. La pantalla apagada sin tan siquiera mostrar el logo del grupo. La iluminación triste, en colores azules, rojizos y blancos y dejando en penumbra a la banda en muchas ocasiones. Precisamente la peor combinación de colores a la hora de hacer una foto. Para colmo el grupo estuvo totalmente estático. Ni tan siquiera lo pudo salvar el guiño al pasado con «Gothic» y un Nick Holmes intentando cantar de forma gutural con discretos resultados.

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    Los muy fans del grupo argumentan que la iluminación y lo estático de sus miembros contribuye a enfatizar el ambiente etéreo de sus composiciones. Genial. Yo para ver eso me quedo en casa y me pongo a escuchar mi copia del «Gothic» en vinilo.

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    Aburrido. Muy aburrido.

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    Y ahora sí, bien cerca de las doce de la noche y con un cambio de backline más largo que el resto —aún así mantuvieron los tres cuartos de hora de retraso— salieron a escena los Within Temptation, príncipes del metal gótico/sinfónico y serios aspirantes al título que aún ostentan los Nightwish.

Los holandeses tuvieron una puesta en escena fantástica, que contrastaba poderosamente con la aburrida sobriedad de los Paradise Lost. Dos largas tarimas traseras para que los miembros del grupo subieran y bajaran, y la gigantesca pantalla de video que no dejaba de proyectar escenas de sus videoclips o videos creados expresamente para esta gira.

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    De todas formas el mal rollo vivido con los anteriores parecía que se repetía: Sharon den Adel comenzó muy floja, como perdida, con una voz falta de fuerza y una actitud fría. Sin embargo, sólo necesitó de tres canciones para (arropada por una banda excepcional) crecerse y meterse de lleno en el concierto. Todo el mundo tiene un mal día, pero por fortuna, la diva no tuvo un mal día sino solo un mal cuarto de hora.

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    Como he dicho, los músicos estuvieron excepcionales, destacando un Ruud Jolie que desbordando simpatía y cercanía con el público, en algunos momentos logró eclipsar a den Adel.

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    El set-list fue excelente, con temazos de la talla de «Let us burny paradise (What about us?)» , «Angels», «The cross», «Iron» o  «In the middle of the night».
El espectáculo multimedia fue impactante, puesto que aunque la pantalla no era de alta definición, su enorme tamaño permitía ver a la perfección las imágenes. Un detalle muy importante, fue la presencia virtual de famosos. Los fans teníamos la duda de cómo se lo haría den Adel para sustituir a artistas tan dispares como Howard Jones, Keith Caputo, el rapero Xzibit o la reina del género, Tarja Turunen. Y no, no los sustituyó, todo lo contrario: calló y dejó cantar a los invitados que hicieron acto de presencia virtual a través de los altavoces y la pantalla de video. Muy buen detalle.

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    La sección de bises también estuvo de lo más interesante, con «What have you done», «Ice queen» y una curiosa versión del «Summertime sadness» de Lana del Rey.

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    Sin desmerecer a Ankor y Sôber, que para mi compartieron el segundo puesto en este festival, Within Temptation demostraron porqué están donde están, y porqué fueron los cabezas de cartel. Pese al comienzo dubitativo de la vocalista, el resto fue perfecto. Un grupo entregado, un sonido muy bueno (aunque les doy a InMune la victoria en este aspecto), un espectáculo multimedia espectacular y un set-list realmente perfecto para botar sin parar.

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    El Barcelona Metal Fest ha sido un acierto en términos de orientación musical. Cuando todos los festivales de heavy metal tienden a tirar de clichés rancios, Doctor Music opta por un festival breve (lo cual lo agradecen las piernas), con amplia representación nacional y en un estilo no tan habitual pero con muchos fans. Lástima que la gente no lo apoyara en su justa medida. Pero mejor una imagen que mil palabras:

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EEEEEso era el concierto de Within Temptation. Siendo muy generoso, diría que hubieron 3.000 personas. Vamos, bien apretados habríamos cabido en Razzmatazz 1. Debido a la puesta en marcha del canon AEDE no puedo mencionar al medio de amplia tirada nacional que mencionó el «lleno absoluto del recinto del Poble Espanyol» (y de hecho, mis neuronas han preferido olvidar qué medio fue).
Observando la foto podemos hablar de fracaso. Sin embargo creo que las razones fueron bien claras:

• Se realizó en domingo. Sí, sería julio, pero mucha gente aún trabajaba el lunes. Y Within Temptation aún habiendo sido puntuales, habrían terminado tarde.
• Se realizó el día siguiente de los dos días del Rock Fest BCN, el otro gran festival de heavy metal que se ha realizado este año en Barcelona.
• Una semana después tendría lugar el Be Prog! My Friend, festival de corte progresivo pero con contenido metalero que podría gustar a los asistentes al BMF.

   Así que con estas razones, ni el atractivo del cartel ni el asequible precio podrían haber logrado un «sold out». He escuchado muchas críticas a la decisión de la organización a la hora de elegir el día, pero lanzo una pregunta a modo de reflexión: ¿de verdad alguien puede creer que una promotora va a querer montar a propósito un festival justo en el mismo mes en el que se van a celebrar dos de características similares en la misma ciudad, y no sólo en el mismo mes, sino en la misma semana? Pues eso. La única razón debió ser la de cuadrar agendas con los grupos. No hay otra. Seguro que Doctor Music habría preferido hacerlo en otra fecha.

    Y dicho esto, aquí acaba la crónica de una excelente propuesta. Solo pegaría un tirón de orejas al hecho de que no hubiera stand de merchandising: el logo del festival sobre una camiseta negra quedaría fabuloso. Resulta curioso que solo hubiera uno, el de la banda Ankor, y bien completo además —estaba toda su discografía y diferentes elementos de merchandising—.

    Espero poder repetir crónica el año que viene.

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TEXTO Y FOTOS: Albert Sanz

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