Albert Arias, ex guitarrista de los míticos Bruque, presentó en directo su nuevo proyecto ante una numerosa audiencia.
La banda demostró calidad y solvencia sobre el escenario, pese a ser su debut, y en la cual destacó el carisma de su frontman, el cantante Abel Segura.
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Este mes de noviembre he podido asistir a la puesta de largo de Hijos de Caín, el nuevo proyecto del veterano guitarrista Albert Arias, bien conocido y querido por la parroquía metalera al haber sido integrante de la mítica banda Bruque.
Hijos de Caín como formación ya existía desde 2.009, pero lo suyo era, como evidencia su nombre, un tributo a Barón Rojo. Sin embargo, durante este tiempo, Arias junto al vocalista Albert Segura comenzaron a componer temas propios, y tras una buena aceptación en algunos conciertos, decidieron tirar para adelante haciendo que Hijos de Caín se convirtiera en una banda «de verdad» con material propio.
De ese deseo nació «Mundo sin tiempo», una oda al metal más clásico ochentero español. Para algunos podrá parecer un trabajo viejo y rancio, en especial por el aporte vocal del cantante Abel Segura, que pese a tener una gran técnica y un carisma fuera de toda duda, parece anclado en los 80, pero también es cierto que a día de hoy, con tantas fusiones y subgéneros, es casi imposible escuchar un álbum de heavy metal puro tal y como se concebía en sus inicios, y «Mundo sin tiempo» viene a satisfacer a los necesitados de sonidos más clásicos.
El lugar elegido fue el Espai Musical La Bàscula, local muy bien equipado pero que no está en el centro de Barcelona, ni mucho menos, y el día 5 de noviembre, sin lugar a dudas el peor día del año para que una banda hiciera su debut. Y es que esa noche se juntaron en Barcelona hasta diez conciertos de rock y metal de bandas de todo tipo, encabezadas por Alter Bridge con los legendarios Living Colour como teloneros. Sin embargo, tal y como me comentó Pedro L. López, el teclista: «era ese día o a saber cuándo». Así que para allí que fuimos servidor y nuestro flamante nuevo fichaje, el fotógrafo Juan José Cañuelo. Y la grata sorpresa fue encontrarnos con más de un centenar de asistentes al concierto, que corearon todas y cada una de las canciones como si estuvieran delante de una banda que llevase tiempo.
Antes de comenzar, debo mencionar el simpático detalle de las entradas del concierto, con forma y tamaño de CD y los datos del concierto, tal y como podéis ver en la foto con que se abre esta crónica. Un detalle de calidad que en mi larga vida como asistente a conciertos no había visto jamás, y que además permite guardarla dentro del estuche junto al disco y no perderla.
Gracias a quien tuviera la idea.
La noche se inició con la actuación de otra banda local, Regain, que animaron al público que iba llegando haciendo versiones de clásicos del metal. No lo hicieron del todo mal, pero entre que, como ellos mismos afirmaron, se han creado a partir de los restos de otras formaciones y llevan poco tiempo juntos, el sonido, que hacía que la voz sonara sin fuerza, la guitarra solista sonara muy aguda y chillona y la rítmica no existiera, y lo comprometido de algunas de las versiones (como «Stand and shout!» de Jeff Scott Soto y Miles Kennedy, de la banda sonora de la película «Rockstar» y en la cual el vocalista no realizó el berrido-falsete central), dio lugar a una actuación irregular.
No es nada que no pueda solventarse con más ensayo y rodaje en directo. Al menos le pusieron ganas y calentaron el ambiente con una lista de versiones de lo más diversa y entretenida, lo cual es mucho.
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Una vez finalizado el concierto de Regain y tras un rápido cambio de backline, aparecieron los Hijos de Caín sobre el escenario. Llamaba la atención la enorme lona con el logo del grupo pero aún más el numeroso equipo técnico que llevaban, y que se identificaban fácilmente por lucir la camiseta de la banda en color rojo. También, por supuesto, llamó la atención la eterna melena plateada de Albert Arias, el cual en cuanto apareció sobre el escenario se llevó una gran ovación.
Abel Segura a las voces, Albert Arias a las guitarras y las nuevas incorporaciones —que no grabaron el álbum—, Jordi Vera al bajo, Willy L. Aguado a la batería y Pedro L. López a los teclados, comenzaron a descargar toda la caña posible ante una audiencia ávida de metal clásico.
Como era previsible, tocaron el álbum al completo pero en diferente orden, con la adición de una versión inesperada, un breve solo de guitarra de Arias y dos temas inéditos que estarán incluidos en el próximo disco.
Así de este modo, comenzaron con «Midas», una composición muy clásica (creo que este término va a salir demasiadas veces en la crónica), con regusto a Barón Rojo e Iron Maiden.
«Serpientes», con su potente intro a base de batería y guitarra y uno de los estribillos más coreables de todo el álbum consiguieron que algunos de los presentes comenzaran a hacer headbanging. La banda sonaba compacta, aunque Pedro y Willy se mostraban muy estáticos y sin comunicación con el público, todo lo contrario que el dúo Segura–Abel, que captaban toda la atención.
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El concierto siguió con «Un trago más», una elaborada composición con unos cambios de ritmo y ambientes muy inesperados, y en la cual hubo bastante lucimiento para Pedro a los teclados y para Albert, que ejecutó un solo de guitarra breve pero con toques neoclásicos.
Tras esta canción vino otra descarga con la acelerada y casi power metalera «El beso de Judas» y de ahí pasamos a un tema inédito llamado «Pompeya». A estas alturas ya quedaba claro que parte del carisma escénico de Abel estaba en su habilidad para explicar la historia de la canción que iba a venir a continuación, haciendo que se viera con otros ojos. «Pompeya» además permitió disfrutar de lo muy estudiado que tiene Albert su sonido en directo, porque sonó de fábula.
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«Fugaz», con su bonita intro de teclado puso el toque más tranquilo, ya que durante una buena parte de su duración es una balada, hasta que luego cambia a un metal más rápido y potente pero sin perder el tono melancólico del comienzo. Y a continuación vendría la sensacional «Las puertas del Infierno», una composición más diferente ya que los riffs de guitarra y la estructura tienen un aire de hard rock americano y no de metal clásico español como el resto de temas.
«Eres como un animal» fue el segundo corte inédito en sonar y que vino acompañado por la versión inesperada que comenté antes: «Embrujada» de Tino Casal. Sensacional, potente, con garra, con un arreglo metalero excelente y un Abel que hizo suya la letra.
Excepcional versión que confío en que puedan incluirla en el próximo álbum.
Después de alucinar con el homenaje al señor Casal, vino la recta final del concierto, con el triste medio tempo «Sólo un rumor», el corte que da título al disco, «Mundo sin tiempo» y que tiene un curioso aire folkie por su gran contenido acústico, la potente «Nunca» y por supuesto, el single «Soy lo que ves», que fue el tema más coreado de la noche.
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Tengo que admitir que disfruté mucho del concierto. Los temas ganan en directo y no sólo por las tablas y experiencia de los músicos (inclusive un Pedro L. López cuya creatividad en la actualidad está enfocada a la literatura de terror), sino por tres motivos.
El primero es que Albert Arias, aunque pueda parecer un guitarrista anclado en el clasicismo de épocas anteriores, rara vez falla en concierto, siendo todo un seguro de vida para el asistente. Además del sonido tan personal y trabajado que consigue extraer de su guitarra y su pedalera.
El segundo motivo estribaría en la forma de cantar de Abel Segura. En disco suena muy clásico. Esto es una obviedad teniendo en cuenta de qué tipo de música hablamos, pero es que no suena clásico, suena en exceso clásico, y en especial, cuando canta más agudo o realiza ciertas inflexiones, parece que estemos ante un cantante que se ha quedado anclado en los 80 sin haber evolucionado un ápice. Aunque esto no deja de ser una opinión personal, puesto que lo que hace lo hace de maravilla, con expresividad y una técnica notable, lo cual significa que lo que para mi no entra en mis gustos, puede ser oro puro para otro tipo de fan.
En cualquier caso, no vi este estilo hiperclásico en el directo y me encontré con un Abel Segura que sin perder el toque que tiene en el disco, sonaba más moderno y variado.
Y por último, como tercer motivo para haber disfrutado tanto, está el asunto de los teclados, ya que los temas han ganado en complejidad con la incorporación del sintetizador Roland y el órgano Hammond de Pedro L. López, aportando un acompañamiento en ocasiones épico y que ayuda a enfatizar el mensaje de las letras. Si Hijos de Caín tienen éxito y continuidad, sería interesante poder escuchar en un futuro una regrabación de este «Mundo sin tiempo» con el aporte de Pedro.
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En cuanto a asuntos técnicos, la iluminación fue justita, pero no estábamos en una sala de altos vuelos ni la música requería de un juego de luces espectacular. El sonido por su parte fue bueno y superior a la media de los conciertos de rock y metal que se realizan en Barcelona, pero no alcanzó un nivel superior al escucharse tanto la voz como los teclados algo bajos en la mezcla. Se podían escuchar y disfrutar, pero, en especial en los teclados, no se escucharon todos los matices aportados por Pedro.
Otra pega estaría en lo estáticos y poco comunicativos que se mostraron Pedro y Willy, aunque éste consiguió soltarse la melena a última hora. Pero no es nada que un poco más de rodaje no pueda conseguir.
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En definitiva, Hijos de Caín, aún siendo una banda «novata» —si obviamos su pasado como banda tributo— parte de salida con una gran ventaja, y es la veteranía de sus miembros y el profundo conocimiento del terrero que pisan. Además, es una formación liderada por Albert Arias y Abel Segura, dos músicos con enorme carisma y en el caso de éste último, una calidad y un magnetismo como frontman más que evidente. Por tanto, su futuro está más que asegurado… no, no puedo asegurar eso ya que estamos en un país y en un momento en que es casi imposible salir adelante haciendo casi cualquier estilo de música, pero qué duda cabe de que si hay esperanza para las bandas emergentes de heavy y rock en España de poder tirar para adelante, Hijos de Caín está en las primeras posiciones para hacerse un hueco y codearse con la élite.
Tiempo al tiempo.
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TEXTO: Albert Sanz
FOTOS: Juan José Cañuelo
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