La gira G3 de este año visitó España de nuevo tras casi quince años.
En esta edición europea, el ex Scorpion, Uli Jon Roth, sustituyó al hacha de Def Leppard, Phil Collen.
.
.
Introducción
.
Catorce años hemos tenido que esperar para que a algún promotor se le ocurriera mover al proyecto G3 por España. Ya sabemos que el mundo de la guitarra de metal instrumental no genera excesivos beneficios y que si hablamos más concretamente de Barcelona, sólo Vai, Satriani y Animals as Leaders son capaces de convocar a 1.000 personas, siendo para parte del resto de guitarristas, por más leyenda que tengan encima, una cifra algo superior a la anterior pero restándole un 0. Así que sí, es cierto que este género no es de grandes audiencias, pero el G3 está liderado por Vai y Satch, que forman parte de ese trío de éxito y John Petrucci, sustituto ocasional de Vai, es todo un peso pesado en el panorama del metal, siendo miembro fundador de la banda más grande en cuestiones progresivas, como son Dream Theater.
Así que con todo lo dicho, sigue siendo incomprensible que en casi tres lustros, ninguna de las versiones del G3 haya venido a España.
Y como no podía ser de otra forma, Guitar Experience estuvo presente este pasado siete de abril para cubrir el que probablemente sea el evento guitarrístico del año en nuestro país, encabezado por nuestro buen amigo Joe Satriani y que cada cierto tiempo reúne a otras dos hachas de la guitarra para ofrecer a su público todo un aquelarre virtuosístico dedicado casi exclusivamente a la pasión por la escucha de este instrumento como elemento conductor, la guitarra eléctrica, que tanto ha dado de sí durante décadas desde que se inventó y que tanto ha emocionado e inspirado en prácticamente cualquier género musical.
Y como muchos serán los llamados pero pocos los elegidos, los dos guitarristas tocados por la varita del brujo Satriani y seleccionados esta vez han sido John Petrucci y Uli Jon Roth —sustituyendo a Phil Collen de Deff Leppard de la gira americana—, dos viejos conocidos de Joe que ya participaron en ediciones pasadas pero valores seguros que nunca defraudan.
Como ya es habitual en estas fechas, por suerte siempre cae algún concierto de este tipo dentro del Guitar BCN, el antiguo Festival de Guitarra de Barcelona, organizado por The Project, y este año todo un señor G3 se ha incluido dentro del programa. Una buena noticia, sin embargo, los organizadores han elegido un lugar un tanto polémico para su realización: el Auditorio del Fòrum, que si bien es enorme y con un muy buen sonido, obliga al público a sentarse en una muy cómoda butaca, lo cual es ciertamente frustrante para aquel que quiera vivir un concierto de rock como se merece, es decir de pie, muy cerca del escenario y con el puño en alto para acompañar cada riff de guitarra.
También es cierto que la industria del rock empieza ya a acoger a generaciones de mediana edad, y las piernas ya no son lo que eran para aguantar tres horas y media de espectáculo de pie, por lo que puede que de esta forma se haya conseguido atraer a un público que de haberse celebrado en otra sala tipo Razzmatazz no hubiera ido.
.
Uli John Roth
.
El show comenzó puntualmente con Uli Jon Roth interpretando «Sky overture», el tema instrumental de influencias neoclásicas que abría su directo del año 2.000 «Transcendental Sky Guitar», seguido pon un repertorio de su paso por Scorpions allá por los años 70, con temas como «Sun in my hand», «We’ll burn the sky», «Fly to the rainbow» o la mítica «The sails of charon».
La de Roth fue una actuación rockera y psicodélica a partes iguales, pudiéndose ver proyecciones hipnóticas en la pantalla de vídeo de detrás del escenario, con diversos dibujos y diseños muy del estilo que decoran sus discos, mientras sonaban entre tema y tema improvisaciones llenas de acoples y bendings imposibles con ese sustain tan exagerado de su sky guitar. Todo muy hendrixiano, vaya. A destacar la voz de Niklas Turmann, que cumplió más que de sobras con los temas vocales de Scorpions.
Cinco temas que supieron a poco pero que sirvió de aperitivo para lo que vendría más tarde.
.
.
John Petrucci
.
Después de unos diez minutos de descanso entró en el escenario John Petrucci con esa barba tan poblada y tan poco favorecedora que nos lleva últimamente y su inflado aspecto que no te deja claro si está musculado o gordo. ¡Aayy, esos 90’s, que bien le sentaban con esa perilla recortada! En fin, cosas de la moda.
Muy ovacionado por el público en todo momento, pudimos verle acompañado de una banda de superlujo formada el bajista Dave Larue, músico de sesión en infinidad de grupos y proyectos, y el baterista Mike Mangini, actualmente compañero suyo en Dream Theater.
El primer tema en sonar fue una inesperada versión de «Wrath of the amazons», perteneciente a la película «Wonder Woman», después vino uno de los temas del «Suspended animation» —su único disco instrumental en solitario—, el progresivo «Jaws of life», «The happy song», tema de un futuro disco que John tiene previsto editar y que siempre se disculpa con sus fans por no haberlo hecho aún, «Damage control», también del «Suspended animation», y «Glassy-eyed zombies», que formará parte de ese «a ver cuando llegará» futuro disco.
Para finalizar, cayó el tema estrella de su disco en solitario, el melódico y celta «Glasgow kiss».
Bajo una pantalla que proyectaba imágenes púrpuras con su logo fue la actuación más metalera de la noche pero no por ello falta de calidad. Pudimos verle en muy buena forma interpretando solos hipertécnicos y riffs progresivos muy en la línea de lo que sería Dream Theater pero en versión instrumental y, eso sí, con tempos algo más acelerados.
.
.
Joe Satriani
.
Tras otro breve descanso de unos diez minutos, entró en escena el anfitrión, el maestro de maestros, el único e inimitable Joe Satriani, con su guitarra Ibanez plateada «Chrome Boy» que luce en la portada de su último disco —«What happens next»— y una indumentaria muy sobria como la de John Petrucci, dejando claro que las estrellas de la guitarra lo son por como tocan su instrumento, no siendo necesaria pintas extravagantes para meterse en el bolsillo al público.
La banda que acompañó al maestro estuvo formada esta vez por Bryian Beller al bajo, un no muy conocido Joe Travers en la batería —está vez no pudo estar la mitad de la base rítmica de The Aristocrats, el alemán Marco Minnemman—, un recuperado Mike Keneally a la guitarra y en los teclados, cumplidor en estos últimos y gran duelista con la guitarra, retando a Satriani en la improvisación de varios solos durante el show. Por supuesto nada que objetar en cuanto a su actuación, estuvieron magníficos.
Los dos primeros temas que tocó fueron los dos primeros de su último trabajo: «Energy», tal vez uno de los mejores del disco, y la robotizada y no tan inspirada «Catbot». Muy buena ejecución como siempre, quizás más fino que últimamente con el instrumento, pero sin aportar nada más allá de lo ofrecido en discos anteriores.
Por suerte no hay nada que «Satch boogie» no pueda solucionar, y es que el clásico puso en combustión al público que vibró una vez más con su increíble riff, sus vertiginosos solos y la mítica línea de tapping en mitad del tema. La perfección compositiva e interpretativa hecha realidad.
A continuación, tres nuevos temas que empezarían con «Cherry blossoms», donde se demostró que Satch puede tocar con sentimiento como en este tema con influencias del mismísimo Carlos Santana, «Thunder high on the mountain», que junto con «Energy» son los mejores del disco, y donde una vez más Satriani saca provecho a su técnica de riffs construidos con digitaciones basadas en cuerdas al aire, y a la potencia de unos power chords de los más heavy que haya compuesto últimamente, y «Super funky badass», otro tema de esos de relleno que por el título se intuye que intenta evocar ritmos funkies pero que yo por lo menos no lo aprecio.
Después arrancó con la exótica «Cataclysmic», un buen tema de su anterior «Shockwave Supernova», seguido por «Circles», una maravilla de su álbum estrella, «Surfing with the Alien», y que interpretó de forma brillante, su imprescindible balada «Always with me, always with you», y para finalizar, la marchosa «Summer song», con esos armónicos artificiales tan característicos como introducción que siempre desarrolla.
Un set-list basado en su «What happens next», con nada menos que cinco de los diez temas que interpretó y en el que no dio tiempo a la incorporación de otros grandes clásicos que se quedaron fuera, como «Flying in a blue dream», o el tema que da nombre al título de su obra cumbre: «Surfing with the Alien».
.
G3 Jam
.
Y sin dejarnos respirar, enseguida llamó Satriani a sus colegas para que subiesen al escenario y así encarrilar la última parte del espectáculo, donde los tres guitar heroes suman su destreza para ofrecernos la guinda del pastel. El momento en el que se rinde homenaje a las leyendas de la guitarra que vinieron antes que ellos y en el que más solos y jams se pueden escuchar. Una fiesta que ningún fan de la guitarra puede perderse y que siempre enciende al público hasta el punto de casi fundirse con sus ídolos en un ritual místico sonoro.
El primer homenaje fue para Richie Blackmore, con la interpretación de «Highway star» de Deep Purple. El segundo fue para Jimmy Page con «Immigrant song». Ambos temas tuvieron a un fantástico Niklas Turmann a la voz.
Y para finalizar, cómo no, Jimi Hendrix, la gran inspiración de Satriani y seguramente de casi todo buen guitar hero que se precie, con «All along the watchtower» (que sí, sabemos que la original es de Bob Dylan, pero Hendrix la hizo tan suya que ningún músico de rock o metal versiona la original, sino su versión), cantada por la voz áspera de Uli John Roth.
.
Conclusión
.
Así finalizaba una noche de contrastes con tres guitarristas de diferentes estilos pero con una obsesión común: desarrollar la capacidad musical de la guitarra hasta el infinito y más allá. Una cita, además, muy esperada por todos los aficionados a la guitarra rockera, y que como he comentado al inicio, sigue siendo incomprensible que no se haya producido con anterioridad.
Lo mejor: Poder disfrutar de un G3 por segunda vez en nuestro país con un sonido magnífico.
Lo peor: Las butacas de un auditorio no son el mejor lugar para un concierto de rock.
.
TEXTO Y FOTOS: Iván Macías
Deja una respuesta