El ex miembro del colectivo de virtuosos de Shrapnel Records, Richie Kotzen, volvió a Barcelona mostrar de nuevo su clase y estilo a la hora de mezclar rock, blues y soul.
A diferencia de tours anteriores, la fecha del concierto ha sido única y exclusiva para nuestro país en este 2.019.
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¿Cuál sería el denominador común de Poison, Mr. Big, The Winery Dogs, Vertú o Greg Howe? Nada más y nada menos que el aclamado guitarrista, vocalista, productor y compositor de Pennsylvania: Richie Kotzen, el cual —y tras más de 20 discos en su haber— vino a hacer las delicias de sus más fieles seguidores barceloneses en la ya mítica sala Salamandra de L’Hospitalet este pasado 25 de junio, siendo esta fecha la única prevista en nuestro país para este tour europeo.
Prueba fehaciente de dicha fidelidad es la cola que se podía apreciar en la entrada, cosa que no siempre ocurre en conciertos realizados entre semana. Con una apertura de puertas más que puntual, los asistentes se disponían a ir llenando el aforo poco a poco hasta prácticamente completarlo.
A las 21:00h —y sin banda de soporte como viene siendo habitual— arranca el espectáculo con la más que acertada «Riot» como carta de presentación. Desde el comienzo ya podemos escuchar esa dualidad bajo-guitarra, desprendiendo clase y una pequeña dosis de virtuosismo guitarrístico. Destaca el control de Kotzen sobre sus cuerdas vocales , elevando su voz hasta esa especie de falsete en los últimos instantes del corte para segundos después volver a su tesitura normal sin despeinarse.
La guitarra sigue teniendo peso en ciertos momentos en la poderosa y melódica «War paint» —nuevo tema que se incluyó en el recopilatorio «The Essential Richie Kotzen», editado en 2014—, y cuya manera de cantar de Richie guarda mucha similitud al fallecido Chris Cornell en una versión más bluesera y hard rockera, eso sí.
No solamente eso, sino que es un maestro a la hora de combinar distintas técnicas de guitarra de modo que, y como ocurre en esta canción en un momento de sosiego, nos encontramos con un ligero uso del overdrive combinado con trémolo y cierta reverb logrando una distorsión suave.
Ciertamente, lejos queda ya aquél virtuosismo shredder que caracterizó a Kotzen en sus primeros álbumes, ya que el set estaba conformado mayoritariamente de temas de los discos «Get up» —2.004—, «Into the black» —2.006—, «Peace sign» —2.009—, «24 hours» —2.011 y sus singles más recientes, es decir, la citada «Riot», «The damned» y la publicada este pasado mes de junio que lleva por título «Venom», más un guiño a Poison en el caso de «Stand», fuertemente coreada por el público, quedándose fuera del set su nuevo opus, «Salting Earth».
Precisamente aquél «24 hours» supuso el abandono de cualquier técnica que requiriese el uso de una púa. A cambio, tenemos a un todavía prolífico guitarrista pero en una vertiente mucho más compositiva y creativa, centrado en las melodías, logrando así un feeling mayor y que convivan varios estilos de música en un mismo tema con una sutileza pasmosa.
Para muestra «Bad situation», la cuál gana muchos enteros en directo desde el inicio debido al gran trabajo de Dylan Wilson al bajo en la intro, sonando mucho más contundente y brillante . La línea vocal es más grave que en estudio. En cuanto a estilo, fusiona con maestría funk y soul y con menos presencia de guitarra. También cabe destacar «Your entertainer» y «Help me», en las que el funk se entremezcla con el rock, aportando garra al repertorio. En el caso de la segunda nos deleitaron durante más de 10 minutos y en la que Richie tocaba la batería mientras cantaba al principio de la misma.
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«Peace sign» también fue un corte interesante aunque quizá menos aplaudido. Hacia mitad del concierto, Richie Kotzen se retiraba para dar rienda suelta a su banda. Por un lado, el recientemente mencionado Dylan Wilson haciendo de las suyas con el slap, pareciera que sus dedos se movían solos, pudiendo apreciar un ligero toque sureño para después dar paso a un sonido más progresivo. Mike Bennet completaba la base rítmica , caracterizándose por una fuerte pegada en la batería formando ambos un gran tándem. Todo ello dio paso a la genial «Fear», en la que Richie no escatima en agudos ni guitarreo en el punto álgido de la canción.
Un tema que hizo bajar las revoluciones fue, sin lugar a dudas, la sureña «Love is blind», que inmediatamente nos traslada a The Black Crowes por su estribillo y trabajo vocal de Kotzen. Especial mención al corte «Remember», baladón bluesero, cargado de sentimiento e intimista al extremo. «Doing what the devil says to do» tampoco se quedó corta en lo que a carga emotiva se refiere. Otra representación de aquél «Into de black» fue «You can’t save me», encargada de cerrar esta montaña rusa de emociones. En este caso, sólo hizo falta un leve acompañamiento musical a la voz para inmediatamente elevarla y rasgar en los estribillos, logrando así su cometido de ponernos los vellos de punta.
Richie Kotzen se ha llevado lo mejor de las formaciones en las que ha militado a lo largo de su carrera lo cual explica su eclecticismo. También es sinónimo de elegancia, sentimiento, y sobretodo, mucho, mucho feeling, el cual terminó interponiéndose al virtuosismo, demostrándonos que se puede ser virtuoso sin necesidad de quemar el mástil. En definitiva, un concierto para recordar.
Esperamos poder disfrutar del talento de este maestro y los músicos que le acompañan durante mucho tiempo.
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TEXTO Y FOTOS: Mati «Caricias» Sebastià
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