La gira de este año de los reformados Alcatrazz ha supuesto la primera visita a nuestro país del virtuoso shredder, Joe Stump.
Pese a la edad y ciertas complicaciones físicas, Bonnet firmó un concierto con un nivel vocal extraordinario.
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Primer artículo de la temporada. Y como es normal, llega con retraso. Y es que en estas semanas que han pasado entre una temporada y otra, no hemos dejado de asistir a conciertos, por lo que esta semana los artículos que se publicarán corresponderán a estas crónicas.
Lo de Graham Bonnet, definitivamente, no es normal. En los últimos años ha incrementado su presencia en los escenarios, que no era poca de todas formas. Al margen de su carrera en solitario, forma parte del proyecto Michael Schenker Fest con el cual simultanea su actividad en directo. Algo muy meritorio para alguien que, si las biografías no mienten, tiene ya 72 años y se ha caracterizado toda su vida por cantar al límite de sus posibilidades.
Personalmente, nunca me ha gustado su voz. Para nada digo que cante mal, simplemente es que no me gusta su tono y tampoco el hecho de estar continuamente en falsete forzando las cuerdas vocales. No obstante, su capacidad para parir himnos metaleros álbum tras álbum y el saber siempre rodearse de grandes talentos de las seis cuerdas, ya fuese en proyectos propios o colaboraciones —Steve Vai, Yngwie Malmsteen, Chris Impelliteri, Joey Tafolla, Slash, Ritchie Blackmore, Michael Schenker, etc.—, han hecho que aún así, haya seguido su carrera.
Y en esta ocasión, el hecho de traer consigo a España a Joe Stump, una de las mayores leyendas del metal neoclásico, hacían que fuese una cita que Guitar Xperience no podía perderse.
Razzmatazz 2 fue la sala que acogió el concierto, pero no consiguió llenar la capacidad máxima de la misma. De hecho, en vista del «éxito» previo, se optó como en otras ocasiones a reducir el espacio de la misma con telas hasta la mitad, mitad que aún así tampoco se llenó, debiendo de haber una asistencia total de unas 500 personas.
Una pena que la nostalgia y el nombre de Alcatrazz no atrajeran a más público, pero también es verdad que en pocos años, Bonnet nos ha visitado ya varias veces y quizás eso haya restado interés a su propuesta.
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La velada comenzó con la actuación de los ingleses Evyltyde, banda de heavy y power metal que se encuentran en estos momentos de promoción de su tercer larga duración, de nombre «Singularity».
Lo visto previamente en YouTube de esta banda fue una música llena de clichés a cuyo frente estaba una vocalista muy poco expresiva y casi sin matices en su voz. Si bien en estudio se pueden hacer mil trucos y repetir lo que uno quiera, se me antojaba raro esa desidia a la hora de cantar. Pensé que en directo la cosa mejoraría, que el grupo se entregaría más con el calor del público, pero no fue así.
Cierto es que los músicos le pusieron ganas, en concreto el guitarrista Danny Merton, quien en apariencia, dio la sensación de ser el músico más técnico del grupo, y además el más comunicativo con el público, pero Hannah Delany, aún viéndosela cómoda sobre el escenario, mantuvo esa linealidad y planicie a la hora de cantar, sin apenas mostrar matices ni expresividad.
Una pena, puesto que aún siendo una música que tira mucho de clichés, mostraba ideas interesantes en canciones como «The genie» o «The wall», aunque al menos, la mezcla de audio fue muy equilibrada, mejor incluso que lo que luego escucharíamos durante el concierto de la banda principal..
Su escasa media hora sirvió de promoción de su más reciente trabajo aunque hubo espacio también para tocar algo de los anteriores, «No violet», «Kick you down» y «Eye for an eye» .
En un género tan dinámico como el power metal, puede haber bandas que no te gusten o parezcan más de lo mismo, pero no que aburran, y eso es lo que sintió el público tras el concierto de los británicos.
No obstante, es una banda joven que por supuesto, tiene amplio margen de mejora. Confío en que en un futuro nos deparen alguna sorpresa.
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Y tras los teloneros, ya estábamos a punto para ver a esta leyenda del hard rock y el heavy metal. La Graham Bonnet Band ha pasado en este 2.019 a llamarse Alcatrazz featuring Graham Bonnet, y está formada además de por el vocalista, por la bajista Beth-Ami Heavenstone, el baterista Mark Benquechea y el teclista y corista Jimmy Waldo —este sí, miembro de la formación original de Alcatrazz—.
Resulta además curioso el haber recurrido al mítico nombre de Alcatrazz, cuando el set-list se basa en su mayoría en canciones de Rainbow, Impelliteri y Michael Schenker. En cambio, cuando en 2.017 giró como el nombre de Graham Bonnet Band, interpretó un repertorio exclusivo basado en los álbumes de Alcatrazz.
Y vale, usar este nombre es una cuestión de marketing, pero no se entiende la relación entre el nombre y el set-list.
La primera sorpresa y negativa (aunque después no pareciera tener importancia) fue que Bonnet subió al escenario cojeando y se sentó en un taburete. Antes de que sonara la música, agradeció la presencia al público y pidió perdón por tener que hacer todo el concierto sentado. Problemas de espalda que derivarán en una próxima cirugía le obligan a ello. Entonces presentó a cada músico uno por uno y comenzó la descarga de metal.
«Too young to die, too drunk to live» fue el potente comienzo del show y que sirvió para constatar dos cosas: lo de la espalda era mentira porque no puede ser cantar al 200% como comenzó, descargando todo su poderío vocal y sus recursos técnicos. O eso, o la voz le iba a durar dos canciones de seguir a ese nivel de intensidad. Y dos, que Joe Stump le pegaría actualmente un repaso a Malmsteen si hablamos de cómo tocar shred, ejecutando complejísimos solos y dibujos sobre las guitarras rítmicas a velocidad de la luz sin despeinarse.
Dos clásicos más de Alcatrazz que aparecieron en un momento tan temprano del concierto hicieron que Bonnet se metiera al público en el bolsillo: «Hiroshima mon amour» y «Jet to jet», en las que siguió con su voz forzada a límites casi imposibles y un Stump que a pesar de su seriedad escénica, se lo pasaba en bomba llevándose a su terreno los míticos riffs y solos de Malmsteen.
Tras este repaso al «No parole from rock ‘n roll» tocaba traer el espíritu de otras bandas en las que ha militado Bonnet, por lo que nos deleitaron con «All night long» de Rainbow y «Desert song» de Michael Schenker Group, en la cual Stump supo homenajear a los que son unas de las bases del neoclasicismo metalero, tocando con fidelidad algunos compases de Blackmore y Schenker para después introducir elementos solistas de autoría propia a alta velocidad, claro.
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No hubo mucho tiempo en esta noche para la carrera en solitario del propio Bonnet, aunque pudimos disfrutar de «Night games», para regresar a los tiempos de M.S.G. con «Rock you to the ground» y hacer una incursión en los terrenos de otro mito de la guitarra neoclásica: Chris Impelliteri. La genial «Stand in line» de la banda Impelliteri nos mostró a un Bonnet especialmente emotivo y expresivo y un Joe Stump disfrutando y haciendo disfrutar a los más ávidos de ver técnica guitarrística extrema.
Dos cortes más sirvieron para finiquitar la parte de Alcatrazz en el set-list de una banda que se supone se llama Alcatrazz. «General hospital» e «Island in the sun» hicieron volar la cabeza a más de uno con buena dosis de nostalgia ochentera. Como también nos voló la cabeza la fiestera y «aoerrera» «Since you’ve been gone» de Rainbow, una de esas composiciones claramente «Made in 80’s» que uno no puede dejar de escuchar una y otra vez y en la que incluso Joe Stump supo frenar sus excesos sobre el mástil para entregarse a unos riffs la mar de juguetones.
La recta final nos traería más material del grabado por Bonnet como miembro de Impelliteri; en concreto «Leviathan» y «Goodnight and goodbye». Les seguiría la hardrockera y muy AC/DC «We won’t be forgotten» de Blackthorne, que apareció en el indispensable «Afterlife», y nuevos homenajes a M.S.G. y Rainbow de la mano de «Assault attack» y «Lost in Hollywood», que supondrían un tremendo fin de fiesta para el concierto.
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Me he centrado en el vocalista y el guitarrista, pero el resto de la banda también ralló a gran altura… o casi. Y es que la bajista Beth-Ami Heavenstone, fiel compañera de aventuras en esta década de Bonnet, si bien va a tiempo cual metrónomo y no se equivoca, poco aporta más allá de clavar las líneas de bajo de las canciones originales. Que por otra parte, ¡¡eso es lo que importa!! Pero en contrapartida al resto de sus compañeros, se la ve como la músico más justita del grupo.
Jimmy Waldo también había creado expectación ante su presencia, por ser junto a Bonnet el único miembro original de Alcatrazz, y si bien se le veía suelto y comunicativo, la mezcla de sonido del concierto no permitió que le pudiéramos escuchar bien más que en unos pocos temas. Una lástima.
Y en cuanto a Mark Benquechea poco más hay que decir salvo que es un músico de lo más adaptable, tanto a hard rock como a heavy metal, sin perder contundencia ni destreza independientemente del estilo de la canción.
En cuanto al dúo que casi todo el mundo iba a ver, ya hemos hablado bastante.
Graham Bonnet estuvo al 200% todo el concierto, afinando a la perfección, alcanzando falsetes muy altos, con una enorme proyección de volumen, rasgando la voz y sin importar que tuviera frases o estribillos largos por pronunciar. Y no olvidemos su edad, el ritmo frenético de giras que lleva en los últimos años, la mermada condición física con está encarando esta gira y un set-list en el que no hubo ni una sola balada con la que relajarse. Lo suyo fue simplemente I M P A C T A N T E.
Lástima que la mezcla de la voz no permitió escucharle a la perfección. Quizás el técnico de sonido tuvo miedo ante tal chorro de voz y decidió bajarle por si acaso. Pero unos pocos db’s por encima en la mezcla habrían servido para disfrutar del todo de este portento. Y eso aún así se le pudo escuchar bien.
Y Stump, pues pese a los problemas que le dio el tipo de cable seleccionado, que no dejaba de anudarse, parecía tocar como sólo algunos elegidos son capaces de hacer. No sólo se trata de velocidad, es que en verdad, he visto a muy poca gente con un fraseo tan fluido como el suyo, casi como si la punta de la púa apenas rozara la cuerda, haciendo que escalas tocadas a púa sonaran en muchas ocasiones a legatto. Sin embargo, eso no significa que toque «blando» o no tenga pegada, ya que en los riffs sabía sacar un sonido de lo más contundente a su guitarra.
En verdad, y pese a haber escuchado mucho a Stump en estudio, y tras tantos años en este medio escuchando de todo, me sorprendió la espectacular descarga de shred de este guitarrista.
Y poco más hay que añadir: juego de luces justito y sin grandes florituras visuales, una mezcla de sonido que llegó al aprobado por los pelos pero que al menos sirvió para poder disfrutar del dúo de virtuosos Bonnet–Stump, un set-list extraño en el que había de todo menos de Alcatrazz (aunque nos puso las pilas a base de headbanging y nostalgia ochentera, eso sí) y la oportunidad de ver a un virtuoso de la talla del guitarrista norteamericano, son detalles que suplen las sombras que tuvo la velada y que convierten a esta visita de Alcatrazz en una de las mejores demostraciones rockeras/metaleras de los últimos años.
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TEXTO Y FOTOS: Albert Sanz
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