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Crítica: Jonah Nilsson «Now or never»

Jonah Nilsson Now or never CD cover

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FICHA

  • Artista: Jonah Nilsson
  • Sello: Autoproducción
  • Año: 2.021
  • Estilo: Jazz, acid jazz, jazz fusión, funk, pop, soul

CALIFICACIÓN

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CALIFICACIÓN TÉCNICA
  • Nivel de técnica: 9,5/10
  • Velocidad: 7/10
  • Variedad de fraseos, recursos y técnicas: 9/10
  • Nivel resto de músicos: 8/10
  • Nivel de coñazo virtuosístico: 0/-10
  • Calidad producción (equilibrio en la mezcla, masterización, etc.): 10/10
  • Calidad presentación (carátula, libreto, etc…): 7/10

PUNTUACIÓN: 8,6/10

CALIFICACIÓN MUSICAL
  • Calidad musical: 6,5/10
  • Nivel de feeling: 10/10
  • Posibilidad de escucharlo de un tirón: 10/10
  • Ganas de hacer “headbanging”: 7/10
PUNTUACIÓN: 8,4/10
PUNTUACIÓN TOTAL: 8,5/10

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INTRODUCCIÓN

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    Llegamos al final de este ciclo de publicaciones dedicadas a Dirty Loops y esta vez lo hacemos con el, de momento, primer y único álbum en solitario de su cantante y teclista, Jonah Nilsson. Teniendo en cuenta que ni toca guitarra o bajo, no tendría mucho sentido analizar este álbum; pero claro, si resulta que el bueno de Nilsson ha invitado a una bestia del teclado como es el Dream Theater Jordan Rudess, a una bestia de la composición y la armonía como es Jacob Collier, a una bestia del bajo como es Richard Bona y a una bestia de la guitarra como es… Steve Vai (¡sí, Steve Vai!), pues ya veis que hay motivos de sobra para meternos con este disco.

    En la reciente crítica publicada del «Inviolate» del excéntrico guitarrista —link al artículo aquí— ya dijimos que estábamos ante una casualidad cósmica, dado que en las últimas semanas estamos alternando análisis de Dirty Loops y Steve Vai (tranquilos que el bitema finaliza hoy), y curiosamente, en «Inviolate» colaboraba Henrik Linder. Y ahora es Vai quien colabora en el disco de Nilsson, que no es exactamente Dirty Loops pero bueno… vale… no os pongáis tiquismiquis.

    El periodo pandémico fue terrible para la industria musical, con todas las giras canceladas, sin embargo, fue bueno para la creatividad y para todo aquel que tuviera a mano un home studio. Los Dirty Loops editaron en 2.020 y en el 22 los álbumes «Phoenix» y «Turbo» —sendas críticas aquí y aquí — y entre medio, en verano de 2.021, Nilsson sacaba a la venta su primer disco en solitario, autoproducido y con unos colaboradores de auténtico lujo, pero también con una banda excelente: Kristian Kraftling a los teclados, Jesper «The Creator» Naenfeldt a la guitarra, Kefa Figaro a la batería y Tobias Grenholm al bajo.

    Así que no me enrollo más, que  pese a que el disco sólo dure media hora escasa, hay mucha tela que cortar.

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ANÁLISIS DE LAS CANCIONES

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1.- Diamond ring. Comenzamos con un tema claramente deudor de Dirty Loops: 75% funky y el 25% restante dividido entre jazz y pop. Y con una voz que no reniega de la influencia de Michael Jackson.
Instrumentalmente, no tenemos una batería tan trabajada aunque como contrapunto, Tobias Grenholm al bajo realiza una línea de bajo compleja a la vez que muy creativa.
Como guinda al pastel, en la sección instrumental final aparece el dios Steve Vai, totalmente fuera de su zona de confort y aún así, se las ingenia para sacarse de la manga un gran solo de guitarra: bueno, en verdad dos, ya que en el segundo le añade distorsión al asunto y se vuelve de una forma un tanto abrupta hacía un terreno de shred más conocido con un manejo del whammy superior.

Imposible comenzar mejor.

2.- Independent girl. El amo del jazz y posiblemente el mejor armonizador que existe en la actualidad, el vocalista y multiinstrumentista Jacob Collier, colabora en esta ocasión, por lo que podemos intuir que ambos nos van a deleitar con capas de 80 voces, al menos.
Y en cierto modo así es. Nos encontramos de nuevo con un funk-jazz-pop marca de la casa, una batería, esta vez sí, muy buena, y una locura de voces que van apareciendo aquí y allá.
Más que una canción, estamos ante una experiencia sonora que ha de ser disfrutada con auriculares.

3.- Bad. Por si quedaba alguna duda de si a Nilsson le gusta Michael Jackson, aquí tenemos versión de su gran clásico.
Una versión más rápida que la original, con Nilsson encargándose también de las baterías, muchas capas vocales y trío de teclistas invitados, a cual más extraordinario: Anomalie, Justin Lee Schultz y Jordan Rudess.
Para colmo, el autor del álbum se muestra tan confiado que pasa en la sección final a un blues de lo más vacilón con una interesante fusión de sintetizador setentero y más capas vocales.

4.- Coffee break. Si pasamos por alto la tonta letra, nos encontramos ante uno de los mejores temas del disco. Un funky pegadizo, con toques de jazz y hip hop, una línea de bajo magistral y excitante, a cargo de un maestro como es Richard Bona y el toque de la sección de viento añadiendo brillo y clase. Y un solo de piano de Nilsson bien jazzero, que se echaba de menos.
Para escuchar en bucle durante horas.

5.- Borrowed time. Primera balada en la que Nilsson se hace acompañar de la Orquesta Filarmónica de Eslovenia. Una hermosa y evocadora pieza, triste y nostálgica,  pero con un ápice de esperanza, en la que el vocalista da rienda suelta a toda su sensibilidad, logrando una balada de esas que dejan huella.

6.- I just need. Retomamos el funk jazz que también domina en una composición con mucha influencia de George Benson. No tenemos un acompañamiento de guitarra a la altura (no así de bajo), pero el espíritu de Benson está presente siendo ésta una canción que perfectamente podría haber firmado el guitarrista de color.
Simpática, agradable de escuchar y con una sección orquestal algo más discreta pero que termina por darle el toque de sofisticación necesario.

7.- Now or never. Segunda balada y de nuevo tenemos a la orquesta aportando un toque mágico, casi irreal, y también muy cinematográfico.
Por su parte, Nilsson canta, habla, susurra y grita de modo que nos vuelve a poner el vello de punta.
Extraordinario es quedarse corto.

8.- Last farewell. Y llegamos al final del álbum con un tema que se inicia de forma sorprendente: coro de voces arropando a otra principal muy aguda y operística.
Se trata de un experimento breve, de apenas un minuto, que parece haber sido hecho para ser cantada en una iglesia. Si bien no tiene letra, el concepto de “canción para misa” está presente en todo momento y te hace pensar en si Nilsson tiene un AutoTune en sus cuerdas vocales o qué, porque no es normal que tras habernos mostrado de lo que es capaz de hacer vocalmente una y otra vez tanto en este disco como en los de Dirty Loops, ahora alcance y supere ese nivel de un modo tan salvaje y espectacular como podemos escucharle en esta breve canción.

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CONCLUSIÓN

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    Pues parece que los chicos de Dirty Loops han sido bendecidos con un talento incuestionable, porque este trabajo en solitario de Jonah Nilsson está a la altura de los grabados junto a sus compañeros. Seguimos teniendo virtuosismo, ritmos bailables, composiciones muy elaboradas y para colmo, los invitados añaden un plus de calidad a lo que ya de por sí es un disco extraordinario.
Es verdad que el trabajo a las baterías realizado por Kefa Figaro no me parece del mismo nivel que el mostrado por Aron Mellergård en Dirty Loops, sin embargo, Tobias Grenholm al bajo me parece otra bestia que no me ha hecho que añore a Henrik Linder, aunque considere a éste como un bajista más completo. En cualquier caso, el que se acerque a este álbum sólo por la técnica, quedará bien satisfecho.

    Por otra parte, el párrafo anterior se contradice con la baja puntuación que le he dado en el apartado musical. Esto no es la primera vez que ocurre ni dejará de ocurrir. «Now or never» es un grandioso disco pero no debes olvidar, en caso de que seas un lector nuevo o uno veterano que lo ha olvidado, que estás en un medio llamado «Guitar Xperience», un programa de radio y una web especializadas en música de guitarristas y bajistas, y éste es un álbum parido por un cantante y teclista en el que lo que más destaca es la voz. Y no es que no haya disfrutado de la presencia de Steve Vai, Richard Bona y del bajista oficial, Tobias Grenholm, al contrario, precisamente por ellos que no le he dado menos puntuación al disco.
O sea que esta es la razón para ello. Si fuéramos «Funk Xperience» la situación habría sido muy diferente.
Por tanto, no es un mal disco, sino un disco que a nivel de guitarra o bajo no es tan interesante.

    En cuanto a niveles de mezcla y producción, pues el trabajo realizado es memorable, y eso que según entrevistas que dio Nilsson a varios medios, todo se grabó en su estudio a excepción de la batería y la orquesta, y la mezcla también se hizo toda en dicho estudio. Brutal trabajo de autoproducción, en especial el tratamiento dado a las voces y la orquesta, digno de cualquier discográfica grande.

    ¿Recomiendo la escucha? Sí, por supuesto. Si eres fan de Vulfpeck, Mezzoforte o Dirty Loops, te va encantar. No es el disco más apropiado para este medio, puede ser, pero si dejas de lado la escasez de guitarra o de furiosos slaps de bajo, seguro que lo disfrutarás.

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Jonah Nilsson

TEXTO: Albert Sanz

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