.
FICHA
- Artista: Steve Vai
- Sello: Favored Nations
- Año: 2.022
- Estilo: Rock progresivo, metal progresivo, heavy metal, shred, jazz fusión, new age
CALIFICACIÓN
.
CALIFICACIÓN TÉCNICA
- Nivel de técnica: 10/10
- Velocidad: 7/10
- Variedad de fraseo, recursos y técnicas: 10/10
- Nivel resto de músicos: 10/10
- Nivel de coñazo virtuosístico: –8/-10
- Calidad producción (equilibrio en la mezcla, masterización, etc.): 9,5/10
- Calidad presentación (carátula, libreto, etc…): 8/10
PUNTUACIÓN: 8,910
CALIFICACIÓN MUSICAL
- Calidad musical: 10/10
- Nivel de feeling: 10/10
- Posibilidad de escucharlo de un tirón: 7/10
- Ganas de hacer “headbanging”: 8/10
PUNTUACIÓN: 8,75/10
PUNTUACIÓN TOTAL: 8,9/10
.
INTRODUCCIÓN
.
Resulta llamativo el hecho de que Steve Vai mantenga su status de dios de la guitarra siendo un músico que en este siglo sólo ha sacado seis discos con música nueva (sí, vale, también hemos tenido varios directos y los discos de sus canciones en piano solista) y que su último trabajo con material nuevo fuera el «Modern primitive» que se incluyó dentro de la edición 25 aniversario de su «Passion & Warfare», y que data ya de 2.016.
Aunque si nos ponemos tiquismiquis, tampoco habría que contarlo como «música nueva», ya que si bien sí fue grabado en ese año, esas canciones fueron creadas en los 80 en el periodo que hubo entre el «Flex-Able» y el «Passion & Warfare», siendo el eslabón perdido entre ambos álbumes.
Por tanto, tendríamos que retroceder aún más, al 2.012, para encontrarnos con auténtico material nuevo y que dio forma al «Story of light».
Doce o seis años, según se cuente, de pausa sin tener nuevas canciones y sin embargo, nunca se deja de hablar de él y siempre es noticia, ya sea por sus masterclasses, sus colaboraciones con otros músicos, incluyendo a la banda de moda entre la chavalería que se inicia en la guitarra o el bajo, como es Polyphia, o todo el material que ha ido presentando durante la época pandémica. Y mucho de ese material ha terminado conformando el grueso de éste álbum.
Estas canciones presentadas primero en su canal de YouTube también hicieron que se siguiera hablando de él en todo tipo de foros: «Knapsacck» nos trajo la que posiblemente sea su canción más técnica, alocada y extrema, grabada sólo un mes después de haber sido operado de ambos brazos; «Candlepower» mostraba una rara técnica de doble bending dentro de arpegios y acordes capaz de destrozar la mano más hábil; y «Teeth of the Hydra» servía para presentar en sociedad el Hydra, extraño instrumento creado en colaboración con un grupo de luthieres japoneses y que con forma de dragón steampunk, incluía una guitarra de doce cuerdas con trastes hasta el número ocho y el resto fretless, otra de siete cuerdas más estándar con su Floyd Rose, un bajo de cuatro cuerdas con mástil con trastes para las dos cuerdas más agudas y fretless para las graves y por último, un sitar de corta escala y afinado en un determinado acorde. Y muchas luces y botoncitos por doquier.
Una locura de instrumento presentado mediante una canción extraña, enigmática y muy adictiva en la que podíamos ver a un Steve Vai tocando todos sus elementos a la vez, con una precision robótica y un sentido del ritmo y la métrica sólo al alcance de un alien o de un obseso de la armonía.
.
.
Está claro que Vai no sólo es un genio de la música sino también del marketing. O eso, o tiene a la mejor agencia de publicidad tras sus espaldas, que podría serlo, ya que cada paso, comentario, foto o material que presenta, parece haber sido medido y calculado para lograr un impacto incluso entre gente que no le sigue. Y es que, en un futuro lejano, a Steve Vai habrá que analizarlo y estudiarlo no sólo como a un extraordinario músico, sino como a alguien que supo manejar su carrera y los aspectos ajenos a ella con notable acierto.
«Inviolate» fue el álbum que nos trajo el año pasado y que le ha servido para embarcarse en dos giras mundiales consecutivas: una sin el Hydra por seguir con dolores en el hombro derecho, y otra ya con ella, realizándose aún en la actualidad y que recientemente recaló en nuestro país —link a la crónica aquí—.
Formado por nueve canciones, producido por el propio Vai y mezclado y masterizado respectivamente por dos leyendas como son Mike Fraser y Bernie Grundman, contiene la que sea posiblemente la lista de músicos más larga que nunca haya habido en un disco suyo. Y encima, con algunos nombres sorprendentes. A saber:
.
Guitarras rítmicas:
- Dave Weiner
Bajos:
- Billy Sheehan
- Bryan Beller —The Aristocrats, Joe Satriani Live Band—
- Henrik Linder —Dirty Loops—
- Philip Bynoe
Baterías:
- Jeremy Colson
- Terry Bozzio
- Vinnie Colaiuta
Teclados:
- Bob Carpenter — Nitty Gritty Dirt Band—
- David Rosenthal —Rainbow, Billy Joel, etc.—
Como veis, algunos de ellos son habituales en el entorno de Vai, pero hay algunas sorpresas, como el mítico Terry Bozzio, el cual no colaboraba con él desde los tiempos en que formaron aquel supergrupo de original nombre llamado Vai y editaran el magistral «Sex & Religion», o, siendo una casualidad cósmica, el virtuoso Henrik Linder de los no menos virtuosos Dirty Loops. Y digo casualidad cósmica dado que en las últimas semanas estamos alternando las crónicas de las recientes visitas a España de Steve Vai y Dirty Loops con repasar sus trabajos más recientes y ahora va y nos encontramos la fusión de ambos nombres en el mismo disco. Curioso.
En fin, vamos al lío porque lo que Vai nos mostró en este disco no fue normal y hay que analizarlo a fondo.
.
.
ANÁLISIS DE LAS CANCIONES
.
1.- Teeth of the Hydra. Nuestro buen amigo, bloguero y colaborador de este programa y esta web, Daniel Higuera, acuñó en su día la siguiente frase: “la calidad del single de presentación de un nuevo álbum es inversamente proporcional al tiempo que lleves esperando que dicho álbum salga a la venta”. O sea, que no pocas veces la expectación se ha convertido en decepción al escuchar por fin el single, aunque eso no signifique que el resto del álbum tenga que ser malo.
No obstante, los que creemos a pies juntillas en esta máxima, también sabemos que existe un selecto grupo de singles que, si bien no entran en un principio, al final terminan instalándose en tu cerebro sin que puedas quitártelos de encima durante mucho tiempo (“Tattoo” de Van Halen, sin ir más lejos). Y “Teeth of the Hydra” es uno de ellos.
A velocidad constante de medio tempo, si bien la canción transita en su comienzo como un tranquilo jazz fusión, termina evolucionando hacía un rock progresivo más potente, con un Steve Vai que, usando la Hydra mencionada antes, se encarga de guitarras rítmicas, solistas, bajo y sitar simultáneamente, y que te lleva por ese intrincado laberinto musical como quiere sin que puedas hacer nada. Y encima se permite marcarse un solo de bajo, lo cual, si no me falla la memoria es la primera vez que hace.
En conclusión, estamos ante un temazo que adquiere tal consideración tras varias escuchas. No obstante, el principal problema que tiene es que como canción en sí y sin contexto, necesita eso, de bastantes escuchas. Y es que pocas veces una canción ha estado tan unida a un videoclip, a su parte visual. En dicho videoclip que acompaño a continuación, vemos el impactante instrumento, la alucinante precisión a la hora de tocar de Steve Vai, la presencia escénica de éste, la majestuosa localización y, por supuesto, el audio de la canción, logrando un espectáculo audiovisual extraordinario que así sí entra a la primera (es más, diría que jamás una canción de guitarra rock instrumental ha sido objeto de tantas reacciones en YouTube).
Si Vai buscaba un golpe de efecto con el cual impactar a las comunidades guitarrística y musical en general, sin duda lo logró con este comienzo tan potente.
2.- Zeus in chains. Pasamos ahora a una composición heavy metal con la base de un riff de cuerdas al aire que irá mutando a lo largo de la canción. Jeremy Colson es el invitado y aporta como siempre su contundencia a la batería, mientras que del resto de instrumentos se encarga el propio Vai.
Podrá parecer una canción en principio sencilla, pero hay multitud de detalles sutiles, de notas extrañas, de esas particulares idas de olla típicas de Vai, e incluso cuenta con un trabajo más que notable suyo como bajista. Y por supuesto, tenemos un solo que pasa de lento y enigmático a bello y tranquilo para al final terminar desbocándose en toda una fiesta shred.
3.- Little pretty. Cuando Steve Vai coge elementos de otros estilos, normalmente los pervierte y transforma en otra cosa muy diferente. Esto lo digo porque la intro de guitarra con stacatto, rasgueos y palm muting tiene mucho de funky, aunque enseguida la cosa tirará por otros derroteros más prog y oscuros, apareciendo una cierta influencia de King Crimson en algunos pasajes.
Colson vuelve a sentarse a la batería y a demostrar que también puede ser lo sutil y versatil que la composición requiera.
En cuanto a bajista, tenemos a otro viejo conocido del entorno de Vai y de Satriani, el «aristócrata» Bryan Beller, que por supuesto, está como pez en el agua en una canción de este tipo.
4.- Candlepower. Atención que llegamos a otro de los puntos fuertes del álbum. El periodo pandémico y la imposibilidad de girar permitieron ver a un Vai muy activo en redes sociales, presentándonos novedades del álbum, entre ellas este tema, el cual surgió además como una autoimposición para salir de su zona de confort habitual. Es decir, que lo más contrario a su estilo sería tocar con una Stratocaster con pastilla singles, a dedos —sin púa— y sin palanca de vibrato. Por tanto, se agenció una preciosa Ibanez estilo Stratocaster color verde, que también lleva de gira y compuso esta canción.
Y no contento sólo con eso, «inventó» (pongo lo de inventó entre comillas ya que no puedo asegurar que él fuese el primero en hacer eso, pero sí el primero al que se lo hemos visto hacer) una nueva técnica llamada «joint shifting», la cual consiste en realizar dos bendings, uno tras otro, dentro de un arpegio y con cada dedo en una dirección distinta. El sonido resultante es indistinguible del uso de palanca de vibrato y la verdad es, que suena Vai al 2.000%.
Volviendo a la música en sí, comenzamos con un divertido fingerpicking que recuerda al clásico «Sisters» por el sonido limpio y la interacción con el bajo (de nuevo, un excelente Steve Vai a las cuatro cuerdas) aunque se le van añadiendo ciertos elementos orientales por parte de la guitarra, hasta que llegamos al 1:18, en que la canción se vuelve más rara (o más normal, ¡que estamos en un disco de Steve Vai!) y escuchamos por vez primera el joint shifting. Y si queréis escuchar más de esta técnica, el punto álgido se encuentra en el 2:16.
A destacar por último el impresionante trabajo que hace Terry Bozzio. Y es que si en el mundo de la música hay otro alienígena viviendo entre nosotros además de Vai, sin duda es Bozzio.
5.- Apollo in color. Sonidos orientales, sitar y mucho whammy sirve a modo de inicio para esta creación en la cual tenemos desde un primer momento a un Vinnie Colaiuta muy desatado, en lo que parece una continua improvisación, que no es, por supuesto. Henrik Linder de los Dirty Loops por su parte se encarga del bajo en una canción que perfectamente podría haber aparecido en «Passion & Warfare».
Jazz progresivo que alterna momentos oscuros con otros más bellos, solos de bajo y guitarra llenos de cromatismos jazzeros y un sutil pero imprescindible sintetizador de David Rosenthal.
6.- Avalancha. Tras cinco medios tempos bien densos, era hora de escuchar algo más simple, sencillo, rápido y ¿por qué no?, shred. Y aquí tenemos esta avalancha (curioso el detalle de que esté titulado en español), un tema rápido que, personalmente, me recuerda a varias canciones de su «The Ultra Zone».
Riff oscuro, duro y muy metalero, Jeremy Colson intenso y con un rápido doble bombo en ciertos pasajes y Billy Sheehan al bajo, con su característico sonido dando la réplica a un Vai que como siempre disfruta de estos temas más metaleros y enigmáticos.
Por cierto, el solo de guitarra no será de los mejores del disco, pero el que busque pirotecnia y buena técnica, terminará bien servido.
7.- Greenish blues. Como dije antes, a Vai le gusta pervertir y llevar a su terreno otros estilos y en esta ocasión lo hace con el blues. Sin embargo, tenemos al veterano Bob Carpenter con su setentero sonido de órgano que le hace tener los pies en el suelo y que no hayan demasiadas notas raras ni las características excentricidades del guitarrista.
A esto ayuda un genial Jeremy Colson demostrando que no es sólo un contundente baterista de metal y un Philip Bynoe comedido y relajado.
Sofisticación pura.
8.- Knappsack. Si “Teeth of the Hydra” había sido un comienzo impactante de álbum y un antes y un después en la carrera de Vai, lo mismo se puede aplicar a ésta canción. No me extenderé mucho sobre ella dado que nosotros y otros medios ya hablamos en su momento largo y tendido –link aquí-. Sólo diré que la guitarra que vais a escuchar está tocada 100% a ligados en un momento de su vida en que llevaba el brazo derecho en cabestrillo por una reciente operación en el hombro derecho, y que su mano izquierda igualmente había sido operada apenas un mes antes. Y aún así, se las arregló para grabar una de sus composiciones más difíciles, extremas, zappanianas y alocadas de toda su carrera.
Y por cierto, si eres fan antiguo de Vai, puedes jugar a contar cuantos autohomenajes aparecen.
9.- Sandman cloud mist. Finalizamos con otra balada, en esta particular mezcla de jazz fusión, new age y rock progresivo, y que mezcla una ambientación oscura y bella a la vez; estilo “vaiano” a más no poder y que domina el guitarrista a la perfección.
Philip Bynoe se encarga otra vez del bajo y juraría que emplea uno fretless, a tenor del sonido que le saca, pese a que no sea habitual verle tocar con uno de estos.
Por su parte, Vinnie Colaiuta se encarga de tocar la batería y sin duda, ha sido la mejor elección para darle ese toque jazzístico medio improvisado y juguetón a la base percusiva de la canción.
Y David Rosenthal, más discreto, crea un bonito colchón de acordes de sintetizador durante todo el tema para que evolucionen el resto de sus compañeros.
Excelente final de álbum con un Vai que comienza sutil y tranquilo y se termina desbocando como la bestia que es y cómo esperábamos que hiciera, y con unos músicos acompañantes en absoluto estado de gracia.
.
CONCLUSIÓN
.
Qué duda cabe de que Vai mima cada nuevo lanzamiento. De ahí quizás venga el hecho de tardar tantos años en sacar nuevo disco, diferenciándose, por desgracia, de los otros dos dioses de la Sagrada Trinidad Guitarrera que son Yngwie Malmsteen y Joe Satriani. Que ya sabemos que en cantidad al menos quintuplican la producción de Steve Vai y que en calidad… pues la cosa ha descendido con los años a unos niveles dramáticos.
El caso es que no me quiero enrollar por lo que iré al grano: ESTE ES EL MEJOR DISCO DE STEVE VAI DESDE «PASSION & WARFARE». Así, a bocajarro y en mayúsculas.
Cierto es que enseguida vamos a reconocer a nuestro Vai de siempre, incluso en elementos nuevos como los joint shifting, pero todo está elevado a la enésima potencia en cuanto a calidad e interpretación. Es más, me he encontrado también a un Vai reconvertido en un bajista brutal. Pero es como si, con todos los conocimientos que tiene, musicales y vitales, hubiera rejuvenecido treinta años, a la época del «Passion & Warfare» y hubiera sacado este disco, porque encontramos a un Steve Vai de nuevo joven en cuanto a actitud y ganas de retorcer su cerebro hasta parir la composición más elaborada e intrincada posible.
Sin embargo, el álbum tiene un pero y que hace que sea un disco hecho sólo para los muy fanáticos de Steve Vai: por la razón que sea, ha considerado que estas composiciones deben estar en un formato de medio tempo, así que nada de ritmos rápidos y vibrantes; y estos medios tempos son densos y llenos de múltiples matices y capas hasta decir basta, y es más, tampoco tenemos toneladas de solos de guitarra (aunque igualmente siguen siendo una serie de canciones de dificultad máxima). Todo un cúmulo de sorpresas por compás, pero que requieren de múltiples escuchas o ser un experto en rock progresivo del raro (o también ser un die-hard fan de Mr. Vai). Y esto pudo observarse en su última visita, al parecerme un disco más disfrutable en equipo de música que en una sala de conciertos.
Así que, incluso seguidores de este artista puede que les parezca un disco duro de escuchar, y es que hay que tener la mente muy abierta para que te entre. Eso sí, cuando lo hace se instala en tu cerebro y tu corazón hasta que te pasas el día comparándolo mentalmente con el reverenciado «Passion & Warfare» y viendo incluso en qué momentos lo supera.
En definitiva, cuando alguien graba su gran obra cumbre siendo tan joven y durante el resto de su carrera mantiene un nivel muy alto y no muy lejos de aquella obra cumbre, resulta tan sorprendente como inesperado que ya en su madurez y vislumbrándose no demasiado lejos el retiro, sea capaz de igualar y rivalizar a aquella. Es algo que no esperábamos y que permite, una vez más, situar a Steve Vai como el único amo y señor de la guitarra eléctrica shred.
La competencia por parte de jóvenes talentos como Plini, Ichira Niko o los Polyphia y de veteranos como Tosin Abasi, es poderosa y viene arrasando en plan huracán, pero está claro que Steve Vai va a plantar cara por mantener el liderazgo hasta el último momento. Y a día de hoy, no hay quien le tosa.
¡Larga vida al Rey!
.
.
PD: En el apartado de conclusiones, no he mencionado ni a los músicos colaboradores ni asuntos de mezcla y producción. El caso es que si habéis escuchado el álbum, ¿realmente hacía falta que mencionara algo al respecto?
.
TEXTO: Albert Sanz
Deja una respuesta