El excéntrico genio norteamericano ha vuelto a nuestro país en su segunda gira mundial consecutiva.
Con la sombra de sus problemas físicos ya lejos, Vai ha podido en esta ocasión llevar de gira la guitarra «Hydra» y desplegar todas sus posibilidades sonoras.
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Steve Vai ya es un fijo en nuestro país. No hay gira que no cuente con varias fechas por España. Y esto es algo meritorio no sólo en estos tiempos, sino desde los 90 cuando nos visitó por vez primera, teniendo en cuenta quien es, qué tipo de música hace y cómo la hace. Pero sea como sea, siempre cuelga el cartel de sold out actúe en la sala que actúe.
Como digo, extraño y muy meritorio.
La pandemia hizo que se cancelara en varias ocasiones el tour mundial de presentación de «Inviolate», su último trabajo en solitario hasta el pasado año. Sin embargo, en aquella ocasión que por desgracia me perdí, los asistentes al Teatro Tívoli no pudieron ver/escuchar al gran aliciente de la gira: la extraña guitarra/bajo/sitar Hydra y la canción que la acompaña, «Teeth of the Hydra». El motivo era las molestias que arrastraba en su hombro derecho desde la pandemia (lo cual no le impidió componer y grabar su canción más extrema hasta la fecha, link a la noticia aquí) y que debido a ellas, no podía interpretar la exigente canción con esa guitarra.
El caso es que el hombre tenía ganas de presentar en sociedad tan incomparable instrumento, por lo que una vez recuperado y finalizada la gira mundial, se ha embarcado en otra nada más terminar aquella; algo que que yo recuerde, no había sucedido jamás, contando además en esta segunda gira con más fechas y países. Vamos, que el hombre se va a pasar fuera de casa como dos años. Aunque todo es más sencillo si tiene a uno de sus hijos como responsable del puesto de merchandising y a su mujer entre el público, en todos los conciertos.
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En fin, que esta fecha no me la iba a perder, así que me personé el 2 de abril en la sala Paral·lel 62, antes BARTS y en los 80, la mítica Studio 54 barcelonesa, para verle a él, su banda y la Hydra. El concierto en esta ocasión se enmarcó dentro del anual Festival del Mil·leni y la verdad es que es de agradecer que festivales tan mainstream apuesten en su oferta por conciertos de este tipo.
Con puntualidad y ante una sala ya llena, apareció Steve Vai con un detalle muy característico como es que el cable de su guitarra iba a juego con la chaqueta, flanqueado por sus compañeros habituales, Phillip Bynoe al bajo y Jeremy Colson a la batería más Dante Frisiello, su nuevo padawan. Personalmente eché en falta a Dave Weiner, el cual me parece mejor músico, pero también es verdad que un talento como el suyo merece volar y destacar por sí mismo y Frisiello no lo hizo mal, ni mucho menos. Tiene buena técnica, carisma escénico y tal y como se le ve en su canal de YouTube, está muy ilusionado por girar con esta banda. Y para colmo, está muy buenorro.
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El concierto dio comienzo con «Avalancha» de su último disco, la cual fue muy aplaudida y sin pausa, una sorpresa: «Giant balls of God» de su injustamente poco apreciado «Alive in an Ultraworld». Tras esta, vuelta a «Inviolate» con «Little pretty», composición que nos presentó ya en la pandemia en su canal de YouTube, en la cual, por cierto, tocaba con una Ibanez semi sólida sin puente flotante, algo bien raro en él. En esta ocasión sacó una Ibanez sólida de doble cutaway estilo Gibson y también puente fijo, en un bonito color violeta.
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Tras este primer bloque, llegaría el momento de presentación de la banda, saludo al público y agradecimientos varios, para seguir con la genial «Tender surrender», que para mi gusto, contiene el solo más representativo del estilo de Vai. Por cierto, con este tema ya se vería la tónica general del concierto: y es que si bien «Inviolate» se basa en medios tempos bastante experimentales, el resto de temas elegidos fuera de este álbum no destacaron tampoco por su velocidad. A excepción, eso sí del siguiente, y que fue también una sorpresa: «Lights are on» de «Modern primitive», con ese regusto tan agradable a su época más zappaniana.
Cuando terminó ésta, pasamos a «Incantation», también de «Alive in an Ultraworld», que contó con la aparición de tres guitarristas más durante varios pasajes.
«Candlepower» también fue otro de los momentos más esperados. Una composición presentada durante la pandemia, en la que Vai quiso salirse de su zona de confort tocando con una guitarra estilo Stratocaster, puente fijo, pastillas singles y sin púa, y que se convirtió en una revolución entre el fandom guitarrero, al presentar una loca técnica consistente en tocar acordes y dentro de esos acordes uno y dos bendings en cuerdas diferentes. Una locura como digo, suena extraña y encima es excepcionalmente complicada de hacer. Pero Vai no sería Vai sin conseguir llamar la atención para bien de tanto en tanto. Y su interpretación de esta «Candlepower» fue apoteósica a pesar de su complejidad.
Cuando acabó, Frisiello se quedó solo en el escenario para tocar su solo: melodía con arpegios al principio para volverse más heavy a medida que avanzaba.
Si bien el joven huyó del típico solo de shred gratuito, tampoco me pareció nada del otro mundo esta intervención.
La fiesta continuaría con la muy metalera «Building the church». Todo un clásico. Esta versión nos traería un poco de marcha y ganas de hacer headbanging.
Como curiosidad, decir que Coulson entró antes de tiempo y Vai prefirió detener la canción y comenzar de nuevo. Buen detalle que hizo bajar por momentos a la tierra a este dios de las seis cuerdas.
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El blues, o el blues filtrado por la particular visión de Vai hizo presencia en la sala, con «Greenish blues» de su último trabajo. Pero antes de ello, explicó lo mucho que le sorprendía el éxito de ventas y de crítica de este álbum (¡el mayor desde «P&W»!), para lo experimental que es y para tener ya 62 años.
El alocado caballo de «Bad horsie» nos acompañaría en los siguientes minutos, con esa cadencia metalera tan contundente y atractiva.
La hermosa «I’m becoming», acompañada de imágenes de embriones y espermatozoides, representando la belleza de la vida, terminó con una imagen de un feto con la cara del propio Vai. Y fue acompañada del otro gran momento baladístico de todos sus conciertos: «Whispering a prayer», en el que Frisiello apartó la guitarra para centrarse en los teclados, mientras que Vai se concentraba en una de sus interpretaciones más emotivas.
Y antes de llegar al momento más esperado, tocaba disfrutar de la genial «Dyin’ day» de «Firegarden». Si bien Frisiello comenzó el rasgueo acústico, Vai lo detuvo y comenzó a llamar a seguridad: el motivo fue que en las primeras filas a mano izquierda —muy cerca de mi ubicación—, un asistente se había desmayado y estaba siendo socorrido por otros asistentes. Al minuto se despertó y fue llevado fuera por los servicios de la sala. Gran detalle por parte de Vai que demostró que toca con un ojo puesto en sus pedales y guitarra y el otro en el público.
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Y ya por fin llegamos al momento grande del concierto. Un par de operadores colocaron la Hydra sobre un soporte y tapado con una tela que, sin embargo, transparentaba las lucecitas que esta especie de dragón-steampunk-Transformer-guitarra lleva, mientras en la pantalla trasera aparecía el decorado donde Vai grabó el videclip de esta canción. Con mucha parsimonia y tomándose su tiempo, éste quitó la tela ante una sonora ovación para comenzar a tocar «Teeth of the Hydra».
A modo de curiosidad que me llamó la atención, tocó con ella sobre un soporte —a diferencia del videoclip— y en un momento dado, Bynoe y Frisiello comenzaron a acompañarle al bajo y la guitarra rítmica. Y digo curioso, porque como bien sabréis, la gracia de esa canción es que Vai toca todas las guitarras y bajo simultáneamente… él solo.
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En la recta final tendríamos un nuevo acercamiento a «Inviolate» de la mano de «Zeus in chains», la icónica «Liberty» (que yo siempre la he visto como la canción perfecta para un cierre de disco o de concierto, a pesar de ser con la que se abría el «Passion & Warfare») y, cómo no, «For the love of God», canción que me ocurre lo mismo que con Metallica y «For whom the bell tolls» y «Nothing else matters»: las adoro en disco, pero están tan versionadas y escuchadas, que en directo me aburren soberanamente y siempre pienso en qué por qué no las sacan de los set-lists en pro de otras canciones que no toquen habitualmente.
En «For the love of God» volvimos a tener la presencia de Dani Dynamita a.k.a. Dany G, el cantante de ópera que acompañó en el concierto barcelonés a Vai durante esta canción en la cita barcelonesa del pasado año. El caso es que, una gira después, este hombre que además de chef, luchador de MMA y wrestling, actor y cantante, es también el técnico de monitores de Vai desde entonces y su interpretación operística de tan magna canción, ahora ha de hacerla todas las noches de concierto —también fue uno de los tres guitarristas invitados en «Incantation»—. Y lo cierto es lo hizo muy bien. Como he dicho al comienzo yo no asistí al anterior concierto, pero sí pude ver videotubes grabados por asistentes y no me convenció la interpretación de Dany. Sin embargo, un año después y decenas de conciertos, el hombre canta sus pasajes como los ángeles y engrandece a esta canción, haciendo que ya no me pareciera tan aburrida.
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Y así a lo tonto, ya había transcurrido dos horas y media cuando el concierto finalizó. Como habréis observado, no he mencionado nada a nivel técnico de los músicos: ya es bien conocido el estilo de cada uno y lo bien que lo hacen, así que es tontería comentarlo.
El set-list para muchos de los que acudieron el año pasado les pareció no muy atractivo, al ser casi idéntico. En mi caso, al no haber asistido a ese concierto, pues lo disfruté más, pero es cierto que la densidad y complejidad de los medios tempos de «Inviolate» no es lo más adecuado para un concierto. Por primera vez, Vai ha creado un disco que es mas disfrutable en CD que en directo, lo cual no tiene porqué ser malo.
Y para finalizar el set-list, también sorprendió el hecho de no incluir ni una sola canción del álbum firmado a dúo como Vai/Gash y que presentó semanas antes de este concierto. Bien es cierto que el hard rock angelino y el A.O.R. que destila ese disco está en las antípodas del«Inviolate», pero un bis de aquel a modo de despedida final no habría estado mal.
Por otra parte, albergaba el deseo de que hubiese tocado «Knappsack», esa canción ultraextrema que grabó con la mano izquierda y el hombro derecho recién operados, y tocada al 100% con ligados —noticia y videoclip aquí—, pero no cayó, y algo me dice que nunca la tocará en directo.
Respecto a asuntos de sonido e iluminación, pese a que la sala ha cambiado de nombre y de dueños, sigue manteniendo un estándar de calidad muy alto, por lo que tampoco hay queja al respecto.
Y poco hay que decir más. Incluso con un set-list no muy inspirado, ver a este hombre en directo sigue siendo una experiencia y siempre podremos atesorar grandes momentos de cada concierto suyo. Así que, ahora a esperar a la próxima gira y por mi, que sea cuanto antes.
Para terminar, os dejo con una muy interesante entrevista realizada por Micky Vega para el portal Guitarristas.Info a Dany G, en la cual nos explica cómo ha conseguido que el mismísimo Vai modifique ciertos hábitos y costumbres arraigados desde décadas a la hora de encarar los conciertos.
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(enlace original donde aparece este vídeo aquí)
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TEXTO Y FOTOS:
the Guitar Xperience radio show 
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