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Crítica: Dream Theater «A dramatic turn of events»

  

  

  • Artista:  Dream Theater
  • Sello:     RoadRunner Records
  • Año:       2.011
  • Estilo:    Metal progresivo, rock progresivo.

CALIFICACIÓN TÉCNICA                                                                   

  • Nivel de técnica: 8/10 
  • Velocidad: 9/10
  • Variedad de fraseo, recursos y técnicas: 8/10 
  • Nivel de coñazo virtuosístico: 4/-10 
  • Calidad producción (equilibrio en la mezcla, masterización, etc.): 7,5/10
  • Calidad presentación (carátula, libreto, etc…): 7/10
  • PUNTUACIÓN: 7,6/10                     

   

CALIFICACIÓN MUSICAL                                                             

  • Calidad musical: 7/10
  • Nivel de feeling: 7/10
  • Posibilidad de escucharlo de un tirón: 7/10
  • Ganas de hacer “headbanging”: 8,5/10
  • PUNTUACION: 7,4/10

   

PUNTUACIÓN TOTAL: 7,5/10

  

     Con la publicación de este disco parece acabarse el culebrón del año. O al menos, durante una larga temporada, los caminos de Mike Portnoy y Dream Theater se han separado del todo y podremos centrarnos en lo que de verdad importa: la música.

    Resulta difícil para el que suscribe hacer esta crónica de una manera neutral y con ganas. Primero, porque considero a la banda como culpable de la expulsión de Portnoy. Segundo porque, y pese a que a Mike Mangini sólo se le pueda calificar de crack, no lo veo el batería ideal para la banda. Y tercero, porque ante la sequia creativa que arrastran desde hace años, no han decidido tomarse el descanso que demandaba Pornoy, sino ir deprisa y corriendo a componer un nuevo álbum. Así que muchas ganas, lo que se dice no tenia por escuchar este trabajo. Pero aquí está.

    ¿Qué nos ofrece este «A dramatic turn of events»? Pues una grata sorpresa: es un muy buen disco. En cierta manera, reune las tres corrientes musicales que han caracterizado la carrera de los americanos, como son el progresivo clásico de corte setentero del «Falling into infinity», el metal progresivo hipervirtuoso y complejo del «Metropolis 2.000 Part 2: Scenes from a memory» y el «Six degrees of inner turbulence», y la aproximación a sonidos duros y casi nu metaleros de la aburrida época posterior al «Six degrees…». Es decir, un intento de contentar a todo el mundo. 

    ¿Entonces este disco es lo mejor que han grabado en una década? Pues sí, aunque sin llegar a la excepción aparecida en 2.007, el estupendo «Systematic chaos». De hecho, ese toque casi nu metalero agresivo sigue presente, y como he dicho en muchas ocasiones, James LaBrie no es el vocalista idóneo para un tipo de metal tan duro. Independientemente de su escasa valía en directo, en estudio posee un registro agudo y dulce y una notable técnica, ideal para baladas o progresivo clásico. Pero intentar competir de tu a tu con Russell Allen de unos cada vez más contundentes Symphony X no funciona. De todas formas, el nuevo trabajo va más en otra onda, por lo que LaBrie no desentona tanto.

 

 

1.- «On the back on angels». Una intro de teclado psicodélico y unas guitarras limpias dan paso a la percusión de Mangini, quien a su vez da paso a la parte rockera con unos emotivos coros sampleados y un riff de Petrucci y Rudess marca de la casa. El estribillo suena a refrito de mil temas antiguos, y LaBrie no lo canta con mucha pasión que digamos. A destacar el hermoso piano a partir del 6:10 y el dramático solo de guitarra que parece ideal para la banda sonora de una película.

2.- «Build me up, break me down». Un engañoso comienzo de batería eléctrónica pseudo tecno da paso a la canción. La voz entra distorsionada sin más acompañamiento que la batería, y se van intercalando acordes de guitarra durante un minuto y medio, en una estructura claramente nu metalera. Sin embargo, el estribillo es precioso, casi épico, aunque resulta contradictorio que pueda sonar tan bien a pesar de que LaBrie se muestra extrañamente tranquilo cuando ese momento demandaba más fuerza vocal. El solo tiene un enorme regusto neoclásico, lo cual no es habitual en Petrucci, y Rudess añade lineas de teclado dignas de película de terror. Un tema atractivo porque sobre una base de metal moderno se incorporan un montón de sorpresas. 

3.- «Lost, not forgotten». Rudess y Petrucci inician la canción con más sonidos que podrían encajar perfectamente en una película. La batería de Mangini entra muy potente y el tema deriva de nuevo al metal más moderno pasa pasar en el minuto dos a un momento progresivo rallante, en el que todos demuestran el inmenso nivel técnico que poseen. La parte final de la canción vuelve por los derroteros del progresivo más experimental, con una larga parte instrumental.

4.-  «This is the life». Arpegios de guitarra limpia y un bonito solo dan paso a la primera balada del disco. El estribillo recuerda a algunos de los mejores momentos de la banda. He leído críticas a la manera de cantar este tema, diciendo que LaBrie lo canta sin pasión y de una manera aburrida. Mira que es difícil encontrar a alguien que raje más del vocalista que yo mismo, pero estoy en desacuerdo. Es cierto que canta el tema de una manera plana, con muy pocos matices, pero a la vez transmite un gran feeling y emotividad, de una manera que además le será fácil defenderla en directo. Tiene narices que la canción menos progresiva y más simple composicionalmente hablando sea una de las mejores del disco, pero así es. 

 

 5.- «Bridges in the sky». Cuando nos tenian babeando, asistimos al comienzo más incomprensible de todo el disco. Una ligera percusuión se une con una voz de un borracho defecando (no sé de que otra manera definirlo) y deriva en un misterioso teclado con coros gregorianos muy de película de Indiana Jones. La voz del borracho vuelve a aparecer y da paso al Petrucci más burro y oscuro del disco. Tenemos por medio momentos vocales más tranquilos y la sección final es una de las habituales pajas virtuosas con que nos deleitan los Dream Theater a menudo. Petrucci se suelta la melena en su solo y es secundado por otro inmenso Jordan RudessMangini consigue recordarnos por primera vez a Portnoy, siguiendo unos ritmos de una complejidad extraña y hasta oriental. El tema finaliza con la voz del borracho. Una lástima que el tema aburra por no tener una estructura clara, y lo de la intro y el final que me lo expliquen.

6.- «Outcry». Otra joya de tema. Medio tempo con un bajo bastante más destacado y creativo que en el resto de temas (no en vano Myung es el compositor). LaBrie está especialmente inspirado, demostrando la sensibilidad y elegancia que posee, y dándonos mal rollo al recordar lo malo que suele ser en directo. Por en medio hay algunos momentos típicos de virtuosismo entre el dúo Petrucci-Rudess, que sin embargo suenan a progresivo clásico, en plan King Crimson. A partir del minuto nueve tenemos una deliciosa parte lenta muy jazzy, con Rudess tocando sobre un inmenso Myung y con LaBrie poniendo la piel de gallina.

7.- «Far from heaven». Un delicioso piano y contrabajo inician el tema más corto del álbum. Una preciosa balada comercial, que podría ser un éxito de ventas si las emisoras de radio «mainstream» acostumbraran a programar música de calidad. El tema avanza incorporando una suave sección de viento sobre la que canta un James LaBrie que vuelve a poner la piel de gallina.

8.- «Breaking all illusions». Llegamos al tema más largo del disco con sus más de doce minutos. La primera parte hasta el minuto cuatro es meláncolica y a medio tempo. Después la cosa se acelera y nos muestra la cara más powermetalera de la banda, algo desde luego inusual, pero que resulta fantástica por el aire melódico que le da a la canción. A partir del minuto cinco hay una sección instrumental en la que intercalando pasajes heavys, Rudess y Petrucci se dedican a explorar diferentes sonoridades que recuerdan a Mike Oldfield. Esta sección finaliza con un hermoso solo de guitarra de Petrucci sobre una relajante pista de batería de Mangini. Finalmente el tema retoma el aire épico y melódico.

 

9.- «Beneath the surface». Guitarra acústica y cellos inician de una forma muy bella la última composición. Una curiosa manera de terminar el disco con una preciosa y tranquila balada.

 

    Como habréis observado, he mencionado muy poco el trabajo de Mike Mangini, pero ha sido para poder analizarlo ahora con más extensión. Vamos a ver, toca un huevo. Hay algunos momentos del disco de dificultad extrema y Mangini los supera con nota. Pero el problema es que realiza unas líneas de batería muy simples. Simples si lo comparamos con lo que hubiera hecho Portnoy, añadiéndole mil y un matices. Aunque por otra parte, me ha gustado mucho en las baladas, donde esa «simpleza» va fantástica, y en donde el bueno de Portnoy acostumbra a rellenar demasiado y mostrarse en excenso denso sin que sea necesario. En definitiva, Mangini ha hecho un gran trabajo pero no está a la altura del resto de sus compañeros. Claro que la cuestión es que Mangini se encontró con el disco compuesto al 100 % y poco habrá podido aportar. La duda con respecto a si es el mejor fichaje que podían haber hecho sigue viva, y solo podrá resolverse en el próximo disco, cuando pueda componer y aportar más a la banda. O sea, teniendo en cuenta que hasta ahora casi todo lo que le hemos escuchado han sido trabajos como mercenario (con el máximo respeto que le tengo a ese término), no se conoce aún cual es su verdadero estilo, y este trabajo para Dream Theater, de la manera a la cual él ha llegado, es un trabajo más como mercenario y no como miembro de pleno derecho en el grupo.

    Sobre el resto de músicos no es que se pueda hablar mucho más de lo hablado desde que la banda comenzó. Mencionar su virtuosismo es perder el tiempo. Sí que mencionaré en cambio la química brutal que desprende el dúo Rudess y Petrucci, tocando juntos muchísimos pasajes, como Myung «sale del armario» en ciertos momentos en los que cobra protagonismo, o el extraordinario lirismo y sensibilidad que muestra LaBrie en algunas canciones.

    El disco no es una obra maestra. Para que lo fuera debería haber tocado Pornoy o en su defecto, que Mangini hubiera tenido más tiempo para aportar algo. Sobra el tema «Bridges in the sky», pese a que tenga uno de los momentos de mayor virtuosismo del guitarrista, por extraño y por aún más extrañas las voces del comienzo y el final. Y también la batería debería de haber tenido un poquito más de presencia en la mezcla final. No es que se oiga mal, pero da la sensación de una cierta timidez por parte de Petrucci a la hora de mezclar las pistas, como si quisiera hacer disimular en parte la ausencia de Portnoy. Pero no obstante, si este fuera el primer disco de Dream Theater y nunca hubieramos oído hablar de Mike Portnoy, está claro que lo considerariamos como un gran trabajo. Y al fin y al cabo estamos hablando de música, y esto es muy buena música, sin duda.

 

 

 

 

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3 comentarios »

  1. Respecto a la marcha de Portnoy, por la información que ha aparecido, creo que la responsabilidad en primer término es suya, al querer dejar a la banda en standby durante unos años, para luego volver en una reunión histórica. Me cuadra, viendo la trayectoria del personaje, al que le gusta embarcarse en mil proyectos simultáneos (cosa que no gustaba al resto de la banda) y su egocentrismo (que le ha hecho hasta sacar una app para smartphone donde la gracia es que ahí aparecen todos sus comentarios en las redes sociales). Ese carácter tan frenético y obsesivo, tan diferenciado del resto de la banda, les estaba pasando factura en los últimos años, y creo que aunque ningún fan quería que abandosase la banda, el cambio ha sido positivo, si con ello vuelven a sentirse inspirados y hay buen ambiente entre todos.

    Me da la sensación de que tras el shock inicial del resto de DT, finalmente vieron la oportunidad de «librarse» de Portnoy y su carácter cada vez más difícil de soportar y sus guiños al metal extremo (como las voces pseudo-guturales) con lo que el resto no comulgaba, esto último confesado sin tapujos por Jordan Rudess.

    Respecto al cambio de batería, se dice que el elegido en primera instancia para el puesto fue Marco Minnemann, en mi opinión mucho más versatil e imaginativo, pero parece que no le convencieron las condiciones contractuales para entrar en la banda. Precisamente una de ellas limitaba que tuviera proyectos paralelos… ¿Os suena?

    Dicho todo esto, y por si hubiera alguna duda, expreso mi máximo respeto y admiración por el Mike Portnoy músico.

    Felicidades por el blog y un saludo!

    • No estoy muy de acuerdo Nuno. Cierto es que Portnoy es el theater con más proyectos paralelos, pero no es el único. Porque tanto LaBrie como Rudess hacen «horas extras» a porrillo. Tampoco estoy de acuerdo en lo que dices en parar la banda y volver en plan reunión histórica. Esto se hace cuando la banda lleva 15 años muerta o si se reunen los miembros originales, y no veo a Kevin Moore y a Charlie Dominici volviendo al grupo. Portnoy sólo pedía uno o dos años de vacaciones.
      Porque salvo el «Systematic chaos», desde el «Six degrees» no han hecho nada destacable. Hasta 2.009 habian grabado mas de diez discos sin contar con los directos, y llevaban una frenética actividad en giras, así que es normal que las ideas brillen por su ausencia y no les mueva nada más que la pasta a la hora de trabajar. Pornoy lo único que se preguntaba es que como podía ser que las colaboraciones sonraran más frescas y las hicieran con más ilusión que no los propios discos (y esto va por todos los miembros y no solo por el). Así qeu la respuesta que vio era que necesitaban unas vacaciones.

      Francamente Nuno, tu sabes que la parroquia heavy es muy fiel, y por más que en los últimos tiempos Symphony X, Opeth o Pain of Salvation hayan subido de categoria, en un par de años no les iban a robar el cetro a DT. Guste o no, DT son los reyes del estilo por mucho tiempo, y eso no se va a notar en un bajón en las ventas o un castigo por parte de sus fans si decidian tomarse un año sabático. No veo otro motivo que la pasta para que no aceptaran la propuesta de Portnoy y quisieran ponerse a grabar un nuevo disco ya.

      Sobre los baterías, Minnemann era mi favorito. Después de él Donati y Derek Roddy. Ya he dicho todo lo que tenía que decir sobre Mangini. Es un grande, y aunque creo que Portnoy le supera mucho en técnica podrá con el tiempo ser un buen recambio. Pero eso sí, el pobre ya se encontró con el disco hecho y tal y como comento en la crónica no ha demostrado casi nada de lo que puede hacer en este grupo. Y ojo, Minemmann y Donati tendrán mil compromisos, pero Mangini siempre ha sido un mercenario (en el buen sentido), así que me lo veo con movidas paralelas en 3…2…1…

      Y gracias por contestar. Cuando quieras vente tu y Nico al programa y hacemos una reunión 15 aniversario, jeje 🙂

  2. a mi me gustó ‘black clouds and silver linings’ aparte de ‘systematic chaos’. los discos sin portnoy tienen un problema, el que manda es solamente john petrucci y en mi opinión los hace mas chatos, léase ‘a dramatic…’, ‘dream theater’, y ‘the astonishing’ que ya me costó escuchar y decidí no comprar. además que ya me cansó el escuchar a jordan rudess siendo un super virtuoso sin carisma ni sentimiento, solamente velocidad y firuletes (como extraño a kevin moore). y por último, coincido, ultimamente me quedo con symphony x como banda.

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