- Artista: Tony MacAlpine
- Sello: Favored Nations
- Año: 2.011
- Estilo: Metal progresivo, djent, math metal, heavy metal neoclásico, hard rock, new age, música clásica
CALIFICACIÓN TÉCNICA
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Nivel de técnica: 9/10
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Velocidad: 8,5/10
- Variedad de fraseo, recursos y técnicas: 8,5/10
- Nivel de coñazo virtuosístico: -4/-10
- Nivel resto de músicos: 10/10
- Calidad producción (equilibrio en la mezcla, masterización, etc.): 9/10
- Calidad presentación (carátula, libreto, etc…): 7/10
- PUNTUACIÓN: 8,3/10
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CALIFICACIÓN MUSICAL
- Calidad musical: 10/10
- Nivel de feeling: 8/10
- Posibilidad de escucharlo de un tirón: 6/10
- Ganas de hacer “headbanging”: 10/10
- PUNTUACIÓN: 8,5/10
PUNTUACIÓN TOTAL: 8,4/10
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Aprovechando que el pionero del neoclásico va a visitar tierras españolas en marzo, realizamos de una vez la crítica de su último disco. Crítica que, por misterios insondables del destino, olvido, prioridad o mil y una razones, había quedado pospuesta.
«Tony MacAlpine» es su primer disco en solitario en diez años, desde que grabara el alabado por la crítica «Chromacity». Paradojicamente, esta primera década inactiva en cuanto a discos propios, ha sido la más fructífera en trabajos, ya sea como invitado, como segundón o como líder: CAB, Steve Vai & The Breed, Ring of Fire, Devil’s Slinghot, Seven The Hardway, etc. Así que, aunque varios de esos trabajos llevan su sello tanto en tareas de composición como de producción, es normal que no haya tenido tiempo para realizar un álbum firmado con su nombre.
La verdad es no sabiamos muy bien que esperar de este nuevo trabajo. Si bien su evolución le ha llevado a terrenos de metal progresivo con elementos de fusión, proyectos como Ring of Fire demostraban que quien tuvo retuvo, y que el neoclasicismo todavia corría por sus venas. Por otra parte, el tan esperado supergrupo Seven The Hardway acabó siendo una decepción, un sorprendente quiero y no puedo en el que nadie es capaz de explicarse como puede haber surgido algo tan mediocre y aburrido de semejante reunión de talentos. Por lo que con este reciente recuerdo, un largo bagaje por tumultosas aguas progresivas y el veinticinco aniversario de su debut (e icono del heavy neoclásico) «Edge of sanity» en el momento de la gestación de los nuevos temas, ¿qué debiamos esperar?
Pues Tony MacAlpine nos sorprende con «Tony MacAlpine». El álbum se llama como él y suena a declaración de intenciones. A querer recordar al mundo del guitarreo y del metal que fue uno de los pioneros del shred y que piensa volver a serlo. Que ya está bien de estar tantos años a la sombra de otros artistas de su nivel y época (como Vai) y que ha vuelto para gritar a los cuatro vientos que el shred está vivo y que él puede ser uno de sus abanderados. Aunque todo este párrafo sean meras elucubraciones mías, no es menos cierto que el impacto que produce la escucha de las dos primeras canciones equivale a ser knockeado por Mike Tyson estando enfadado y tras haberse bebido cinco latas de Red Bull. El lenguaje que predomina en todo el disco es el metal progresivo. Hay algún ramalazo neoclásico en algún que otro solo y bonitos acercamientos a la música clásica y a la new age, pero ante todo tenemos metal progresivo. Denso, barroco, asfixiante, duro, y sobretodo brillante. No hablamos de la extraña (y a la vez atractiva ) simpleza del «Clinophobia» de los Devil’s Slingshot, no, aquí tenemos una producción de tres pares de narices y un derroche de virtuosismo imparable. Nos tendríamos que remontar al último disco de Paul Gilbert para escuchar algo semejante, aunque la diferencia entre uno y otro estriba en que el loco de Gilbert facturó un disco alegre y plagado de buen rollo y MacAlpine ha grabado una obra densa no apta para todos los públicos y difícil de escuchar del tirón. En sus virtudes radica sus defectos.
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Para esta nueva aventura, MacAlpine se ha hecho acompañar de Philip Bynoe al bajo (tema 2) y de Virgil Donati (temas 1, 5 y 10) y Marco Minnemann (temas 3, 4, 8 y 12) a las baterías, reservándose para sí mismo todo lo demás.
1.- Serpens cauda. Comienzo brutal gracias en parte a la agresiva y virtuosa batería de Donati. Muy interesante es la melodía que realiza Tony con armónicos pinchados (de púa), mucho más difícil de tocar de lo que aparenta. En el solo demuestra los amplios recursos que posee, aunque pierda algo de melodía la canción en ese momento. Donati intercala pasajes a contratiempo con doble bombo de lo más heavy.
2.-Ölüdeniz. Un tema muy hermanado estilísticamente con el anterior. Pese a que comienza más tranquilo con un solo de teclado psicodélico, enseguida entran los riffs con guitarra de siete cuerdas y una interesante melodía marca de la casa. Los teclados de Tony aportan un cierto aire misterioso a todo el tema. Philip Bynoe acompaña al bajo en este tema. Por cierto, resulta sorprendente la programación de batería, de una complejidad tremenda.
3.- Fire mountain. Marco Minnemann acompaña al guitarrista en esta canción, e intenta rivalizar en complejidad con Donati. Difícil decidir entre los dos, pero la pista de batería recuerda mucho a su salvaje trabajo con Necrophagist. La canción alterna pasajes rockeros más melódicos con otros de technical death metal muy oscuros. El solo de guitarra nos muestra a un MacAlpine que conjuga a la perfección pirotecnia con feeling.
4.- Dream mechanism. Aquí cambiamos sorprendentemente de registro. Si bien no es una balada, el aire de hard rock clásico a lo Satriani permanece durante toda la canción, permitiéndonos un respiro. Melodias «satrianescas», unas lineas de bajo y guitarra rítmica de lo más interesantes y un Minnemann más tranquilo esta vez (tranquilo en cuanto a toque agresivo, porque el virtuosismo sigue presente). Como antes, MacAlpine conjuga en su solo aún más pirotecnia y melodía. Un tema que no debería faltar en la próxima recopilación que salga de este guitarrista.
5.- 10 seconds to Mercury. Volvemos a la carga progresiva con Virgil Donati de nuevo a la batería. La canción no resulta tan interesante hasta que llegamos al interludio jazzístico. Donati comienza con algunos pasajes de puro jazz para acabar metiendo un doble bombo mortal mientras MacAlpine toca un hermoso solo también de jazz al piano. El interludio se completa con un guitarra bastante fusionera en un registro no tan habitual para MacAlpine.
6.- Flowers for monday. La primera balada del disco y un contraste brutal con lo que llevábamos escuchado. Se trata de una deliciosa pieza new age con piano y guitarra acústica tan sólo. Hermosa, melancólica y dramática por momentos. Puro lirismo.
7.- Angel of twilight. Comenzamos de una manera engañosa como si fuera una balada, pero enseguida cambiamos de rumbo. El tema varia a una mezcla de progresivo y neoclásico muy oscuro y siniestro. En varios momentos MacAlpine toca unos arpegios y unos saltos de cuerda que quitan el hipo. Tema muy interesante por esa atmósfera misteriosa.
8.- Pyrokinesis. Marco Minnemann vuelve a sentarse tras la batería en una composición más simple pero tremendamente potente, muy en una onda Dream Theater y con un doble bombo incansable. La melodía de guitarras y teclados resulta muy interesante. En el solo, MacAlpine se olvida de cualquier atisbo de melodia para entregarnos una sobredosis de técnica al más alto nivel.
9.- Blue Maserati. Un oscuro riff de guitarra muy a lo Black Sabbath da inicio a la novena canción para dar paso después a unas guitarras curiosamente blueseras, mientras entra la melodía principal ejecutada con wah wah. La canción tiene un aire a lo Joe Satriani interesante, por la mezcla de fusión con hard rock. Una composición más tranquila que permite dar respiro a nuestros cerebros. El solo es más fusionero que de costumbre.
10.- Summer palace. Tenemos a Donati en la última de sus colaboraciones dando comienzo a un ritmo de batería a contratiempo bastante jazzístico, aunque las guitarras ya indican que volvemos a terrenos progresivos. Tras el primer minuto entra la extraña melodía de la canción. Extraña porque parece un ejercicio didáctico que contiene de todo: sweep pickings, ligados, palm muting y pua-contrapua. La canción tiene varias partes muy diferenciadas a cual más progresiva, aunque la más «comercial» sería la que contiene el solo de guitarra.
11.- Salar de Uyuni. Sonidos de sintetizador dan paso a unas guitarras de lo más pesadas que duraran toda la canción. Quizás sea esta la canción más sencilla en cuanto al esquema montono y machacón que muestra en toda su duración, pero ello no es óbice para disfrutar del extraño magnetismo que ejerce.
12.- The dedication. Último corte del disco y última colaboración del alemán Minnemann. Traicionando a su costumbre, MacAlpine no nos trae esta vez un estudio de piano de Chopin, sino que se lleva a su terreno una composición de Schumann. Aunque el hecho de «rockerizar» una composición de música clásica por uno de los pioneros del heavy metal neoclásico debería significar transformarla en eso, en heavy metal neoclásico, nada más lejos de la verdad. MacAlpine añade guitarras, sintetizadores y baterías y lo envuelve de new age y rock que recuerda inevitablemente a Marty Friedman. Pero además hace que su versión vaya in crescendo, así que cuando la primera guitarra se aleja del motivo principal para improvisar, no queda forzado y todo fluye con naturalidad. Al igual que la batería de Marco que poco a poco va pasando de una hermosa sutileza a un ritmo con gran fuerza. Hermosa manera de finalizar el disco.
Tony ha creado algo tremendo. Una obra maestra de shred y el metal progresivo. No podría decir que es el mejor disco de su carrera ya que no tiene nada que ver con sus comienzos neoclásicos ni sus primeros escarceos con la fusión. Esto pertenece a una nueva etapa. Ha cogido todo lo aprendido en la última década, le ha dado la forma del metal progresivo y le ha inyectado la mala leche y la dureza del nu metal. Eso se nota en la producción ya que ha grabado con guitarras Ibanez de 7 y 8 cuerdas pasadas por amplificadores Hughes & Kettner TriAmp y en los colaboradores de los que se ha rodeado. Lo más curioso es que de la masterización se ha encargado un veterano com Dave Collins, entre cuyos créditos está el haber trabajado para The Police, Grateful Dead, John Williams, Maurice Jarre o Manhattan Transfer, lo cual, a priori, no tiene nada que ver con esto. Pero está claro que si alguien es capaz de hacer sonar bien cualquier proyecto ese es Dave Collins.
Como dije al principio, el disco tiene un problema y es su extrema densidad. Es salvaje, duro y lleno de multitud de pistas con multitud de matices (que habrá que ver como se muestran en directo). Salvo algunos temas, no hay tregua. Hasta los temas en los que no hay colaboradores, Tony ha compuesto unas baterías ultravirtuosas. Y en sus solos de guitarra luce un nivel técnico impresionante. No descubro nada nuevo si digo que un músico no toca igual a los 20 que a los 50. Y por más que admiremos a las vacas sagradas del shred instrumental de los 80, es innegable que casi ninguno mantiene el nivel técnico de antaño (composición, feeling y expresividad es otra cosa, sólo hablo de técnica). Sin embargo, en los solos de guitarra -aunque algunos sean breves- parece que escuchemos al MacAlpine de los primeros tiempos: igual de rápido y preciso. Por todo ello, para disfrutar del disco al 100 % hay que ser fan del shred técnico, de Slipknot y de Dream Theater a partes iguales. Sino, es seguro que no puedas escucharlo del tirón.
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TEXTO: Albert Sanz
Me ha encantado la crítica.
Os dejo los próximos conciertos de Tony MacAlpine por España:
*14/3/12 – Barcelona – Razzmatazz 3
*15/3/12 – Madrid – Ritmo & Compas
*16/3/12 – Murcia – Stereo
*17/3/12 – Sevilla – Fanatic
*18/3/12 – Vigo – El Infierno
*19/3/12 – Donosti – DOKA
Más detalles, puntos de venta de entradas etc. en http://www.frontlinesite.com
¡Gracias por ahorrarnos el trabajo! En breve vamos a hacer una repaso a los principales conciertos virtuosos y con vuestra información podremos completarlo a la perfección.