Aprovechando que la próxima semana el genio de las seis cuerdas Richie Kotzen estará en España el 1 de diciembre en la sala Caracol de Madrid y el 2 en la Sala Mandra 1 de L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona), pegaremos un buen repaso a su trayectoria.
Si bien esta sección está concebida como «10 minutos de relax viendo videos» en esta ocasión será más larga. Hoy lo dedicaremos a su pasado más shredder y fusionero, tanto en solitario como con Poison y Mr. Big sin olvidar su etapa en Sharpnel Records.
Mañana lo dedicaremos a su vertiente de bluesrocker (que es la predominante en su larga carrera) y más popera y comercial.
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En el 89 debutaba con un álbum homónimo grabado bajo el sello Sharpnel Records. Si bien el álbum se movía dentro del shred neoclásico, ya mostraba ciertos elementos fusioneros a los que acompañaba de una loca técnica de palanca, muy similar a la de Jason Becker.
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En aquella época grabó su primer video didáctico para la principal productora de videos didácticos de la época: Reh Video. «Rock Chops» tenía esta cutre y divertida intro.
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En su segundo disco –«Fever dream»– se animó a cantar y a componer un intenso blues. No obstante, salvo la base, las guitarras era puro heavy metal de la época, con toneladas de arpegios y tappings.
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Entre el año 95 y 95 Kotzen realizó dos discos con Greg Howe, «Tilt» y «Richie Kotzen/Greg Howe Project». Sin duda puede decirse que es su hito en cuanto a técnica. Ambos discos pueden considerarse dos de los mayores excesos realizados en la historia del shred. De la mano de un siempre fusionero Howe, Kotzen dio rienda suelta a toda su pasión por el jazz, firmando ambos unas canciones elaboradísimas pero sólo para amantes del jazz-rock fusión muy técnico.
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1.999 fue presentado a los fans de Mr. Big con un CD en directo. Después llegarían dos trabajos más de estudio, otro CD directo y el concierto en DVD de 2.006 de despedida de la banda. Muchos creían que los nuevos trabajos sin Paul Gilbert serían malos, sin embargo Kotzen aportó todo su bagaje más rockero y se desmelenó con unas dosis de pirotecnia guitarrística a la altura de su predecesor, como hacía años que no le oíamos, logrando que no echáramos de menos a Paul cuando Richie tocaba los solos de aquel. Tal vez sin Paul la banda perdió la frescura popera pero ganó un corista de excepción capaz de acompañar en los micros a Eric Martin.
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CONTINUARÁ…
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TEXTO: Albert Sanz
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