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Xperience Live!: Sonisphere – Barcelona 2.013 (1/06/2013) (Parte 2)

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Sonisphere 2013

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2sonisphere_logo    Proseguimos con la segunda parte dedicada a este festival. En la entrada de hoy llegamos ya a los grupos «gordos» del evento, los que concentraron la mayor cantidad de seguidores y por supuesto, también terminaremos con las conclusiones. De todas formas, si queréis leer la primera parte de esta crónica en este enlace puedes hacerlo.

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iron maiden logo

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   Y llegamos al momento clave del festival. Contraviniendo la lógica que dicta que el cabeza de cartel es el último grupo, los británicos salieron en séptimo lugar cuando aún era de día (se dice que es una imposición suya y no de la organización). Además, pese a que con muy pocos minutos de retraso los tiempos de cambio de backline y aparición de los grupos se estaban respetando, fue curioso el hecho de que los Iron Maiden decidieran salir a la hora que debían, teniendo en cuenta que los técnicos, tras la espartana puesta en escena de los Ghost, cambiaron el escenario e hicieron las pruebas muy deprisa y finalizaron media hora antes de la salida prevista. Vamos, que la espera se hizo dura para los cerca de 25.000 fans que ya se habían congregado en el Parc del Fòrum.

    Durante los conciertos anteriores ya se intuía como iba a ser el escenario. Los monitores de ambos lados del escenario así como algunas estructuras de luces colgantes lucían unas telas color azul hielo, así que cuando la Doncella de Hierro salió a escena tras caer un telón, a nadie extrañó que todo remitiese a la estética del «Seventh son of a seventh son». “Moonchild” fue el tema con el que comenzaron. El grupo salió con ganas y Bruce Dickinson dispuesto a convertirse por enésima vez en el frontman  perfecto. Sin dar tiempo a relajarse, tras terminarlo comenzó la comercial pero aún así magnífica «Can I play with madness”.
“Afraid to shoot strangers”, “The trooper”, “The number of the Beast”, «Phantom of the opera”, “The prisioner” (que comenzó mostrando la intro en las pantallas laterales de la bizarra serie de culto de los 60 con el mismo nombre), etc., hacían que la gente enloqueciera. Pero Dickinson y los suyos no quisieron dar tregua a los fans, por lo que también cayeron himnos inmortales como “Wasted years”, “Fear of the dark”, “Aces high”, “The evil that men do”, «2 minutes to minight» o «Seventh son of a seventh son» entre otras.

    No sólo la selección de temas fue confeccionada para provocar las máximas ganas de hacer headbanging , sino que el grupo se implicó al máximo en ello. El trio de guitarristas aportaban rítmicas y solos poderosos, y en el caso de Janick Gers, pese a que nunca haya quedado claro qué toca en los conciertos o si realmente toca (siempre he pensado que si bajaran su pista en la mesa de mezclas al 0 nadie se daría cuenta), mostraba como siempre sus dotes para animar al público. Harris y y McBrain por su parte siguen siendo una de las bases rítmicas mejor conjuntadas y más potentes del panorama metalero. Y Dickinson pues sigue siendo un gran frontman con una energía inagotable, y no cesaba de arengar al público con lindezas como «scream for me motherfuuuuuuuuuuckers!!!!» entre canción y canción.
Y si además contamos con la espectacularidad de la escenografía, efectos especiales o la aparición de Eddie en diversos formatos (impresionante el momento en que la portada del «Seventh son of a seventh son» cobró vida), está claro que la gente disfrutó.

    Pero al César lo que es del César, y en Guitar Xperience tenemos la mala costumbre de fijarnos tanto en lo bueno como en lo malo. Bruce Dickinson comienza a mostrar síntomas de un bajón de nivel vocal. El hombre ya tiene una edad pero se sigue obligando a sí mismo a moverse, correr y derrochar energía como un veinteañero, y aunque el hombre se mantiene en buena forma y tiene un buen tipo, la edad no perdona. Esta situación provocó que en temas muy comprometidos como «Aces high» o «Evil that men do» no diera la talla vocalmente. En cambio otros como «Can I play with madness» o «The number of the Beast» vieron disminuida su velocidad de forma sutil. Tampoco ayudaba que la frase que he mencionado antes la repetía sin cesar entre canción y canción al máximo volumen y al tono más agudo posible. Y claro, si luego se tenía que enfrentar a según qué canciones, pues habría estado mejor que hubiese reservado energías, que total, el público ya estaba entregado desde el primer momento de todas formas.

    Hasta el momento, todos los grupos habían mantenido una calidad de sonido similar, que sin ser extraordinaria permitió disfrutar de todas sus propuestas (en el caso de Ghost fue realmente buena). Sin embargo, para sorpresa nuestra, el sonido de Maiden fue, siendo benévolos, tan solo aceptable. De hecho, desde el primer momento la voz de Dickinson estuvo muy alta en comparación al resto de la banda, aguda y en ciertas ocasiones incluso distorsionaba. Lo curioso (y aquí es cuando tendríamos que ponernos en plan técnico hablando de compresiones y tal) es que en los pasajes instrumentales, toda el volumen del grupo subía y se escuchaba con total nitidez a cada uno de sus miembros. Al momento de volver a cantar Dickinson, el grupo bajaba de volumen y se difuminaba todo. Un tirón de orejas bien fuerte para el ingeniero que consiguió el peor sonido del festival (y no teníamos el viento huracanado de Madrid para echarle la culpa).

    Y dejo para el final lo más escándaloso, pero no seré yo quien lo explique; para ello dejo a Enrique Herrero y Carlos Herrero de la web HellPress, quienes en su crónica del Sonisphere de Madrid se hicieron eco de lo que yo y muchos pensamos:

«El primer patinazo serio vino con «Afraid To Shoot Strangers». Es una composición soberbia y se ejecutó de maravilla, pero ese no es el problema. Con la dinámica que sigue Irron Maiden en sus giras desde hace unos años, centrándose en determinadas etapas del grupo, la podían haber guardado para la próxima, que será presumiblemente la previa a la llegada de Blaze, o lo que es lo mismo, «No prayer for the dying» y «Fear of the dark». Si no es en esta (que espero se llegue a realizar) puede entrar en cualquier otro set de sus giras porque, como digo, es una canción estupenda. Lo que no tiene lógica es que se toque esta canción, grabada cuatro años después de la gira Maiden England. No hay coherencia en la elección de temas, y el sitio que ocupan algunos se lo están robando a otros que sí serían imprescindibles para recrear al cien por cien una época concreta de la Doncella.

Lo que no se puede aceptar es que esta gira se venda como un revival de Maiden England porque, sencillamente, no lo es. Al margen de incluir canciones que son posteriores a 1988, Iron Maiden ha dejado pasar otra vez la oportunidad de hacer algo histórico y que se le demanda desde hace tiempo, y no es otra cosa que tocar «Seventh son of a seventh son» por orden y al completo, que es el espíritu con el que se grabó en su día su obra maestra. Al fin y al cabo, son 44 minutos de disco, y aún te queda casi una hora para completar con mucho material.»

   Amén. El resto de su crónica la podéis disfrutar en este enlace. No les falta razón. No sé si han tenido miedo de que por ser fieles a la moto que habían vendido sobre la reescenificación de la gira «Maiden England» no iban a poder incluir otros temas favoritos de los fans, pero lo cierto es que Iron Maiden es una de las pocas bandas que tienen asegurado el lleno en cualquier estadio año tras año. Así que el motivo de esta gira daba la oportunidad de hacer partícipe a los fans de algo único y diferente, y al final nos hemos quedado con la sensación de más de lo mismo.
A ver, que nadie me malinterprete, aun con todo lo negativo expuesto, Maiden son Maiden y su magnetismo y capacidad de embrujo en directo siguen inalterados; los problemas de sonido no tienen que ver con ellos y la salud de las cuerdas vocales de Dickinson es algo que se veía venir y que por el momento no es demasiado grave (mucho peor está Rob Halford). Pero el publicitar una cosa y luego encontrarnos con un set-list diferente no es agradable. Al final todos salimos contentos ante tanta descarga de potencia y feeling, pero eso es lo que nos vamos a encontrar siempre en sus conciertos (¡ojalá!); a esta gira le pedíamos algo más y no lo recibimos.

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anthrax logo

    Otra formación que tiene un cariño especial a España y que es asidua a festivales veraniegos son los Anthrax. Los míticos trashers son conocidos por aunar potencia, dureza y diversión, algo que no es nada común en su estilo. El concierto además estuvo plagado de sorpresas: un sonido claro y excelente (pese a la brutalidad de muchas de sus partes rítmicas), un juego de luces que rivalizaba con el de los Maiden, el mejor Joey Belladonna que hemos visto en años (nunca ha sido Pavarotti, pero esta vez no tuvo ningún problema vocal) y un set-list festivalero y adictivo a más no poder.

    Anthrax, como he dicho, tienen un gran bagaje en festivales, y sabedores de que el tiempo es más breve y que según a la hora que salgan el público puede estar ya exhausto, se centraron en elegir el set-list más  marchoso posible en vez de promocionar el último álbum de turno como hacen muchas otras bandas.
De este modo fueron sonando temazos como “Among the living”,«I am the law» «Indians». También hubo espacio para versiones sorprendentes y ajenas a su estilo, como «TNT» de AC/DC que nos dejó a todos alucinados, «Got the time» de Joe Jackson o «Antisocial» de Trust, aunque ésta última al llevarla tocando desde los 80 ya parece propia.

    Y si esto fuera poco, encima tuvimos homenaje a Dio y Dimebag Darrell con «In the end», enormes fotos de ambos a cada lado del escenario y un Belladonna imitando en sus gestos (cuernos incluidos) y movimientos al mítico cantante.
El homenaje también continuaría con un fragmento del «Raining blood» de Slayer que sonó empalmada a la rapera «I’m the man» y sirvió de recordatorio a Jeff Hanneman.

    Tremendo show el que nos ofrecieron, intenso, potente, divertido y por desgracia corto.

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megadeth logo

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    Llegó el turno para el otro representante en el festival del mítico Big 4. Pese a ser ya tarde y levantarse algo de frío (por fortuna bastante soportable) nadie parecía querer abandonar el recinto. Su show no fue de los más destacables del festival, pero sí que ganaron por goleada en una cosa: las proyecciones infográficas en las pantallas traseras. No tendríamos los monstruos de Maiden, pero en cambio el visionado de las imágenes proyectadas en las pantallas era hipnótico.

    Un enorme montaje con varias pantallas en la parte de atrás del escenario proyectó un video en el cual una serie de grúas comienzan a fabricar el logo de la banda entre fuego, chispas y humo. Finalmente, cuando ya estuvo montado, aparecieron los músicos para comenzar con “Trust”. Al terminar, Dave Mustaine (que se mostró bastante comunicativo entre canciones) nos saludó con un cálido “Buenas noches Madrid”; como era de preveer, mucha gente silbó enfadada pero contrariado consigo mismo, pidió perdón enseguida.

    A continuación presentó un par de temas de su último trabajo «Super Collider»: «Super collider» y «King maker». Gustaron al público y siguen la excelente línea que Megadeth mantiene en estudio desde hace unos años, pero no tuvieron la acogida que sí tuvieron los temas que todos esperábamos como “Hangar 18”, “Countdown to extinction”, “A tout le monde”, “Holy wars… The punishment due” o “Symphony of destruction”.

    Si bien la selección musical fue excelente y todo el montaje de luces y videos impresionante, tres detalles marcaron negativamente su actuación y la condenan a la peor de todo el festival.
En primer lugar lo estático del grupo. Vale que Mustaine debe de andar siempre cerca del micro, pero estábamos acostumbrados a algo más de movimiento por parte de Ellefson o Broderick. Todo el grupo rindió instrumentalmente al más alto nivel (ahí estábamos sin quitarle ojo a las manos de Chris Broderick), pero todos se mostraron muy frios, como con ganas de cumplir con la papeleta lo más rápido posible.
Segundo, lo flojo de la voz del vocalista en la mezcla general, así como la casi inexistente pista de bajo.
Y tercero, aunque es casi algo más bien positivo, que esta vez Mustaine NO SE QUEDÓ MUDO sino que al menos cantó con una PUTA MIERDA DE VOZ. Atrás queda el recuerdo del Sonisphere con el Big 4 de 2.010 desde Sofia y la emisión para todo el mundo en cines, o un mes después su actuación en la primera edición de Getafe; conciertos donde la vergüenza ajena se extendió ante los asistentes que no daban crédito a lo que veian y (no) escuchaban. Aquí al menos cantó muy mal pero cantó.

    Por muy crudo que pueda parecer, Mustaine todavía puede hacer mucho como guitarrista, compositor y letrista, pero debería plantearse de una vez dejar de cantar y ceder el protagonismo a un nuevo miembro. Ya sabemos que JAMÁS ha sido un buen cantante, pero lo de ahora roza lo patético.

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avantasia logo

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    Y ya llegamos al final. Fue una auténtica pena la desbandada general que hubo para este concierto. Sí, eran casi las dos de la madrugada y atrás quedaban doce horas de intenso metal, pero dan ganas casi de alegrarse, puesto que los que nos quedamos fuimos obsequiados con EL MEJOR CONCIERTO de este Sonisphere.
Por primera vez en Barcelona se presentaba el proyecto paralelo de Tobias Sammet de los Edguy, llamado Tobias Sammet’s Avantasia.

Admito que nunca había seguido a esta banda ni a Tobias. Es conocido el poco amor que profeso por el power metal pero con este concierto se me acabaron los prejuicios.

La escenografía, compuesta por unas gradas en las que están situados la pareja de coristas, el teclista y el batería, y sobre estas un complejo entramado de luces, y en todo el fondo una gran tela con la portada del útimo disco, era espectacular a la par que elegante.

Nada más comenzar ya empezamos a flipar. Felix Bohnke de los Edguy estaba a la batería. Sasha Paeth de  KamelotRhapsody on fire se encargaba de la guitarra solista. Y… espera… ¿no es esa Amanda Sommerville la mujer del dúo de coristas?
Pero eso no fue todo, puesto que las sorpresas fueron continuas. En cada canción iba apareciendo un nuevo invitado. Tobias no los presentaba, dejaban que empezaran a cantar mientras el público se preguntaba ¿pero de verdad es él? Llegado un momento Tobias ya los presentaba consiguiendo entonces una enorme ovación. Michael Kiske, Eric Martin, Ronnie Atkins de Pretty Maids y Bob Catley de Magnum fueron apareciendo para realizar duetos con Tobias o entre ellos. La propia Sommerville también dejó su papel secundario para maravillarnos en un par de canciones. Toda una constelación de estrellas que nos dejó con la boca abierta. Aunque bien mirado no era ninguna sorpresa puesto que en la web oficial de Avantasia ya estaba anunciada la lista de invitados. Lo que no entiendo es porque no mencionó esto en ningún momento la organización del Sonisphere, quizás se hubiera podido evitar parte de la deserción.

    Entre otras composiciones fueron cayendo “The  scarecrow”, “Reach the light”, “Breaking away”, “Lost in space”, «Spectres», «Farewell» o «Sing of the cross», con la que se despidieron y que tuvo a todos los invitados sobre el escenario en un final memorable.

    Dado mi desconocimiento casi total de la carrera de esta banda (algo que no tardaré en subsanar) no puedo decir si el set-list seleccionado fue bueno o no. Solo puedo mencionar que lo que vi sobre el escenario me dejó de piedra. Una música compleja pero agradable de escuchar, una banda de acompañamiento extraordinaria y una serie de vocalistas que pese a sus tonalidades y estilos diferentes, encajaban como un perfecto engranaje, como la maquinaria del más preciso de los relojes suizos.
Pero no solo eso, sin querer vacilar, soy incapaz de poner un número a los conciertos que he asistido y en otro tiempo fui técnico de sonido, y pongo la mano en el fuego a que este show tuvo EL MEJOR SONIDO que servidor haya podido escuchar jamás. Todos los instrumentos se escuchaban con definición, ocupando cada uno su espacio en el panorama stereo sin molestarse entre sí. Y los de las voces ya era de escándalo, puesto que no había problema en diferenciar cada una de ellas y sus diferentes matices, incluso cuando todos los vocalistas estaban sobre el escenario.
Desde luego, muy poquita diferencia había de escuchar eso a un CD.

    Al acabar el concierto, el propio Tobias se disculpó por no haber podido desarrollar todo el show al completo. Mencionó que los conciertos de Avantasia traen a más invitados y que duran más de tres horas. Pero se comprometió a volver antes de ¡cuatro años! y tocar el show al completo. Curioso, nunca nadie había dado un plazo tan largo de tiempo. Así se cura en salud, puesto que tiene tiempo para prepararlo y si al final no sale bien, siempre puede argumentar que «en cuatro años han pasado muchas cosas».

   De todos modos, y hablando exclusivamente de Barcelona, poco futuro veo a Avantasia aquí. Su propuesta necesita de un marco grande, ya sea el Palau Sant Jordi o el Palau Olímpic de Badalona, lo cual suena a chiste a no ser que hablemos de los cuatro grandes de siempre. Como mucho podría llegarse a meter en un Poble Espanyol y aún así no los veo llenando las 5.000 localidades de que dispone, y más teniendo en cuenta el cada vez menor apoyo que esta ciudad brinda a según qué estilos. Y no olvidemos el tremendo coste económico que debe de ser movilizar una gira con tal cantidad de estrellas.

    Pero bueno, no nos amarguemos y quedémonos con el grato recuerdo de los claros triunfadores de este evento.

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CONCLUSIONES

….Este Sonisphere nos ha traído gratas sorpresas. El cartel a priori no era demasiado atractivo: bandas semidesconocidas mezcladas con los grupos importantes de siempre que nos han visitado mil veces. Por otra parte, la mezcla era más variada que no en el primer Sonisphere de 2.009, cuya selección de artistas iba de lo burro a lo más salvaje. Pero hay que reconocer que en general todos rayaron a gran altura, incluidos los Megadeth aunque los pongamos en último lugar. Voodoo Six, October File y Red Fang realizaron conciertos muy similares y animados. Jason Newsted con sus Newsted reivindicó con éxito su puesto entre lo más destacado del metal moderno aun sin tener ningún larga duración editado. Sorprendente también fue la calidad musical de Ghost y su impactante presencia, pero es justo reconocer que no estaban en el marco más adecuado. Anthrax realizaron uno de sus mejores shows en años y el segundo mejor concierto de este festival. Iron Maiden no llegaron a la excelencia esperada pero demostraron una vez más porqué están en la élite del heavy metal. Y Avantasia fueron los vencedores indiscutibles.

A nivel organizativo la cosa fue muy bien salvo por un par de puntos. Cantidad más que suficiente de puestos de bebidas (con precios caros, eso sí) y lavabos, y pese a la escasez de restaurantes, la diligencia y velocidad de los trabajadores fue digna de mención. ¡Y hasta tenían un restaurante vegetariano!
Y tal y como nos confirmaron algunos vecinos de la zona, no han tenido ninguna queja en la semana de montaje ni en los ensayos, no como en el Primavera Sound cuyas quejas por el volumen en las pruebas llevaron a algunos vecinos a denunciarlo a la Policía.

….Lo que sí fue lamentable, y es un problema que se repite año tras año, es que se abran puertas quince minutos antes de la hora. Y no me quejo de que haya que pasar por dos controles, pero sí me quejo de que los grupos que abren estos festivales merecen tener la oportunidad de que la gente los vea. Si luego los asistentes prefieren ir a comprar merchandising o cerveza vale, pero que sea porque lo han elegido, no porque estén en la cola fuera del recinto.
¿No interesaría más a la organización abrir una hora o dos horas antes? Así ganarían más con la venta de bebidas y merchandising, y la gente podría disfrutar del primer show.
De todas formas, esto es en referencia al primer grupo, pero de la escasa asistencia al segundo y al tercero ya tiene culpa la gente, puesto que hablamos de un festival en sábado y a un precio más que aceptable. ¿Se trata de falta de respeto? ¿Falta de interés? ¿Interés solo por los cabezas de cartel que ya han venido tropocientas mil veces? ¿Pagaría la gente por un festival con un cabeza de cartel de contrastada solvencia como Saxon o Anthrax, aunque no sea de «primera división»? Y para evitar la situación mencionada, ¿la solución sería meter a un grupo de los gordos nada más empezar para asegurar la mayor asistencia de gente? ¿Aceptarían esos grupos salir de día y que después de ellos actuase un grupo «menor»?

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….Otro tirón de orejas está al tema de la división de zonas. O sea, el Black Circle de 100€ y el resto. Antes no pasaba pero ahora en cada vez más sitios si quieres estar en primera fila has de pagar un suplemento. Eso lo vería bien sino fuera por los problemas que se han presentado este año.
Por un lado, en los primeros conciertos veías a un grupo numeroso de gente tras la valla, y dentro de la zona VIP y cerca del escenario un enorme claro.
Segundo, que a partir de Ghost y la llegada de los grupos principales la zona VIP estaba tan a reventar como la normal. Si se trata de pagar casi el doble para estar cerca del escenario y sin sentirte como sardinas en lata, y luego resulta que has de verlo a treinta metros de distancia y apretujado, ¿qué diferencia hay de pagar 60€ a 100€?

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En fin, no existe el festival perfecto pero la valoración global de esta edición fue muy positiva. Ojalá las «autoridades intelectuales» de esta bendita ciudad permitan que podamos tener al menos un festival de heavy metal al año.

Por cierto, recordaros que en este enlace puede leer la primera parte de esta crónica, que mañana viernes nuestro compañero Juanjo Pelegrín nos trae la crítica al último trabajo de los Tobias Sammet’s Avantasia y que el fin de semana dedicaremos la sección de los Weekend Videos a todas las bandas que han actuado en el festival. De esta manera completamos una semana dedicada íntegramente al Sonisphere 2.013.

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TEXTO: Albert Sanz

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