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Nuevos valores: Dirty Loops. Biografía y crítica de «Loopified (USA Edition)»

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BIOGRAFÍA

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    En esta sección de «Nuevos Valores», hoy os traemos una banda con la que seguro te habrás topado si frecuentas YouTube con asiduidad, y es que varios vídeos suyos se han hecho virales a nivel mundial, aunque esta vez podemos afirmar que lejos de viralizarse por ser algo excéntrico o freak, lo han conseguido por mostrar una calidad musical inusitada a la par que, una capacidad de llegar a casi todos los públicos pocas veces vista.

    Dirty Loops es una banda con base en Estocolmo —Suecia— formada por Jonah Nilsson —voz, sintetizador y piano—, Henrik Linder —bajo— y Aron Mellergårdh —batería—. Aunque han sido comparados con otras como Snarky Puppy y Mezzoforte o solistas como Stevie Wonder y Michael Jackson, por su agradable fusión de jazz, funk y rock progresivo, ellos le añaden pop. De hecho, podría decirse que el pop forma la base y el pilar principal de esta banda, siendo más que notable la influencia de ABBA, en especial en la forma de tratar las voces y estribillos.

    Los tres miembros provienen de familias pudientes y crecieron en ambientes muy propicios para desarrollar la creatividad artística. Jonah Nilsson tuvo un acercamiento muy temprano al góspel, siendo llevado por sus padres a esas celebraciones religiosas ya siendo un bebé. Su primer instrumento fue el contrabajo a los ocho años, aunque a los once decidió cambiarse al piano al escuchar unas grabaciones de Chopin y las posibilidades tímbricas y de composición que otorgaba el piano frente al contrabajo. A esa edad comenzó un periplo por varias escuelas suecas, como Södra Latin, Adolf Fredrik School of Music, Betel College y finalmente, la prestigiosa Royal Music Academy de Estocolmo, donde se especializó en jazz y donde también conoció a Henrik Linder.
A los 17 años, colaboró con el también músico Arvid Svenungsson para producir un musical basado en la Biblia centrado en el personaje de Job. En esos años conoció a Aron Mellergårdh y conscientes de la buena química entre ambos, escribieron un puñado de canciones que terminarían desechando, pero que serían una especie de “proto Dirty Loops”, aunque Nilsson las definió como “Toto con un poco más de jazz”.
Más tarde se unió a la banda de un vocalista local llamado Danny Saucedo, como corista y teclista, quien, por cierto, estuvo a punto de convertir a Dirty Loops en cuarteto.
Pese a su juventud, su capacidad y velocidad para escribir y producir canciones comerciales y con más calidad que la media mainstream, le hicieron ser muy demandado en la escena de su país, como por Jenny Berggren, ex miembro de la banda de pop electrónico, Ace of Base.

 

    Henrik Linder (honestamente, quien más nos interesa del grupo) comenzó a tocar el piano a los cuatro años, siendo considerado ya entonces como un niño prodigio. En su periplo como joven oyente, alternaba entre el jazz y el grunge de la época y algo que le llamaba la atención eran las métricas extrañas, todo lo que no fuera el estándar 4/4.
Sin embargo, lo que le hizo cambiarse al bajo no fue precisamente haber recibido una llamada interior, sino algo más terrenal: la chica de la que estaba enamorado con doce años le comentó que “el bajo es el instrumento más sexy que existe”.
Dicho y hecho. A partir de entonces, su bagaje cultural se ampliaría prestando atención a los compañeros de las cuatro cuerdas, siendo muy influenciado por Flea de los Red Hot Chilli Peppers —enamorándose de la línea de bajo de “Aeroplane”, del álbum “One hot minute”— y por Gary Willis y su banda de jazz rock progresivo, Tribal Tech.
Con dieciséis, Linder ya era un consagrado bajista de la escena local y llegó a tocar en cerca de diez grupos simultáneamente, pero… volviendo más atrás, en su periplo como pianista y luego bajista, también asistió a las escuelas de Södra Latin y Royal Music Academy de Estocolmo, coincidiendo con Nilsson y Mellergårdh y descubriendo esa química que años más tarde les haría unirse.

 

    Aron Mellergård, el baterista, también comenzó a edad muy temprana aunque al revés de sus compañeros, que terminarían cambiando de instrumento principal, él siempre se centró en la batería y la percusión. Tanto en Södra Latin como en la Royal Music Academy, conocería y practicaría una amplia gama de estilos, y pese a amar el jazz, siempre tuvo un interés en sonidos más duros de rock clásico, rock progresivo y heavy metal, siendo Rush y Dream Theater y, por tanto, Neal Peart y Mike Portnoy, sus máximas influencias.

    Pese a que los años posteriores tras graduarse en la Royal Music Academy, los tres músicos se foguearon como he explicado antes, en la escena local, la química y la afinidad tan especiales que había surgido entre los tres, les llevaría a colaborar en diversas ocasiones y a que, en 2.008, se unieran bajo el nombre de Dirty Loops y como una forma de expresión de las ideas de cada uno, como un laboratorio en el que probar las tendencias y el aprendizaje obtenido a lo largo de este tiempo y ver qué pasaba, lo que terminó dando a luz a un sonido único, personal y muy virtuoso y que contrastaba con su comercialidad y posibilidad de llegar a un público de masas.

    No obstante, el debut oficial de Dirty Loops llegó en 2.012, cuando crearon un canal de YouTube y publicaron un primer video, de apenas un minuto, en el cual además se presentaban como cuarteto, con cantante solista —Danny Saucedo ya mencionado con anterioridad—, del que nunca más se supo. En cualquier caso, el boom estalló cuando se publicaron —ahora sí, como trío—, las conocidas versiones de Adele, Britney Spears, Justin Bieber y Lady GaGa, lo que les permitió realizar sus primeras giras por Suecia y Asia.

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    Y ya en este año, hemos tenido nuevos avances en forma de vídeo, con la canción «Hit me» como estandarte —la primera composición creada ellos al unirse en 2.008— y que demostraban que no sólo eran unos increíbles arreglistas, capaces de jazzfunkifizar esos temas de pop, sino que tenían un potencial igual de increíble a la hora de crear música propia.

    Antes de comenzar con la crítica del álbum, os dejamos la lista de enlaces para que podáis seguir al grupo y estar al tanto de su propuesta.

Dirty Loops loopified era 01

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Dirty Loops Loopified CD cover

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FICHA

  • Artista:  Dirty Loops
  • Sello:    Verve / Universal Music Company
  • Año:       2.014
  • Estilo:  Jazz, acid jazz, jazz fusión, funk, pop, soul, EDM, tecno

CALIFICACIÓN

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CALIFICACIÓN TÉCNICA
  • Nivel de técnica: 9/10
  • Velocidad: 8/10
  • Variedad de fraseo, recursos y técnicas: 9/10
  • Nivel de coñazo virtuosístico: 0/-10
  • Calidad producción (equilibrio en la mezcla, masterización, etc.): 9/10
  • Calidad presentación (carátula, libreto, etc…): 7/10

PUNTUACIÓN: 8,6/10

CALIFICACIÓN MUSICAL
  • Calidad musical: 9/10
  • Nivel de feeling: 10/10
  • Posibilidad de escucharlo de un tirón: 10/10
  • Ganas de hacer “headbanging”: 8/10

PUNTUACIÓN: 9,25/10

PUNTUACIÓN TOTAL: 8,95/10

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INTRODUCCIÓN

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    “Loopifield” ha visto la luz en este año, aunque algunas de sus composiciones más emblemáticas ya existen desde que los tres amigos dijeran el “sí quiero” y se unieran como grupo. 14 canciones —12 en el caso de la edición europea— producidas por ellos tres más Andreas Carlsson, reputado compositor y productor sueco que ha trabajado con la élite del pop y del rock, como Backstreet Boys, Bon Jovi, Celine Dion, Westlife, Britney Spears o NSYNC, y el canadiense David Foster, otro mito de la producción y la composición, que ha trabajado con, entre muchos otros, John Lennon, Chicago, Jennifer Lopez, Earth, Wind & Fire, The Bee Gees, Michael Jackson, Andrea Bocelli, Madonna o Julio Iglesias, compuesto el clásico «I have nothing» de Whitney Houston, ganador de 14 premios Grammy —tres de ellos como «Productor del Año»—, nominado tres veces al Oscar y ganador de un Globo de Oro. Y para colmo, presidente desde 2.012 de Verve, discográfica bajo cuyo paraguas ha salido esta maravilla. Nada mal.

Todas las letras han sido compuestas a medias entre el grupo y Carlsson y la música a cargo del trío. Eso en las que son las canciones propias, dado que también se incluyen dos versiones de Avicii y Justin Bieber en todas las ediciones, más una de Utada Hikaru en esta edición que analizamos hoy.

    Además de los tres músicos, se encuentras acreditados hasta nueve más que dan apoyo con teclados y sección de viento, algo que siempre va a quedar bien en un trabajo en el que hay tanto de funky.
Respecto a asuntos técnicos, el disco se grabó entre varios estudios de Suecia y Hollywood, coordinados siempre por Andreas Carlsson y el pulido final vino a cargo del prestigioso masterizador Bernie Grundman, del cual sólo daré un crédito: “Thriller” de Michael Jackson.

    Respecto al álbum y sus contenidos, hay cierta confusión al respecto al ser varias las ediciones que circulan del mismo.

· Edición Europea: CD de toda la vida en estuche de plástico con 12 canciones.
· Edición Norteamericana: CD de toda la vida en estuche de plástico con 14 canciones.
· Edición Norteamericana y Japonesa “DELUXE EDITION”: digipack con el CD de las 14 canciones de la   edición norteamericana más un DVD con los cuatro videoclips grabados de los cuatro singles del álbum.
· Edición Japonesa “COMPLETE EDITION”: digipack con el CD de las 14 canciones más un segundo  CD con ocho versiones —se incluyen las que les dieron fama en YouTube—.
· Edición Vinilo Norteamericana y Japonesa: las 14 canciones ya mencionadas.
· Edición Vinilo Europea: las mismas 12 que la versión CD.

    En esta crítica analizaré la versión norteamericana, en especial por el interés que tienen que de las dos canciones que faltan en la europea, una es de cosecha propia y la otra es una versión inédita de una artista que no es ninguna de las que aparecieron en su canal de YouTube en los inicios del grupo. Por otra parte, como curiosidad, también hay portadas diferentes según la versión, aunque no en las versiones de “sólo música” europeas y norteamericanas, que comparten la misma.

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ANÁLISIS DE LAS CANCIONES

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1.- Hit me. Comenzamos con toda una declaración de intenciones: si te gusta esta canción, adorarás al álbum entero, sino, no habrá nada que hacer. El trío comienza a tope, con todas sus técnicas e influencias y mostrando además elementos electrónicos que no habíamos escuchado en sus ya celebres versiones. Y respecto a influencias, Nilsson no se esconde vocalmente, con varios momentos en los que parece clonar a Stevie Wonder.
Impresionante inicio y si nada raro sucede, será la mejor canción del disco.

2.- Sexy girls. Como en la anterior, desde el segundo uno ya nos muestran el estribillo pegadizo que tendrá la canción, aunque el primer minuto se vuelve bastante curioso al cambiar el estilo habitual del grupo por una especie de hip hop + tecno, para pasar después a un ¿soul electrónico?
En fin, que lo de estos chicos es de traca, porque parecen un grupo diferente. Eso sí, los breaks jazzísticos siguen estando ahí, recordándonos que siguen siendo Dirty Loops, y, por supuesto, adorna varios pasajes con una técnica de slap tremenda.
Otro tema rompepistas.

3.- Sayonara love. Bajamos las revoluciones para pasar a un pop-funk-electrónico curioso. Nilsson vuelve a ser poseído por Stevie Wonder, Linder complementa perfectamente su bajo a dedos y a slap con el sintetizador y Mellergård, por su parte, nos hace recordar con sus constantes breaks lo mucho que le gusta Mike Portnoy.
El estribillo es para enmarcar, mostrándonos la faceta composicional más sofisticada de Justin Bieber… y sí, no te lleves las manos a la cabeza, porque recuerda muchísimo a Justin Bieber y aún así es de una calidad apabullante.

4. – Wake me up. Llegamos a la primera de las versiones del disco, en este caso perteneciente al famoso DJ y productor sueco de música electrónica, Avicii. Los que conozcan la original, ya sabrán que es una balada folk acústica vocal que en su estribillo pasa a convertirse en una especie de tecno instrumental. Una composición curiosa que tanto puedes bailarla en una discoteca como escucharla relajadamente.
En esta ocasión, los Dirty Loops se apegan totalmente a las melodías originales aunque la parte folk acústica aquí se transforma en un jazz chill out muy agradable, con muchas capas vocales y la mejor intervención al piano de Nilsson en todo el disco, y la parte electrónica instrumental se reduce sólo al final.

original...

y versión…

5.- Die for you. Juego de voces y sintes, con una mezcla maravillosa, para dar comienzo a otra canción con ánimo de revientapistas. De nuevo, los breaks y contrapuntos jazzísticos se dan la mano con estribillo poperos y secciones que parecen tecno duro, con un sintetizador deliberadamente fuerte y saturado en el estribillo, que casi tapa a la voz.
A destacar también el inesperado cambio totalmente jazzero que hay en el minuto dos, con el grupo entero en estado de gracia.

6.- It hurts. Llegamos a la primera balada del álbum, aunque al comienzo es engañoso dado que es bastante acelerado. Pero nada más lejos de la realidad: Jonah Nilsson acaparará a partir de ahí todo el protagonismo con las voces, sintes y piano, además de haber programado una sección orquestal con unos samplers preciosos que suenan del todo naturales.
Sin duda, tenemos aquí la perfecta demostración de lo que el sueco puede llegar a hacer a nivel vocal, con una interpretación, sentida y dramática, teatral incluso, y en la que en ciertos pasajes con falsete nos recuerda al mejor Michael Jackson, y que puede llegar a convertirse en una balada clásica del pop.

7.- Lost in you. El séptimo corte del disco ha sido uno de los singles elegidos para presentarlo, y al igual que el «Hit me», lo tiene todo para gustar a los fans del virtuosismo (atentos a Henrik Linder y cómo combina delicadeza a dedos con un furioso slap tanto en las partes rítmicas como en el solo de bajo), a los fans del acid jazz más bailable e incluso a los fans del pop más comercial, por sus coreables estribillos y estrofas.
Por otra parte, la inclusión de la sección de viento termina por redondear un single perfecto.

8.- Take on the world. Medio tempo con buena dosis de electrónica y elementos orquestales más una línea vocal interesante, que crean entre todos un ambiente triste y melancólico. Podríamos estar ante un caso raro de «balada rápida»; concepto raro, lo sé, pero no sé definirlo de otro modo.
En cualquier caso, entre la parte orquestal que va cobrando importancia a medida que transcurren los compases y la influencia de Stevie Wonder, acaba siendo una composición de lo más destacable.

9.- Accidentally in love.  Según el vocalista, en esta ocasión «queríamos ir a donde no habíamos estado antes, así que mezclamos toda esta electrónica, gospel y Motown, pero le dimos un suplemento de esteroides». Signifique lo que signifique esto, en mi opinión es un gran tema, y es que si en una canción funky se incluye un solo de armónica, esto va a sonar a Stevie Wonder sin duda, lo cual no es malo. Podríamos estar ante un potencial single pero en cambio a mi me saca de la canción determinadas partes en las que el bajo de Linder no me suena a tocado con bajo, sino con teclado, sonando más a bajo sintetizado que a bajo eléctrico. No sé si fue una decisión artística o simplemente la ecualización, pero no me termina de convencer.
En cualquier caso, gran tema en el que el funky se impone por encima de los otros estilos que practica la banda. el mejor o de los mejores cortes del disco.

10. The way she walks. Llegamos a la pista más electrónica del disco, pero electrónica dentro de un contexto muy popero, por lo que puede llegar tanto a un público muy amplio como a cualquier emisora de radio de mainstream. Aunque para los amantes de la técnica, cerca de la mitad tenemos una sección instrumental muy jazzística con un magnífico solo de piano.

11.- Crash and burn delight. Cerca ya de la conclusión del álbum, al menos de la edición española, nos topamos con la segunda balada. Voz, piano y bajo fretless juguetean entre sí para traernos otra balada sentida y sensible, quizás con menos carga dramática que «It hurts» pero más melancólica.
Sobre su mitad entra la batería y el sonido se endurece, además de aparecer múltiples capas vocales

12. Roller coaster. Sé que muchos odian a Justin Bieber, y lo cierto es que la ex estrella infantil y actual rey del pop adolescente ha hecho puntos para ser digno de tanto odio, pero también es cierto que el chico de tanto en tanto hace (o le hacen, más bien) buenos temas. Y este es uno de ellos. Un corte muy funky y bailable con alguna sección soul más lenta en medio.
La versión de nuestros amigos es más acelerada con unos Linder y Mellergård que están tremendos manteniendo un groove brutalmente pegadizo en sus respectivos instrumentos.
Grandioso final de fiesta en el caso de que poseas la edición europea o española del CD, ya que aquí terminaría este «Loopfied».

original…

y versión…

13.- Automatic. Utada Hikaru es una cantante de pop de origen japonés y estadounidense, y si bien puede no ser muy conocida por estos lares, hay que reconocer que algo tendrá para haber grabado unos diez discos, haber vendido más de 50 MILLONES de copias de éstos y haber sido contratada para poner voz a las canciones de algunos de los videojuegos más populares de los últimos años.
En cualquier caso, «Automatic» es una delicia pop con toques del actual r&b, tan hortera como adorable, cantada entre japonés e inglés y muy agradable de escuchar si estás con el día tonto.
La versión de Dirty Loops mantiene el ambiente noventero, aunque es algo más rápida, con una batería mucho más elaborada que la original (que era simplona, minimalista y electrónica), más toque de sintetizador, un bajo virtuoso y esos acordes jazzeros que sólo estos chicos saben meter.

original…

y versión…

14.- Got me going. Y como si se cerrase el círculo, la última canción de la edición norteamericana es bastante similar en concepto a la inicial «Hit me»: jazz fusión, pop, electrónica, número de BPM’s suficiente como para bailar y estribillo pegadizo y coreable.

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CONCLUSIÓN

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    Lo cierto es que cuesta acercarse a un trabajo de este tipo. La excesiva comercialidad aportada por la parte popera y la posibilidad de que te pongas a bailar frenéticamente por la parte electrónica, puede alejar a los amantes del jazz o del funk (aunque el funk, por definición, también es un género comercial y bailable), sin embargo, estamos ante un álbum excesivo: excesivo en el sentido de que todo es a lo grande, y lo mismo que hay mucho pop, hay mucho jazz, mucho soul, mucho funk y mucha electrónica… tan sólo hay que escuchar con un poquito de atención para darte cuenta que, por ejemplo, en medio de un estribillo coreable y popero, van apareciendo acordes jazzísticos complejos, un redoble de batería progresiva o una furiosa línea de slap funky en el bajo. Todo a la vez y en todo momento.

    Por tanto, contradiciendo la aparente comercialidad del disco, nos encontramos ante un fenómeno único en el que esta comercialidad no va de la mano de superficialidad o sencillez, en absoluto. Aquí hablamos de una sofisticación y complejidad al más alto nivel. Una amalgama de sonidos que yo, al menos, no había escuchado nunca. Sí, es cierto que las influencias vocales de Jonah Nilsson respecto a Michael Jackson y Stevie Wonder están muy presentes, y que ciertos momentos instrumentales recuerdan a los mejores Mezzoforte, pero aún así, todo suena fresco a la par que potente y NOVEDOSO.
Y aquí estamos en Guitar Xperience, por lo que si quieres virtuosismo, vas a tener todo lo que quieras, aunque hayan pocos solos del instrumento que sea.

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    Respecto a asuntos técnicos de mezcla y producción pues poco hay que decir que no sea excelente. Quizás, tendrías dos pegas. Una es la capacidad como armonizador de Nilsson y cómo puede introducir en un mismo pasaje cinco, seis, o las líneas vocales que le venga en gana. El resultado es espectacular aunque la duda me viene en cómo van a trasladar eso al directo sino es contando con una sección de coros adicional.
La otra viene en la elección de ciertos sonidos de sintetizador en los pasajes más tecno o dance; más concretamente, en un único sonido que se repite en varias canciones y que a mi me suena en exceso fuerte, comprimido e incluso rozando la distorsión. Francamente, dado el nivel que muestra este disco en todos sus aspectos, dudo mucho que esto sea un error, sino más bien, una decisión artística que no coincide con mis gustos.
Por otra parte, quizás pueda chocar a más de uno, teniendo en cuenta el tipo de mezclas y producciones actuales, el excesivo brillo de toda la mezcla. Aunque claro, tenemos a un cantante muy agudo, un piano agudo, unos sintetizadores agudos, y la aparición de vez en cuando de una sección de viento, con lo cual, es normal que haya un exceso de brillantez. No obstante, la contundencia de la batería (tanto en mezcla como en interpretación), pone el contrapunto grave, y la colocación en el panorama stereo de todos los instrumentos permite apreciar hasta el más mínimo detalle.

    En cualquier caso, Dirty Loops son una rara avis en el panorama musical actual: tienen la capacidad de llegar a masas ingentes de público, de contentar a los fans y prensa más exigentes y calmar las ansias de los que gustan del virtuosismo. Además, son jóvenes, están sobrecualificados en cuanto a conocimientos de composición y de técnica, son bien parecidos y tienen una estética que también les hace sumar puntos. Sólo el tiempo dirá si fueron flor de un día o si se convierten en unos revientaestadios y el relevo generacional del mainstream.

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Dirty Loops loopified era 02

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TEXTO: Albert Sanz

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Clasificado en:Crítica, Nuevos Valores

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