El mítico Mark Knopfler, leyenda de la música y de la guitarra eléctrica, vuelve a España de la mano de Doctor Music e inicia en Barcelona su gira mundial.
Para sorpresa de los presentes, Knopfler anunció en exclusiva su retiro de los escenarios cuando finalize esta gira.
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Tras varios años sin venir a España, Mark Knopfler ha tenido a bien visitarnos en seis fechas y con el detalle además, de que la primera de ellas, la de Barcelona, es la que ha dado el pistoletazo de salida a su nueva gira mundial en la que presenta «Down the road wherever», su más reciente trabajo discográfico.
En mi caso, tenía ciertos sentimientos enfrentados antes de acudir a este concierto. En primer lugar, Knopfler no sólo es uno de los músicos más importantes de la historia sin importar género musical, es, también, uno de las figuras claves de la guitarra y toda una leyenda del fingerpicking eléctrico. Encima, su ex banda, Dire Straits, es poseedora de algunos de los más grandes himnos tanto musicales como puramente guitarrísticos que puedan escucharse. Y para colmo, nunca he visto en directo ni a Knopfler ni a Dire Straits, y esta era la oportunidad de estar lo más cerca del mítico grupo.
Sin embargo, en contra tengo el que el Knopfler en solitario siempre me ha parecido de lo más soporífero. Salvo las bandas sonoras de «Local hero» y «The Princess Bride» y algunos temas sueltos, o el disco grabado a dúo con Chet Atkins, «Neck and neck», nunca me ha llamado la atención. Su manera de cantar monótona, plana y sin matices, ya viene de su carrera en Dire Straits, pero lo salvaban la calidad de las composiciones y su innegable maestría a las seis cuerdas. En cambio, en su carrera en solitario, esto parece acentuarse.
En cualquier caso, está claro que la balanza se decantó del lado de las ganas de verlo, así que con la acreditación por parte de Doctor Music en la mano, acabé en la muy cómoda zona de prensa lateral del Palau Sant Jordi, dispuesto a ver con qué me encontraba.
Y lo que me encontré ya de entrada fue que el Sant Jordi claramente quedó grande para este evento, y eso la promotora debió preveerlo, puesto que la pista fue infraaprovechada, con dos bloques de asientos y una absurda separación entre filas, entre los mismos dos bloques, entre los laterales y entre el escenario y la primera fila.
Truco de manual: si el local va a quedar medio vacío, reduce la superficie disponible para el público que así no se verán asientos vacíos.
Resultado: unas 13.000 entradas vendidas para un aforo real disponible en el Palau Sant Jordi mucho mayor. Unas cifras nada desdeñables en estos tiempos, pero lejanas para un músico que hace años llenaba estadios.
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Con once minutos de retraso, salieron a escena Knopfler y su amplia banda formada por Guy Fletcher, Richard Bennett, Jim Cox, Mike McGoldrick, John McCusker, Glenn Worf, Danny Cummings e Ian Thomas. Salvo estos dos últimos músicos —percusionista y baterista—, el resto se lucieron como multinstrumentistas, cambiando a menudo de instrumento e incluso sorprendiéndome con hasta cuatro guitarras en escena en determinadas canciones.
El grupo comenzó con «Why aye man», a la que siguió un speech en el que el protagonista de la noche saludó a la ciudad, se disculpó por llevar tanto tiempo sin venir por aquí y porque el público se encontrara con un «old man» y anunció que se retiraba de las giras. Toda una declaración a bocajarro que no gustó a mucha gente ya que se oyeron algunos abucheos, pero que enseguida se transformaron en aplausos al asegurar que seguiría creando música.
Tras darnos este impactante titular, vino «Nobody does that», de su reciente trabajo y un «Corned beef city» con el que asomaron sonidos countries y de rock sureño y en la que Knopfler brilló con su uso del slide. También, tras dos medios tempos, fue un tema más animado y en el que también brilló el técnico encargado del juego de luces.
A continuación vendría un trío de ases con el que se metió al público en el bolsillo: unos de sus mejores temas en solitario, «Sailing to Philadelphia», seguido de «Once upon a time in the West» y la balada de baladas «Romeo and Juliet» (difícil no emocionarse con ella), ambas de Dire Straits. Cabe decir que ésta última tuvo una intro de saxo muy aplaudida y sin necesidad de que el propio Knopfler pidiera aplauso a su compañero.
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Momento hermoso y nostálgico que dio paso a dos nuevos temas del último disco, «My bacon roll» —con un colorido y alegre juego de luces— y «Matchstick man» para pasar a toda una oda al buen rollo con la muy folkie y celta «Done with Bonaparte», perteneciente a «Golden heart», el que fue su primer disco en solitario propio —sin contar con las bandas sonoras previas—.
En ésta última el grupo entero se plantó muy adelantado, casi a la altura del «jefe», incluido el baterista, que se sentó tras una batería de pequeño formato.
«Heart full of holes» de su «Kill to get crimson» también fue una sorpresa, al ser un tema muy raro de escuchar en los directos de este artista. Le siguió «She’s gone» de la B.S.O. de la película «Metroland» para llegar a continuación a otro momento potente con Dire Straits como protagonistas: «Your latest trick», el cual se llevó una gran ovación nada más comenzar.
Llegados este momento y con el final del concierto acercándose, tocaba empezar a soltar artilleria pesada. «Silvertown blues» y a continuación, casi empalmada, «Postcards from Paraguay», en una versión con ciertos arreglos diferentes a la original, en la que destacó un tremendo trabajo de sincronía y creatividad por parte de batería y percusión y que hizo que mucha gente de la zona de pista se levantara de sus asientos y se lanzara hacia la valla a disfrutar aún más cerca del grupo —pese a que de la valla al escenario también había una considerable distancia para que los fotógrafos hicieran su trabajo… aunque al final no lo hicieron, pero de esto hablaré luego—.
A continuación, más Dire Straits con unas tremendas «On every street» y «Telegraph road» (con la mejor intervención guitarrística de Knopfler en toda la noche), y entre medio de ellas, «Speedway at Nazareth».
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Y el concierto acabó justo a las 23:11, tras dos horas exactas. Pero era fácil imaginar que no iba a terminar así, por lo que un par de minutos después toda la banda volvió a hacer un par de bises. Aún faltaban algunos clásicos tanto de Straits como de Knopfler en solitario por sonar, y nos entregaron uno de cada.
Así pues, la larga intro con uno de los dos teclistas imitando a la perfección a Sting, dio paso a la magistral y rockera «Money for nothing», en el que fue el momento guitarrístico más exigente para Knopfler y que cumplió de forma regulera, tocando sus míticos riffs sin fallos pero sin fluidez y algo de torpeza y con una distorsión extrañamente sucia.
Cabe decir que la versión interpretada, a excepción de la intro que tocaron clavada, fue un tanto latinizada, con muchos elementos percusivos que al menos para mí le restaron algo de fuerza, pero que aún así sonó bien debido al gran nivel de los músicos acompañantes.
Este «Money for nothing» se alargó cerca de los 10 minutos de duración, ya que cuando parecía que iba a terminar, todos los músicos abandonaron el escenario y se quedaron solos baterista, percusionista y teclista. Mientras los dos primeros intercambiaban solos, el tercero interpretaba la línea atmosférica de teclados del comienzo con ciertas variaciones, hasta que se quedó en un bucle sonando mientras los tres salían también del escenario.
Un par de minutos más y otra vez volvieron todos para el segundo y último bis de la noche: «Going home: theme from Local hero», con esa inmortal melodía de saxo y guitarra simultánea y que hizo que más de uno soltara la lagrimilla de emoción ante el que fue un fin de fiesta perfecto.
Y ahora sí, final del concierto con una duración de dos horas y media y el público abandonando rápidamente el Palau Sant Jordi para intentar pillar los últimos transportes públicos disponibles en la zona.
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Luces y sombras. Sonido impecable a excepción de un primer tema en el que la secció de viento sonaba chillona y a demasiado volumen, pero que fue subsanado rápidamente. Una ambientación que sin usar efectos especiales, mostraba una coreografía de luces maravillosa y colorida y de lo mejor que he visto en mucho tiempo (aunque también de esto tiene la culpa el llevar tanto tiempo asistiendo a conciertos en salas de pequeño aforo). Y un grupo de multinstrumentistas preciso, técnico, dando la sensación de ser una orquesta perfectamente conjuntada pese a estar al comienzo de la gira, sonando como un solo músico pero a la vez aportando matices diferenciadores a cada uno de sus instrumentos.
Y las sombras. Por un lado, la negativa o bien de la promotora o del artista a que hubieran fotógrafos en el foso. ¡Y mira que tenían espacio para hacer bien su trabajo! Pero nada. Ni una sola canción con objetivos apuntando a los músicos.
Y por otro lado, el propio Mark Knopfler. Que sí, que es cierto que no se equivocó ni una sóla vez tocando, y sigue teniendo feeling, pero es innegable que la mayor parte del repertorio eran medios tempos en los cuales no tenía que esforzarse demasiado al tocar. Y en los temas más vigorosos, otros músicos hacían aportes solistas.
Por otra parte, el momento más esperado para Guitar Xperience nunca llegó. Ese clásico indispensable de la guitarra que es «Sultans of swing» no sonó. Demasiado riesgo para que el «old man» pudiera llevarla a buen término. No olvidemos que este año cumple 70, y es una composición que incluso para guitarristas jóvenes de alto nivel técnico tiene su complicación tanto a niveles solistas como rítmicos.
Y en cuanto a la voz… igual de monótono y carente de chispa que siempre, lo cual también es bueno para no desafinar ni una nota y dar la sensación de gran desempeño en directo.
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En definitiva, buena despedida a un músico tan legendario como entrañable, arropado por una banda de altísimo nivel y con un sonido e iluminación impecables, con un set-list interesante, plagado de éxitos, pero con poco riesgo guitarrístico.
El que fuera buscando dosis de guitarra por parte de uno de los más selectos integrantes del Olimpo de las seis cuerdas, quedó decepcionado. Pero el que buscase disfrutar de canciones míticas en la historia del rock, sin duda salió satisfecho.
¿Fuíste al concierto? ¿A qué tipo de público perteneces?
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TEXTO Y FOTOS: Albert Sanz
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