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Crítica: Tal Wilkenfeld «Transformation»

Tal Wilkenfeld Transformation CD Cover

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FICHA

  • Artista: Tal Wilkenfeld
  • Sello:    Keezer Music / BMI
  • Año:       2.007
  • Estilo:  Jazz, jazz fusión, acid jazz, funk, rock, rock progresivo

CALIFICACIÓN

CALIFICACIÓN TÉCNICA

  • Nivel de técnica: 7/10
  • Velocidad: 6,5/10
  • Variedad de fraseo, recursos y técnicas: 9/10
  • Nivel resto de músicos: 10/10
  • Nivel de coñazo virtuosístico: 0/-10
  • Calidad producción (equilibrio en la mezcla, masterización, etc.): 9/10
  • Calidad presentación (carátula, libreto, etc…): 6/10
  • PUNTUACIÓN: 8,2/10

CALIFICACIÓN MUSICAL

  • Calidad musical: 10/10
  • Nivel de feeling: 10/10
  • Posibilidad de escucharlo de un tirón: 9/10
  • Ganas de hacer “headbanging”: 8/10
  • PUNTUACIÓN: 9,25/10
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PUNTUACIÓN TOTAL: 8,7/10

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(por una vez) INTRODUCCIÓN A LA INTRODUCCIÓN

 

    En varias ocasiones, en esta vuestra web, hemos repasado discos con uno o dos años de antigüedad, pero hoy vamos a superarnos: el trabajo protagonista de este artículo fue lanzado a la venta el 14 de mayo de 2.007, o sea, hace más de doce años.

    ¿Cual ha sido el motivo? Pues que tras una temporada en la que los discos analizados hasta el momento eran bastante cañeros y en especial, el de Yngwie Malmsteen, un soberano mojón que me hizo sangrar los oídos, tenía ganas de enfrentarme a un trabajo que, a priori, tuviera más calidad, clase y pedrigí. Así que me puse a pensar en que tras haber hablado de Vargas & Jagger, Sons of Apollo, Red Dragon Cartel y el susodicho Malmsteen, tocaba hacer algo opuesto: protagonista femenina, bajo en vez de guitarra y estilo entre jazz y blues, y a ser posible estrenado en este año que mañana termina.
Por tanto, no había mucho donde elegir; o sea que, prácticamente, casi todas las opciones se reducían al «Love remains» de Tal Wilkenfeld. Pero entonces me vino la idea de que si bien, el «Transformation» de la misma artista había sonado en numerosas ocasiones en el programa a lo largo de los años, no habíamos publicado crítica alguna en la web… así que, ¿por qué no publicar como último artículo del año este análisis y como primero del próximo, el de su nuevo trabajo? De esta manera, la web tendría una salida y entrada de año con calidad, clase, pedrigí y talento femenino (y vale, es que el «Blue lightning» de Yngwie Malmsteen me ha dejado muy afectado y necesito superarlo), y por otra parte, quizás algún aficionado al jazz y/o al bajo eléctrico que no la conozca, podrá descubrirla en esta doble publicación.

    ¿Ha colado como excusa para hablar de un disco con más de doce años de vida?

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(ahora sí) INTRODUCCIÓN

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Tal Wilkenfeld    Tal Wilkenfeld es uno de los mayores prodigios aparecidos en la industria del jazz en los últimos quince años. Pero no hablamos de un prodigio técnico. No. Rara vez la vas a ver tocando slap, tapping o a púa, si es que alguna vez lo ves. Lo suyo es fingerpicking a un nivel alto y ya. Si quieres ver mástiles de bajo eléctrico sacando humo por culpa de manos femeninas, busca a Mohini Dey.
En el caso de Wilkenfeld, es un prodigio si hablamos de musicalidad, conocimientos del terreno que pisa y lenguaje, casi llegando a niveles de cualquiera de los mitos del jazz y el bajo eléctrico que te puedan venir a la cabeza.

    Nacida en Sidney —Australia— a finales del 86, comenzó a tocar la guitarra a la edad de catorce años. Sólo dos años después, emigra a Los Ángeles para ingresar en la escuela L.A. Music Academy. En 2.005 y con diecisiete años, se inicia en el bajo eléctrico pese a terminar sus estudios de música y guitarra en la citada escuela y gracias a los contactos realizados en la misma, comienza un periplo por salas de música en directo y jams sessions de la ciudad, fogueándose así en directo ante audiencias dispares y con compañeros músicos aún más dispares.
Un año después, estrenando la mayoría de edad, compone, graba y produce el que será su prometedor debut, «Transformation»; aunque la dificultad a la hora de encontrar un sello que lo distribuya hace que no salga a la venta hasta el año siguiente, en 2.007.

    Habiéndose dado a conocer en las múltiples jams mencionadas y regalando a diestro y siniestro copias de su CD aún no lanzado al mercado, termina por llamar la atención de… atentos: Allman Brothers Band, Chick Corea y Jeff Beck. Es decir, la élite del rock sureño, el jazz y el rock instrumental.

    Precisamente, su permanencia en la banda de Jeff Beck por espacio de unos tres años le permitió girar por todo el mundo y que algunas de sus intervenciones se volvieran virales en las redes sociales y YouTube. En especial, esta:

    «Tal tenía su momento solista durante la balada «Cause we’ve ended as lovers». Es mi mejor balada y una de mis mejores composiciones y aunque no soy un líder de banda dictador, no le dejo a todo el mundo solear sobre esa base. Tiene que estar totalmente en mi misma sintonía, sentir lo que yo siento y saber transmitirlo al público y al resto de la banda.
Con poca gente he encontrado esa sintonía como para permitirles tocar solos en «Cause we’ve ended as lovers», y Tal era una de esas pocas personas.

Pero lo que ella hacía era especial: tenía ese solo, con esa estructura, esas escalas y tocado en esa tonalidad, pero cada noche era diferente y especial. Nunca repitió el mismo solo exacto, siempre salía con alguna extravagancia como una nota extraña fuera de tono, un lick original, un vibrato virtuoso… Cada puta noche esa pequeña niña me descolocaba, me sorprendía y hacía que me alegrara por poder seguir vivo y activo en la industria de la música.»

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    Quien afirmaba esto en una entrevista era Jeff Beck y si habéis visto el vídeo, Tal se gana el aplauso del público y del guitarrista al terminar su solo, pero entonces el maestro va a tocar de nuevo, se detiene y se acerca para felicitarla. El intercambio sincero y divertido de miradas y sonrisas entre ambos es de complicidad absoluta. ES PURO AMOR.
Sinceramente, tenéis en YouTube mil versiones en directo del mismo solo y este de la australiana no es el mejor de ellos, pero contiene ESE MOMENTO DE PURO AMOR.
Normal que el vídeo se hiciera viral.
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Tal Wilkenfeld & Jeff Beck

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    En fin, que finalizando esta década, Tal Wilkenfeld es una peso pesado en la industria del jazz, ha grabado en estudio con Jeff Beck, Herbie Hancock, Toto, girado junto a Hiram Bullock, Allman Brothers Band, Chick Corea, Steve Vai, Eric Clapton, Susan Tedeschi, Wayne Shorter y reclamada continuamente por ferias de instrumentos musicales y amplificación a lo largo y ancho del globo (o del círculo, si crees en el terraplanismo).

    «Transformation» contó con la colaboración de Wayne Krantz a la guitarra eléctrica,  Geoffrey Keezer al piano y sintetizador, Keith Carlock a la batería y Seamus Blake al saxo tenor. De la producción se encargó la propia Wilkenfeld, siendo mezclado por Joe Ferla (Roberta Flack, Dave Douglas, John Scofield, Norah Jones, etc., y… ¡ojo al frikidato!: mezclador de la B.S.O. del éxito setentero del cine de bandas callejeras, «The Warriors») y masterizado por el prestigioso no, lo siguiente, Bernie GrundmanJohnny A, Simply Red, Queensrÿche, Poison, Michael Jackson, etc.—.

    Menudo plantel de colaboradores para una autoproducción de una menor de edad debutante. Brutal.
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Tal Wilkenfeld 02

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ANÁLISIS DE LAS CANCIONES

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1.- BC. Intenso y divertido jazz funk para dar comienzo al disco. Enorme el nivel exhibido por todos los músicos, pero Keith Carlock a la batería es de otro mundo.
Tal interpreta un solo jazzero muy melódico con altas dosis de improvisación.
Muy interesante también la deriva hacia el jazz rock a partir del minuto cuatro con influencias de John Scofield y un Wayne Krantz que comienza a reclamar su protagonismo.
Excelente comienzo y una buena composición para lucirse todos los músicos en directo.

2.- Cosmic joke. Seamus Blake se une a la fiesta con el saxo en este tema. Resulta curiosa la mezcla de unas melodías con saxo y el acompañamiento de teclado muy comerciales, en plan acid jazz junto a una batería, un bajo y una guitarra haciendo jazz fusión del duro y complejo con ecos de rock progresivo.
El resultado es una especie de composición comercial, complejísima y virtuosa, pero de escucha muy atractiva.

3.- Truth be told. Bajamos las revoluciones y el grupo nos entrega esta deliciosa balada en la que Geoffrey Keezer y Tal Wilkenfeld se alternan el protagonismo, intercambiando líneas rítmicas y solistas.
No obstante, pese a la tranquilidad de la composición, hay que estar al tanto de las evoluciones de Carlock a la batería y la variedad de matices con que adorna su interpretación, en verdad impresionante.
Una auténtica preciosidad y de lo mejor del disco, sin duda.
Pura magia.

4.- Serendipity. El groove más funky hace acto de presencia con una Wilkenfeld que toca algunas líneas de slap (algo muy raro de escuchar en ella), pero que se va alternando con pasajes de jazz rock progresivo y que al final termina siendo un festival de creatividad y virtuosismo capaz de satisfacer al más exigente de los oyentes.

5.- The river of life. Pat Metheny no había aparecido aún como influencia, aunque aquí me recuerda más al Pat Methey que se hace acompañar de Lile Mays y nos suele entregar ese jazz mezclado con new age y ciertos tintes de folk.
Para variar, gran composición que contiene además el mejor solo de bajo de todo el disco y una sección —la de los solos de bajo y piano— con ese toque más aflamencado y español de Chick Corea.

6.- Oatmeal bandageAcid jazz y funky bailable se dan la mano en la penúltima canción del disco y en la que Keezer al piano es quien acapara todo el protagonismo.

7.- Table for one. Llegamos ahora al final con el tema más largo del álbum —8:30—. En formato medio tempo pero con aire de balada, Wilkenfeld y los suyos nos entregan otra bella composición, creativa, virtuosa pero a la vez relajante, y en la que hay suficiente espacio para el lucimiento de todos los músicos involucrados.
Broche de oro.

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CONCLUSIÓN

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    Obra maestra. Y punto. Como reza el meme de moda: «¡Se tenía que decir y se dijo!». No creo que haya habido muchos debuts, la verdad, que muestren tal nivel de madurez y de calidad como éste, en ningún estilo de música.
Tal demostró tener conocimientos muy avanzados de composición, logrando fusiones de estilo de forma fluida y natural («The river of life» es la mejor muestra de ello), y de conocimiento de su propio instrumento, ya que si bien, puede decirse que es la músico menos virtuosa de los que han tocado en el álbum, cada nota suya es oro puro y todo parece que sea de gran dificultad, consiguiendo, además, y esto es lo más difícil, tener un estilo propio y que las típicas influencias de Marcus Miller, Jaco Pastorius o Richard Bona, aparezcan más que en algunos momentos aislados.

    También demostró un gran ojo a la hora de reunir a esta banda. Geoffrey Keezer  y Seamus Blake, con su piano y su saxo tienen algunos momentos de protagonismo excelentes, aunque en mi opinión, quien se lleva la palma a nivel técnico y creativo es Keith Carlock, con unas líneas de batería que sólo pueden definirse como impactantes.
Si hubiera que definir algo negativo en el aspecto de los músicos, estaría en que en el conjunto global, el guitarrista W
ayne Krantz es el que menos brilla del álbum, quedando casi siempre relegado a un segundo plano. Esto en sí, no afecta en absoluto a la calidad del álbum, pero claro, somos Guitar Xperience y lo nuestro es la guitarra y el bajo, por lo que es un punto por desgracia a destacar.

    En cuanto a mezcla y mastering, parece mentira que esto fuera un disco autoproducido, pero aquí la calidad de Tal Wilkenfeld y el dejarse asesorar por auténticos especialistas en la materia, dio lugar a un trabajo que es un placer escuchar por el placer de escuchar, pudiendo apreciar sin problemas la infinidad de matices que presentan todos los músicos.

    Sin duda, el que se acercara a este disco en el momento de su lanzamiento no podría sino augurar todo lo mejor para la bajista australiana y pensar en que iba a llegar muy lejos. Afortunadamente, en este caso sí ha habido justicia y así ha sido, habiéndose convertido en una superstar en su género, así que estad al tanto de los próximos días, en que publicaremos la crítica del más reciente «Love remains» y podremos observar su evolución doce años después.

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Tal Wilkenfeld & Herbie Hancock.png

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TEXTO: Albert Sanz

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