El supergrupo del año en materia de hard rock realiza en Barcelona un exitoso concierto sold-out, con el aplauso unánime de aficionados y crítica especializada.
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El sábado 21 de septiembre (sí, habéis leído bien, al fin una banda de mediana/gran importancia toca en sábado en nuestro país) nos visitó The Winery Dogs, el supergrupo de hard rock en formato power trio compuesto por el guitarrista y vocalista Richie Kotzen (Mr. Big, Poison, etc.), el bajista Billy Sheehan (Talas, David Lee Roth, Mr. Big, Niacin’, etc.) y el baterista Mike Portnoy (Dream Theater, Adrenaline Mob, Avenged Sevenfold, Transatlantic, etc.); todos ellos grandes músicos y con una dilatada experiencia tanto en los escenarios como en la pertenencia a diferentes proyectos y grupos, y de los que no es necesaria más presentación, puesto que hemos desgastado nuestras cuerdas vocales y yemas de los dedos hablando y escribiendo sobre ellos tanto en el programa como en la web a lo largo de los años.
De un tiempo a esta parte se han formado una serie de supergrupos que hacen las delicias de sus fans y de nosotros mismos; dos de los más conocidos podrían ser Chickenfoot o Black Country Communion, pero hay más. La crisis económica y la ausencia de nuevos talentos en el rock puede ser la causa de estas reuniones, ya que está demostrado que la unión hace la fuerza, y si sumamos a los fans del guitarrista, los fans del bajista, los fans del baterista y los fans del vocalista por separado, el resultado puede ser o un mejunje que no llegue a cuajar por los estilos dispares del grupo o una banda compacta y estable que pueda ser rentable económicamente y pueda darnos mucha buena música.
Respecto a las dos bandas mencionadas nos encontramos en el segundo caso, y la prueba son las giras que han hecho por todo el mundo (aprovechamos para pedir a quien corresponda que traigan a España a Chickenfoot y a Black Country Communion —una vez hayan decidido quien será el sustituto de Bonamassa—, ya que todavía no han venido y ya es hora).
The Winery Dogs también se ubican en el segundo grupo: una serie de músicos de estilos dispares que se encuentran en su salsa dentro del estilo de uno de ellos (admitámoslo, la música de TWD se parece mucho a lo que hace en solitario Kotzen). El problema es que sobre ellos planea el fantasma de la no continuidad. Kotzen tiene una discografía honesta y dilatada que ahora no va a abandonar; Sheehan está muy centrado en los resucitados Mr. Big tras la polémica reunión de la banda original; y Portnoy es lo que denominamos un culo de mal asiento: desde que fuera expulsado de Dream Theater, ha encadenado más proyectos en un año que en toda una década anterior, del nuevo grupo de sus amores Adrenaline Mob si te he visto no me acuerdo, se habla de hacer girar al proyecto Portnoy-MacAlpine-Sheehan-Sherinian por todo el mundo y ya ha confirmado nuevos discos de Flying Colors y Trasantlantic para el próximo año.
Con todo lo dicho, tenemos dudas más que fundadas respecto a la viabilidad de este proyecto, pero el álbum es una realidad y suena tremendo (será destripado a conciencia en la nueva temporada) y hemos podido disfrutar de un grandísimo concierto. Así que llegado el momento ya veremos qué sucede.
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La mítica sala principal de Apolo 1 fue la ubicación elegida por la promotora Madness Live! Productions (aprovechamos ya para agradecer a Andrea Mª la acreditación concedida) para que los norteamericanos descargaran su sobredosis de hard rock clásico en Barcelona, sala que además lució un agradecido lleno casi total.
Los primeros en salir fueron los también norteamericanos The Sixxis, un interesante y original grupo, los cuales, sobre una base de stone rock, añaden elementos provenientes de hard rock clásico y rock progresivo. El grupo está formado por el vocalista Vladdy Iskhakov, el bajista Mark Golden, el baterista Josh “JBake” Baker y los guitarristas Paul Sorah y Cameron Allen.

El bajo y la batería sonaron realmente bien; el baterista Baker sacó a relucir una pegada y una soltura enormes y el bajista Golden demostró dominar su instrumento, ofreciéndonos entre los temas creativos ritmos con un estilo muy funky a otros más new age con un uso interesante del tapping. Interesante también lo diferente pero complementario del sonido y ejecución de los dos guitarristas: mientras Paul Sorah se dedicaba a tocar riffs y solos más clásicos con su Les Paul, Cameron Allen tocaba complejos solos con tapping y ligados haciendo su sonido más actual y virtuoso. Hay que decir que debido a fallos en la mezcla de la sala, la guitarra de Paul no sonó en ocasiones como debiera; un mejor ajuste con los volúmenes hubiera mejorado su sonido. Por su parte, Iskhakov cantó con buena técnica y expresividad, pero hay que reconocer que su presencia escénica y glamour rockeros con prácticamente inexistentes, pareciendo por momentos que el rol de líder lo llevara Paul Sorah.
The Sixxis pegaron un buen repaso a su único disco editado hasta el momento (de nombre homónimo) y pese a ser una banda desconocida en nuestro país, algunos fans ya coreaban los estribillos de algunas de sus canciones. Mostraron tablas escénicas y la posibilidad de ser cabezas de cartel a la que tengan otro disco y por tanto, más canciones que defender en directo. Muy buena banda a la que seguiremos la pista. Además, son de los que todavía no se les ha subido la fama a la cabeza puesto que tras desmontar ellos mismos gran parte de su equipo, fueron al puesto de merchandising a vender su CD (CD+DVD en formato digipack de excelente diseño y precio ridículo) y firmar autógrafos y hacerse fotos con todo el que quisiera.

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—-Tras una breve espera salió a escena The Winery Dogs con el potente riff de “Elevate”, el tema que abre su disco editado hace poco y homónimo. Con un sonido bastante bueno comenzaba ya lo que sería una gran noche de hard rock. Mike se mostró muy activo durante todo el show con la batería y con un dispositivo que le acercaba el micro cuando el tema lo requería para cantar los coros. Billy salió igual de entregado siendo también partícipe en los coros. Richie por el contrario fue el más estático, aunque teniendo que cantar y tocar al mismo tiempo se le perdona, además de que ya estamos acostumbrados a su personalidad más seria y tímida. Pero vamos, como decimos, con cantar una sola estrofa o tocar un solo riff ya se le persona todo.
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Acto seguido sonaron “Criminal” y “We are one”, algo más tranquilas pero rockeras al 100×100, la fusionera “One more time” y el bonus track de la edición americana del disco “Time machine”.
—-Poco después la banda se relajó con “Damaged”, una de las baladas del disco. Excelente feeling el que transmite Richie con esa voz tan característica, llena de matices y cambios de volumen. Uno de los mejores temas del disco. Hay que decir que éste está muy equilibrado, no hay ningún tema que sea extraordinario pero está lleno de magníficas melodías que se escuchan muy bien y no aburren.
A continuación llegó el turno de “Six feet deeper”, el esperado momento del solo de batería de Mike Portnoy, y “The other side”, estupendos para volver a la marcha del hard rock más alocado. Tras un espectacular solo de Billy a nivel técnico aunque algo caótico y bastante improvisado, se dio paso a la fenomenal intro de bajo con tapping polifónico que se va repitiendo durante el tema, para anunciar que llega “You saved me”, otra de las maravillosas baladas del disco, a la que siguió “Not hopeless”, la cual nos devolvió la energía que puede transmitir este grupo en directo.
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—-Llegamos así a la segunda parte en el show, y un Richie inmenso nos hizo viajar en el tiempo al momento en que uno de los reyes del A.O.R. y sleazy, glam, y hard rock —o sea, Poison— sacaban al mercado aquella joya injustamente menospreciada llamada «Native tongue». Armado tan sólo con una guitarra acústica, nos ofreció una versión intimista de “Stand”, coreada por todo el público y que se llevó una de las grandes ovaciones de la noche. Cabe decir que en este formato unipersonal el tema pierde muchos enteros al no poder disfrutar de mandolinas, guitarras acústicas o el coro de gospel del original, pero permite apreciar mucho mejor todos los matices de la especial voz de Richie.
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—-A esta canción la siguió la dramática “You can´t save me”, con la que se abría su disco de 2.006 «Into the black», pero que fue cortada bruscamente y empalmada con la más alegre «Shine», el mayor hit de la «época Kotzen» de Mr. Big, y una de las composiciones que el aforo al completo de la sala Apolo coreó con más ganas.
—-Después volvieron con nuevos temas de The Winery Dogs, como son “I’m no angel” con ese riff pegadizo, la «hendrixiana» y oscura “The dying” y el tema que cierra el disco: la tranquila semibalada “Regret”.
Y claro, los bises llegaron pronto; no tuvimos que esperar mucho: la versión de Elvin Bishop “Fooled around and fell In love” (con tal vez los mejores solos de guitarra y bajo de toda la noche y la mayor demostración de técnica vocal y afinación de Kotzen) y el single de presentación del disco “Desire” para finalizar.
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—-Set-list:
- Elevate
- Criminal
- We are one
- One more time
- Time machine
- Damaged
- Six feet deeper
- Solo de Mike Portnoy
- The other side
- Solo de Billy Sheehan
- You saved me
- Not hopeless
- Stand
- You cant´t save me
- Shine
- I´m no angel
- The dying
- Regret
- Fooled around and fell in love
- Desire
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A nivel musical nos encontramos a un Richie Kotzen algo más rockero y virtuoso que en su carrera como solista. Vuelve a usar algo de tapping y algunos arpegios en sweep picking como hacía en los tiempos de Shrapnel Records, algo que desde aquí celebramos (de hecho, hubo un solo en concreto que nos dejó con la boca abierta por la extrema complejidad en la ejecución de los arpegios y que… ¡con dos cojones, los tocaba sin púa, sólo con dedos!). Por su parte Billy Sheehan estuvo activo y divertido como siempre, adornando con pequeñas improvisaciones sus líneas, pero sin olvidar el componente rítmico de su instrumento. Y Portnoy demostró que también puede tocar música más «sencilla» como es el blues rock y el hard rock, aunque daba la sensación en algunos momentos de tocar a medio gas. Pero claro, teniendo en cuenta el nivel de salvajismo virtuoso de Dream Theater es normal que ahora toque estos temas con la punta de la… baqueta.
En cuanto a sonido y tras usar a The Sixxies como última prueba por parte de los técnicos (es la cruda realidad pero es así; lo extraño es cuando el grupo telonero suena mejor que el principal), la mezcla para The Winery Dogs fue potente. Tampoco estamos ante una banda con un nivel de complejidad sonora (bueno, la batería de Portnoy sí debe ser compleja de sonorizar) pero aún así el sonido fue excelente. Quizás habría que poner una pega al apartado de luces, pero teniendo en cuenta que se mueven en terrenos de rock crudo y natural, el espartano juego de luces no deslució el concierto.
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Y poco más hay que añadir a un gran noche de puro rock.
Lo mejor: Haber visto en un escenario a tres monstruos del rock tan diferentes y tan bien conjuntados.
Lo peor: La justita duración del concierto (hora y tres cuartos), que no se hayan juntado antes y que no tengamos clara su continuidad.
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Galería de videos The Winery Dogs
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