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- Artista: The Aristocrats
- Sello: BOING! Music
- Año: 2.013
- Estilo: Jazz, jazz fusión, rock progresivo, heavy metal, hard rock, blues, funky
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CALIFICACIÓN TÉCNICA
- Nivel de técnica: 10/10
- Velocidad: 8/10
- Variedad de fraseo, recursos y técnicas: 10/10
- Nivel de coñazo virtuosístico: -4/-10
- Calidad de producción (equilibrio en la mezcla, masterización, etc.): 9/10
- Calidad presentación (carátula, libreto, etc…): 6/10
- PUNTUACIÓN: 8,2/10
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CALIFICACIÓN MUSICAL
- Calidad musical: 8/10
- Nivel de feeling: 8/10
- Posibilidad de escucharlo de un tirón: 7/10
- Ganas de hacer “headbanging”: 6,5/10
- PUNTUACIÓN: 7,4/10
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PUNTUACIÓN TOTAL: 7,8/10
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Hoy cambiamos el orden de publicación; así pues pasamos la tradicional crítica de los viernes al lunes. El motivo se debe a que ayer mismo nos visitó este supergrupo en la barcelonesa sala Luz de Gas y no ha habido tiempo material para realizar la correspondiente crónica. Y aprovechando la visita, publicamos de una vez este análisis que habíamos pospuesto demasiado tiempo. Por tanto, la crónica la tendréis el viernes.
The Aristocrats volvieron en verano de 2.013 con un segundo trabajo de estudio, tras el directo «Boing! We’ll do it Live” y el debut homónimo (cuya crítica podéis leer aquí) en 2.011. Lo que iba a ser un sólo concierto se convirtió en un exitoso disco, una no menos exitosa gira mundial y la promesa de que la banda iba a tener continuidad, que no iba a ser el típico proyecto de supergrupo de un único disco; promesa, por cierto, que nos realizó el propio Guthrie Govan en una amena entrevista que le realizamos antes de la primera visita del trío (enlace aquí).
Hay que reconocer que en su momento no le dimos muy buena valoración al primer disco. Es tontería hablar del nivel técnico de Marco Minnemann, Guthrie Govan y Bryan Beller. El dominio de sus respectivos instrumentos es incuestionable y así lo han sabido aprovechar pesos pesados como Steve Vai, Joe Satriani, Asia, Steven Wilson, Paul Gilbert o Necrophagist, pero el álbum pecaba de un exceso de complejidad mal entendida. No pasa nada si en un mismo tema se cambian de ambiente y tempo cada dos por tres, al fin y al cabo nos estamos moviendo en terrenos de jazz fusión y rock progresivo, pero en la mayor parte de las canciones esos cambios no eran fluidos, aparecían demasiado repentinamente. Por fortuna, la experiencia no era tan ardua de escuchar puesto que The Aristocrats infunden algo a su música muy poco visto últimamente: el sentido del humor (y en los conciertos más todavía). Pero es cierto que con la creatividad y el increíble nivel técnico que exhiben los tres músicos en sus numerosos compromisos con otros artistas, aquel disco supo a poco.
Dos años después vuelven a la carga con «Culture clash». Veamos qué nos ofrecen ahora.
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1.- Dance of the aristocrats. Comenzamos el disco con un sencillo ritmo de bombo y caja, a los pocos compases se le añade el charles y percusión a contratiempo y ya nos damos cuenta de que el ritmo no es lo que esperábamos. Y en cuanto entra el bajo con efecto de trémolo se confirma que el tema tiene una estructura dance bailable. Por en medio tenemos algunos momentos en los que baja el tempo, pero aún así el aire dance, funky y retro está presente en todo momento. Govan no sólo aporta su inmenso nivel como solista, sino que añade algunas partes rítmicas que acentúan el toque funky de la pieza. Sorprendente manera de comenzar el álbum con un tema de los que se te enganchan y ya no te sueltan.
2.- Culture clash. Govan y Beller ejecutan dos ritmos diferentes pero complementarios antes de que entre la batería de Minnemann. El toque de rock progresivo está muy presente pero añadiendo algunos interludios jazzeros muy en una onda de Herbie Hancock. Además, en diversos momentos aparece algo que ya es la seña de identidad del trío: la diversión.
3.- Louisville stomp. El jazz, el swing y el rockabilly más rítmicos y dinámicos hacen presencia. La influencia de Brian Setzer (tanto en solitario como con su orquesta) es más que patente, o sea que ya os podéis imaginar por donde van los tiros. El tema es alegre, divertido y bailable, pero a la vez tiene una enorme exhibición de virtuosismo por parte de los tres músicos.
4.- Ohhhh noooo. Un potente bajo funky inicia la canción siendo acompañada por una guitarra de hard rock. La melodía principal, ejecutada por la guitarra de Govan, recuerda mucho a Jeff Beck. A medio tema hay un interludio relajante y progresivo con un sonido de guitarras emulando sintetizador y en el que aparece otra influencia no escuchada hasta ahora: David Gilmour y Pink Floyd. Hard rock y rock progresivo de lo más potente.
5.- Gaping head wound. Jazz fusión con ocasionales elementos de reggae e influencias de Western Vacation o Return to Forever se unen en una composición compleja, pero con melodías de gran belleza. Si bien por norma general es Govan quien lleva el peso solista, en esta ocasión es Beller quién tiene más oportunidad para lucirse, tanto en los ritmos como en un hermoso solo de bajo central.
6.- Desert tornado. Por si acaso nos habíamos olvidado de Minnemann, aquí está este corte para demostrarnos su impresionante nivel, desde un solo inicial al consiguiente un ritmo fusionero realmente infernal y que es la prueba fehaciente de que Dream Theater se equivocaron al no ficharle. Volviendo al tema en sí, estamos ante una composición muy oscura y dramática, con influencias de King Crimson y Steve Vai y que fascina por su aire tenebroso. En varios momentos Govan desarrolla una serie de cortos y rápidos riffs mientras Beller aporta unos acordes muy potentes. Excelente.
7.- Cocktail umbrellas. El funky retorna al disco con una canción alegre, divertida y vacilona que sin embargo a medida que evoluciona va creciendo en complejidad jazzística. No es una composición tan inspirada como las anteriores y por momentos puede llegar a aburrir, al no quedar muy clara cual es la melodía principal, pero los amantes de la técnica la agradecerán.
8.- Living the dream. Estamos ahora ante el corte más agresivo y heavy de todo el álbum. Se van alternando varias partes: una heavy muy contundente, otra melódica más hard rockera, otra divertida y fusionera, otra ambiental y experimental a lo Steve Vai y la sección del solo de Govan es un blues. Como en el anterior, cuesta reconocer cual es el motivo principal, es cierto, pero a cambio el trío nos obsequia con una gran dosis de energía y contundencia.
9.- And finally. Título muy explicativo teniendo en cuenta que, en efecto, estamos ante el último corte de este trabajo. Rock, hard rock, y algo de jazz fusión es lo que nos ofrece este medio tempo, que se ve complementado con diferentes cambios de ritmo y un sonido netamente americano que hasta ahora no les habíamos escuchado.
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Tras el ligero fiasco que supuso el primer trabajo, esta colección de temas ha supuesto una grata sorpresa. Seguimos teniendo los elementos que definían a su debut: muchos cambios de ritmo, complejidad composicional, grandes dosis de virtuosismo y diversión, etc. Todos estos elementos unidos consiguen crear un sonido propio, el sonido de The Aristocrats, a pesar de las notorias influencias que a veces aparecen. Sin embargo, a diferencia de en la ocasión anterior, los cambios de ritmo o estilo son fluidos, hay momentos de una gran belleza musical y pese a que el virtuosismo es continuo por parte de los tres músicos, no hay ningún momento en que las canciones se hagan pesadas.
Es obvio que para ser fan de este grupo hay que ser amante del jazz fusión, el rock progresivo y los alardes instrumentales, pero «Culture clash» es un álbum mucho más digerible y ameno. No es tan exigente con el oyente, y eso que lo que nos ofrece no es nada sencillo o superficial.
Ahora sólo resta poder disfrutar de un tercer trabajo, con el cual se confirmaría su continuidad. Por el momento, el prestigio musical ya lo tienen ganado.
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TEXTO: Albert Sanz
FOTOS (a excepción de la carátula): Iván Macías y Albert Sanz
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