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Crítica: Tony MacAlpine «Concrete gardens»

TM Concrete Gardens CD Cover

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FICHA

  • Artista:  Tony MacAlpine
  • Sello:     Sundog Records
  • Año:       2.015
  • Estilo:   Metal progresivo, math metal, djent, heavy metal neoclásico, música clásica

 


CALIFICACIÓN

CALIFICACIÓN TÉCNICA

  • Nivel de técnica: 9/10
  • Velocidad: 8,5/10
  • Variedad de fraseo, recursos y técnicas: 8,5/10
  • Nivel de coñazo virtuosístico: -4/-10
  • Nivel resto de músicos: 8/10
  • Calidad producción (equilibrio en la mezcla, masterización, etc.): 9/10
  • Calidad presentación (carátula, libreto, etc…): 7/10
  • PUNTUACIÓN: 8/10

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CALIFICACIÓN MUSICAL

  • Calidad musical: 7,5/10
  • Nivel de feeling: 8/10
  • Posibilidad de escucharlo de un tirón: 8,5/10
  • Ganas de hacer “headbanging”: 9/10
  • PUNTUACIÓN: 8,25/10
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PUNTUACIÓN TOTAL: 8,1/10

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INTRODUCCIÓN

 

    Este pasado martes publicamos una noticia referida al histórico shredder norteamericano. En ella presentábamos una serie de vídeos de su retorno a los escenarios acompañando al cantante francés Michel Polnareff así como anunciábamos sus primeras fechas en solitario y otras acompañando en calidad de telonero a Steve Vai —enlace a la noticia aquí—. Aprovechamos pues estas buenas noticias para publicar la crítica de su último disco aunque ya date de 2.015.

    «Concrete gardens» viene a ser el hermano gemelo y la continuación lógica del extraordinario «Tony MacAlpine», álbum de 2.011 que presentó en España en una larga gira un año después —podéis leer la crítica en este enlace—. Aquel trabajo supuso un punto de inflexión en una extraordinaria carrera discográfica como shredder, siempre explorando las posibilidades de expresión de la guitarra eléctrica, primero en un contexto de heavy metal neoclásico que le llevó en los 80 a ser considerado como uno de los pioneros y abanderados del género, y a partir de la segunda década de los 90, derivando hacia el rock y metal progresivo, de la mano de bandas como Planet X, Devil’s Slingshot o Steve Vai & The Breed.
Fruto de esta evolución, complementada «fisicamente» al ser uno de los primeros guitarristas famosos de primera división en usar guitarras de ocho cuerdas, surgió el disco mencionado, una auténtica burrada técnica y sonora, que además se adelantó en unos años a la actual corriente que une math metal , djent y metal progresivo y que ahora lideran los Animals as Leaders.
No obstante, dureza y experimentalidad aparte, el componente melódico seguía muy presente, por lo que su propuesta era más escuchable que la de la banda de Tosin Abasi.

    Para grabar este disco, MacAlpine se alió con alguno de sus compañeros habituales, como el baterista Aquiles Priester, y contó la colaboración de un par de VIP’s de la talla de Jeff Loomis y Pete Griffin, aunque la principal diferencia es que si en la otra grabación contó con varios bateristas, aquí lo hizo con varios bajistas.
La lista de músicos es la siguiente:

Guitarra: 

  • Tony MacAlpine 
  • Jeff Loomis Sanctuary, Nevermore, Arch Enemy, etc.—

Bajo:

  • Tony MacAlpine
  • Pete Griffin Terry Bozzio, Zappa plays Zappa, Chick Corea, etc.
  • Lucky Islam 
  • Sean Delson Stuck MojoAgent Cooper, Fozzy, etc.

Batería:

  • Aquiles Priester —Hangar, Angra, Primal Fear y candidato a nuevo miembro de Dream Theater

Teclado:

  • Tony MacAlpine

    Antes de comenzar el análisis, debo comentar que existen dos versiones del CD: la normal y la edición especial en digipack de cartón que incluye un DVD. Dicho DVD incluye un concierto en directo grabado en los estudios de EMGtv, con Tony acompañado de Aquiles Priester, Pete Griffin  y Nili Brosh a la guitarra rítmica y solista —ella y Tony son usuarios de las pastillas de guitarra eléctrica de la compañía EMG—. Como vais a comprobar, la mayoría de vídeos que ilustran los análisis de las canciones pertenecen a dicho DVD, y si bien la calidad de audio es algo inferior a la del CD, las versiones en directo permiten ver el grado de complejidad de las canciones mejor que simplemente escuchándolas, de ahí su elección.

 

Tony MacAlpine Concrete Gardens 01.jpg

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ANÁLISIS DE LAS CANCIONES

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1.- Exhibicionist BLVD.  Brutal a la par que espectacular comienzo de disco. Pese a lo muy progresivo del tema, Aquiles Priester muestra un toque y una pegada de heavy metal clásico. La línea rítmica de guitarra y el bajo de Pete Griffin se mantienen en los terrenos del metal progresivo moderno mientras que la guitarra solista presenta un interesante, atractivo y muy melódico riff.
Imposible comenzar mejor el disco.

2.- The king’s rhapsody. Tony se encarga de todos los instrumentos, a excepción de la batería, en este contundente y oscuro medio tempo, deudor de los mejores Black Sabbath pese a la diferencia de estilo y de época.
El fragmento melódico del 1:27, con guitarra solista ejecutando unas notas usando whammy y delay y la contundente rítmica acompañando demuestran no sólo la calidad de composición, sino el espectacular trabajo de mezcla.

3.- Man in a metal cage. Otro medio tempo oscuro y pesado, aunque Priester abusa bastante del doble bombo. La tardanza de aparición de un estribillo melódico reconocible —no aparece hasta casi el segundo minuto— pero con ciertas influencias de Steve Vai, y el exceso de shred frente a melodía, acaba convirtiendo a esta composición en la menos inspirada del álbum, aunque haya algunos momentos destacables.

4.- Poison cookies. Pete Griffin vuelve a colaborar en este tema, que fue además el primer single del disco. Si hubiera que ponerle una pega, sería el espíritu de Steve Vai que planea por todo su duración, pareciendo incluso que lo hubiese compuesto éste.
No obstante, gracias al ambiente misterioso, el aporte de piano, los toques de jazz fusión, la genial línea de bajo de Griffin, el enorme solo de guitarra y lo agradable de su escucha, acaba convirtiéndose en uno de los mejores cortes del disco.

5.- Epic. Un comienzo electrónico y misterioso da paso a otro medio tempo pesado. En esencia, recuerda mucho a «Man in a metal cage», aunque superándolo en contundencia, ya que Tony exprime al máximo el sonido grave de su Ibanez de ocho cuerdas, sin embargo, la melodía se parece más a «The king’s rhapsody», disfrutando así de un toque misterioso muy interesante.
Igual de misterioso y sorprendente es el cambio aparecido por el 2:30: un interludio con guitarras acústicas, una maravillosa línea melódica de guitarra con distorsión y un Tony demostrando que como bajista tiene también un enorme nivel.
Esta sección, sin embargo, se corta abruptamente para dar paso a un pasaje de gran complejidad progresiva, que nos devuelve a la sección metalera del principio.
Denso y salvaje, pero un tema tan brutal que satisfará tanto a los que busquen experiencias sonoras extremas como a los amantes del rock progresivo más complejo.

6.- Napoleon’s puppet. Curioso título para una canción que comienza en plan sintonía de dibujos animados. Y de hecho, debido a su rápido riff de guitarra y al estribillo principal, bien podría aparecer en alguna serie de anime.
La canción es muy progresiva, pero tanto el sonido de guitarra como el bajo de Griffin son menos contundentes que en otras ocasiones, recordando por momentos al MacAlpine más ochentero.
En el 2:30 entra una sección melódica y hard rockera preciosa, también muy ochentera. De hecho, es tan bonita que, ampliada, hubiera podido convertirse en una balada épica; pero no, un minuto después vuelve la tralla progresiva.

7.- Sierra morena. Tony se sienta al piano y la guitarra acústica para tocar una bella secuencia de acordes; sin embargo, estamos ante un comienzo engañoso, ya que no tarda en convertirse en otra brutal muestra de metal progresivo.
Para fans del shred, el solo de guitarra es todo lo que uno querría, con toneladas de arpegios, tappings y escalas ejecutadas a alta velocidad.
La melodía vuelve a tener cierto toque misterioso a Steve Vai, y la manera en la que a partir del 2:50 se mezcla con la guitarra solista es magistral, sin embargo, tras siete temas de disco, en esta ocasión la sensación de déjà vu está demasiado presente e impide disfrutar del todo de la canción.

8.- Square circles. Pete Griffin vuelve a hacer acto de presencia en la que será su última intervención en el disco. También tenemos al virtuoso Jeff Loomis en un duelo de solos que destaca y sorprende por lo melódicos y contenidos que están ambos guitarristas, al menos hasta la segunda parte del duelo.
El tema no está tan inspirado como otros, ni a nivel melódico ni de composición, pero gustará a amantes del metal progresivo debido a sus continuos cambios de ritmo, y es que es innegable que el trío rítmico formado por Griffin, Priester y MacAlpine realiza un enorme trabajo.

9.- Red giant. El bajista Lucky Islam se incorpora al disco en una canción con toque progresivo pero que destaca más por su sonido de heavy metal clásico, y que recuerda a los primeros intentos de MacAlpine en el jazz fusión y el rock progresivo de álbumes como «Evolution» o «Chromacity».
Los amantes del shred más clásico disfrutarán de los solos y las líneas melódicas.
Atractiva composición, aunque me falla el exceso de doble bombo por parte de Priester, abusando en momentos en los que no era necesario meterlo.

10.- Confessions of a medieval monument. ¡Directo a los 80! Si MacAlpine ha ido haciendo guiños al metal de los 80, aquí vamos directos al neoclásico ochentero. Como novedad, tenemos un sonido de guitarra más contundente (posiblemente de una siete cuerdas), una producción moderna y ciertos elementos progresivos, pero predomina el neoclasicismo; eso sí, sin perder de vista la melodía y sin abandonar la estética que llevaba el álbum, ya que no tendría mucho sentido introducir un tema 100% neoclásico a lo «Edge of insanity».
Sin embargo, parece que estemos ante un intento de trasladar el metal neoclásico a nuestro siglo, aportándole otras influencias, modernizándolo y eliminando la ranciedad de la que hacen gala ciertos guitar heroes que se niegan a evolucionar.
Extraordinario.

11.- Concrete gardens. Segundo single del disco con la colaboración del bajista Sean Delson. Siguiendo la estela del anterior tema, nos encontramos ante otra composición de heavy metal neoclásico progresivo. Y al igual que la anterior, gustará a los fans de sonoridades más clásicas, pero sin perder el toque moderno.
La melodía principal es deudora de cualquiera de los temas famosos de MacAlpine y sorprende también con el primer solo de teclado de todo el disco, sencillo y que cumple como anticipo al solo de guitarra, en esta ocasión bastante progresivo.

12.- Maiden’s wish. Cambio radical para finalizar el disco. No sorprende a nadie encontrarse un cierre en un disco de MacAlpine versionando alguna composición de Chopin al piano, sin embargo, en «Tony MacAlpine», junto a Marco Minnemann, el guitarrista adaptó al lenguaje rockero el estilo de Chopin, de forma respetuosa y sin perder la esencia original. En esta ocasión no ha ocurrido esto, y tomando como referencia el famoso arreglo que realizó Franz Liszt de la partitura de Chopin, MacAlpine la ha tocado con piano de forma fiel y virtuosa; por tanto, olvidaros de todo lo escuchado hasta el momento en el disco.
Como digo, no debería de sorprender dado los múltiple antecedentes, pero si bien en su etapa más neoclásica quedaba hasta bien, en esta etapa de math metal resulta bastante extraño un cierre así.

Tony MacAlpine Concrete Gardens 02.jpg

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CONCLUSIÓN

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Tony MacAlpine. Photo By Alex Solca.    «Concrete gardens» no ha conseguido ser un disco tan redondo como su predecesor. La culpa la tiene la sección final formada por «Red giant», «Confessions of a medieval monument» y «Concrete gardens». Son buenos temas, qué duda cabe, pero la intensidad y brutalidad del metal progresivo, math metal y djent de los primeros temas se diluye en pro de unas sonoridades más clásicas. Ésto no es necesariamente negativo, pero un corte más antes de «Maiden’s wish» en la onda moderna mencionada hubiese devuelto el disco a su senda y habría quedado todo más coherente y unificado.

    Otro detalle negativo que contribuye a bajar algo la puntuación ha sido el desempeño de Aquiles Priester a la batería. Las canciones son de una enorme dificultad, pero incluso aunque una parte sea muy compleja, no hay porqué complicarla más. Esto viene en referencia a que por más destreza que tenga con el doble bombo, no es necesario estar usándolo continuamente.
Creo, a tenor de esas canciones más ochenteras, que la intención de MacAlpine ha sido la de buscar un batería de corte más clásico (al margen de la amistad que les una, porque ambos llevan años colaborando en directo), y de hecho, de todos los candidatos a sucesor de Mike Portnoy, Aquiles Priester era el que tenía un sonido más de metal de toda la vida. Sin embargo, por técnica, creatividad y sonido, está claro que el aporte de Marco Minnemann y Virgil Donati en «Tony MacAlpine» (curiosamente, otros dos bateristas que también participaron en el casting de Dream Theater) fue más adecuado al tipo de composición que no lo aportado por Priester.

    Sin embargo, hay algo en lo que «Concrete gardens» supera a «Tony MacAlpine», y es en la actitud. Dureza, intensidad, brutalidad, guitarras de ocho cuerdas, math metal, afinaciones bajas… todo eso son conceptos de los que participan ambos álbumes, pero la diferencia es que en esta ocasión se respira mala leche, ira incluso. Para cuando Tony ultimaba los detalles de las composiciones y se preparaba para entrar al estudio, su cáncer de cólon ya debía de estar avisándole. Y al igual que el descubierto a su mujer, la cantante vasca de dance pop Black Ruby Begonia. Me da la sensación de que ambos ya debían de pasar por una situación anímica y física muy negativa antes de hacerse oficial, y que esto se ha trasladado al disco.

    Y otro detalle a su favor, es que estamos ante un trabajo más escuchable y asequible a un espectro más amplio de público. En su momento ya definí a «Tony MacAlpine» como una obra densa no apta para todos los públicos y difícil de escuchar del tirón. «En sus virtudes radicaban sus defectos», y para disfrutarlo al 100 % había que ser fan del shred técnico, de Slipknot y de Dream Theater a partes iguales, sino, era difícil escucharlo del tirón.
En esta ocasión he criticado los toques más clásicos que se distancian de los elementos modernos, así que podríamos decir que al revés de lo que acabo de mencionar, en esta ocasión, «en sus defectos radican sus virtudes»; y es que, volviendo a echar mano del refranero español, no hay mal que por bien no venga.

    En cuanto a asuntos de mezcla y producción, el trabajo realizado por el ingeniero de sonido Adair Daufembach y el técnico de mastering Seva David Ball ha sido extraordinario. Un sonido resultante potente y bastante comprimido bajo los estándares actuales, pero que permite respirar a los instrumentos y huye de la temible loudness war.

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    «Tony MacApline» marcaba un punto de inflexión y cambio de rumbo, pero «Concrete gardens» parece ser una involución. Si se hubiesen publicado al revés, «Concrete gardens» habría supuesto el eslabón entre el viejo y el nuevo MacAlpine y estaríamos ante una evolución lógica.
En cualquier caso, no es un mal álbum ni mucho menos, sólo hay que ver la puntuación otorgada, pero lo que consigue es que nos pique la curiosidad por conocer cual va a ser el camino a seguir, y por supuesto, sabiendo que ya está casi recuperado, espero con ganas un nuevo álbum que despeje la incógnita.

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Tony MacAlpine Concrete Gardens 04.jpg

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TEXTO: Albert Sanz
FOTOS: Alex Solca para http://www.tonymacalpine.com

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1 Respuesta »

  1. Te has currado la critica, muy buena por cierto. un saludo

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