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FICHA
- Artista: Paul Gilbert
- Sello: Sharpnel Records
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Año: 2.014
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Estilo: Shred, heavy metal, hard rock, blues, funk, pop
CALIFICACIÓN
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CALIFICACIÓN TÉCNICA
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Nivel de técnica: 9/10
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Velocidad: 8/10
- Variedad de fraseo, recursos y técnicas: 8/10
- Nivel de coñazo virtuosístico: 0/-10
- Nivel resto de músicos: 9/10
- Calidad producción (equilibrio en la mezcla, masterización, etc.): 9/10
- Calidad presentación (carátula, etc…): 7/10
- PUNTUACIÓN: 8,6/10
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CALIFICACIÓN MUSICAL
- Calidad musical: 7/10
- Nivel de feeling: 7/10
- Posibilidad de escucharlo de un tirón: 9/10
- Ganas de hacer “headbanging”: 6/10
- PUNTUACIÓN: 7,25/10
PUNTUACIÓN TOTAL: 7,9/10
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INTRODUCCIÓN
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En abril 2.014, Paul Gilbert sacó a la venta este disco que hoy vamos a analizar. Tras un interesante pero fallido «Vibrato» (tal y como explicamos aquí, era como escuchar dos discos diferentes en uno, con diferente banda y diferente intención musical), había curiosidad por saber con que nos iba a sorprender el carismático guitarrista. Él mismo confesó que por fin, tras mucho tiempo, volvía a cantar. Esto fue algo que sorprendió ya que llevaba varios años editando únicamente trabajos instrumentales; sin embargo, si considera que su guitarra canta, entonces sí, estamos ante un disco vocal; o bien, si considera que cantar de verdad se limita a un solo tema de once, entonces también estamos ante un disco vocal.
No obstante, de lo que no avisó es de que se trataba de un álbum compuesto en su mayor parte por versiones —ocho versiones frente a tres de autoría propia— y claro, ya sabemos que siempre ha hecho gala de bastante locura y excentricidad (al menos en lo musical, no en lo visual), por lo que aunque podíamos prever algún homenaje a sus amados The Beatles, no era tan fácil pensar en que iba a versionar a artistas como k.d. Lang, James Brown o Eric Carmen.
Aunque ya sabemos que a Gilbert le gusta tocar casi todos los instrumentos en sus discos, siempre reserva el apartado de la batería a músicos de alto nivel, pero en esta ocasión prescindió de su compañero habitual de aventuras, Thomas Lang, por el veterano y prestigioso Kenny Aronoff —John Fogerty, Santana, Joe Cocker, Alice Cooper, Celine Dion, The Rolling Stones, Stryper, Manolo García, Chickenfoot, etc.— y la superstar progresiva Mike Portnoy.
Por otra parte y antes de pegar un repaso a las canciones, es obligatorio comentar el extraño hecho de lo mucho que pasó desapercibido este «Stone pushing uphill man«. Hay que admitir que fuera de Mr. Big, Gilbert no es un músico de llenar estadios, pero dentro del nicho de guitarristas de shred, es junto a Vai y Satriani, de los que tiene un público más fiel, lo cual se traduce en bastantes ventas de discos y llenos en salas de mediano aforo (inclusive en una ciudad tan complicada como es Barcelona).
Sin embargo, hablando con oyentes que no sean fanáticos a muerte suyo, muchos desconocen la existencia de este trabajo o lo han oído de pasada. Es más, incluso en nuestro programa de radio en su momento tampoco hicimos promoción del mismo. Las razones son difíciles de saber, pero pudo estar el hecho de que por fechas cercanas en el mismo 2.014, Mr. Big editaron su «The stories we could tell» y que tanto el mismo Paul Gilbert como su oficina de management se centraran en promocionar entre los medios y en directo el trabajo con Mr. Big en detrimento del disco en solitario.
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ANÁLISIS DE LAS CANCIONES
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1.- Working for the weekend. Comenzamos con un clásico metalero de los Loverboy y que Gilbert aprovecha para recuperar la esencia del shred de los 80. El tema carece de originalidad y es algo previsible, pero hay varios puntos que lo hacen muy disfrutable: Gilbert es de los escasos shredders que no aburren, a sus cincuenta años sigue en un estado de forma excepcional y en esta ocasión muestra un sonido agudo y brillante en su guitarra que nunca le habíamos oído, la versión conserva ese punto agradable y alegre del original y además tenemos la colaboración del virtuoso Mike Portnoy a la batería, aunque en esta ocasión está bastante contenido.
original…
y versión…
2.- Back in the saddle. Clásico de Aerosmith del álbum «Rocks» que oscilaba entre el sleazy rock y un primerizo heavy metal, es versionada en esta ocasión de forma instrumental y como comenté al principio, de una manera muy fiel aunque lógicamente con un sonido mucho más contundente —atentos al sonido del bajo— y múltiples capas de guitarra que emulan tanto las guitarras originales com la voz.
original…
y versión…
3.- I got the feelin’ (James Brown). Estamos ante la versión menos lograda del disco, aunque como canción sea muy buena. Dado que en la original Brown cantaba un poco por libre, dejando que sea un hit recordado por su groove funky de lo más bailable que no por la parte vocal, Gilbert opta por salirse de la melodía original para improvisar de lo lindo, mientras que el contagioso groove —y más rápido que el original— lo aporta una excepcional línea de bajo y un juguetón Kenny Aronoff a la batería,
4.- Goodbye yellow brick road. Bajamos radicalmente de revoluciones y nos vamos a una de las sorpresas de éste álbum: la deliciosa balada compuesta por Bernie Taupin y popularizada por Elton John y que en esta ocasión es versionada con mucha fidelidad y buen gusto. Además, incluso en el momento solista, Gilbert es capaz de soltar sus habituales carreras sobre el mástil con igual buen gusto y sin que desentone del ambiente relajado de la composición.
5.- Why don’t we do it in the road. Si The Beatles han sido una de las principales influencias en la manera de componer piezas de pop rock de Paul Gilbert, estaba claro que en un disco de versiones acabaría apareciendo un tema del mítico cuarteto de Liverpool. Aunque se les considera el grupo de pop por excelencia, en esta ocasión les salió uno de los temas más blueseros y negros de toda su carrera (y eso que la letra sólo contiene dos frases que se repiten hasta la saciedad). Por su parte, Gilbert realiza una versión en exceso fiel sin excesivos aportes personales siendo al final una interpretación poco inspirada, pese al aporte a la batería de Mike Portnoy.
6.- Shock absorber. Pasamos ahora a uno de los cortes propios del disco. Una gozada de rhythm & blues con un groove jodidamente contagioso que hará muy difícil el que no te pongas a bailar. Es además, el segundo corte más largo del disco, y en él Gilbert demuestra que no sólo es uno de los mayores genios de la guitarra eléctrica de toda la historia, sino que ni siquiera necesita correr como un poseso o lanzarse a tocar sweep pickings para demostrar su extremo virtuosismo; y es que contra todo pronóstico, su interpretación guitarrística no contiene excesivos solos y es más una especie de guitarra rítmica hipercompleja, al estilo de la parte instrumental del tema «Cupid’s dead» de Extreme. Brutal.
7.- Purple without all the red. Nueva bajada de ritmo para traernos un breve corte de composición propia. Percusión, guitarra limpia y otra haciendo la melodía aportan un toque de blues agradable y entretenido pero sin excesivo interés. Tal vez el único tema sobrante del disco.
8.- Murder by numbers. The Police fueron unos maestros a la hora de combinar jazz con pop y toques de reggae, y aunque hicieran un tema como éste muy agradable de escuchar y en apariencia simple, en verdad había que ser grandes músicos para tocarlo (la batería de Copeland era una locura en este tema). Gilbert y Aronoff hacen un tremendo trabajo en esta ocasión intentando captar la esencia del original pero enfatizando la parte más rockera, y el resultado es para quitarse el sombrero.
9.- My girl. El ñoño y romanticón medio tempo de Eric Carmen es versionado en otra versión muy fiel, pero en la que Gilbert se encarga de dotar de un aire más divertido y desenfadado que el original. A destacar las guitarras rítmicas tocadas con e-bow que aparecen en ciertos momentos y el potente solo de guitarra de la sección final.
10.- Wash me clean. Nueva balada con la que terminan las versiones del disco. En esta ocasión Gilbert adapta la que sería la menos conocida de las canciones de este trabajo, pero no por ello es menos interesante el resultado. La composición original era una preciosa, oscura, intimista y jazzera balada de la cantautora k.d. Lang y el guitarrista versiona la línea vocal empleando slide y juraría que a dedos, sin púa, y el resultado recuerda bastante en sonido al estilo de Mark Knopfler.
Toda una maravilla que francamente, debería de haber sido el último tema del disco.
original…
y versión…
11.- Stone pushing uphill man. Finaliza este trabajo con la composición que da título al álbum y que está inspirada en el mito griego de Sísifo, el cual fue condenada por los dioses a empujar por toda la eternidad una piedra por una montaña.
Gilbert coge el mito y le da forma de blues tradicional acústico en su primera mitad, en la que se esfuerza por cantar de una forma muy grave al estilo de los pioneros del blues, y la verdad, teniendo en cuenta que nunca ha sido un gran cantante, da bastante el pego.
En la segunda mitad entran batería y guitarras eléctricas y aún manteniendo el tempo lento, Gilbert pierde el control de esa forma que tanto nos gusta alternando solos a mil por hora, mientras van apareciendo cerca del final unos coros femeninos de góspel que terminan por redondear la canción.
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CONCLUSIÓN
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Paul Gilbert sigue demostrando que es un artista todo terreno. Ya sea con Mr. Big, con Racer X, en solitario o colaborando con otros artistas, es capaz de moverse como pez en el agua tanto en el blues, hard rock, heavy metal o en el pop más comercial, siendo además, capaz de introducir su enorme técnica y estilo shred y que quede bien en estilos ajenos al metal. Este álbum es la prueba de ello, porque aun siendo muy fiel en las versiones, a la vez está en todo momento presente su personalidad, siendo un trabajo que podrá gustar tanto a fans suyos como a fans de los artistas homenajeados.
Así que como álbum de versiones ha sido todo un acierto. Sin embargo, si lo analizamos dentro de su ya amplia discografía en solitario no será uno de los trabajos más destacados. No hay nada negativo, pero es verdad que tampoco hay una canción que te haga volar la cabeza de placer, a excepción, quizás, de «Shock absorber», una de sus mayores demostraciones de técnica y control de tempo y dinámicas que se le hayan escuchado jamás.
No es el típico disco malo de esos que hacen tambalear una carrera musical y que la gente siempre se lo recuerde a sus creadores, pero tampoco es para echar cohetes. Aunque lo más importante es que su discografía sigue siendo de lo más regular, el disco entretiene y mucho y tiene muy buenos momentos tanto musicales como estrictamente guitarrísticos.
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TEXTO: Albert Sanz
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Etiquetado como: Aerosmith, Bernie Taupin, blues, Elton John, Eric Carmen, funk, funky, hard rock, Heavy Metal, James Brown, Joe Perry, k.d. Lang, Kenny Aronoff, Mike Portnoy, Paul Gilbert, pop, shred, Steven Tyler, Stone pushing uphill man, The Beatles, The Police
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