El veterano guitarrista de blues vuelve a España a presentar sus últimos dos discos, grabados tras el retiro forzoso por enfermedad padecido entre 2.014 y 2.015
Walter Trout ha sido el inspirador de toda una corriente de guitarristas de blues muy energéticos, como JJ Nichols o Eric Sardinas.
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Dentro de la larga lista de conciertos de guitarristas que nos han visitado en este segundo semestre histórico, uno de los más destacados ha sido el de Walter Trout; un concierto para el cual los sentimientos estaban a flor de piel antes del comienzo de la gira, en una suerte de «hype sentimental» .
Y es que, para los que no lo sepáis, Trout estuvo algo más de un año alejado de la música. Tras confirmar en 2.014 que padecía Hepatitis C y ser operado a vida o muerte de un trasplante de hígado, en 2.015 volvió a meterse en un estudio para grabar «Battle scars», el álbum en el que describía todo el proceso de su (casi) muerte y resurrección.
A todo esto, si le añadimos que pese a su aspecto afable y bonachón, desde sus comienzos a finales de la década de los 60, ha sido, junto a Ted Nugent, el padre espiritual de esa corriente de «guitarristas de blues con actitud de músico de heavy metal», como Eric Sardinas, JJ Nichols o Eric Gales, aún resulta más triste saber por lo que este hombre ha llegado a pasar. Y poderlo ver en directo es una mezcla de alegría provocada por su vuelta mezclada con mal rollo por saber lo que sabemos. De ahí eso de «hype sentimental».
El concierto también sirvió para satisfacer mi curiosidad por saber cómo habría quedado la pequeña sala Apolo 2 tras su reforma. Y es que servidor pudo ver parte de las obras antes de entrevistar al metalero Achokarlos cuando se celebró hace un par de años el festival Be Guitar! My Friend en la sala grande del complejo Apolo, y aquello era poco menos que un apocalipsis nuclear. Lo que sí no esperaba que la pequeña sala ahora prácticamente pueda rivalizar en glamour y tamaño con la sala grande, en una reforma que ha sido espectacular.
Y antes de pasar a la crónica en sí, es obligatorio que mencione y agradezca a Xavi Entringana y Etin Produccions la acreditación a este medio y el hecho de que esta promotora sea la principal culpable de la avalancha de guitarristas que hemos tenido este año.
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Por desgracia, no pude ver el comienzo del concierto y llegué cuando habían tocado un par de temas, pero al entrar a la sala, el impacto sonoro conseguido por Trout más sus compañeros Teddy Andreadis —ex teclista de GN’R—, Johnny Griparic —ex bajista de Slash— y Michael Leasure —bajista y compañero de aventuras de Trout desde hace muchos años—, fue extraordinario y un recordatorio de que SIEMPRE, pero he dicho SIEMPRE, hay que ver los conciertos al completo.
Trout se mostró muy hablador con el público entre canción y canción, y como es evidente, gran parte de sus comentarios hicieron referencia a su proceso de enfermedad. Pero además, como si se tratara de una novela, iba desgranando sus vivencias capítulo tras capítulo entre canción y canción.
A modo de resumen rápido, tras la operación estuvo postrado en cama durante ocho meses y pasado este período, carecía de musculatura y de fuerza, por lo que tuvo que casi aprender de nuevo a caminar, moverse y por supuesto, tocar. Y eso aún le llevó unos cuantos meses más. Pasado este calvario, él quería mirar para adelante y olvidarlo todo, pero su mujer le dijo que lo peor que podía hacer era intentar olvidarlo porque eso le acabaría pasando factura, así pues, le insistió en que hablara al mundo de sus vivencias y tal vez podría ayudar a otros en su misma situación.
El resultado de esta inyección de ánimo fueron dieciocho letras para dieciocho canciones escritas en dos días, la mayoría de las cuales acabaron en «Battle scars», algunas más en «We’re all in this together» (álbum de colaboraciones con la primera división del blues norteamericano) y las restantes aparecerán en el futuro «Me, my guitar and the blues».
Como es normal, aunque «Battle scars» sea un trabajo de 2.015, sigue siendo el núcleo central de sus conciertos, por lo que pudimos escuchar canciones como «Cold, cold ground»,«Haunted by the night», «Fly away» o la intimista balada de tintes country «Please take me home», cuyo origen estriba —tal y como nos explicó— en el deseo que expresó a su familia estando en el hospital durante un periodo en el que estaba convencido de que iba a fallecer.
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«We’re all in this together» también tuvo algo de representación en el concierto, con cortes como «Gonna hurt like Hell» y el norteamericano tuvo a bien presentarnos un par de cortes pertenecientes al disco que estrenará el año que viene, «Me, my guitar and the blues». Uno de esos cortes lleva por nombre el mismo que el disco y el segundo comentó que está dedicado a su hija pero que aún no tiene título.
También hubo tiempo para un par de versiones, la siempre intensa «Going down» —original de The Alabama State Troupers y mil veces versionada por guitarristas de metal— y «Bullfrog blues» de William Harris, que supusieron un intenso final de concierto.
En varios momentos salió sobre el escenario el guitarrista y cantante Andrew Elt, y si bien en un comienzo sólo tocaba la guitarra acústica, acabó cobrando más protagonismo en especial en «Going down», que por la intensidad de toda la banda y el tipo de voz que tiene, hizo que el concierto virara durante unos minutos a un sorprendente heavy metal clásico, muy alejado del blues que se presupone a Walter Trout, y robando el protagonismo a éste.
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Poco más hay que se pueda contar de esa noche. Los sentimientos estaban a flor de piel, cada mensaje que transmitía Trout ya fuera hablando o tocando era un mensaje de esperanza ante la adversidad, la banda le arropaba de manera brillante, él tocó de forma intensa, apasionada y rápida, demostrando su gran técnica, y el sonido de la sala fue excelente desde cualquier punto. Quizás se habría agradecido algo más de público apoyando el evento, puesto que aunque la entrada fue buena, tampoco se llenó la sala en su totalidad ni mucho menos; y es que cuando he mencionado que la pequeña Apolo 2 ha sido ampliada mucho respecto a coómo era antiguamente, tampoco estamos hablando de que ahora tenga un aforo nivel estadio olímpico.
Pero en cualquier caso, este concierto ha sido sin duda uno de los más emotivos y vibrantes de cuantos hemos podido disfrutar en este año tan intenso.
¡Larga vida al blues!
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TEXTO Y FOTOS: Albert Sanz
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