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FICHA
- Artista: Kinga Glyk
- Sello: Warner Music
- Año: 2.019
- Estilo: Jazz, jazz fusión, smooth jazz, rock progresivo, funk, rhythm & blues, soul, pop
CALIFICACIÓN
CALIFICACIÓN TÉCNICA
- Nivel de técnica: 8,5/10
- Variedad de fraseo, recursos y técnicas: 8,5/10
- Velocidad: 7/10
- Nivel de coñazo virtuosístico: 0/-10
- Nivel resto de músicos: 10/10
- Calidad producción (equilibrio en la mezcla, masterización, etc.): 9,5/10
- Calidad presentación (carátula, libreto, etc…): 8/10
PUNTUACIÓN: 8,8/10
CALIFICACIÓN MUSICAL
- Calidad musical: 9/10
- Nivel de feeling: 10/10
- Posibilidad de escucharlo de un tirón: 10/10
- Ganas de hacer “headbanging”: 7/10
PUNTUACIÓN: 9/10
PUNTUACIÓN TOTAL: 8,9/10
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INTRODUCCIÓN
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En 2.018 publicamos una trilogía de artículos dentro de la sección «Nuevos Valores» en la que os presentábamos a Kinga Glyk, un joven valor en alza dentro de la escena del smooth jazz y que contando entonces sólo con 21 años, ya se había convertido en toda una celebridad. Gran parte de ello lo tuvo un vídeo publicado en YouTube en 2.017 que se haría viral, en la que interpretaba una versión de «Tears in heaven» del mítico bajista Jeff Berlin, aparecida en su álbum del 97, «Taking notes» (curiosamente, el año en que nació Kinga Glyk), y que a su vez, era una versión en clave instrumental de la conocida balada del mismo nombre de Eric Clapton.
La prensa de medio mundo y músicos célebres se harían eco del estilo, la clase y el talento de esta bajista polaca y terminaría fichando por Warner Brothers Music, quienes le producirían su tercer disco.
A continuación os dejo con las carátulas de sus tres anteriores trabajos en solitario y si picáis en cada una de ellas, os llevará a los enlaces de nuestros análisis, siendo el primero de ellos donde damos más datos biográficos y se pone en contexto el porqué esta artista estaba llamada a convertirse en una estrella de la escena jazzística más tarde o más temprano.
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Pasando ya a este «Feelings», puedo comenzar comentando que ha sido producido por el pianista Pawel Tomaszewski —quien ya tocó en «Happy Birthday Live»— y ha contado con una banda base formada por ellos dos más Calvin Rodgers a la batería. Por otra parte, es el álbum que cuenta con más colaboraciones de su carrera; a saber: Brett Williams, Anomalie y Bobby Sparks II a los teclados, Slavek Berny a las percusiones, Joachim Mencel a la zanfona, Ruth Waldron a la voz y Mateus Asato a las guitarras.
No haría falta que comente lo muy excitado —guitarrísticamente hablando— que me sentí al conocer que Asato colaboraba en este álbum, y es que el célebre YouTuber es una de las grandes figuras del momento en cuanto a youtubers guitarreros —sector jazz rock fusión—, de ahí que su aparición añada calidad al álbum.
Por tanto, vamos a pasar ya a ver qué tal suena este álbum. Con una protagonista tan talentosa, una banda base de nivel, un montón de celebridades del jazz contemporáneo colaborando y los precedentes de los tres álbumes anteriores, va a ser muy difícil encontrarnos con un mal trabajo.
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ANÁLISIS DE LAS CANCIONES
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1.- Let’s play some funky groove. Comenzamos con una composición breve, de menos de dos minutos. Como dice su título, tenemos mucho de funk a lo Marcus Miller, pero la base de música electrónica que aportan Tomaszewski y Rodgers al sintetizador y batería respectivamente, más algunos efectos de sonido como scratches, le dan un plus de originalidad.
En medio de la canción tenemos un interludio con un sintetizador que parece sacado de una película de ciencia ficción y un solo de bajo bastante fusionero.
Todo ello junto da lugar a una introducción del álbum bastante diferente a lo esperado.
2.- Lennie’s pennies. Pasamos ahora a un jazz fusión de libro. Los que busquen cambios de tempo, armonías inusuales y un cierto aire progresivo, sin duda que disfrutarán de la canción, cuyo compositor original gue el gran pianista Lennie Tristano.
A destacar el tremendo groove de la batería de Calvin Rodgers, los solos de Pawel Tomaszewski, que oscilan entre el jazz y el blues y a Kinga, la cual también nos obsequia con un solo de bajo bien interpretado aunque algo contenido.
Y quien sea más fan de la batería, le encantará la sección final en la que Rodgers adquiere todo el protagonismo con una larga aportación, mezclando solos con líneas rítmicas a un nivel altísimo.
Sin duda, esta canción será una gozada escucharla en directo.
3.- Joy joy. El teclista Brett Williams (con unas líneas de sintetizador muy ochenteras) y el percusionista Slavek Berny se incorporan a este tema tan festivo, que además fue el primer single del disco. Smooth jazz y funk para animar hasta los muertos. Fans de Victor Wooten o Marcus Miller, sin duda lo disfrutarán.
Kinga, por su parte, demuestra saber crear líneas de bajo de lo más movidas, porque si escucháramos su pista aislada, igualmente sería imposible no ponerse a bailar.
4.- Intro to what is life. Breve composición que sirve como entrada a la siguiente, y que consta de un bonito solo de bajo, la zanfona de Joachim Mencel y un breve speech de la propia Kinga, todo ello pasado por un filtro similar al sonido de un disco antiguo rallado.
5.- What is life. Joachim Mencel sigue como invitado en esta canción, que al igual que la intro anterior, mantiene ese espíritu de balada relajada —pero sin el sonido de disco rallado—, pese a las dos ambientaciones diferentes que se nos muestra: desde una mezcla de funky y soul tranquila a un pasaje de jazz new age muy en la onda de los trabajos de Pat Metheny junto a Lile Mays (influencia que ya pudimos observar en algunos momentos de sus trabajos anteriores).
Resulta interesante fijarse en el acompañamiento que va realizando todo el rato la polaca, ya que por momentos da la sensación de querer imitar el arpegiado que haría una guitarra acústica.
6.- Mercy. Vamos ahora a una versión de un clásico del nuevo rhythm & blues y soul de la célebre vocalista galesa Duffy. El peso de la melodía vocal recae en el bajo de Glyk, en esta ocasión con un sonido deliberademente sucio, empleando para ello un pedal de distorsión estilo fuzz.
Brett Williams vuelve a colaborar, con un solo muy fusionero, así como el percusionista Slavek Berny, aunque en esta ocasión tiene menos protagonismo en el resultado global.
En general la versión es muy respetuosa con la original pero añadiendo toques más rockeros.
7.- Overdrive. El siguiente colaborador que se incorpora es Slavek Berny a las percusiones en una composición sobre la cual de nuevo planea el espíritu de Pat Metheny y Lile Mays.
Quizás estemos ante la composición más progresiva de todas, con diversos cambios de ritmo y ambiente, pudiendo escuchar desde jazz fusión con toques latinos, rock electrónico, una curiosa introducción en plan reggae y sobre el minuto 1:10, la primera línea de tapping de Kinga Glyk en lo que llevamos de disco.
Estamos ante una perfecta muestra del talento como compositora de la polaca, habiendo creado una canción en la que no sabes qué va a ocurrir después de cada compás.
Sorprendente.
8.- Ballada. La pareja de teclista-percusionista formada por Williams y Berny vuelva a colaborar en esta canción que, como su nombre indica, es la balada del álbum. Estructura pop y melodía a cargo del bajo con mucho toque a Marcus Miller.
Precioso el sonido a órgano Hammond de Williams, que se complementa a la perfección con el sintetizador más electrónico de Pawel Tomaszewski.
Otro tema que será maravilloso poderlo escuchar en directo.
9.- Low blow. Tras el lirismo de la anterior canción, pasamos un extraño híbrido de drum & bass y jazz fusión, compuesto originalmente por el mítico bajista Victor Bailey.
El que quiera escuchar además, un duelo de solos de alto nivel entre bajo eléctrico y sintetizador, aquí acabará bien servido.
10.- Classic. El inclasificable y célebre teclista Bobby Sparks II se incorpora a esta canción, una interesante mezcla de rock progresivo setentero y jazz fusión, en formato medio tempo y con un estribillo de música clásica tocado a medias entre bajo y teclado aún más interesante.
Kinga vuelve a pisar el pedal de distorsión en el momento de su solo y además protagoniza un sorprendente interludio con un sonido de bajo que parece guitarra española, pero aún así, es Sparks quien copa toda la atención con los diferentes sonidos tanto de piano como de sintetizador que emplea.
11.- 5 cookies. Los colaboradores que se apuntan a la fiesta en esta ocasión son Slavek Berny a las percusiones de nuevo y Anomalie, el virtuoso pianista y youtuber, quien se encarga de todos los sintetizadores que podemos escuchar en la canción.
En cuanto a la composición en sí, estamos ante una muy similar a «Joy joy», es decir: enloquecido funky con líneas de slap que además mezcla parte propia con riffs del mítico «Super Freak» de Rick James, consiguiendo una experiencia brutal en todos los sentidos.
12.- Enu maseti. Finaliza el disco con el primer corte vocal del mismo. La cantautora Ruth Waldron, el guitarrista Mateus Asato y Slavek Berny de nuevo han sido los invitados a esta preciosa composición.
Balada popera con toques étnicos, mucha percusión y buenos aportes de guitarra limpia.
Pese a todo y que se escucha con agrado, me quedo con la sensación de canción a medio terminar. A ver, toda ella es bonita, pero parece terminarse a la mitad, sin haber desarrollado todas sus ideas.
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CONCLUSIÓN
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Kinga Glyk lo ha vuelto a hacer. De nuevo nos encontramos ante un trabajo lleno de mil matices y que podrá satisfacer tanto a fans del jazz más ortodoxo, de la fusión e incluso del progresivo. Sin embargo, me atrevería a decir que es incluso su disco más accesible, pese a tener alguna canción como «Lennie’s pennies», «Overdrive» o «Low blow», que no son lo que se dice muy comerciales, sino todo lo contrario; por lo que si bien yo siempre recomiendo iniciarse en cualquier artista siguiendo un estricto orden cronológico, creo que en el caso de la polaca, sino habéis escuchado nada suyo antes, lo hagáis comenzando por este álbum.
En cuanto a los colaboradores involucrados como es normal rayan a un gran nivel, incluso en algunos casos mejor que la propia protagonista del álbum; Pawel Tomaszewski y Calvin Rodgers están sencillamente soberbios y en el caso de los artistas invitados, el trío de teclistas Williams, Anomalie y Sparks II lo mismo. Querría destacar a éstos dos últimos, ya que además aparecen en dos de las mejores canciones del disco, de lo cual tienen la culpa, claro. En cambio, quien me ha dejado bastante frío en su intervención ha sido precisamente de quien más esperaba: Mateus Asato. Y no es que el guitarrista toque mal o no haga una demostración de clase, es que al igual que todo el conjunto de la última canción, sabe a poco trabajada, a medio hacer. Si le hubieran puesto la coletilla de «bonus track demo version» o algo así, entonces la cosa cambiaría, pero como epílogo del disco a mi me ha dejado un poco frío.
En cualquier caso, este final no invalida la enorme calidad del álbum, calidad que se extrapola también al apartado técnico, y es que la mezcla y grabación a cargo de Patryk Glyk —hermano de Kinga, su técnico de sonido en directo y ocasional baterista—, el mastering de Peter Hönnemann y la producción del omnipresente Pawel Tomaszewski, han dado lugar a un trabajo que alcanza la excelencia en el apartado sonoro. Algo, por otra parte, que ya se había alcanzado en el anterior «Dreams» (normal, teniendo a la poderosa Warner Music de por medio), que se había rozado en los primeros «Rejestracja» y «Happy Birthday Live» y que no creo que deba preocuparnos en el futuro, teniendo en cuenta los estilos en los que se mueve esta joven polaca, poco comerciales y lejos de la radiofórmula y los grandes medios de comunicación mainstream, que abogan por la loudness war y las producciones clónicas.
En conclusión, gran trabajo, quizás algo disperso en influencias y estilos, con un cierre no muy satisfactorio y una ligera carencia de solos de bajo, pero perfecto para adentrarse por primera vez en el arte y el talento de Kinga Glyk, que también posee una duración total muy ajustada, un sonido de lujo y unas no menos lujosas colaboraciones de músicos de primer nivel que han sabido dejar su impronta.
Altamente recomendable.
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TEXTO: Albert Sanz
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