Tras un largo periodo pandémico sin venir por BCN, Javier Vargas y su banda en formato «power trio» tocaron en la sala Wolf ante una audiencia entregada y con ganas de recuperar el tiempo perdido.
El grueso del concierto se centró en sus dos últimos álbumes, «Del sur» y «Back in Memphis» y no pudo contar con la presencia del vocalista John Byron Jagger.
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Pues el momento llegó y es que servidor y este medio acudían por primera vez a un concierto en directo tras un larguísimo periodo pandémico —Laura Cox Band + Jared James Nichols y Toundra fueron los dos últimos a los que asistí en marzo de 2.020— y joder, ¡había ganas! Lo cierto es que oportunidades de ver conciertos ya durante este año las han habido, pero entre una cierta aversión personal a estar en estos momentos en sitios cerrados con mucha gente alrededor y que los conciertos que quería ver han ido suspendiéndose o posponiéndose uno tras otro, han hecho que haya tardado tanto en entrar en una sala de conciertos. Si a eso le añadimos la casi total carencia de conciertos de pura guitarra o bajo —a excepción de Richard Bona— en Barcelona, entenderéis porqué la sección de crónicas de conciertos lleve tanto tiempo abandonada.
Pero por fortuna, una invitación de Xavi Estríngana de Etin Produccions para la gira que había organizado junto a Javier Vargas era la oportunidad perfecta para mover el culo del asiento y retomar la sana actividad de ir a conciertos. Y teniendo en cuenta el pedazo disco que se marcó Vargas el año pasado —«Del sur», cuya crítica puedes leer aquí— y el no menos interesante y muy reciente «Back in Memphis», hicieron que el pasado sábado me personase en la sala Wolf de Barcelona.
Por cierto, me resultaba curioso el ir a ese lugar, puesto que siempre ha sido un punto estratégico en el ocio nocturno de la zona del Poble Nou, habiéndose conocido con anterioridad como Lobo y Sr. Lobo y más atrás, en los 90, siendo centro nacional de la makina como Psicódromo, y, sin embargo, rara vez ha sido usada como sala de conciertos, salvo hasta hace no mucho en que ha sido habilitada y acondicionada para ofrecer una programación regular de conciertos a parte de su habitual configuración como discoteca. Y lo cierto es que el resultado a mi gusto ha sido excepcional, aunque algunas cosas podrían haberse mejorado en la mezcla y ya llegaremos a ello, pero lo cierto es que la sala tiene potencial para sonar muy bien si el concierto lo mezcla un profesional y no alguien empeñado «en que todo suene muy fuerte, que para eso es jebi, ¿verdad?», como por desgracia hay tantos.
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En fin, que con diez minutos de retraso apareció la Vargas Blues Band ante una audiencia que no llenó la sala por cuestiones de restricciones de aforo pero que supo mantener la distancia social y la mascarilla puesta y que aún así, se la vio comunicativa con los artistas y entregada a una música que fácilmente te llega al alma a poco que seas receptivo.
La VBB en esta ocasión se vería reducida a power trio —guitarra, voz, guitarra y bajo y batería— llamando la atención la capacidad multitarea del fiel escudero de Javier Vargas, Luis Mayol, quien alternó voces con guitarra española y bajo eléctrico, con su solvencia característica. La gira en su momento se publicitó como Vargas Blues Band featuring John Byron Jagger y al menos así ha sido en un primer tramo, pero debido a motivos de restricciones, movilidad y todo esto que parece formar parte de la «nueva normalidad», impidió a Jagger estar en esta fecha. Aunque no hay mal que por bien no venga, ya que pudimos disfrutar de un set-list mucho más guitarrero e instrumental. Y claro, teniendo en cuenta que este medio se llama «Guitar Xperience», pues eso para nosotros es un plus y no vamos a quejarnos por ello.
Volviendo al asunto del formato de trío, destacar que las canciones de «Del sur» que contienen gran cantidad de guitarra flamenca a cargo de Chicuelo fueron interpretadas con Mayol encargándose de tocar una guitarra española electrificada pero sin bajo. O sea, no había bajos pregrabados. Vamos, que no habían bajos en algunas de las canciones del concierto y hombre, por más que todo el resto sonaba de fábula, es como si tu cerebro dijera «esto no está bien, aquí nos falta algo», y esa sensación se acrecentó cuando Mayol por fin agarró el bajo.
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Desde el comienzo, si el público estuvo animado y entregado, la banda igual. A Javier Vargas y los suyos se les veía con ganas tras tanto tiempo en dique seco. En cualquier caso, creo que fue acertada la decisión de no comenzar con un buen rock & roll desatado, sino que la cosa comenzaría con blues relajado para ir a lo largo del concierto creciendo en intensidad y BPM’s. Así pues, «Last night» abriría el concierto para volver rápidamente a 2.020 y presentar su anterior álbum «Del sur», con el trío «Spanish wine», «Guitarras amigas» y «Hipster blues».
Tras este excelente inicio, el repertorio se centraría en el periodo 2.020-21 para mostrarnos lo bien que suena «Del sur» y «Back in Memphis» —pudiendo disfrutar de «Del sur», «Down home blues», «Shade tree mechanic», «Whisky, women & wine», » Someone else is stepping in» y «Blues pilgrimage»— y también haciendo viajes al pasado y recordarnos el porqué del prestigio de esta formación, de la mano de «Amapola negra» (con divertida anécdota por parte de Javier Sargas sobre cómo Mayol la canta mucho mejor que Andrés Calamaro), o la magistral «Blues local».
La recta final tuvo protagonismo femenino al aparecer sobre el escenario la vocalista Elena Ley —Ely & The Good Boys—, con la que se marcarían un intensísimo «I’m a blues man», para luego dejar todos el escenario y volver el trío un par de minutos después con un único bis: «Tren de las 16».
Un repertorio el tocado que como veis, obvió mucho de sus grandes clásicos como «Blues latino», «Chill out / Sácalo» o «Hard times blues»; sin embargo, no podemos olvidar que esta gira se anunciaba como la presentación de su reciente «Back in Memphis» y que además de éste álbum está «Del sur» del año pasado, el cual creo que no ha tenido tampoco promoción en directo, por lo que es normal que el grueso del concierto lo copasen estos dos trabajos. Además, teniendo en cuenta la cantidad de veces que la VBB nos ha visitado y hemos podido oír esos clásicos, y que había ganas de escuchar en directo todo este nuevo material, creo que la no inclusión de ciertos clásicos en el repertorio no fue para nada traumático.
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Hasta aquí la parte musical, en lo interpretativo, decir pues que Javier Vargas a estas alturas no va a sorprender a nadie y, o te gusta o no te gusta. Al menos en mi caso, salí muy satisfecho ya que se le veía hambriento de directos (igual que a la mayoría de los asistentes) y supo transmitir ese entusiasmo a la audiencia, tocando de forma expresiva, demostrando controlar todos los palos del blues y el rock n’ roll y haciendo además, un uso bastante constante la palanca de vibrato, técnica no demasiado habitual en él.
Y si hablamos de expresividad, hay que destacar también a Luis Mayol, cómo no. Pudiendo cantar desde pop a rock o transformando su tono de voz en un marchoso flow cubano, y tocando a un nivel altísimo tanto guitarra española como bajo eléctrico, este tío es todo un seguro de vida y si yo alguna vez grabara un disco, sin duda que querría contar con él en el proyecto.
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En cuanto a asuntos más técnicos, como expresé al comienzo, me ha gustado mucho esta reconversión de la sala Wolf de discoteca a sala de conciertos. La sala tiene potencial para sonar muy bien y de hecho, así sonó este concierto. Poniéndome un poco más exquisito, pues quizás los platos de la batería y la guitarra española deberían de haber estado un poco más altos en la mezcla, pero aún así el resultado fue muy satisfactorio y muy superior a la media de mezclas que podemos oír en las diferentes salas de Barcelona.
Y en cuanto al asunto de las luces, pues también hay que agradecer la calidad del equipamiento y la vistosa coreografía de luces (aquí se nota el origen de la sala como discoteca), que huyó en todo momento de la moda prepandemia de iluminar los conciertos de rojo o azul, ideal para no poder hacer una foto decente. Aquí no pasó eso y se agradece.
Y dicho esto, no queda mucho más que decir más que agradecer de nuevo a Xavi Estríngana y Etin Produccions la deferencia con este medio y resumirlo todo en que tuvimos a una banda con ganas de compartir su arte, un público receptivo y comunicativo deseoso de volver a la normalidad, sonido y juego de luces excelente, un repertorio muy instrumental y guitarrero y sobredosis de feeling.
Por mi parte, esta vuelta a los directos se ha saldado con un 11/10.
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TEXTO Y FOTOS: Albert Sanz
the Guitar Xperience radio show 
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