Ya teniamos ganas de ver de una vez a uno de los guitar heroes por excelencia. Cierto es que nuestro país ha acogido a muchos de ellos y que faltan pocos de la lista de imprescindibles (a ver cuando se descuelgan Joey Tafolla o Greg Howe), pero Friedman era el primero en esa lista. Aunque no es del todo cierto que no nos haya visitado. Ya vino con Megadeth en la gira del «Youthanasia» y allá por el 99 realizó un clínic en Salou (Tarragona) de los amplificadores Blue Voodoo de Crate, en el cual no se habló para nada de los amplis y se dedicó -por petición del público- a tocar solos de su ya ex banda y temas del recientito (por entonces) «True obsessions». Aquella ocasión fue la primera entrevista «gorda» que realizamos y nos encontramos ante un tipo sencillo y agradable. O sea, que ya nos habia visitado, pero en versión 100 % solitario no. Y ya tocaba.
Por segunda vez en poco tiempo nos hemos encontrado con 4 Monkeys como teloneros. Ya lo fueron con Andy Timmons, cuya crónica puedes repasar aquí y ahora con Friedman. Independientemente de la valia de esta banda, resulta agradable que dentro del terreno de hard rock / metal instrumental, los promotores apuesten por traer a teloneros en la misma onda del grupo principal. No es que veamos malos teloneros (Eric Sardinas con Vai o Ned Evett Triple Double con Satriani fueron impresionantes), pero siempre son diferentes en cuanto estilo. En estas dos ocasiones nos hemos topado con una banda de puro shred instrumental como los músicos para los que abrian.
4 Monkeys está formada por Raül Cabedo a la batería, Oscar Cortés al bajo y los hachas Jordi Foraster y Micky Vega, quién también ejerce de frontman. El set list fue muy similar al del concierto de Timmons, aunque abrieron a lo grande con la funkera «The crying machine» de Steve Vai. En total fueron siete temas, tres propios y cuatro versiones (la mencionada de Vai, otras de Satriani y Kiko Loureiro y una sacrílega de Lady GaGa). 4 Monkeys pudo beneficiarse esta vez de un excelente juego de luces y un sistema de sonido mucho más potente que lo visto en la Sala DF con Andy Timmons. El concierto fue brillante, y pese a que a Jordi Foraster se le siga atragantando el solo central del «Summer song» de Satch, toda la banda rayó a gran altura. Los temas propios suenan bien, contundentes y con un buen equilibrio entre pirotecnia y melodia («Crystals» es un gran ejemplo). Lástima que hubiera tan poca gente para verlos, pero era entre semana, no en la misma Barcelona y tocaron antes de las 21:00. Comentar también, que realizaron una colecta (sin mucho éxito) para recoger el dinero necesario para la edición del video del concierto, y que ofrecerán en cuanto esté listo de manera gratuita.
Tras el consabido cambio de backline, y con la sala llena hasta las tres cuartas partes (cantidad que se mantendría todo el concierto), apareció en escena el (pequeño) gran Marty Friedman. Lo primero que chocó, aunque no debiera ser una sorpresa, fue su banda de acompañamiento: todos ellos japoneses (incluidos los técnicos y el chófer del autocar). Y digo que no deberia de extrañar teniendo en cuenta que hace años que vive en Tokyo, escribe para varias publicaciones japonesas, tiene su propio programa de televisión y actua con frecuencia con grandes estrellas del J-Rock. Lo segundo que chocó fueron las pintas de su banda, aunque de esto hablaré más tarde. Pero lo que fue curioso de veras fue el mismo Marty. Su energía en escena es tremenda y su look es juvenil a más no poder. Será el pelo, la chaqueta de cuero o la manera de moverse, que no parece en absoluto que ronde la cincuentena. Pero es que además, aproveché la ocasión para revisar las fotos hechas en aquella entrevista y doce años después, no ha envejecido nada. ¡Y luego dirán que los pactos con el diablo no existen!
«Street demon» del «Loudspeaker» fue el tema con el que inició el concierto. Una furiosa y alegre fusión de punk y heavy metal con melodías de anime japonés, mostrando el estilo que lleva desde hace años, bastante alejado del metal neoclásico de sus inicios. Durante las siguientes dos horas pudimos disfrutar de la magia que tienen sus dedos, la furia metalera de las partes rítmicas (aunque nos confesara en su día que acabó harto del trash metal en Megadeth, y que a tenor de la tralla que compone, creo que o miente o tiene mala memoria), la complejidad casi progresiva de muchas canciones, la melodía de sus solos, las escalas orientales que le han definido desde siempre y esos megabendings tan bien afinados. Lo que sí destacaria como negativo fue el propio set list. Centrado casi en exclusiva en la época post-«Loudspeaker», obvió por completo al «Introduction» y al «True obsessions» (su álbum más equilibrado) y pasó de puntillas por el «Dragon’s kiss» («Forbidden city», «Dragon mistress» y «Thunder march») y el «Scenes» (la balada «Angel»). Tuvimos un sólo tema vocal y además inédito. «Letter» fue una bonita balada cantada en japonés por el bajista y dedicada a Japón por la reciente tragedia. También hubo un breve momento para el recuerdo de Megadeth con «Tornado of souls», en una versión reducida e instrumental, pero que nos permitió disfrutar del que fue el mejor solo de guitarra de Friedman durante aquella memorable época como trasher. «Thunder march» y «Bad D.N.A.» pusieron la guinda al pastel cerrando la velada.
La banda, como es normal y deseable, estuvo a un nivel altísimo. Marty Friedman no acusa la edad y se mantiene igual de contundente y melódico que siempre. El bajista Ryota Yoshinari, pese a la forma de tocar típicamente punkarra (o sea, el instrumento a la altura de los huevos), tocaba sin problemas las complejas líneas rítmicas y animaba mucho a los asistentes acercándose a ellos cada dos por tres y paseando por todo el escenario. Y el batería Mitsuru Fujisawa, cuyo peinado es imposible de definir, también tocó como una bestia, pero además jugó mucho con el público haciendo continuas muecas y gestos.
Dejo para al final al segundo hacha. En primer lugar, Takayosi Ohmura es un valiente. Hay que tener mucho valor para salir con una camiseta negra sin mangas, unas mallas ajustadas de tigre auténticamente ochenteras y una ESP estilo Stratocaster con un acabado en purpurina fucsia (aunque después la cambió por una con mástil escalopeado y en un terrorífico acabado dorado). Solo hacia falta un dibujo en el golpeador de Hello Kitty para redondear el asunto. Ya desde el primer momento se encargó de la segunda guitarra en las muchas partes armonizadas que presenta la música de su jefe, doblándole con perfecta precisión («Thunder march» fue el mejor ejemplo). Se agradeció que el americano le diera cancha en algunos momentos, ya que su lenguaje y sonido eran diferentes y eso nos dio un pequeño descanso auditivo. Además, nos permitió disfrutar de un solo muy neoclásico y de una simpática broma: en el penúltimo tema de la velada, el citado «Thunder march» perteneciente al «Dragon’s kiss», Jason Becker colaboraba en dicho tema (de ahí las continuas armonias dobladas), pero además se quedaba por espacio de unos segundos tocando un complejo arpegio marca de la casa. Bien, en esta ocasión, la banda entera se fue a un lado del escenario a hablar entre ellos, dejando a Ohmura casi un minuto tocando ese sweep ronpemanos. Una broma seguro que estudiada pero que quedó simpática. Y como detalle extramusical, decir que sino fuera porque no tenia pecho, hubiera pasado por una mujer. Posiblemente sea el tio más guapo que he visto nunca.
Sobre el sonido en sí, personlamente acusé una cierta exageración en el sonido del propio líder. Sus preciosas Paul Reed Smith sonaban a demasiado volumen y un tanto agudas, mientras que las ESP de Ohmura se oian mucho menos y con poco brillo.
Salvo estos detalles de sonido y el set list, el concierto fue impactante. De acuerdo, el asunto del set list es serio, pero tocaron tan bien todos y aportaron tanta frescura y feeling a unos temas tan shredders, que es imposible no haber disfrutado de este concierto. La espera valió la pena.
Como es costumbre, os dejamos con unas canciones que grabamos en exclusiva y con algunos videotubes en directo que hemos encontrado en la red.
4 MONKEYS
MARTY FRIEDMAN
Y ya de paso, un par de videos más de Takayosi Ohmura, para que veáis como se las gasta el muchacho.
(PD: Gracias al compañero Ivan_Halen por la cesión de las fotos que acompañan al artículo, excepto la del monito perteneciente a los 4 Monkeys.)
Las guitarras de Takayosi Ohmura son ESP, estaba en 1ª fila y me fije bastante, en cuanto a las de Marty, si que son PRS ya que me lo dijo un amigo que entro en el Meet.
Gracias por la aclaración. Edito el artículo con la información. Yo estaba un poco más atrás y no pude ver bien el clavijero.
Gracias por comentar.
De nada GXp!
Para eso estamos, son cosas que aunque pequeñas, te quedas con el gusanillo de saber exactamente que es.
Bueno, pareceran detalles sin importancia para una web o programa musical estandard, pero nosotros vamos de un palo más técnico, fijándonos en esos detalles. Por eso enseguida hemos actualizado el artículo con tus datos.
Gracias!!
Jamas me perdonare no haber podido verle
Hola Anto, soy el redactor de este artículo.
Te agradezco que hayas comentado.
Siento que te lo perdieras, pero aún siento más que te lo perdieras de nuevo (tu comentario me da a entender que nunca has visto a Friedman en directo): https://guitarexperienceradioshow.com/2012/11/19/xperience-live-guitar-universe-2-012/