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—-Y tras el consabido cambio de backline, que fue por fortuna más breve de lo habitual, salió a escena Patricia Tapia y sus compañeros de KHY, aunque en esta ocasión contaban con un nuevo integrante entre sus filas: Fernando Mainer, habitual de la banda de Jorge Salán, se encarga de cubrir la plaza del bajista Javier Sane, actualmente radicado en Boston donde está cursando estudios en la prestigiosa escuela de Berklee.
«En mis sueños» del reciente «Genésis» fue el tema escogido para comenzar el concierto, y no pudo ser mejor elección, dada la potencia de dicho tema. Sin pausa siguieron con «Frente a frente», otro de los trallazos más potentes del disco. Sólo con estos dos temas Tapia y los suyos ya se habían metido al público en el bolsillo, que coreaba las letras del principio hasta el final.
—-Tras estos dos cortes, volvimos a los tiempos de «Irrompible» con «Vendiendo la fe» para retomar «Génesis» con el potente medio tempo «Me cuesta respirar», y volver de nuevo a un pasado más lejano y escuchar uno de los mejores temas de su debut «Volver a creer», concretamente «Nunca más», con una Tapia en estado de gracia y un público enloquecido en especial con el acelerado estribillo.
—-A partir de ahí «Génesis» volvió a protagonizar un largo segmento del concierto, con la muy heavy «Nada importa», la dramática «Cerca de la rendición» en la que Juan Guadaño tuvo mucha presencia con sus sintetizadores, la aún más dramática «Pequeñas almas», la tremenda versión de de Chris Isaak de su «Wicked game» y que sirvió en su momento como avance del disco, «Miedo (en lo más profundo)», con una buena compenetración vocal entre Tapia y Sánchez, la balada «Neckna» y la nu metalera «En el nombre de Dios».
Respecto a «Neckna», hay que destacar una anécdota. En su comienzo tranquilo con sintetizadores, y antes de que comenzara la vocalista a cantar, un grupo de asistentes vaciaron una enorme bolsa de basura. De su interior salieron un montón de globos con leds encendidos, y escrito en todos ellos el nombre del grupo y el título de los tres discos. Un detalle muy simpático que hizo a Patricia Tapia reírse a carcajadas y que el grupo tuviera que tocar otra rueda de acordes hasta que ella pudo incorporarse al tema y empezar a cantar.
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—-El hard rockero y más comercial tema «Al otro Lado del papel» de «Volver a creer» volvía a confirmar que los que apostábamos por esta banda en sus inicios no nos equivocábamos, y además contó con una intro de sintetizador sobre la cual la pareja de guitarristas realizó un espectacular duelo. Esta gran composición fue seguida por la segunda versión de la noche; «Left outside alone» de la norteamericana Anastacia sonó tremenda y con un desempeño vocal de Tapia que no tiene nada que envidiar a la diva americana.
—-Y volviendo una vez más a su primer trabajo, el concierto finalizó con el impresionante single titulado «En mi locura», uno de los más coreados sin duda y en el que Jaime de la Aldea tuvo varios momentos de protagonismo con las líneas de tapping que iba intercalando.
—-El final fue engañoso, puesto que tardaron muy pocos minutos en salir de nuevo a escena a deleitarnos con más bises. Y es que aún faltaban algunos temas esenciales dentro de su discografía.
La melancólica «Cuando se apague la luz», una de las baladas más intensas que he oído en años, nos puso el pelo de punta a algunos de los asistentes, sin embargo, volvió a repetirse la misma situación que en el concierto de 2.012, o sea, ver a un montón de indeseables hablando por encima del tema, y que al tratarse de solo piano y voz, acaba siendo muy molesto escucharles más a ellos que a la cantante. Al menos la versión que interpretan en directo es la denominada «Cuando se apague la luz v2012», a la venta en ITunes y en la cual el grupo entra en modo heavy en el segmento final, lo cual que permitió acallar las molestas voces.
—-Tras la balada, los bises siguieron con el cañero single del segundo disco «Vidas en ruinas» y el también single de «Genésis», el «Revolución», que —ahora sí— supondría el final verdadero del concierto, tras unos cien minutos de auténtico placer metalero.
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—-Toda una experiencia el poder ver a estos músicos. No sólo tienen tres trabajos impresionantes, sino que en directo se salen todos.
La pareja de guitarristas Jaime De La Aldea y Juan Sánchez formó desde el primer momento un equipo bien compenetrado al igual que se puede escuchar en el disco, repartiéndose los solos y los momentos de lucimiento. Desde luego la integración en el grupo de Juan Sánchez es total, a diferencia del concierto de 2.012 en la que de la Aldea llevaba casi todo el protagonismo solista.
Juan Guadaño, debido a la lamentable disposición que tiene el escenario de esta sala, estuvo algo escondido, pero no así a nivel musical, dada la importancia que tienen sus bases y aportes de sintetizador en la música de KHY.
Fernando Mainer se mostró sobrio y preciso, pero sin tener protagonismo en ningún momento, tocando siempre retrasado y en un lateral, como muy en su rol de sustituto y sin quererse emocionar demasiado, aunque clavando todos los temas del disco.
Óscar Pérez tocó con precisión matemática todas las líneas de batería y con una contundencia que por el tamaño de la sala, hacía sonar su instrumento con mucha potencia.
Y por su parte, Patricia Tapia demostró lo que ya está demostrado desde hace mucho: que es una de las mejores voces de España y de Europa. Parece mentira que una persona tan agradable y simpática, y tan menuda físicamente, pueda transformarse en un diablo rockero de tal calibre, con una furia y una expresividad tan intensas que asusta. Y no sólo eso, esta mujer parece que tenga un AutoTune insertado en sus cuerdas vocales, dada la perfección, afinación e intensidad con que canta las canciones.
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—-En cuanto a asuntos técnicos, la iluminación fue la justa para el equipamiento de la sala y el sonido fue variando entre bueno, aceptable e irregular, aunque lo suficiente para disfrutarlo.
—-Y si con la crítica de Menzia he hablado de la escasez de asistentes, lo mismo pasó con KHY. Apenas llegamos a los 60. Lamentable. Muy lamentable. Que lo disfrutamos está claro, y con los aplausos y coros se lo demostramos al grupo, pero me imagino lo desolador que debe ser para ellos pegarse sus buenas horas de viaje desde Madrid y encontrarse una sala de dimensiones ínfimas vacía en sus tres cuartas partes. Lamentable, repito. Y no puede achacarse al precio de la entrada que era bien barato. En fin, es lo que tiene Barcelona.
—-Resumiendo, pedazo de concierto los que se lo perdieron. Pedazo de concierto inolvidable para los que asistimos.
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