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FICHA
- Artista: Marcus Miller
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Sello: Blue Note Records
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Año: 2.015
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Estilo: Jazz, soul, funky, hip hop, world music, calipso
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CALIFICACIÓN
CALIFICACIÓN TÉCNICA
- Nivel de técnica: 7/10
- Velocidad: 6/10
- Variedad de fraseo, recursos y técnicas: 7/10
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Nivel de coñazo virtuosístico: 0/-10
- Nivel resto de músicos: 8,5/10
- Calidad producción (equilibrio en la mezcla, masterización, etc.): 10/10
- Calidad presentación (carátula, libreto, etc…): 8/10
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PUNTUACIÓN: 8,1/10
CALIFICACIÓN MUSICAL
- Calidad musical: 9/10
- Nivel de feeling: 10/10
- Posibilidad de escucharlo de un tirón: 10/10
- Ganas de hacer “headbanging”: 6/10
- PUNTUACIÓN: 8,75/10
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PUNTUACIÓN TOTAL: 8,4/10
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INTRODUCCIÓN
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El legendario Marcus Miller editó a mitades de 2.015 «Afrodeezia», su nuevo álbum de estudio, y entre 2.015 y 2.016 ha realizado una gira mundial que le ha llevado a recalar en Barcelona, siendo su concierto uno de los más destacados en la programación del Guitar BCN, el anteriormente conocido como Festival de Guitarra de Barcelona, y cuya crónica, si no la habéis leído, podéis hacerlo visitando el siguiente enlace.
A todo el que se aproxime al nuevo trabajo, verá que junto al jazz, el funky y el soul que se le presupone a Miller, hay mucho de world music, concretamente de música étnica africana, algo que no es tan habitual. Pero es que la historia tras «Afrodeezia» merece ser contada antes de acometer el análisis de cada tema, para poder entender el resultado final.
En el 94, la UNESCO creó la llamada «Ruta del Esclavo» con el siguiente fin:
«La ignorancia o la ocultación de acontecimientos históricos importantes constituye un obstáculo para el entendimiento mutuo, la reconciliación y la cooperación entre los pueblos. Por ello la UNESCO ha decidido romper el silencio sobre la trata negrera y la esclavitud que implicaron a todos los continentes y provocaron trastornos considerables que modelaron en consecuencia nuestras sociedades modernas.
Para ello, la Ruta del Esclavo ha de contribuir a una mejor comprensión de las causas y modalidades de funcionamiento de la esclavitud y la trata negrera, así como de las problemáticas y consecuencias de la esclavitud en el mundo (África, Europa, Américas, Caribe, Océano Índico, Oriente Medio y Asia); evidenciar las transformaciones globales y las interacciones culturales derivadas de esta historia; y contribuir a una cultura de paz propiciando la reflexión sobre el pluralismo cultural, el diálogo intercultural y la construcción de nuevas identidades y ciudadanías.»
Si os interesa el tema, podéis leer más sobre ello en su página oficial.
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Marcus Miller es embajador de la paz por parte de la UNESCO y se unió a este proyecto tiempo atrás, y visitando la casa del esclavo en la isla de Gorée —Senegal—, supo que tenía que plasmar todas esas experiencias vividas, y qué mejor forma de hacerlo que con su música, para lo cual contó con la participación de un montón de artistas locales africanos, brasileños y de USA.
El disco marca su debut en el icónico sello Blue Note Records, algo que se antoja extraño, puesto que debe ser la única leyenda del jazz que no ha colaborado con ellos. Ha sido grabado en diferentes partes del mundo, como Río de Janeiro, New Orleans, París, Marruecos o L.A., y entre los músicos de más renombre que han colaborado, tenemos al rapero Chuck D de los Public Enemy, a los guitarristas Keb’ Mo’ y Wah Wah Watson y los trompetistas Etienne Charles y Ambrose Akinmusire.
Por supuesto, la banda base ha sido la misma que le acompaña desde hace varios años: el saxofonista Alex Han, el trompetista Lee Hogans, el pianista Brett Williams, el guitarista Adam Agati y el baterista Louis Cato.
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ANÁLISIS DE LAS CANCIONES
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1.- Hylife. Se inicia con un potente riff de bajo con slap, marca de la casa, y que recuerda al de su clásico «Blast». Hay buenos aportes de percusión y vientos, y tenemos la colaboración vocal de Alune Wade, quien curiosamente, es una celebridad del bajo en Senegal, y que aporta con su manera de cantar el toque africano a la canción.
A nivel solista, el trompetista Lee Hogans y el pianista Brett Williams son los que más destacan, por encima de un Marcus Miller que «simplemente» se dedica a una parte rítmica con un groove muy complejo.
Buen tema para iniciar el álbum, y que pese al toque africano vocal, no se aleja del estilo típico de Miller.
2.- B’s river. Pasamos ahora a un precioso medio tempo con espíritu de balada. El riff principal está interpretado con el gimbri, un curioso instrumento de cuerda similar a la guitarra, pero que produce un sonido enmudecido y percusivo. El tema cuenta con la colaboración del korista Cherif Soumano y el trompetista invitado Etienne Charles. Miller, se pluriemplea, ya que además del bajo eléctrico, toca el gimbri y el clarinete.
También interpreta un solo de bajo tremendo, en el da toda una clase de ejecución técnica y de sofisticación.
3.- Preacher’s kid (Song for William H). El tercer corte del disco supone la aparición de la primera balada, una bella composición del jazz americano más actual con toques de gospel. Miller en esta ocasión toca el contrabajo, el clarinete y el piano, realizando un acompañamiento magistral.
En cuanto a colaboraciones, tenemos al teclista Cory Henry que realiza un bello solo con órgano Hammond, y las voces de las cantantes de jazz Lalah Hathaway y Wade y la mezzosoprano senegalesa Julia Sarr.
4.- We where there. Cambiamos ahora a una composición que alterna el jazz, el funky y la bossanova. Grabado en Brasil con la colaboración de Robert Glasper en un jazzero solo con su órgano Fender Rhodes y la voz en scat y coros de la cantante de jazz y ganadora de un Grammy, Donny Hathaway, estamos ante una composición que rezuma alegría y en la que aunque otros instrumentos tengan su cuota de protagonismo, el espectacular slap de Miller está omnipresente.
5.- Papa was a tolling stone. Primera versión del álbum. Un clásico del soul compuesto por Norman Whitfield y Barrett Strong como un encargo para el recopilatorio de la Motown, «The «undisputed truth», pero que fue regrabada un año después por el mismo sello para los míticos The Temptations, alcanzando con ella el número uno en el Billboard y ganando tres premios Grammy.
La versión cuenta con la colaboración de los grandes guitarristas Keb’ Mo’ y Wah-Wah Watson, que fue integrante de The Temptations y grabó con ellos este hit.
Pese a ser un clásico del soul, ciertos toques guitarrísticos le dan un aire de blues del Delta muy curioso y que casa muy bien.
Muy buena versión con Marcus Miller inmenso.
6.- I still believe I hear (Je crois entendre encore). Segunda balada del disco y segunda versión, siendo su compositor original Georges Bizet, en la que Marcus Miller cambia el bajo convencional por uno fretless y se hace acompañar de un maravilloso violín a cargo de Michael Doucet. Magistral versión que no sufre en su traslado del clásico al jazz, muy triste, épica y con un curioso aire cinematográfico.
De lo mejor del disco y de nuevo, un Miller que vuelve a demostrar porque es un icono del bajo eléctrico y del jazz.
7.- Son of McBeth. Un groove alegre y dinámico mantiene el tempo de la canción que sin ser muy rápido, impide que te estés quiero. Miller vuelve a Brasil para combinar el jazz más actual con el calipso más contagioso.
Lo curioso es que junto a las típicas percusiones metálicas del calipso de Robert Greenridge y los vientos de los geniales Grover Washington Jr. y Bill Withers, tenemos una guitarra de Adam Agati tremendamente rockera y agresiva.
8.- Prism (Interlude). Treinta segundos de duración para lo que parece ser una toma de estudio de un riff en concreto. Oímos bajo, percusión, trompetas y teclado, con una estudiada mala calidad de sonido.
Treinta segundos que no molestan por su corta duración pero que no aportan nada al disco ni tampoco sirven de introducción a la siguiente canción.
9.- Xtraordinary. Tercera balada de este trabajo, muy jazzística y la canción del mismo que menos influencia externa de otros estilos ha tenido. La melodía del comienzo con sólo piano y contrabajo de Miller es emocionante, pero ver cómo se van sumando poco a poco más instrumentos para dar forma a esta melodía acaba dando un resultado «xtraordinario».
10.- Water dancer. Otro tema muy clásico para el estilo que conocemos de Marcus Miller, con apenas injerencia de otros sonidos, notándose mucho que fue grabada en Los Angeles. Mucho jazz, piano, vientos, un buen solo rockero y agresivo de Adam Agati, un Marcus Miller bastante oculto con respecto a otros temas del disco y una melodía principal que se repite de dos formas: una tranquila y sutil y otra bien ruidosa y contundente.
11.- I can’t breathe. Curiosa manera de cerrar el álbum, con esta composición de funky, jazz, rhythm & blues y hip hop sobre unas base de batería electrónica. Colaboran el también bajista y productor Mocean Worker y el célebre rapero Chuck D de los Public Enemy.
Según alguna entrevista, la idea de la canción intenta rememorar la asfixia que sufrían los esclavos atados por el cuello con cadenas y que se veían obligados a trabajar a base de latigazos, pero lo curioso es que el riff principal de la canción es bastante marchoso y alegre para tener esa idea como transfondo.
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CONCLUSIÓN
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Muy buen disco, que sin ser de sus mejores trabajos, se acerca a la categoría de obra maestra y supera al anterior «Renaissance», el cual pese a ser excelente dejaba con una cierta sensación de «más de lo mismo» —la crítica a este álbum puedes leerla en el siguiente enlace—.
Personalmente no soy muy amante de los ritmos africanos ni del tipo de voces de los cantantes de ese continente, aunque eso tampoco iba a hacer que le diera una mala puntuación, ni mucho menos, pero como aficionado no habría quedado muy satisfecho tras la escucha. Sin embargo, para la concepción que ha tenido el álbum, el contenido de música étnica ha sido bastante mínimo en comparación con el jazz, el soul y el funky habitual de Miller y que es lo que predomina en todo momento.
También hay que decir que esos momentos impactantes vividos por el bajista en su periplo por África como embajador de la UNESCO, no se pueden apreciar dado que el disco casi en su totalidad es instrumental, por lo que hay que recurrir a entrevistas o al vídeo con el que se finaliza este artículo para comprender su enorme implicación emocional que ha tenido en la grabación de las canciones.
En conclusión, si uno busca toneladas de virtuosismo con el bajo eléctrico, éste no es el mejor ejemplo (aunque hay toneladas de calidad bajística), pero a nivel del Marcus Miller compositor de un jazz contemporáneo muy agradable de escuchar, estamos ante una grandísima obra.
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TEXTO: Albert Sanz
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