.
FICHA
- Artista: Tony MacAlpine
- Sello: MacAlpine Road LLC
- Año: 2.021
- Estilo: Metal progresivo, math metal, metalcore, shred instrumental
CALIFICACIÓN
CALIFICACIÓN TÉCNICA
- Nivel de técnica: 7,5/10
- Velocidad: 7,5/10
- Variedad de fraseo, recursos y técnicas: 7,5/10
- Nivel resto de músicos: 8/10
- Nivel de coñazo virtuosístico: -2/-10
- Calidad producción (equilibrio en la mezcla, masterización, etc.): 8/10
- Calidad presentación (carátula, libreto, etc…): 4/10
PUNTUACIÓN: 7,2/10
CALIFICACIÓN MUSICAL
- Calidad musical: 7,5/10
- Nivel de feeling: 7/10
- Posibilidad de escucharlo de un tirón: 7/10
- Ganas de hacer “headbanging”: 6,5/10
PUNTUACIÓN: 7/10
PUNTUACIÓN TOTAL: 7,1/10
.
INTRODUCCIÓN
.
Tony MacAlpine ha vuelto en este 2.021 con un nuevo trabajo que sigue la senda de la excelente trilogía formada por «Tony MacAlpine», «Concrete gardens» y «Death of roses». Cuando hablamos de éste último, mencionamos que MacAlpine hablaba de él como un proyecto en dos partes, lo cual sería comprensible dado que se trataba de un disco de siete canciones y apenas treinta minutos de duración, mucho más corto que los anteriores mencionados. «Equilibrium» bien podría ser esa continuación dado que también consta de siete canciones y unos treinta y dos minutos de duración, aunque es cierto que su autor no se ha pronunciado al respecto. Es más, es que apenas se ha pronunciado nada, creando para este disco una de las más nulas campañas de marketing que haya visto. Para que os hagáis una idea, me ha costado mucho rato de investigación llegar a la conclusión de que este álbum existe solamente en versión digital —en formato mp3—, pues que ni en sus RRSS ni en la web oficial dicen nada. Peor aún es no estar seguros de los músicos que forman parte del álbum. Así que daré por hecho que los músicos nombrados en la caja de texto en YouTube del videoclip de la canción «On teegarden’s star B», serán los que tocan en todo el disco: Dirk Verbeuren —Soilwork, Devin Townsend Project, etc.— a la batería, Adair Daufembach —Hangar, Aquiles Priester & Carmo Gustavo, etc.— al bajo y Luis Kalil a la guitarra —aunque este es el único que queda claro que es un invitado en dos de las siete canciones —.
En cuanto a mezcla y producción también aparece únicamente el nombre de Tony MacAlpine, aunque no me extrañaría nada que en estos apartados hubiera colaborado el bajista Adair Daufembah, dado que también es un afamado ingeniero de sonido y productor y que precisamente, ya se encargó de mezclar «Death of roses».
Y el álbum aparece bajo el sello MacAlpine Road LLC, así que todo apunta a un caso de, como decimos en España, «como Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como». Algo raro dado que si bien, MacAlpine nunca ha sido un músico superventas, por lo menos siempre ha trabajado con discográficas potentes como Shrapnel, Mascot o Sundog, lo que le ha permitido tener distribución mundial sin problemas, y que en el caso de su última trilogía formada por «Tony MacAlpine», «Concrete gardens» y «Death of roses», además hayan sido lanzamientos con un packaging y un artwork bien elaborado… porque este es otro punto de crítica. Es obvio que siendo un lanzamiento digital no hay estuche que puedas tener, pero al menos un libreto no estaría mal, y en cambio lo único que tenemos es una portada de él sentado junto a dos amplificadores y dos guitarras y ambos volando por el espacio sobre un planeta raro y todo ello con unos colores saturadísimos. Es más, como las fotos que he visto no permiten ampliar mucho la portada ya que se pixela, no puedo asegurar que lo que se ve reflejado en las gafas de sol es el estudio donde le hicieron la foto pero lo parece, cuando deberían verse estrellas ya que se supone que él y su backline están flotando por el espacio.
En fin, un trabajo de Photoshop tirando a mediocre aunque no tanto como el de las últimas portadas de Richie Kotzen y que choca con sus excelentes trabajos anteriores.
.
ANÁLISIS DE LAS CANCIONES
.
1.- Equilibrium. El salvaje instagramer guitarrista Luis Kalil acompaña a la guitarra a Tony MacAlpine en este medio tempo muy progresivo, que combina el ultragrave de las 8 cuerdas con acordes y melodías extrañamente relajantes y otras partes más locas a lo Dream Theater.
Una mezcla de ideas extraña pero que funciona. Y por cierto, lo que también resulta extraño es tener a un solista de tal calibre como invitado y que no toque solo alguno.
2.- On teegarden’s Star B. Piano y guitarra acústica se fusionan para hacer una intro muy oscura y casi cinematográfica que poco a poco va subiendo en intensidad introduciendo a la guitarra eléctrica que repite el mismo motivo.
Con todo el grupo ya en marcha, seguimos con un medio tempo oscuro y dramático, con unas guitarras rítmicas muy complejas que van ejecutando tanto MacAlpine como de nuevo Kalil y un sintetizador que también va cobrando protagonismo a medida que avanza la canción.
En esta ocasión tampoco hemos escuchado el Kalil solista, aunque ciertas partes rítmicas que toca son de una gran complejidad.
3.- Euphoria. Comenzamos con batería, sintetizador y un bajo muy contundente que recuerda al sonido de Billy Sheehan y que tendrá una gran presencia en todo la canción.
Si bien seguimos ante un medio tempo progresivo, nos encontramos también con unas melodías y acordes más hardrockeros y un bonito interludio new age, por lo que es posible que esta canción guste a un público más amplio.
4.- Object permanence. Unos sonidos misteriosos dan paso a varios redobles de batería que van subiendo de volumen junto a un sintetizador, creando mucha expectación sobre lo que vendrá. Y lo que viene es otro tremendo medio tempo de lo más «drimziatero» con una melodía muy cinematográfica y un buena dosis de contundencia.
Ojo también al bajo de Daufembach, muy presente en la mezcla y posiblemente tocado con púa y que aporta también su parte de potencia a la canción.
MacAlpine, por su parte, alcanza un perfecto equilibrio entre virtuosismo, dureza y melodía, en la que es para mi gusto una de las mejores canciones del álbum.
5.- Substratum of reality. Como el resto del disco, estamos ante otra composición oscura de la que en esta ocasión veo bastante influencia de Joe Satriani, al menos del Satch más prog y oscuro.
Melodías sencillas pero pegadizas, buenas dosis de shred y algo más de velocidad en la sección rítmica para una canción que sin ser lo mejor del disco, mantiene la calidad.
6.- Genetic drift. Penúltimo corte del álbum y comenzamos a lo bestia, con Tony shredeando sobre una base de sintetizador y vientos un poco extraña, para pasar a continuación a una especie de punk metal muy ochentero y acelerado con dobles bombos bien locos.
Para los amantes de la era dorada de la guitarra, de Shrapnel Records y del MacAlpine de aquella época, sin duda que ésta será la mejor canción del disco.
7.- 7th mass extinction. Piano y sintetizador dan comienzo a la última composición con una intro misteriosa que da paso a lo que podría ser el perfecto resumen de la discografía más reciente de Tony MacAlpine: shred+math metal+metal progresivo+agresividad+medios tempos atmosféricos.
.
CONCLUSIÓN
.
Pues para esta conclusión me encuentro con sentimientos enfrentados. Por un lado me parece que estoy ante un gran trabajo de metal moderno instrumental a cargo de un músico muy veterano, de la old school, que sin embargo es capaz de hacer frente sin problemas a Animals as Leaders, Plini, Intervals y toda la nueva legión de mathneosoulprogmetaleros actual. Sin embargo, si acepto que este álbum es la continuación de «Death of roses» y oigo los dos de un tirón, me parecería muy repetitivo. Y si lo considero como un trabajo aislado pero lo comparo con la trilogía «Tony MacAlpine», «Concrete gardens» y «Death of roses», me parece el peor de todos y un trabajo en el cual Tony ha tirado por la vía fácil cogiendo elementos de aquí y de allá y realizando un trabajo que parece por momentos poco pulido y terminado deprisa (al menos en lo musical); y, de echo, lo que ya mencioné de autoproducción, edición única en formato digital y con una portada fea, da la sensación de trabajo hecho deprisa y corriendo con pocos medios.
No es que no hayan buenos momentos musicales, que los hay, ni que esté mal grabado ni mal interpretado (Dirk Verbeuren y Adair Daufembach, si es que al final han tocado ellos, lo han hecho a un nivel altísimo) ni, por supuesto, mal mezclado (es un gustazo que en un disco de matraca metalera moderna, se pueda escuchar tan nítidamente el bajo), pero no hay riesgo ni sorpresa, algo de lo que tanto «Tony MacAlpine» como «Concrete gardens» sí podían presumir. Con lo cual, insisto, individualmente, hay buenas canciones y buenos momentos dentro de éstas, pero como álbum completo carece del nivel de adicción que provocan otros discos suyos.
En cualquier caso, ya sabemos también que donde más brillan los shredders de la vieja escuela es en los directos, así que no me olvido de recordaros que el año que viene, si Dios Hendrix así lo quiere, lo tendremos por España, cortesía de Madness Live! Productions.
.
..
TEXTO: Albert Sanz
Deja una respuesta