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Ya lo hemos comentado en muchas ocasiones pero aún así es muy difícil de acostumbrarse a ello: los mitos de la música no son dioses, son humanos que envejecen, y todos ellos -en cualquier género existente- tienen una edad más que respetable.
Este 2.012 está siendo especialmente aciago; ya se nos han ido entre otros, Ronnie Montrose y Jim Marshall (leer obituarios aquí, aquí y aquí), y por desgracia ahora tenemos que sumar tres nombres más a la lista.
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Este 17 de mayo, Donna Summer, la eterna reina de la música disco falleció de un cáncer que arrastraba desde hace años, y que sin embargo, no le impedía mantener un buen nivel de trabajo. De hecho, tenía material en parte compuesto y en parte grabado para completar sus próximos dos discos, y sus representantes acababan de cerrar una inminente gira por Chile.
Aunque desarrollara su carrera bajo las premisas de una música tan frívola y (en ocasiones) prefabricada como la música disco, la base de su estilo estaba en el soul, el jazz y el gospel, ya que su familia era devota cristiana y creció cantando en coros de iglesia. No obstante, y aunque pueda sorprender, una de sus primeras influencias fue Janis Joplin, a la que intentó parecerse formando el grupo de rock psicodélico The Crow. Tras terminar los estudios, partió a Nueva York para audicionar en el musical «Hair», papel que finalmente no obtendría; pese a todo, cuando la obra giró por Europa fue contratada para el mismo papel, lo que hizo que residiera varios años en Alemania, se casara y donde -en 1971- lanzara su primer single solista.
En Alemania conocería a los célebres productores Giorgio Moroder y Pete Bellote, bajo quienes grabaría sus primeros discos y la lanzarian al estrellato mundial. Su éxito se basó en mezclar una iconografía y una presencia muy sexual junto a una gran dosis de glamour. La música, pese a estar orientada a las pistas de baile era bastante rica en estilos, y tocaba desde el pop («She works hard for the money»), el rock («Hot stuff»), el pre-tecno («I feel love)» o el funky («Last dance»), y además lo combinaba con unas letras en ocasiones crudas y realistas -como en su clásico «She works hard for the money»-.
Durante los 70 y los 80 reinó y se disputó la corona de la música disco junto a Gloria Gaynor, pero los 80 y los 90 vieron nacer a una serie de cantantes, como Madonna, Kilye Minogue o Britney Spears que las dejaron en un segundo plano, aunque nadie les puede quitar su status de pioneras.
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La siguiente noticia es la del fallecimiento de Robin Gibb de los Bee Gees. Con esta muerte, la desgracia se ceba una vez más en una familia en la cual existió un talento musical fuera de lo común. Maurice, mellizo de Robin murió en 2.003 a causa de problemas intestinales agudos. Andy, cuarto hermano e ídolo del pop en los 70, y que nunca perteneció a los Bee Gees -pese a colaborar con ellos en diversas ocasiones-, también marchó en el 88 con tan sólo 30 años, debido a una enfermedad cardíaca. Ahora se les une Robin, quien ha muerto este pasado domingo 20 a la edad de 62 años debido al cáncer de cólon que padecía desde 2.010.
Al igual que con Donna Summer, los cuatro hermanos Gibb procedían de un ambiente familiar proclive a la música -su padre era baterista- y desde el primer momento se les animó a cursar estudios musicales. Con Andy decidiendo volar en solitario, los tres hermanos fundaron los Bee Gees, y la fama, primero en Australia y luego en el resto del mundo, les vino desde el primer momento. Si Summer y Gaynor se convirtieron en la bandera femenina de la música disco, sin duda que los Bee Gees fueron sus alter ego masculinos. Mezclando funky, pop, sonido Motown, jazz y unas reconocibles voces hiperagudas, reventaron las pistas de baile durante veinte años. Aunque a partir de los 90 comenzó un cierto desinterés en su música por parte de las nuevas generaciones, la eterna inclusión de música del grupo en cientos de recopilaciones, las continuas reposiciones en televisión de la película «Saturday night fever» («Fiebre del sábado noche») y su labor como compositores y productores han permitido que el nombre de los Bee Gees no haya caído en el olvido.
Robin Gibb deja un legado de casi 30 discos con sus hermanos y 7 en solitario.
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Ya para finalizar, hablaremos de Donald «Duck» Dunn, mítico bajista de rock and roll, r&b y blues.
Dunn, originario de Memphis, no tuvo la suerte del apoyo familiar de Robin Gibb, lo cual no impidió que durante los años de instituto formara su primera banda en la que trabaria amistad con el guitarrista Steve Crooper, y al que permanecería unido profesionalmente casi toda su carrera.
Dunn y Crooper entraron a formar parte del plantel de músicos del legendario sello Stax/Volt. Junto a Crooper y el batería Don Nix (también perteneciente a Stax/Volt) y varios músicos más formarian el combo de blues, rhythm & blues y soul Mar-Keys. Si bien esta formación tuvo un temprano éxito en el circuito local, tras tres años de agotadoras giras sin levantar cabeza y con muchas deudas, el grupo se disuelve y Dunn pasa a formar parte de la plantilla de una discográfica rival. Sin embargo, al poco tiempo Stax/Volt decide crear su primera «corporate band» formada por músicos de su propia plantilla y realiza una enorme inversión publicitaria. El resultado fue la banda de funk y soul instrumental Booker T. & The MG’s, una de las grandes bandas de la historia del funk y miembros del Rock & Roll Hall of Fame. Dunn retornó al sello y se incorporó como nuevo bajista cuando el grupo llevaba tres años de existencia.
Tras casi veinte años y diversos discos grabados Stax/Volt quiebra y con ello los Booker T. & The MG’s deciden tomarse un descanso. Dunn inicia entonces una carrera prolífica como productor y músico de sesión, convirtiéndose en el toque de prestigio que todo gran artista necesitaba incorporar a sus grabaciones, y hablamos de artistas de la talla de Isaac Hayes, Elvis Presley, Muddy Waters, Eric Clapton, Diana Ross, Rod Stewart o The Manhattan Transfer. Sin embargo, lo que le daria fama mundial sería la incorporación en los 80 junto a su amigo Steve Crooper en The Blues Brothers, un grupo creado por los actores cómicos John Belushi y Dan Aykroyd. Estos tuvieron una sección en el programa Saturday Night Live desde el 75 hasta el 79 y entre chistes y bromas rendían tributo a la música negra americana y tocaban temas con la banda de dicho programa. Lo que comenzó como una broma acabó convirtiéndose en algo serio: a la gente le gustaba en verdad los temas que sonaban en el programa así que Belushi y Aykroyd decidieron que The Blues Brothers tuvieran vida más allá del programa de televisión. Con Crooper y Dunn en la formación, The Blues Brothers hicieron giras exitosas, grabaron varios discos considerados de culto e incluso rodaron dos películas en las que Dunn también actuó como actor secundario.
La carrera de Donald «Duck» Dunn siguió hasta hace poco, combinando sesiones con las reuniones ocasionales pero continuas de los Booker T. & The MG’s y The Blues Brothers (aunque sin Belushi ni Aykroyd, lógicamente), hasta que este pasado 13 murió de muerte natural a la edad de 70 años mientras dormía en un hotel de Tokyo, donde estaba realizando una gira por Japón.
Con su muerte se va un músico afable aparte de un bajista con una excelente técnica, un tremendo groove y un sonido único.
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